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Revista de Investigacion Psicologica

versión impresa ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  no.Especial La Paz set. 2020

 

ARTÍCULO TEÓRICO

 

Corona virus, biopolítica: el rescate neoliberal

 

Corona Virus, Bio-politics, and the rescue of neoliberalism

 

Vírus corona, biopolítica: o resgate neoliberal

 

 

Galia Domic Peredo [1]
[1] Philosophical Doctor (Ph.D.) CEPIES-UMSA y Universidad de Bremen Alemania. Maestra en Estudios sobre la América Latina, Universidad de Toulouse - Le Mirail. Especialista en Educación Superior: (P.P.G.E.S.S), UMSA. Licenciada en Filosofía: Universidad Humboldt de Berlín, Alemania. Docente de varios posgrado. Investigadora Emérita, Instituto de Estudios Bolivianos (IEB), Docente Emérita de la Carrera de Filosofía- FHCE. Investigadora Emérita Instituto de Ciencias Políticas. Docente Emérita de Taller de Investigación de la Carrera de Ciencias Políticas. Autora: libros, artículos sobre epistemología y paradigmas de las ciencias, educación, ciencias políticas, políticas de migración, filosofía andina; inter, intra y tras-culturalidad, económica política, ciencias de la comunicación, grupos vulnerables (mujeres, niñez, indígenas, migrantes), especialista diseño curriculares. Correo electrónico.: galiadomic@gmail.com
 Fecha de recepción: 29 de agosto de 2020 Fecha de aprobación: 17 de septiembre de 2020

 

 


Resumen

Este trabajo presentará, desde la perspectiva de la biopolítica (Foucault, M. 2004) con (Judith Butler, 2017) y (Byung Chul Han, 2020) la politización mercantil de la gestión de la vida de manera global. Bajo la lógica de la medicalización estadística y estatista en el manejo de las poblaciones desde la mirada gubernamental, se refuerzan las clasificaciones de individuos, de estados nacionales, de espacios geográficos, se busca tener la “condición humana”, el “capital humano” autorregulado. Abriendo las compuertas a procesos de racionalización (auto-explotación) y racialización, nuevas diferencias de “clase trabajadora” y “cuenta-propia”, el emprendedor-e despega procesos de discriminaciones signadas como “necesarias” en pro de la salud pública y mundial. El sentido bélico de la otrora “guerra fría”, ahora se re-actualiza en un multipolarismo creando archipiélagos geopolíticos, bajo el “esquema inmunológico” del siglo pasado. Se refuerza una nueva sociedad disciplinar, bajo el paradigma del rendimiento. El amo lo llevamos ahora dentro, somos nuestros propios jefes, somos “emprendedores” de nuestra vida, a secas.  El Corona virus, como vuelta de tuerca del mundo enajenado global, articula el neoliberalismo auto-gestionado por el sujeto individuado, auto expoliado.

Palabras Clave

Biopolítica; Neoliberalismo; Corona virus; Paradigma inmunológico; Sociedad del rendimiento


Abstract

This article aims to approach the commercial politicization of life management globally from the perspective of biopolitics (Foucault, M. 2004) and (Judith Butler, 2017) [position/s], (Byung Chul Han, 2020). In the management of populations from a governmental perspective, the classifications of individuals, nation states and geographic spaces, are reinforced, under the logic of statistical and statist medicalization, searching for the “human condition” and the self-regulated “human capital”.

Opening the gates to processes of rationalization and racialization - with class and even genetic differentiations –processes of discrimination marked as "necessary", are launched for the benefit of public and world health. The warlike sense of past "cold war" is now re-updated in a multi-polarization creating geopolitical archipelagos, under the "immunological scheme" of the past century. A new disciplinary society underpins under the paradigm of performance. We now carry the master inside us; we are our own bosses, "entrepreneurs" of our life, a dry life.

The Coronavirus, as the twist of the global alienated world, articulates now a neoliberalism self-managed by the individuated subject.

Keywords

Biopolitics; Neoliberalism; Corona virus; Immune paradigm; Performance society


Resumo

Este trabalho irá apresentar, na perspectiva da biopolítica (Foucault, M., 2004) com (Judith Butler, 2017) e (Byung Chul Han, 2020) a politização mercantil da gestão da vida de forma global. Sob a lógica da medicalização estatística e estatista na gestão das populações do ponto de vista governamental, reforçam-se as classificações dos indivíduos, dos estados nacionais, dos espaços geográficos, busca-se ter a "condição humana", o self "capital humano" -regulamentado. Abrindo as comportas para processos de racionalização (autoexploração) e racialização, novas diferenças de "classe trabalhadora" e "auto-conta", o e-empreendedor desencadeia processos de discriminação marcados como "necessários" em prol da saúde pública e global. O sentido guerreiro da outrora "guerra fria" é agora reabilitado em um multipolarismo criando arquipélagos geopolíticos, sob o "esquema imunológico" do século passado. Uma nova sociedade disciplinar é reforçada, sob o paradigma da performance. O mestre agora está dentro de nós, somos nossos próprios patrões, somos "empreendedores" de nossa vida, simplesmente. O vírus Corona, como a volta do parafuso do mundo alienado global, articula o neoliberalismo autogerido pelo sujeito individuado e auto-saqueado.

Palavras-Chave:

Biopolítica; Neoliberalismo; Coronavírus; Paradigma inmunológico; Sociedade de performance


Conflictos de intereses: La autora declara que no tiene conflictos de interés.


 

 

I La construcción narrativa mediática: el poder legal biomédico

La historia es esencialmente poiesis, y no poesía imitativa, sino creación y génesis ontológica en y por el hacer y el representar/decir de los hombres. Ese hacer y ese representar/decir se instituyen, también históricamente, a partir de un momento, como hacer pensante que se hace. (Castoriadis, C., 2010, 13)

¿Cómo se presenta hoy la pandemia provocada por el Corona Virus en su lenguaje de regulación gubernamental propia del biopoder? ¿Cuáles son esos elementos peculiares que convierten a este acontecimiento en algo único articulador de paradigmas del funcionamiento neoliberal moderno?

El hacer pensante representado y dicho en frases, en notas de prensa, en propaganda en medios masivos de comunicación, nacionales e internacionales, frases de líderes políticos, propaganda de instituciones médicas, entre otras, consteló una red de imaginarios y representaciones sociales (Castoriadis, C., 2010) sobre la pandemia que se plasmaron en narrativas del poder.

Esta vorágine de representaciones sobre la enfermedad y las medidas gubernamentales, propias de la gestión pública y privada, constelaron una narrativa propia de una situación de guerra. El encierro, la restricción del desplazamiento de personas, el confinamiento y otras medidas hechas efectivas con las “fuerzas del orden” [2] , construyeron un escenario de terror e incertidumbre. Se mostraban imágenes de hospitales saturados, cadáveres en bolsas que llenaban los pasillos, enfermeros y médicos exhaustos. Se comenzó a informar sobre la cantidad de contagiados por día, sobre cuántos morían y cuantos sanaban. El panorama estadístico propio de la salubridad pública, escondía el desconocimiento sobre la enfermedad, buscando mostrar la necesidad de las medidas extraordinarias y fomentar el “buen comportamiento” de la población relacionado con las medidas de bioseguridad exigidas.  Eran números antes que personas, era información con la que se aterrorizaba más que orientaba la acción, la cantidad de información –también falsa- se convertía en una info-pandemia.     

Con la descripción de los síntomas se construyó al sujeto “potencialmente” enfermo. En el cuerpo de ese otro y su entorno se tipifican cualidades sociales, etareas, e inclusive educativas [3] . Estas últimas configuran la cartográfica del peligro, aquella de la que se deben alejar a los sanos. Las acciones del poder son articuladas por la semántica y la designación de la enfermedad, completadas con las características socio-culturales del potencial enfermo. De esta manera, etérea, circula la enfermedad como enemigo invisible. La consigna es: compórtate hacia el otro como un potencial enfermo.

Por primera vez existe un nuevo sujeto globalizado a través de la categorización de la enfermedad viral del Corona, por primera vez los estados nacionales comienzan a regular el encierro de grandes poblaciones de forma simultánea en el mundo. Se aíslan grupos poblacionales, se los “encapsula”, y se diferencia entre los potenciales enfermos, se los marca de manera universal. La ignorancia sobre el virus y su comportamiento se engrana en el uni-verso acciones experimentales, enterradas en un mundo con miedo.

El sujeto infectado es construido con la enunciación médica aún nebulosa. Su imagen se refuerza por la implantación y el ejercicio de las normas de bioseguridad, comienza a ser efectivo el poder por la legislación. La ley nombra, designa, establece los límites de la acción y clasifica a los sujetos. Este tipo de poder persuade, se ejerce por la razón (Foucault, M., 2004), por ello se encuentra plagado de sentido que debe comunicarse. La comunicación por los medios masivos es unívoca, se difunde una sola posición para todos. El ejercicio de poder, de los medios de comunicación masivos es unidireccional y reproductivo, llega a los grandes contingentes de la población, sin claridad con oscilaciones. Se otorga una información para miles, sin preguntas posibles, solo se refuerza con redundancias. El poder se ejerce por los medios masivos de comunicación de manera unidireccional. La gestión de la pandemia contempla varias formas de constitución subjetiva, una de ellas es la construcción de la “opinión pública”. Comprensible a través de, por ejemplo, un spot publicitario que se repite una y otra vez la cadena televisiva de CNN en español. Mostrando una diversidad de tipos de barbijos, de diferentes, colores, símbolos y estampados, se enuncia: “una mascarilla puede decir mucho de la persona que lo usa, pero puede decir más de la que no la usa”. Con la enunciación se convoca al uso del barbijo y a pesar de no ser concluyente y cerrarse el sentido, el vacío abre el abanico para la descalifica de quien no lo usa. El rebelde, cuasi “terrorista” entra en la taxonomía los potenciales enfermos, de los que se debe guardar distancia.

Otro eje de la construcción subjetiva que se refuerza es el “distanciamiento social”, en lugar de hablarse de distanciamiento físico se habla de separación social. Por una parte, de los vulnerables [4] (ancianos, personas con “enfermedades de base”, obesos, desnutridos, etc.) aquellos que, si se infectan y pueden morir y por otra parte de los grupos portadores potenciales del virus, asintomáticos y que pueden contagiar al resto (los jóvenes, los niños, los pobres, los ignorantes). Una separación meticulosa marca la “distancia”. En los discursos médicos, entre otros, se refuerza y se recalca que es el “distanciamiento social” lo más importante para “salvar la vida”. Con ello la individuación subjetiva, ya hecha carne en la subjetivación narcisista propia del mundo liberal neo-moderno, se refuerza en el imaginario social. Convirtiendo la interdependencia de la condición humana en algo aún más extraño, tornándose borrosa la noción relacional de la construcción subjetiva. Con la prescripción del distanciamiento social se aislar a población vulnerable cuyo sostén es frecuentemente la cercanía, se recomienda el no contacto físico. [5]

La mecánica de las clasificaciones, estratificaciones y categorizaciones bio-médicas comienza a actuar en el vacío de un no saber. Para validarlo se echa mano de otra autoridad institucional que debe permitirle el lugar de un saber haciéndolo institucional: la Organización Mundial de la Salud (OMS). Formas de actuar frente a estos potenciales enfermos y las medidas de bio-seguridad tendrían que ser más o menos homogéneos, se trata de estandarizar acciones, protocolos. De esta manera el sujeto enfermo se globaliza, pero también el trabajo del trabajador de la salud, quien es expoliado al cansancio, también por los protocolos, que lo agotan física y psíquicamente. Se divulgan ciertas medidas y “protocolos” que no pueden ser aplicadas por muchos estados y gobiernos nacionales, regionales y locales. Todo ello exacerba las diferencias sociales desde los espacios micro hasta en la esfera internacional, se arma, así, una topología de la riqueza y la pobreza estatal.

 

II Los gobiernos, los estados nacionales al ataque

“A los políticos de todas las ideologías les preocupaba la economía y alimentar al país, y les costaba admitir su vulnerabilidad ante el virus”

Las clasificaciones se realizan, también, a nivel de las regiones del mundo usando la geopolítica según los intereses regionales y transnacionales. Las relaciones de poder-saber biomédico se exaltan como forma de ejercicio ideológico político internacional y su manera efectiva de impacto son los medios masivos de comunicación y las “redes sociales”. Dicha cartografía se marca, además, por las pugnas geopolíticas de vieja data. China que atravesaba con EEUU diferencias de orden comercial, entre otras, es acusada de esconder información y haber generado, cuasi creado, el virus para boicotear a sus adversarios comerciales. Lo que llevará al gobierno de Donald Thrump a abandonar la OMS, por no haber institucionalizado la información, y ponerla a consideración de todos. Paradójicamente, luego se dan a conocer audios donde Thrump reconocer que el virus ya estaba presente a principios de año 2020 y él no lo divulga para no causar “pánico” en la población.

Se inaugura un bio-terrorismo mediático donde la precariedad económica es el eje de la descalificación y marginación de ciudadanos en general y de aquellos provenientes de los países infectados. Los primeros en ser estigmatizados son los del mundo asiático. No solo se ataca a los chinos, como estado dictatorial, controlador y creador del nuevo monstruo internacional, sino aquellos que tengan una fisionomía asiática. [6] La racialización se completa con la caracterización de los “asiáticos” como los opresores de la liberta individual. Ellos no poseen el sentido de libertad individualizadora eurocéntrica y norteamericana que se preconiza para la circulación de capital libre. Sus estados son controladores, absolutistas y restrictivos de la libertad individual.

Cuando las noticias sobre la expansión del corona virus llegaron a Europa central, y no a la mediterránea, la de Italia, las alarmas del viejo mundo se encendieron. Hasta entonces, se miraba a Italia con desdén, como la parte latina incompetente para poder contener el virus. Por ello se la calificaba como la paría europea. Existieron pequeños videos de italianos recordándoles al mundo, y el particular a sus pares europeos, lo que ellos significaron para la cultura y civilización occidental, sobre todo cuando se solicitaron fondos europeos para la dotación de insumos para la atención sanitaria. Los italianos, comenzaron a sentir la discriminación como nación, como mundo y cultura incompetente para hacer frente al virus. Se comenzaba así una cruzada para marcar los estados nacionales y la gestión pública sanitaria de ellos como las claves para la superación de la enfermedad.

En un artículo del New York Times, del 22 de marzo del 2020 se describe como Lombardía fue aislada y se iniciaron las medidas de restrictivas de circulación. En el artículo se lee:

La noche del sábado, el presidente del Consejo de Ministros, Giuseppe Conte, anunció otra medida drástica en respuesta a lo que llamó la crisis más difícil que ha enfrentado el país desde la Segunda Guerra Mundial: Italia cerrará sus fábricas y todas las líneas de producción que no sean indispensables, un enorme sacrificio económico que pretende contener el virus y proteger vidas humanas.

“El Estado está aquí”, dijo Conte en un esfuerzo por tranquilizar a la ciudadanía [7] .

Tres elementos enunciados en este párrafo nos muestran ya los primeros atisbos de la construcción discursiva e imaginaria sobre el corona virus, fijada, en general, sobre una narrativa en torno a una situación de guerra. Primero el rol central de regulación (disciplinamiento) que debe cumplir el estado, los procesos sanitarios de emergencia y la expolición del personal sanitario, y la provisión de recursos financiera para sanear la economía. El estado, los gobiernos descentralizados, deben velar por todo, y asumen un rol protagónico en la regulación de la vida humana, irradiando el paradigma del a sociedad disciplinar por todo el tejido social.

Dentro de estas formas de desacreditación y descalificación discriminatoria de otras pueblos y estados nacionales Trump señala, el 17 de marzo: “Miren lo que está pasando en Italia… no queremos estar en una situación como esa”. Inicialmente todos podíamos pensar que se refería a las condiciones sanitarias de atención y que se trataba de una súplica para la intervención privada en la atención médica. Más tarde nos cercioraríamos que lo tenía en mente refería al cierre de los servicios y procesos productivos no indispensables, no así a la contención de la pandemia. Las medidas de cuarentena y de encapsulamiento son atentatorias, sobre todo, para el emprendedor, cuyos ingresos depende del trabajo diario. Cuando Trump sale a comunicar su retorno a la Casa Blanca, expresa triunfalista que: “le ganó a la enfermedad”, mostrando no solo un ímpetu tremendo por gobernar, sino, y por, sobre todo, el espíritu emprendedor y triunfalista del discurso cargado de positividad: Yes, we can. Esta la figura que Byung Chul Han (2020) definirá como propia de la “sociedad del rendimiento”.

Las medidas de confinamiento causan problemas en Alemania, en España y otros países de la Unión Europa las manifestaciones fueron masivas en protestas y contra el estado de alarma y emergencia, “se coarta la libertad de los sujetos”, se impide que los “emprendedores” sobrevivan. Los países que sobre llevan mejor la situación son aquellos, como Alemania, que cuentan ya con medidas sociales que amortiguan el desempleo.

 

III El capitalismo remozado por el terror: corona-pandemia al rescate

La definición del cuerpo enfermo del “otro”, del potencialmente peligroso, su regulación, comienza a desplegarse a través de ciertas construcciones discusivas emergentes del lenguaje médico, estatal y transmitidas por los medios masivos de comunicación. Se construyen, rápidamente, imágenes de un ser “otro”, un enemigo portador del virus. Escondido en la genealogía de la política moderna y los discursos de la economía política (Foucault, M., 2007), emergen las dinámicas propias de la sociedad disciplinar. Y con ella el discurso de la guerra de razas, las diferenciad sociales y culturales. Las narrativas se construyen con imágenes, frases, acciones de los actores políticos y ciudadanía, sirven para configurar un imaginario social que normaliza el disciplinamiento social, y con él, la regulación sobre el cuerpo y la psique tanto en el escenario público y como privado. Se comienza a delimitar la “buena vida”, duerme bien, aliméntate bien, “ejercita” tu cuerpo para ser saludable: en última instancia la responsabilidad sobre la vida está en tus manos. El individuo es el responsable de su propio destino, se convierte en un emprendedor de su propio cuerpo. ¡Tú puedes gestionar tu vida! Eres tu propia empresa, tu proyecto y debes rendir, para sobrevivir. El individuo se reduce a un síntoma global. La condición animal a la que es degradado el individuo, ya no se ejecuta por y con la máquina, por la labor mecánica que esta le impone. La pérdida de la condición laboriosa sobre sí mismo del sujeto para reconstituirse en tanto que sujeto cognoscente, no se produce por la fragmentación cognitiva de un eterno momento, pero además de la reducción de su emprendimiento como actividad de producción de su propia sobrevivencia. Todo es para consumir su propia vida. Byung Chul Han (2020 a) señala:

El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. El liberalismo y no la revolución comunista, elimina la clase trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en lucha interna consigo mismo. [8]

En la sociedad del emprendedor, su libertad se articula dentro del estado nacional, pero el estado es él mismo. En una gran paradoja neoliberal se signa a través de “des globalización” del aparato productivo nacional que se blinda, la nueva forma de proteccionismo de sí mismo. Sin embargo, las grandes transnacionales, seguirán extendiendo sus tentáculos de pulpo gigante, de país en país, de continente a continente. Brazos virtuales de un aparato productivo atópico. Las transnacionales seguirán ejerciendo poder sobre los estados nacionales subdesarrollados o dependientes. La tensión entre nacional y transnacional perderá su característica cultural y se abocará a una guerra de orden político- ideológica que genera una cartografiada multipolar, según sectores geopolíticos que pretende definir la “libertad” instituida, la verdadera democracia.

El neoliberalismo hace ver a la democracia como única forma posible de vida, la vida de libres e idénticos. El malestar del modelo del rendimiento, es generada por la libertad ejercida por el emprendedor como libre de auto-explotarse hasta morir. Por ello el modelo imperante es de un nacionalismo democrático que lo único que crea es una identidad ficticia para disciplinar a sus “ciudadanos”, en un supuesto consenso democrático. La democracia se dibuja al estilo del sistema del mercado. Así la caracteriza Byung Chul Han (2020), en el fragmento denominado, la crisis de la libertad de su obra “Psicopolítica”:

El neoliberalismo convierte al ciudadano en consumidor. La libertad del ciudadano cede ante la pasividad del consumidor. El votante, en cuanto consumidor, no tiene un interés real por la política, por la configuración activa de la comunidad. No está dispuesto ni capacitado para la acción política común. Solo reacciona de forma pasiva a la política, refunfuñando y quejándose, igual que el consumidor ante las mercancías y los servicios que le desagradan. Los políticos y los partidos también siguen esta lógica del consumo. Tienen que proveer. De este modo, se degradan a proveedores que han de satisfacer a los votantes en cuanto consumidores o clientes. (Han, Byung Chul, 2020) [9]

La condición de universalidad de la democracia otorga derechos a ciertos gobiernos de determinar qué estado nacional y gobierno es democrático. El gobierno venezolano de Maduro, no reconocido como democrático por el gobierno inglés, es impedido de recoger lingotes de oro de un banco de Inglaterra. Un juez falla en contra de la devolución de los lingotes de oro venezolanos cuando Maduró demandó los mismos, para fortalecer las medidas de protección de su población por la pandemia. Las posiciones políticas priman por sobre la soberanía de un estado nacional de proteger a su población. La gestión de la salud del pueblo venezolano pasó a último plano. La determinación del juez inglés validó la posición del gobierno inglés sobre su calificación de anti-democrático del gobierno de Maduro y determinó el destino de la salud pública del pueblo venezolano. Un banco, un juez, un gobierno inglés determinan sobre la vida o muerte del pueblo venezolano.

 

IV Combinando la sociedad disciplinar con la del rendimiento

La Corona pandemia construirá representaciones e imaginarios que se fueron hilando en una narrativa moderno tardía. En ella confluyen tres elementos centrales: la crisis económica (globalizar o desglobalizar), la crisis sanitaria (entre lo público o lo privado) y la crisis política (neoliberalismo o posliberalismo). Todas estas aristas dejan aflorar elementos latentes del desarrollo del sistema global neoliberal, que Byung Chul Han (2018) nombra como: el “esquema inmunológico” propio del siglo XX. Si bien B.C. Han postula el abandono, en la época actual del paradigma inmunológico, nosotros sostenemos la complementariedad de este con uno nuevo, el paradigma de la “sociedad del cansancio” (Han, B.C., 2020). La época disciplinar propia del modelo inmunológico se solapa a la era digital, cuya patología se grafica a través de las enfermedades neuronales como la depresión, el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), etc. La violencia que ataca el organismo social es la de la positividad. El siglo XXI se caracteriza por el malestar del sujeto del rendimiento, por el exceso de positividad. Para que se siga construyendo el nuevo arquetipo de libertad es necesario, aún, el ejercicio del poder soberano, acoplado al poder legal, el del acuerdo o “contrato social”, que siempre, se generaliza, racionaliza y “racializa”. Es necesario, para crear las nuevas condiciones de libertad del sujeto, no perder la disciplina. La sociedad actual esconde en cierta opacidad narrativa, la guerra como su fundamento. (Byung Chul Han, 2020) señala que la “época inmunológica” se construía gracias a la lógica de la diferenciación entre el amigo y el enemigo, entre lo propio y extraño.

… la guerra fría obedecía a este esquema inmunológico… (regido) conforme a un verdadero dispositivo militar. Ataque y defensa determinaban el procedimiento inmunológico. Este dispositivo se extendía más allá de lo biológico… hasta el campo social, o sea, la sociedad en su conjunto encerraba una ceguera: se repele todo lo que es extraño. (Han, B.C., 2020, p.14)

La pandemia reactualiza el nivel de poder nacional soberano y el legal, para certificar la necesidad de disciplinamiento global, para distanciar lo extraño, ahora el enfermo. No se lo expulsa, sin embargo, se lo “encapsula” dentro del propio cuerpo social; comienza un proceso de constitución de guetos sociales. Todo ello en busca de la administración de la muerte. El soberano no es el dueño de la muerte es el administrador de la “vida” de las personas, pero sin el involucramiento de la voluntad, del deseo del otro, del individuo como administrador de sí mismo, no lograría regular la vida. El sujeto es simple vehículo de su vida a secas. No está en juego la “buena vida” que supone salir de la sobrevivencia y la auto explotación. La vida buena es la de la autorregulación, para el consumo de la propia vida como vehículo del mercado. Mi vida se consume para sobrevivir, la muerte es un número. La Corono pandemia articula y reconstituye el biopoder. Lo biológico desde la construcción de un “individuo” que se cree autogestionario de su propia existencia, la cual es reducida a la animalidad del simple presente, de la vida por la vida, de la sobrevivencia aquí y ahora, en el presente, sin proyección colectiva, sin destino histórico.

Ante este nuevo enemigo, una bestia global etérea –el virus-, se genera dos tipos de respuestas ya presentes en el devenir moderno, una perteneciente al mundo del poder disciplinar y la otra al poder individuado, el de la época digital, el de la auto explotación. Ahora la constitución performativa (Butler, J., 2007) subjetiva se focaliza en el individuo. Por ello se articulada con más fuerza en el ámbito privado. Las formas de gestión de estos espacios serán de suma importancia para la combinación y generación de una realidad “innovadora” de producción del sujeto auto-enajenado, auto explotado. Ambos espacios de despliegue del poder mercantil, por fin, combinan exitosamente la construcción subjetiva tanto en el espacio social privado como en el público.

 

V La nueva auto-enajenación: el hombre como vehículo del mercado, autoconsumo

En el acontecer de la Corona pandemia se crea y configura las nuevas estrategias de la enajenación subjetiva, propias del mercado global, efectivizada en la escala capilar de la auto-disciplina y reforzadas por los mecanismos públicos de coacción subjetiva. Este individuo se construye solapando dos paradigmas sociales que B. C. Han (2020) diferencia: el inmunológico y el neurológico.  

El mundo inmunológicamente organizado tiene una topología particular. Está marcado por límites, cruces y umbrales, por vallas, zanjas y muros. Estos impiden el proceso del cambio y del intercambio universal… La autoafirmación inmunológica de lo propio se realiza, por tanto, como negación de la negación… la vacunación sigue la dialéctica de la negatividad (Idem., p. 18,19)

El efecto profiláctico de la vacuna que incorpora parte del elemento extraño en el organismo para combatir el virus, al otro y sus mercancías, se incorporan en la vida social re-haciéndose, se niega lo que inicialmente no era el sí mismo, y es ahora una parte de lo mismo, se lo hace casi “idéntico”. La dialéctica del mundo neurológico es positiva. Se trata de estados patológicos generados no solo por algo extraño al cuerpo social sino por algo que es parte del mismo, es idéntico a sí mismo. Por ejemplo, el exceso que se manifiesta en los sistemas del mundo moderno tardío, propios del mercado. Exceso de producción, por ejemplo, de comida produce la obesidad. El exceso de azúcar que hace posible una energía innecesaria que se acumula en el cuerpo formando parte de él y pasará a ser parte de su destrucción. “La violencia de la positividad, que resulta de la superproducción, el superrendimiento o la supercomunicación…” (Idem., p.21) generan agotamiento, asfixia, fatiga frente al exceso generado en una “sociedad permisiva y pacífica” (Idem., p. 23). Han (2020) describe a la violencia positiva como: “Aquella violencia neuronal que da lugar a infartos psíquicos consistentes en un terror de inmanencia.” (Ídem., p.23) El acoso, el maltrato es una violencia “exhaustiva”, pertenecen al sistema, son sus engranajes actuales. El exceso de positividad hace colapsar al yo, “… se funde por un sobrecalentamiento que tiene su origen en la sobreabundancia de lo idéntico” (Ídem., p.24).

La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento… Estos sujetos son emprendedores de sí mismos. Aquellos muros de las instituciones disciplinares que delimitaban el espacio entre lo normal y lo anormal, tienen un efecto arcaico. (Idem., p.25)

Se trata de una recolonización del sujeto por el trabajo enajenado, sin la colonización de su trabajo vuelto producto, traspaso de algo de la máquina a la cosa, y de su trabajo vivo también al producto, el individuo es sujetado al “objeto”, anclado y dependiente de él. Esa la sociedad disciplinaria que violenta usurpándole su existencia objetivada en el producto que no le pertenece y en el que pierde su condición humana, porque al producirlo el obrero no genera nada para sí mismo, su actividad es simple desgaste físico. Es un trabajo cuya actividad se convierte en no trabajo, no genera vida para él solo muerte. En la sociedad del cansancio la actividad, o mejor aún, la hiperactividad convierte al sujeto en consumidor absoluto. El mismo, es un simple vehículo donde circula, el saber, los productos, la diversidad de actividades, su propio cuerpo. Todo se degrada en el eterno presente, sin inicio y sin final. Todos los tiempos son iguales, las actividades también: todo es identidad, positividad. El descanso es pérdida de tiempo, hasta el juego pierde su carácter lúdico y pasa a formar parte de un momento aditivo del trabajo.

Retomamos la noción de enajenación del sujeto (Marx, K., 1844) como la pérdida de su capacidad de reconstituirse “así mismos” en el trabajo, por la acción mecánica frente a la máquina ante la cual el individuo se subordina. El sujeto, obligado a asistir al trabajo, no se regenera, se consume simplemente su corporalidad objetivada en otra cosa, él no satisface ninguna necesidad. La actividad es pura pérdida. Ahora en pleno siglo XXI la nueva forma de enajenación del sujeto no es ya el embrutecimiento mediado por la pérdida del individuo frente a la máquina, al producto y en la actividad.  La enajenación es auto-pérdida, yo provoco mi desgaste absoluto, es muerte permanente, es la libertad de auto-explotarse, es la anulación por excelencia. El individuo se concibe como su propio “proyecto de vida”, su quehacer sin límite para poder sobrevivir: sin tiempo, si lugar y absolutamente individual, esa la ficción neoliberal “liberadora”. Todo depende de mi voluntad, mi motivación, sin tiempo determinado, sin topos específico para el trabajo. El verdadero trabajo reconstituye al sujeto, ahora lo anula, solo lo mata. Así se convierte su existencia en un afán de cuidado de su cuerpo para seguir rindiendo. Mi salud, mi buen estado físico y mental, son parte de mi capacidad de rendimiento, son mi proyecto de vida. Si me cuido “vivo”, pera esa vida es muerte, extensión de la exacción.  El filósofo sur koreano, B.C. Han (2020) señala:

La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber. De este modo el inconsciente social pasa del deber al poder. El sujeto del rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de rendimiento sigue disciplinado (Ibid., p.27)

El rendimiento implica una pérdida del sujeto por una múltiple actividad en un solo momento, una múltiple atención por la sobre exigencia y “eficiencia”, demandada, coaccionada por sí mismo. El individuo no comprende sino transmite información, solo vehiculiza, no trabaja pues se “quema”, se agota en su laboriosidad. Se crea un sujeto del rendimiento hasta el agotamiento, sin necesidad de otro amo que sí mismo. Ahora el sujeto se enajena sin mediación alguna, él es la mediación, se enajena frente al imaginario de poder construir conocimiento sin pausa, generar más cosas, más vida, pero al hacerlo solo produce su muerte como sujeto laborioso, que se constituye y satisface una necesidad trabajando. No solo se anula en su trabajo cognoscente, sino que se anula como sujeto de su autocuidado. No se puede acumular salud, esta se genera de manera permanente, la salud no consume. El solo genera salud y vida para otros, su vida solo se desgasta.

 

VI Conclusiones

El virus es un espejo, muestra en qué sociedad vivimos. Y vivimos en una sociedad de supervivencia que se basa en última instancia en el miedo a la muerte. Ahora sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en estado de guerra permanente. [10]

A través de la desesperada acumulación de información sobre la pandemia, sobre los síntomas, la dispersión de la comprensión de la enfermedad, que genera ansiedad, frustración por la imposibilidad de cómo poder accionar frente ella. La información epidemiológica de los gobiernos, estadística pura, no guía al ciudadano, solo acumulada la tensión y aterroriza. Al convertirse en número el enfermo pierde su condición humana. Así también el personal de salud, se pierde en la vorágine de la atención y no aprende, en su actividad, nada sobre la enfermedad, solo controla síntomas. En la misma dinámica el paciente se convierte en un número más [11] . La animalidad del paciente, del personal de salud, se despliega por la pérdida de inmersión y concentración en la actividad, es la era del multitasking (Han, B.C., 2020). En la sociedad del rendimiento (Han, B.C., 2012), el sujeto se convierte en su propio amo, se obliga a trabajar hasta el cansancio. La enajenación se encarna en sí mismo, se exige lo imposible. Se crea la ficción de la libre determinación para proyectarse, sin embargo, el enfermero, el médico trabaja ex accionado por sobrevivir. En ambos casos el sujeto se agota, se enajena con la hiperactividad que lo anula. Su actividad se transforma en no trabajo, descentrada, desconcentrada, privada de conocimiento.

El imaginario de auto-regulación del trabajo, de la gestión de su salud, de su felicidad en “autonomía plena”, se instaura como una realidad. El hombre empobrecido y agotado por la exigencia de la eficiencia y eficacia, en el cuidado de sí mismo, se enferma.

(Judith Butler, 2017) señala:

Cuando hablo de biopolítica me refiero a esos poderes que organizan la vida, o que incluso disponen de las vidas exponiéndolas de manera diferenciada a la precariedad, lo cual forma parte de una gestión más amplia de las poblaciones a través de medios gubernamentales y no gubernamentales, y que establece medidas destinadas a una valoración diferenciada de la vida.  (2017, 198)

En el caso puntual de la pandemia del corona virus, se gestiona de manera diferente la vida a la luz de las diferencias establecidas. En ella la diferencia cultural desaparece, todos somos idénticos, parte del mercado global, nuestra positividad equivalente genera la muerte globalizada. Su complemento necesario es el sujeto disciplinado, ahora ya no desde el poder del soberano, solamente, sino también desde el mandato del sí mismo. Se globalizan los mecanismos de disciplinamiento intra-subjetivos, para lo cual se exacerba la condición narcisista del sujeto. La libertad, la condición de igualdad positiva, es puesta en “manos” del individuo. Uno decide estar sano, ser pobre y ser feliz, allí radica su libertad. Por tanto, el mandato es el “sí puedo”. Todos nos auto-explotamos para sobrevivir. El capital en su expansión total es auto-gestión abusiva del sí mismo.  La libertad es la sobre exigencia para la sobrevivencia, es la auto expolición, que convierte mi vida corpórea y psíquica en simple vehículo de la acumulación. Miedo a la muerte es miedo a no poder. Es el yugo del “emprendedor” como figura de construcción del trabajo neo-liberal. El pequeño productor de su existencia, corre por cuenta propia, es libre de auto-enajenarse.

Con el neo-liberalismo, las nuevas formas de libertad, de conocer, de “trabajar”, retoman elementos propios de la larga duración del control sobre los cuerpos y la población, que conectan “saber” y “poder” desde la época de la acumulación originaria del capital (Marx, K., 1968). Así se remozan políticas de control del cuerpo y la mente, para gestionar la muerte como política pública de control sanitario, no como prácticas efectivas de curación. Allí también la eficiencia del sistema de salud es generalizado y medido estadísticamente. La gente se aterroriza pues pasa a ser un simple número, una cifra. Los sistemas de salud son débiles, por lo tanto, la auto-gestión de la salud es un problema de conciencia y conocimiento individual. El escenario de la gestión pública de la salud, lo que trata de gestionar es la naturalización de la muerte, como dicho corto del capital, hecho carne en el cuerpo y psique del individuo ahora convertido en “emprendedor” se su propia sobrevivencia.

El capitalismo, solo puede sobrevivir a través de la generación de momentos convulsos; coyunturas socio-políticas que le permiten, con el pulido de las reivindicaciones sociales, hacer aceptable lo inaceptable. En esta crisis (sanitaria, económica y política) se convierte la gestión de la vida a secas, (la sobre-vivencia: la gestión de la muerte) en la política de gobierno del “capital humano” como la base de restitución de la expansión microfísica del capital. El extremo último es la actuación del sujeto. El modo de operar para la reconstitución y manutención del status quo moderno, colonial y capitalizador es transformar el elemento mortal de la producción capitalista en una necesidad indiscutible e inmodificable, aún y a pesar de que esto coloque en riesgo la existencia mundial en su conjunto. El trabajador, ahora llamado libre (FreeLancer), “emprendedor” es interpelado como “capital humano” total. Es su amo y su esclavo, que debe proteger su propio cuerpo y a la “versatilidad” de la ejecución de su trabajo, a la optimización de un “tiempo atomizado” (Han, B.C., 2020), sin fin, sin sentido, tiempo de pequeños instantes, siempre los mismos, a este alto rendimiento, de breves instantes de atención dispersa y múltiple, es expuesto por él mismo.  Debe optimizar su vida, gerenciar sus fracasos y su propio cuerpo.

De cara a la pandemia, nos encaminamos hacia un régimen de vigilancia biopolítica. No solo en nuestra comunicación sino también en nuestro cuerpo: nuestra salud estará sujeta a vigilancia digital. Según la autora canadiense Naomi Klein, la crisis es un momento que presagia un nuevo sistema de reglas. El shock pandémico asegurará que la biopolítica digital se afiance a nivel mundial que, con su sistema de control y seguimiento, tome el control de nuestros cuerpos en una sociedad disciplinaria biopolítica que también monitorea constantemente nuestro estado de salud. Ante el impacto de la pandemia, Occidente se verá obligado a renunciar a sus principios liberales. Entonces Occidente se enfrenta a una sociedad biopolítica en cuarentena que restringe permanentemente nuestra libertad. [12]

Notas

[2] Inclusive la presencia de los militares en las calles, de la ciudad de La Paz- Bolivia, y otras ciudades del mundo, se asumió como necesidad, y que fueron ellos certificaron la condición de guerra y estado de excepción. En Bolivia regía inclusive, el “toque de queda”.    

[3] Existieron ministros en Bolivia, que afirmaron que si las personas se enfermaban lo hacían por “ignorantes”.

[4] Un adulto mayor que permaneció en E.E.U.U., varado por la pandemia,  luego de retorno a Bolivia, narraba cómo se realizaba la meticulosa separación para realizar las compras en los supermercados. Señalaba: “los ancianos éramos tratado como leprosos, solo podíamos comprar en horarios entrada la tarde durante tres horas, después de los jóvenes y adultos. Si tocábamos un producto debíamos comprarlo. Seremos aquí subdesarrollados pero somos más libres.” Puntualizaba (entrevista realizada, en octubre del 2020)

[5] Una psicóloga de un centro de atención de enfermos con Alzheimer narraba cómo los pacientes extrañaban que sus cuidadores los toquen y cuando los veían los llamaban insistentemente a su lado en busca de contacto.     

[6] El estado boliviano, dirigido por un gobierno de facto, provisional y de derecha, usa la pandemia para marcar sus diferencias ideológicas con China. Por ello inicia tratativas para comprar vacunas que no sean elaborada por industrias chinas. Se dice, que sería un contrasentido comprar la vacuna a quienes fabricaron el virus para fines comerciales. Para quienes tienen alguna idea sobre biología, bioquímica o son del área médica, es muy difícil la manipulación controlada de un virus, por ellos estas especulaciones son ciencia ficción.

[7] New York Times, del 22 de marzo del 2020

[8] Texto publicado por primera vez en el texto denominado: “Psicopolítica”, fragmento en: https://www.bloghemia.com/2020/08/la-crisis-de-la-libertad-por-byung-chul.htmlvisitado el: 10.10.2020

[9] Idem.

[10] Entrevista realizada por la agencia de noticias EFE a Byung-Chul Han, donde el filósofo surcoreano habla de un mundo post-pandemia. 16 de mayo de 2020. La muerte no es democrática. En: la tercera. https://www.latercera.com/culto/2020/05/15/byung-chul-han-examina-el-futuro-de-la-pandemia-la-muerte-no-es-democratica/ 

[11] En una entrevista a un enfermero que renunció a su trabajo, presentada en un programa de la Deutsche Welle, él señala como una de las causas de su renuncia, la imposibilidad de poder “atender” a los pacientes con COVID como corresponde. La cantidad de enfermos a tratar no lo permitían. La segunda razón la tensión generada los protocolos de bioseguridad que eran excesivos y lo agotaban.  

[12] Entrevista realizada por la agencia de noticias EFE a Byung-Chul Han, donde el filósofo surcoreano habla de un mundo post-pandemia. 16 de mayo de 2020. La muerte no es democrática. En: la tercera. https://www.latercera.com/culto/2020/05/15/byung-chul-han-examina-el-futuro-de-la-pandemia-la-muerte-no-es-democratica/ 

 

Referencias Bibliográfícas

 

Butler, J. (2017) Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría política de la asamblea. Editorial Paidós, España.         [ Links ]

Castoriadis, C. (2013) La institución imaginaria de la sociedad,  TUSQUETS, México.         [ Links ]

Foucault, M. (2001) Defender la sociedad, Cursos en el Colegio de Francia (1975-1976), Fondo de Cultura Económica, Argentina.        [ Links ]

(2004) Nacimiento de la Biopolítica, Cursos en el Colegio de Francia (1978-1979), Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires- Argentina.

Han, B. C., (2020) La sociedad del cansancio, Herder Editorial, S.L., Buenos Aires-Argentina        [ Links ]

(2018) Hiperculturalidad. Cultura y globalización. Herder Editorial, S.L., Barcelona-España

 Fragmentos y entrevistas

-          Texto publicado por primera vez en el texto denominado: Psicopolítica. Crisis del a libertad, 2020, fragmento en: https://www.bloghemia.com/2020/08/la-crisis-de-la-libertad-por-byung-chul.html

-          La muerte no es democrática. Entrevista realizada por la agencia de noticias EFE a Byung-Chul Han, donde el filósofo surcoreano habla de un mundo post-pandemia.  

https://www.latercera.com/culto/2020/05/15/byung-chul-han-examina-el-futuro-de-la-pandemia-la-muerte-no-es-democratica/

Marx, K. (1968) Cuadernos económico filosóficos de 1844, Editorial Grijalbo, S.A., México          [ Links ]

Artículos de presa

New York Times, del 22 de marzo del 2020