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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.39 La Paz nov. 2016

 

SOCIOLOGÍA POLÍTICA

 

A VIGENCIA DEL MARXISMO EN EL SIGLO XXI ANTE LA BARBARIE DE LA CRISIS SISTÉMICA

 

THE VALIDITY OF MARXISM IN THE 21ST CENTURY, IN LIGHT OF THE BARBARITY OF THE SYSTEMIC CRISIS

 

 

Nathanael James Hastie Falkiner1

Fecha de recepción: julio de 2016
Fecha de aceptación: agosto de 2016

 

 


Resumen

Éste artículo estudia los principios generales del marxismo, como doctrina de liberación de las clases explotadas a partir de la lucha de clases. Analiza críticamente las causas de la caída del Muro de Berlín, el derrumbe del bloque socialista y la restauración del capitalismo en los países del 'socialismo real'. Discute la invalidez de la 'teoría del fin de la historia y de las ideologías', planteado desde el postmodernismo. Debate los fundamentos del 'socialismo del siglo XXI' o 'socialismo comunitario', demostrando su esencia anti-marxista. Demuestra las manifestaciones de la crisis sistémica del imperialismo capitalista a partir de la hipertrofia financiera y la crisis civilizatoria que vivimos. Además, plantea que ante la coyuntura nacional y mundial actual, el marxismo está vigente en el Siglo XXI, pudiendo ser aplicado no sólo como una herramienta académica, sino como proyecto político de liberación y de respuesta a la crisis sistémica del imperialismo, que hoy puede llevar a la humanidad al borde de la barbarie.

Palabras Clave: marxismo - crisis - postmodernismo - socialismo - lucha de clases - imperialismo


Abstract

This article studies the general principles of Marxism, as a doctrine of liberation of exploited classes through class struggle. It critically analyses the causes of the Berlin Wall falling, the collapse of the socialist bloc and the restoring of capitalism in the countries of'real socialism'. It discusses the invalidity of the 'theory of the end of history and ideologies' that is put forward by postmodernism. It debates the fundaments of'socialism of the 21st century' and 'communitarian socialism' showing their anti-marxist essence. It shows the manifestations of the systemic crisis of capitalist imperialism from the financial hypertrophy and the civilization crisis that we are living. It put forward that in the national and world current situation, Marxism is valid in the 21st century, not only as an academic tool, but as a political project of liberation in contrast to the systemic crisis of imperialism that has humanity on the border of barbarity.

Keywords: Marxism - crisis - postmodernism - socialism - class struggle -imperialism


 

 

"Un fantasma recorre Europa..." sentenciaban, hace un siglo y medio, Carlos Marx y Federico Engels, al iniciar la redacción de uno de los documentos que influiría innegablemente en el rumbo de la historia mundial. Al calor de la lucha de clases, de las contradicciones antagónicas entre explotados y explotadores, de movimientos revolucionarios dotados de la ciencia del materialismo dialéctico e histórico, la humanidad empezó el proceso de construcción de una nueva sociedad: el socialismo.

Ante el derrumbe del bloque socialista, surgió la interrogante a propósito de la vigencia de la teoría marxista y se planteó la revisión de los preceptos fundamentales del marxismo, así surgieron propuestas como la del Socialismo del siglo XXI, la teoría del imperio, entre otras aberraciones teóricas que hoy son postuladas por las tendencias políticas de 'izquierda', entre éstas se encuentran los gobiernos llamados 'progresistas'. Por su parte, desde las voces del posmodernismo se pregona el 'fin de la historia', el 'fin de los metarelatos', estableciendo que el capitalismo habría triunfado sobre la posibilidad socialista.

En éste artículo analizaremos, ante la realidad económica y social del sistema-mundo actual, la vigencia y necesidad del marxismo, no sólo como método de análisis académico sino como respuesta política ante la crisis sistémicadel imperialismo capitalista decadente. Porque ante el supuesto 'fin de la historia' es fundamental comprender la sociedad a partir de la lucha de clases, para poder transformarla y de esa manera superar la crisis sistémica que hoy vivimos.

El marxismo, doctrina de liberación

El marxismo es una doctrina científica desarrollada por Carlos Marx y Federico Engels durante el siglo XIX que toma como base a las ciencias más avanzadas en ese momento: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo utópico francés. La teoría marxista tiene tres partes: la filosofía marxista (materialismo dialéctico), la economía política marxista y el socialismo científico (materialismo histórico). Desde la visión de Marx, el motor de la historia es la lucha de clases. Al respecto, Lenin escribe que "el genio de Marx consiste en haber sido el primero en deducir de ello la conclusión que enseña la historia del mundo y en aplicar consecuentemente esas lecciones. La conclusión a que llegó es la doctrina de la lucha de clases" (1981: 65).

La lucha de clases es la contraposición y contradicción antagónica entre las clases explotadas y explotadoras, los esclavistas y esclavos, los señores feudales y los siervos de la gleba, los capitalistas y los proletarios. Estas contradicciones llevan a que una de las dos clases tome el poder o a la eliminación de ambas. A su vez, esto lleva a la constitución de una nueva sociedad que supera las formas de explotación existente en la anterior.

En su obra, Carlos Marx explica con claridad el funcionamiento del sistema capitalista, descubriendo que la piedra angular del sistema es la plusvalía, que tiene que ver con las ganancias generadas por el capitalista a partir del trabajo del proletario. Desde la perspectiva económica marxista, el trabajo crea valor, y el capitalismo se fundamenta en la apropiación ajena de este valor creado por el trabajo de transformación de la materia prima en mercancía, en donde interviene y vende su fuerza de trabajo el obrero.

El marxismo ha sido capaz de organizar a las masas trabajadoras en torno a una doctrina de liberación, siendo ésta la inspiración para la Revolución Socialista de Octubre de 1917 (en Rusia), que marca el inicio de la transición de la humanidad del capitalismo hacía el socialismo. Al respecto, Miranda señala que:

Las grandes conquistas democráticas de los trabajadores en el mundo capitalista, los derechos de organizarse, de huelga, de acceder al trabajo, a la educación, a la salud, a la vivienda, a la seguridad social, al bienestar fueron... obra de los trabajadores y los pueblos, fruto del marxismo leninismo, convertido en praxis, en política de las masas trabajadoras (2007: 13).

Tras la Revolución Rusa y la construcción de la Unión Soviética estallan procesos revolucionarios en China, Vietnam, Laos, Kampuchea, Albania, Europa Oriental, Cuba, Nicaragua, donde a partir de los preceptos marxistas los pueblos explotados del mundo comienzan a construir nuevos modelos de sociedad.

La restauración del capitalismo, el sueño traicionado

La década de los 90 es caracterizada como escenario del reflujo de la lucha social y revolucionaria... la derrota del socialismo en Albania, los acuerdo de paz suscritos por el FLMN en El Salvador, el colapso de la URSS, la caída del Muro de Berlín, la guerra sucia en Colombia, y, de manera general, el movimiento de los trabajadores y los pueblos sufrió una inflexión significativa (Miranda, 2012: 35).

La noche del 9 de noviembre de 1989 se derriba el Muro de Protección An-ti-fascista (Muro de Berlín), dando inicio al derrumbe público del Bloque Soviético y del modelo del socialismo real. Sin embargo, el proceso de restauración capitalista en Europa Oriental empieza décadas antes de la caída de este Muro. Para la izquierda marxista ver que la construcción del socialismo había llegado a un aparente final fue un balde de agua fría. Así como el hecho de que en el Bloque Soviético la restauración capitalista era una realidad, mientras que en otros países (China, Vietnam, Cuba, Laos, etc.) la economía paulatinamente se integraba al mercado capitalista con teorías como las del 'socialismo de mercado'. A propósito de esto, Mao Tse Tung escribía que:

La sociedad socialista cubre un período histórico extremadamente largo. La lucha de clases entre la burguesía y el proletariado proseguirá hasta el final de éste período. La pregunta sobre qué sistema resultará victorioso, el capitalismo o la vía socialista, siempre permanecerá abierta durante dicho período. Ello significa que el peligro de restauración capitalista sigue estando presente (citado por Martens, 2011: 23).

Desde la visión marxista, ignorar la vigencia de la lucha de clases en sociedades socialistas tuvo un costo carísimo. No podemos plantear de forma metafísica que fueron simples decisiones o documentos los que provocaron el derrumbe del socialismo, sino procesos de fortalecimiento de capas sociales reaccionarias, con creciente poder económico, que tuvieron la capacidad de dirigir la restauración capitalista. Los momentos de ruptura no son más que la expresión de la acumulación de fuerzas, de saltos cualitativos (de retroceso) en la lucha de clases.

Ludo Martens en su texto Un balance de la caída de la Unión Soviética analiza los motivos por los cuales la URSS restableció la economía de mercado y terminó disolviéndose. Él explica que hay dos grandes puntos de ruptura con la doctrina marxista: el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en el año 1956, donde "Nikita Krushchev había proclamado tres asuntos clave: el final de la lucha de clases, un estado para el pueblo entero y la defensa de los intereses de la burocracia privilegiada" (2011: 17); y la Perestroika y Glasnost de Gorbachov, aprobados en 1985, que allanaron el camino para que en 1990 se restableciera el capitalismo.

En el plano internacional, las críticas hacía las resoluciones del XX Congreso del PCUS surgen en un primer momento desde el Partido Comunista Chino y el Partido del Trabajo de Albania. Ambas organizaciones demuestran en las Conferencias Internacionales de Partidos Comunistas las contradicciones respecto del marxismo (negación de la lucha de clases, propugnación de la coexistencia pacífica, negación del carácter de clase del estado, proclamación de la vía pacífica o vía parlamentaria al socialismo, entre otros), así como la difamación y calumnia contra Stalin. Enver Hoxha, en representación del Partido del Trabajo de Albania, señaló que "no es justo, normal ni marxista que el nombre y la gran obra de Stalin sean borrados de toda esa época, como se está haciendo. La obra inmortal de Stalin nos incumbe a todos defenderla. Quien no la defiende es un oportunista y un cobarde" (1960). Las profundas traiciones a las posturas marxistas conducen a rupturas en el movimiento comunista internacional: primero la sino-soviética en torno a las resoluciones del XX Congreso del PCUS, luego la sino-albanesa en torno a la 'teoría de los tres mundos', las políticas económicas planteadas entre 1972-1978 y el acercamiento de China con Estados Unidos.

Las críticas desde el marxismo hacia los procesos de burocratización y revisionismo dentro del bloque soviético nos permiten realizar un proceso de análisis acerca del eventual restablecimiento del capitalismo. Rudolf Bahro escribe que "las relaciones sociales... están definidas oficialmente según las antiguas categorías marxistas, pero se trata aquí, desde hace mucho tiempo, de una hipocresía deseada, de la producción consciente de una falsa conciencia" (1981: 26). El mismo autor, en cuanto a la propiedad sobre los medios de producción existente en la Unión Soviética, resuelve que la "estatización y no socialización, es efectivamente el rasgo que domina" (1981: 37). Asimismo, plantea en su crítica que los partidos gobernantes en los países del socialismo real dejaron de representar a las clases explotadas, para constituirse en entes funcionales al aparato del estado. Bahro concluye indicando que "sin una práctica política que otorgue la libertad completa para participar en las discusiones cotidianas sobre los valores sociales, los objetivos a alcanzar, las vías para llegar a ellas, no hay progreso posible para la emancipación del hombre" (1981: 71). De acuerdo con la necesidad de mayores espacios de crítica, auto-crítica y creatividad, Samir Amin expresa que el hecho de que "el sistema fuera administrado por un Partido-Estado único, que buscaba su legitimidad en su origen de vanguardia, debía forzosamente reducir a la nada las capacidades inventivas requeridas para la construcción del comunismo" (2005: 48-49).

Hoy vemos como la China Popular, aun manteniendo la dirección formal del Partido 'Comunista' en el ámbito político, se rige bajo una teoría de 'socialismo de mercado', en la que se permite que en áreas no-estratégicas de su economía prolifere la explotación capitalista de la fuerza de trabajo. Por otro lado, Vietnam, país que otrora resistió heroicamente y venció al imperialismo francés y al propio ejército yanqui, firma junto a Estados Unidos el Acuerdo Transpacífico de Cooperación (TPP). Es más, es esta isla revolucionaria que se atrevió a liberarse de la condición de 'patio trasero' de los Estados Unidos existe una apertura económica cada vez más firme hacía el mercado capitalista.

Las experiencias del socialismo real y de los movimientos de liberación nacional han demostrado que los explotados y oprimidos son capaces de construir una sociedad con una economía planificada que posibilita la industrialización y distribución justa de los recursos, en donde los avances científicos pueden sobrepasar los límites y la formación integral del ser humano es una prioridad. Además, es innegable el papel de la Unión Soviética en la derrota del nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial y en los procesos de liberación nacional en todo el mundo. Sin embargo, debemos aprender de los grandes aciertos así como de los grandes errores cometidos por los países socialistas, desde la óptica del marxismo, dejando en claro que la caída del bloque soviético y la restauración capitalista en China, Vietnam, Cuba, etc., no representan el fin de la historia, sino el principio de "una nueva fase de la lucha global de los oprimidos contra un sistema mundial imperialista, que ha llegado a ser incompatible con la supervivencia misma de cientos de millones de seres humanos" (Martens, 2011: 6).

El fin de la historia

En 1988, Francis Fukuyama, funcionario del Departamento de Estado estadounidense, ante el previsible derrumbe del bloque oriental, plantea que:

.. el siglo que comenzó lleno de confianza en el triunfo que al final obtendría la democracia liberal occidental parece, al concluir, volver en un círculo a su punto de origen: no a un 'fin de la ideología' o a una convergencia entre capitalismo y socialismo, como se predijo antes, sino a la impertérrita victoria del liberalismo económico y político (1988: 2).

De esa manera se explica el 'fin de la historia', en el sentido de "que no habría nuevos progresos en el desarrollo de los principios e instituciones subyacentes porque todos los problemas realmente cruciales habrían sido resueltos" (1992: 12). Desde la visión dominante del imperialismo estadounidense, con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo real la historia habría llegado a su fin; asimismo, el capitalismo de libre mercado y la democracia liberal representativa habrían vencido sobre toda alternativa política y económica existente. Lo único que quedaría para la humanidad es seguir en un estado de complacencia y estagnación dentro del marco de la institucionalidad existente.

Todo pensamiento filosófico responde a un interés de clase. El postmodernismo, representación del pensamiento filosófico burgués contemporáneo, plantea el fin de los metarelatos, de las ideologías, en tanto que ya habríamos alcanzado la cúspide del desarrollo sólo quedaría el 'perfeccionamiento de los paradigmas' vigentes. Pablo Miranda, al respecto, escribe que:

Proclamaron el 'fin de la historia y de las ideologías', pretendieron erigir un mundo unipolar regido por los EE.UU., ofrecieron un 'nuevo orden internacional' en el que desaparecían las guerras y la injusticias... declararon al socialismo como obsoleto, al marxismo como expresión de dinosaurios, a la revolución como inviable (2007: 10).

El ataque del postmodernismo hacía las ideologías se dirige al marxismo, por su contenido liberador, alegando que el derrumbe del socialismo soviético deja sin valor a la teoría marxista, ignorando la realidad mundial que hoy manifiesta una crisis sistémica.

Lejos de constituir el fin de la historia, como Fukuyama y sus seguidores plantean, a partir de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo real se inicia una nueva fase de lucha de clases en donde las contradicciones se agudizan, puesto que hay miles de millones de seres de humanos explotados, oprimidos y en franca lucha por su liberación. Asimismo, las potencias imperialistas mantienen claras contradicciones entre sí por el reparto del mundo y los pueblos son víctimas de ese conflicto.

Los ideólogos postmodernos, aparte de enarbolar como teoría 'el fin de la historia' y 'el fin de las ideologías', toman elementos del marxismo para disfrazar su teoría reaccionaria de 'socialista', en el siguiente apartado analizaremos detenidamente el planteamiento del 'socialismo del siglo XXI' o 'socialismo comunitario'.

El socialismo del siglo XXI es anti-marxista

Ahora después de más de una década podemos afirmar que las posturas anti neoliberales fueron, esencialmente reclamativas, puesto que buena parte del entablado neoliberal se mantiene, principalmente, las facilidades para la inversión extranjera directa dirigida a la prospeccióny explotación de minerales, el agresivo endeudamiento externo pese a las prédicas que condenaban la deuda externa como ilegítima, la búsqueda y concreción de tratados de libre comercio con diversas potencias imperialistas (Miranda, 2015: 46).

El postmodernismo ha desarrollado, en el plano ideológico, la teoría del Socialismo del Siglo XXI, también presentado como socialismo comunitario, socialismo ciudadano, etc., que más allá del denominativo lleva un hilo conductor en común: la negación de la lucha de clases. "Estas teorías pretenden 'innovar' o 'descubrir' nuevos conceptos en el campo social y llegan a 'revisar' o atribuirse conceptos ya existentes" (PCC-ML, 2007: 36). No es una novedad que existan tendencias que se auto-reclaman como marxistas o socialistas negando la lucha de clases. Al respecto, ya en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels dedican un subtítulo a explicar la diferencia entre el socialismo científico que desarrollan y las tendencias utópicas pequeño burguesas y burguesas que en ese momento se reclamaban 'socialistas'. Ríos explica que:

.. las ideas de izquierda han ganado terreno, por lo que hablar de socialismo ya no resulta extraño, inclusive hay jefes de Estado que dicen asumirlo como su objetivo. Mas se promueve con fuerza un planteamiento calificado como socialismo del siglo XXI, que hace todos los esfuerzos por mostrarse distinto al socialismo marxista leninista, que sería 'más democrático y humano' que el conocido por la historia, recordándonos algunas teorizaciones formuladas en el pasado por viejos revisionistas (2007: 50).

En 1999, Hugo Chávez asume la presidencia en Venezuela, dando inicio a un ciclo de gobiernos y movimientos electorales de 'izquierda' con variados matices de progresismo, 'socialismo' que aparece ante el desgaste del modelo neoliberal que vivió el continente. Miranda plantea que "la existencia en América Latina de varios gobiernos progresistas es resultado del desenvolvimiento y calificación de la lucha de los trabajadores, los pueblos y la juventud que rebasó el reflujo generado por el colapso del «socialismo real»" (2011: 33).

Estos movimientos enarbolaron discursos al rojo vivo contra el imperialismo norteamericano, las viejas clases dominantes (terratenientes, burguesía tradicional) para alinearse con la nueva burguesía y el bloque imperialista emergente (China, Rusia, Irán, etc.).

Uno de los principales ideólogos del Socialismo del Siglo XXI es Heinz Dieterich, que teoriza los componentes del nuevo modelo: "la democracia participativa, la economía democráticamente planificada de equivalencias, el Estado no clasista y, como consecuencia, el ciudadano racional-ético-estético". Desde los mismos conceptos teóricos no existe la menor relación entre el concepto marxista de socialismo y el que propone Dieterich: la democracia participativa es un mecanismo dentro del estado capitalista en el que adquiere mayor participación el ciudadano sin que el poder estatal pase a manos de las mayorías trabajadoras; el concepto de estado no clasista coincide con los planteamientos revisionistas de Krushchev, negando la lucha de clases y la necesidad de que el proletariado asuma la dirección política del país; mientras que el marxismo apunta hacía la formación del hombre nuevo y de la mujer nueva -constructores críticos de la nueva sociedad-, Dieterich no rebasa los límites de los planteamientos burgueses de formar el ciudadano racional-ético-estético.

El Socialismo del Siglo XXI ignora la necesidad de socializar los medios de producción que Marx pone como tarea fundamental. Al respecto, el Presidente ecuatoriano Rafael Correa criticó "el dogmatismo del discurso de los años treinta que confunde el problema del socialismo con el problema de la forma de la propiedad" (citado por Ríos, 2007: 62). García Linera dice que "en el Socialismo coexisten muchas formas de propiedad y de gestión de la riqueza: está la propiedad privada y la estatal; está la propiedad comunitaria y la cooperativa" (2015: 70). Las 'nacionalizaciones' realizadas por el gobierno de Evo Morales en las que el Estado compra paquetes accionarios mayoritarios y establece contratos de prestación de servicios con las empresas trasnacionales (Petrobras, Repsol, Plus Petrol, BG Bolivia, entre otros) son una muestra más que el discurso socialista de los gobiernos "progresistas" no plantea en ningún momento ni siquiera una estatización de los medios de producción en áreas estratégicas. Claro que "la propiedad estatal de por sí no es un sinónimo de socialismo y efectivamente ésta existió en el feudalismo y existe en el capitalismo", dependerá de "qué clases se encuentran al frente del Estado en esas sociedades" (Rios, 2007: 60).

En una entrevista con la Revista Mariátegui, Dieterich señala que:

La alternativa inmediata es el keynesianismo, el capitalismo desarrollista de Estado... se tienen que combinar los dos elementos, porque los campesinos, los desempleados quieren una respuesta inmediata. Se tienen que vincular los dos proyectos históricos: el keynesianismo y el Socialismo del Siglo XXI (2006).

En la realidad boliviana, los bonos Juancito Pinto, Dignidad (ex BonoSol), Juana Azurduy, entre otros, junto a la participación estatal en la economía y la visión de desarrollo extractivista, cumplen con el planteamiento de Dietrich: la aplicación del capitalismo desarrollista de Estado. García Linera supone que "el Socialismo es el campo de batalla dentro de cada territorio nacional entre una civilización dominante, el capitalismo aún vigente, aún dominante, pero decadente, enfrentado contra la nueva civilización comunitaria emergente desde los intersticios, desde las grietas y contradicciones del propio capitalismo" (2015: 69). Esta es una postura anti-marxista fiel a las enseñanzas de Negri, que expondré próximamente. Como señalaba Marx "la economía socialista no puede surgir en las entrañas de la sociedad burguesa, por lo que la vía revolucionaria es la única que conduce al socialismo, y esa vía es la de expropiar a los expropiadores" (Rios, 2007: 56-57).

El marxismo de manera clara establece el sujeto que ha de llevar a cabo el proceso de construcción de la sociedad socialista: el proletariado, en alianza con el campesinado y los demás sectores oprimidos existentes. García Linera se esfuerza por ignorar éste principio básico del marxismo y reclamar el rol revolucionario de los estamentos medios:

Marx y Engels no están afirmando que sólo es el proletariado quien se enfrenta a la burguesía ni que el proletariado es por excelencia revolucionario... el propio Manifiesto habla de la posible acción revolucionaria de lo que él llama estamentos medios... la definición del obrero como capital variable, como mercancía, anula cualquier posibilidad de deificar al proletariado como el ser revolucionario por antonomasia (1999: 165-166).

Así mismo, malinterpreta de manera grotesca a Marx al plantear que el obrero es capital variable o mercancía. Desde el marxismo, la mercancía es la fuerza de trabajo del obrero que vende al capitalista, no es el obrero como tal. Posteriormente, García Linera, al referirse a los sujetos sociales, justifica las alianzas del partido gobernante (MAS) con sectores de la vieja partidocracia boliviana (MNR, ADN), indicando que "uno nunca puede saber con precisión cuándo emergerá ese momento de revocación de las antiguas fidelidades" (García, 2015: 60). Al respeto, tiene mayor claridad la óptica marxista de Raquel Gutiérrez, quien escribe que "la historia hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hoy día, en ésta víspera de nuevo siglo, la historia sigue siendo lucha de clases" (1999: 17).

Manteniendo su postura vacilante y anti-marxista García Linera plantea que "el socialismo no es una nueva civilización, no es una economía o una nueva sociedad" (2015: 69). Llevando el concepto aun abstracto postmoderno, que no representa una construcción de economía, ni de sociedad, sino una lucha dentro del seno del capitalismo por hegemonía. Ríos explica que "desde el primer intento fallido del proletariado por tomar el poder (Paris, 1872), y luego en las revoluciones triunfantes en Rusia, China, Albania y otros países, [el socialismo busca] la adopción de medidas económicas para acabar con el poder de la burguesía y de los terratenientes y crear los gérmenes de la nueva sociedad" (2007: 53).

Quienes pregonan hoy el Socialismo (del Siglo XXI, Comunitario, etc.) desde los palacios de gobierno, ondean banderas con imágenes del Che, Lenin y Fidel, hacen referencia a Marx y Engels en sus discursos pomposos, no tienen la menor relación con el marxismo. Ignoran la lucha de clases como el motor de la historia, planteando relaciones de hegemonía, nuevos sujetos sociales, luchas dentro de la democracia burguesa para reformas mínimas. No han socializado los medios de producción, sino que han protegido los intereses de la inversión privada, sobre todo de las burguesías emergentes, y han endeudado a nuestros países, sobre todo con el imperialismo chino y ruso. De manera objetiva podemos afirmar que los gobiernos 'progresistas' no son en lo más mínimo marxistas, sino fieles y mejores administradores de los estados capitalistas. Es más, gracias a éstos no sólo se mantiene el capitalismo, sino que se mantienen los estados que gobiernan sin lucha de clases, prometiendo todo a los trabajadores y pactando por detrás con la burguesía y el imperialismo.

El imperialismo en crisis sistémica

Lenin caracteriza el imperialismo como la centralización de los monopolios, la fusión del capital industrial y el capital bancario creando el capital financiero, el reparto del mundo entre las potencias imperialistas. El capitalismo, desde la comprensión marxista, tiende a sufrir crisis cíclicas generadas sobre todo por la sobreproducción. En éste momento Beinstein plantea que:

Bajo la apariencia de una convergencia de numerosas 'crisis' (económica, energética, ambiental, urbana, estatal, etc.) lo que se está produciendo es una crisis general de la civilización burguesa. En su origen más próximo encontraremos una crisis crónica de sobreproducción de cerca de cuatro décadas de duración, controlada, amortiguada gracias a la expansión exponencial del sistema financiero, del consumismo en los países ricos, de la sobre explotación de recursos naturales y pueblos periféricos, de la hipertrofia del Complejo Militar Industrial del Imperio, etc. (2009: 5)

El economista soviético Kondratieff plantea que las crisis cíclicas del capitalismo surgen de acuerdo a los avances tecnológicos del momento y pasan por cuatro 'estaciones'. Explica que cada ciclo económico está compuesto por un momento de prosperidad, recesión, depresión y crecimiento, los cuales responden a auges tecnológicos. Aplicando su teoría, se podría decir que los ciclos responden a:

•   Primera Revolución Industrial (1790-1848)

•   Máquinas del vapor y el ferrocarril (1848-1893)

•   Acero, electricidad, ingeniería pesada (1893-1948)

•   Petróleo, automóvil y producción en masa (1948-1996)

•   Informática y telecomunicaciones (1996-presente)

Como podemos observar en el Gráfico N° 1, el quinto ciclo de Kondratieff no tiene una tendencia positiva. Beinstein explica que en el ciclo de la informática y las telecomunicaciones, "cuando evaluamos su impacto según la importancia de la actividad económica involucrada, constatamos que su principal aplicación se produjo en el área del parasitismo financiero cuyo volumen de negocios (unos mil millones de millones de dólares) equivale aunas 19 veces el Producto Bruto Mundial" (2009: 3).

El fenómeno que da lugar a la trayectoria real en el quinto ciclo Kondratieff es el crecimiento sin límite aparente de la burbuja financiera. Podemos observar en el Cuadro N° 1 que la economía financiera no responde en la actualidad a la economía real, pues el capital financiero parasitario ha generado una economía financiera que es más de 18 veces mayor al Producto Interno Bruto Mundial. Hemos visto, a partir de la Crisis Inmobiliaria de 2008 en Estados Unidos, manifestaciones de esta burbuja financiera. Samir Amin denuncia que "la hipertrofia financiera, es decir, el crecimiento de estas inversiones a ritmos inconmensurables con los que experimenta la economía real, constituye el verdadero objetivo de esta gestión" (2005: 87).

El fenómeno de la hipertrofia financiera se expresa con la crisis que se "despliega en una espiral regresiva: desaceleración continua del crecimiento, aumento del desempleo, acentuación de las desigualdades en la distribución del ingreso, instalación de la 'financiación' de las empresas." (Amin, 2005: 79) Las políticas económicas que han generado esta situación cargan hoy, con todo su peso, contra los trabajadores con medidas de ajuste. Al respecto, Argentina es un ejemplo muy claro, porque desde la investidura de Mauricio Macri en la presidencia se han despedido a miles de trabajadores del aparato estatal, generando protestas multitudinarias. En Grecia, a pesar de su discurso progresista, el gobierno de Tsipras ha aceptado las condiciones del paquete de ajustes de la troika (la Comisión Europea, el Banco Europeo, el Fondo Monetario Internacional).

Al igual que en Grecia, la deuda externa en los países latinoamericanos está alcanzando nuevos niveles. Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) "once de los 19 países estudiados mostraron un incremento de su déficit fiscal, mientras que la deuda pública del bloque fue equivalente a un 34,7 por ciento del Producto Interno Bruto" (LID, 2016). El endeudamiento mantiene relaciones de dominación entre las potencias imperialistas y los países oprimidos, imponiendo condiciones desfavorables para los países acreedores en cuanto a la aplicación de políticas económicas y sociales.

Sin embargo, la crisis sistémica del capitalismo llega a expresarse más allá del plano económico. Un ejemplo de ello es la imagen del niño sirio, Aylan Kurdi, ahogado en las playas de Turquía en un esfuerzo por huir junto a su familia de la guerra en Siria provocada por las potencias imperialistas y su títere, el Estado Islámico. A propósito de esto, son más de 2,7 millones de refugiados sirios en Turquía que viven en campamentos, en su gran mayoría condenados a no pasar a Europa. El 27 de marzo hubo un atentado suicida en Lahore (Pakistán) que dejó un saldo de al menos 72 muertos y 359 heridos. El 22 de marzo estalló una bomba en Bruselas dejando al menos 30 muertos y 130 heridos. El imperialismo capitalista, mediante intervenciones militares, grupos paramilitares y focos de tensión empuja a la humanidad al borde de la barbarie.

En el mismo sentido, Sergio Flores escribe que la crisis sistémica afecta al medio ambiente, ya que "la pérdida de biodiversidad que sufrimos al ritmo actual producto de la devastación del medio ambiente por el sistema capitalista conlleva la degradación de lo que se conoce como servicios ecosistémicos vitales, de los que todos dependemos" (2016). Los productos transgénicos, el saqueo indiscriminado de recursos naturales no-renovables, la deforestación, el desarrollismo capitalista están llevando al planeta a una crisis climática sin precedentes. En nuestro país, la resistencia a la construcción de una carretera por medios del TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure) y del Takovo Mora contra las políticas desarrollistas y extractivistas del gobierno actual, así como la resistencia en Aysén (Chile), Conga (Perú) y Yasuní (Ecuador), obligan a reflexionar acerca nuestras concepciones de 'desarrollo'.

Mientras el acontecer mundial demuestra la vigencia de los planteamientos marxistas respecto al imperialismo como fase superior y última del capitalismo en decadencia, exponentes de corrientes postmodernas como Antonio Negri y Michael Hardt se esfuerzan por plantear lo contrario al escribir que:

El imperialismo ha terminado. Ninguna nación será un líder mundial como lo fueron las naciones europeas modernas: EEUU no constituye el centro de un proyecto imperialista... El imperio no sólo gobierna un territorio y a una población, el objeto de su dominio es la vida social en su totalidad (citado por Castro, 2004: 86).

De esta manera, esos autores dan por obsoleta la teoría marxista del imperialismo que se manifiesta de manera clara en el plano económico, político, cultural, social y militar. Intentando a su vez reemplazarla por conceptos abstractos como el de 'imperio', que sugiere la existencia de una super-potencia mundial y no así la expresión del fenómeno económico del imperialismo (fase superior y última del capitalismo, como lo define Lenin). De esta forma tratan de justificar que la lucha que deben emprender los pueblos no es una lucha anti-capitalista, sino una lucha por 'subvertir el imperio', que debe "desarrollarse en el terreno del imperio mismo -en realidad esas nuevas luchas ya han comenzado a surgir- a través de nuevas formas democráticas y un nuevo poder constitutivo que algún día nos conduzca a través del imperio y nos permita superar su dominio" (citado por Castro, 2004: 87). Una vez más, los teóricos postmodernos procuran de esa manera obviar la necesidad de la lucha de clases para la derrota del sistema vigente, planteando una lucha 'desde adentro'.

Negri y Hardt continúan negando la teoría del imperialismo, como fase superior y última del capitalismo, al escribir que "la constitución del imperio es consecuencia y no causa del surgimiento de las nuevas fuerzas: una multitud insurgente contra el poder imperial, como expresión de una nueva subjetividad política" (citado por Castro, 2004: 94). De esa manera dan a entender que el 'imperio' es una construcción social amorfa producto de un surgimiento de nuevas fuerzas, haciendo referencia a un 'poder imperial' metafísico que debe ser derrotado desde adentro, desarrollando una teoría que tiene más parecido con la Guerra de las Galaxias que con la realidad del sistema mundo.

La lucha de clases sigue siendo el motor de la historia

En todos los países del mundo diversos teóricos reaccionarios han intentado por todos los medios denigrar la teoría de Marx, echar barro sobre ella, tergiversarla, combatirla. Pero esta teoría, que es una auténtica ciencia, ha logrado dominar el pensamiento humano progresista y hacerse un arma poderosa del proletariado y de los pueblos en la lucha contra sus enemigos (Hoxha, 1979:7).

Basta con revisar las noticias en nuestro país para ver los conflictos que surgen, uno tras otro, de sectores sociales que exigen sus derechos. Según el Informe de la Defensoría del Pueblo, entre enero y noviembre de 2015 se registraron 478 conflictos en el país, de los cuales 24% fueron de temas laborales o salariales, 21% estuvieron relacionados con obras públicas y servicios y el 12% estuvieron relacionados con temas educativos. Los más de 124 conflictos laborales durante el año 2015 apenas son un reflejo de la lucha de clases que vive nuestro país, de la explotación capitalista que aún persiste, bajo el amparo de la Constitución Política del Estado que consagra la propiedad privada sobre los medios de producción.

Desde la visión postmoderna se incorpora "al marxismo dentro de la modernidad, sin establecer para nada su papel de origen, contradictorio y antagónico frente al capitalismo, hay una falta sorprendente de rigurosidad científica y metodológica" (Palacios, 2004: 28). Las tendencias postmodernas que hoy se presentan en la política como 'progresistas', 'socialismos comunitarios', 'socialismos del siglo XXI', etc., intentan usar términos marxistas para justificar sus políticas anti-obreras, el saqueo de los recursos nacionales, el endeudamiento del país.

Quienes hoy reclamamos la vigencia del marxismo, lo hacemos reconociendo como eje central la lucha de clases como motor de la historia. No se puede tomar al marxismo como una herramienta de estudio académico, negando la esencia de la teoría como pretenden hacer los voceros del socialismo del siglo XXI y la teoría del imperio. Sin duda alguna es necesario hacer una profunda crítica de las experiencias del llamado socialismo real y la caída del bloque soviético, así como a los procesos de integración al mercado capitalista de países como China, Vietnam y Cuba. Así, a partir de los grandes aciertos y de los errores cometidos podremos apreciar el carácter dialéctico de la teoría marxista, que está en constante desarrollo.

Al ser testigos de la crisis sistémica (económica, energética, ambiental, urbana, estatal, etc.) del imperialismo capitalista, vemos los indicadores económicos en la hipertrofia financiera y los ciclos de Kondratieff que demuestran la inevitable decadencia del sistema-mundo. Ante la crisis capitalista ahondada desde 2008, los trabajadores a nivel mundial han lanzado la consigna "la crisis que la paguen ellos", dejando en claro que no están dispuestos a cargar sobre sus espaldas las consecuencias del capitalismo en decadencia.

Hoy más que nunca, en los albores del Siglo XXI, el marxismo está vigente, no sólo como ciencia académica sino como herramienta de liberación de los trabajadores del mundo y como factor de construcción de una nueva sociedad sin explotados ni explotadores.

Notas

1 Estudiante de la Carrera de Sociología - UMSA, boliviano. Email: natha360@gmail.com

 

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