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Revista Aportes de la Comunicación y la Cultura

versión impresa ISSN 2306-8671

Rev. aportes de la comunicación  no.22 Santa Cruz de la Sierra jul. 2017

 

ARTÍCULOS CIENTÍFICOS

 

La comunicación pública y su lugar en la historiografía cubana de las décadas 1970,1980 y 1990

 

Public communication and its place in Cuban history in the decades 1970,1980 and 1990

 

 

Dariel Mena Méndez
Coordinador del Centro de Comunicación para el Desarrollo de Cumanayagua y profesor e investigador del Departamento de Comunicación Social, Universidad de Cienfuegos, Cuba. Magister en Ciencias de la Comunicación. dmena@ucf.edu.cu
Cienfuegos-Cuba

Recepción: 16 de febrero de 2017 Aceptación: 04 de abril de 2017

 

 


RESUMEN

Mucho se aborda acerca del lugar que han ocupado los fenómenos comunicativos desde los discursos de otras ciencias y áreas del saber. Sin embargo, la presencia de informaciones y datos sobre este campo en los textos de historia pudieran explorarse más por los estudios de comunicación social, considerando que se trata de un acercamiento a la comunicación en discursos cuyos fines estaban centrados en otras categorías y dimensiones.

El trabajo que se presenta tiene el propósito de examinar cómo la historiografía de Cuba de las décadas de 1970, 1980 y 1990 le ha otorgado un espacio al abordaje de la comunicación pública. Para ello se impone un diálogo con los historiadores de la Isla a partir de una selección de obras, en cuyo discurso se ha dado cuenta de los medios, las prácticas comunicativas y culturales en escenarios gremiales y de asociacionismo, los espacios públicos y la actividad discursiva de figuras relevantes. En segundo lugar, se expondrán varias reflexiones en relación a las problemáticas más significativas sobre el tema, así como a los retos y perspectivas que ello resulta para la comunicología. Entre estos historiadores figuran: Ramiro Guerra, Manuel Moreno Fraginals, Hortensia Pichardo y Julio Le Riverend.

Palabras Claves: comunicación pública, historiografía, historiadores, Cuba.


ABSTRACT

Much emphasis is placed on the place they have occupied communication phenomena in other sciences and fields of knowledge, however the presence of information and data on this field in the history texts could be explored further by studies of social communication, considering that this is an approach to communication in speeches whose aims were focused on other categories and dimensions.

The work presented aims to examine how the historiography of Cuba of the 1870s, 1980s and 1990s has given it a space addres-sing public communication. This requires a dialogue with historians of the island from a selection of works, in which speech is imposed has realized about media, communication and cultural practices in unions and associations scenarios, public spaces and activity discursive relevant figures. Second, several reflections will be presented in relation to the most significant issues on the subject, as well as the challenges and prospects it is for comunicología. Among historians considered for analysis include, Ramiro Guerra, Manuel Moreno Fraginals, Hortensia Pichardo and Julio Le Riverend.

Keywords: public communication, historiography, historians, Cuba


 

 

Introducción

Las contribuciones que otras ciencias han otorgado para la construcción epistémica de la comunicación han facilitado la comprensión e interpretación de los fenómenos municativos desde diferentes aristas. Sin embargo, los tes de la Historiografía pudieran visualizarse aún más en este tipo de análisis.

El joven campo de la historiografía de la comunicación, se convierte entonces en el de mayor analogía con las ciencias históricas. No debe obviarse que la comunicación, de algún modo ha sido abordada en diferentes obras y artículos realizados por los historiadores, ya sea como dimensión de estudio, o como fuentes para la adquisición de informaciones que permitan la explicación de fenómenos económicos, políticos, sociales y culturales en su devenir.

En La comunicación en la historia de Crowley y Heyer (1991), Willard avizora un momento importante para la historiografía de la comunicación, al extender la propuesta con perspectiva vertical y considerar entonces la historia de las instituciones, de los medios y explorar el desempeño de la comunicación y su lugar en el desarrollo de la historia de la humanidad y sus formas de evolución. Mientras que en el manual, Una historia social de los medios: de Gutenberg a internet, compilado por Peter Burke y Asa Briggs (2002), se observa un abordaje al sistema mediático desde la historia económica, tecnológica, social y cultural.

La consulta en fuentes clásicas de la historiografía cubana permitió entender cómo se han realizado aproximaciones al respecto. Sin embargo, estos tratamientos a la comunicación (tanto a lo massmediático como a las demás formas de producción simbólica) admiten otras visiones y puntos de vista, considerando que los propósitos de estos trabajos estaban en función de la interpretación de los aconteceres políticos, las coyunturas en tiempos de guerra y la historia económica en tercer lugar.

Es por ello que sistematizar el lugar que ha ocupado la comunicación en esta disciplina, luego de un encuentro con las obras de los historiadores de la Isla constituiría una tarea ardua y compleja, por tratarse de estudios insertados al interior de investigaciones cuyos propósitos no fueron precisamente el abordaje de la comunicación y la cultura1. De tal manera, la inclusión de minucias históricas de la prensa, la radio, la televisión, el cine, de sistemas comunicativos institucionales, de espacios de asociacionismo y gremiales, de prácticas culturales y de procesos comuni-cacionales, se ha convertido en un recurso necesario para la explicación de objetos de otra índole.

Este acercamiento historiográfico a la comunicación se puede observar en dos dimensiones fundamentales; en primer lugar, por las referencias que abordan el surgimiento y desarrollo de determinadas prácticas massmediáticas o no, sus imbricaciones con los sistemas sociales (procesos políticos, económicos, culturales y las relaciones en torno a la vida citadina y su impacto en las guerras de las diferentes etapas de la historia de Cuba2).

En la segunda dimensión se consideran a los medios y documentos (oficiales o no) como fuentes imprescindibles para los historiadores, al concederles informaciones necesarias que nutren el discurso empírico a partir de la adquisición de datos, la descripción de sucesos y la comparación de unos sucesos con otros. Sin dudas, esta práctica en las pesquisas propicia un enfoque hermenéutico serio y responsable.

Martínez Zuferri (2012, p.11) sostiene que: "Tradicionalmente, los medios de comunicación y en particular la prensa escrita, han servido de apoyo a las investigaciones históricas, aunque rara vez rebasan la categoría de material auxiliar (...)." Se trata de una problemática que también ha sido avizorada por estudiosos foráneos; "la historia ha hecho pocas concesiones a la prensa: se le ha utilizado como fuente, pero no como objeto de estudio." (Palacio Montiel, 1998, pp. 10-11).

Tanto los medios como las demás modalidades de comunicación pública deben ser analizados, no sólo como fuentes en sí misma, sino como producciones simbólico-culturales que pertenecen a un sistema o subsistema comunicativo determinado en un período sociohistórico concreto. Si bien los medios constituyen constructores y reproductores de la realidad social en sus múltiples aristas, su abordaje empírico pudiera extenderse tanto desde la historiografía como desde la comunicología.

En este artículo se describe el espacio que han ocupado los fenómenos comunicativos en la historiografía cubana de las décadas de 1970, 1980 y 1990, luego de la pesquisa en una selección de obras que han realizado apuntes sobre la historia de los medios y demás modalidades de comunicación pública, (prácticas y procesos de producción simbólica y de interacción social por diferentes canales y que se encuentran sujetos a mediaciones diversas).

Los textos y artículos examinados por su contenido y profundidad son catalogados como clásicos en el discurso historiográfico nacional, y la presencia en estos trabajos de aspectos relacionados con la historia de la comunicación pública, fueron los criterios que justifican la selección de tales aportes para el análisis.

Se pretende con estas ideas responder a las interrogantes, ¿cómo los historiadores cubanos se han aproximado a los fenómenos comunicativos?, ¿cuáles han sido los temas de mayor privilegio en estos discursos? y ¿qué aspectos generales han distinguido el acercamiento a la comunicación pública desde las investigaciones históricas?

 

Metodología

La investigación es descriptiva, se asienta en la metodología cualitativa apoyándose para ello, del método histórico lógico. Se aplicaron las técnicas: revisión bibliográfica documentaly el análisis cualitativo de contenido.

 

Muestra

Un total de 16 obras historiográficas cubanas que se produjeron en las décadas (1970, 1980 y 1990) conformaron la muestra. Sin embargo, por la extensión que demarcaría un estudio como éste, se decidió privilegiar en las reflexiones aquí expresadas, 8 trabajos que fueron escogidos bajo el criterio de intencionalidad, considerando que estos estudios abordan distintas etapas históricas y se ocupan de asuntos tan diversos como (lo político, lo económico, lo ideológico e identitario y lo social).

Las obras son: El Ingenio, de Manuel Moreno Fraginals (1978); Breve Historia de Cuba, de Julio Le Riverend (1981); Cuba, Historia y Economía, de Oscar Pino Santos (1983); las ediciones de 1986 del libro Guerra de los Diez Años I y II, de Ramiro Guerra; Facetas de Nuestra Historia, de Hortensia Pichardo (1989); Cuba la oculta, de Ricardo Horvart3, así como el texto Historia de Cuba. La Neocolo-nia, producción de 1998 bajo el auspicio del Instituto de Historia de Cuba, con la participación de un colectivo de investigadores especializados en dicha etapa.

 

Resultados

El abordaje de la comunicación por los historiadores cubanos

En la obra El Ingenio, de Manuel Moreno Fraginals (1978), dedicada en casi su totalidad a la producción azucarera en la Isla durante la Colonia (específicamente en la pe-riodización de 1788 hasta 1873), se evidencian breves aproximaciones a la comunicación, en torno a diferentes formas simbólicas y sobre la producción massmediática: primero, por abordar determinadas prácticas culturales y comunicativas desarrolladas en los ingenios y sus estrechos nexos con las características étnicas de los africanos que fueron transportados hacia la Isla como mano de obra esclava. Ejemplo de ello son los distintos sonidos de las campanas, cuyos significados podían tener diversas finalidades, como instrumentos para organizar la actividad productiva en horarios específicos o en otras funciones. "Es bueno recordar que las campanas fueron también un medio de comunicación dentro y fuera del ingenio, pues había toques especiales para llamar al boyero, al administrador y al mayoral [...]" (Fraginals, 1978, p.32) así como alarma ante algún incendio en los cañaverales o en algún conato de sublevación esclava.

El autor menciona cómo las campanas se utilizaban para el Ave María, a la hora de vísperas y de la oración, para las cuales se tocaban nueve campanadas. Se alude además a algunas publicaciones coloniales entre las que figuran Memorias de la Sociedad Económica (vocera de la sacaro-cracia de la época), el Diario de La Habana (refiriéndose a sus anuncios), el Diario de Cortes y El Siglo. Se describen a grandes rasgos, las prácticas de los ñáñigos y su desarrollo en La Habana y Matanzas, y asimismo, a los anuncios de compra y venta de negros como esclavos, entre los que figuraban mujeres para el trabajo doméstico, "Se vende una negra con su cría o sin ella" (Fraginals, 1978, p.46)4.

Uno de los periódicos referenciados por Fraginals donde se exponían anuncios similares fue El Diario del Gobierno de La Habana, aunque "No se trata de casos aislados; en la prensa cubana del siglo XIX, avisos como estos aparecían con aterradora frecuencia." (Fraginals, 1978, p.44).

Una mulata de 24 años, excelente lavandera, planchadora, cocinera [...] entiende algo de costura y sabe perfectamente asistir enfermos, con dos hijas, una de cuatro años y medio y otra de 4 meses, se venden juntas o separadas, por su ajuste; en la calle Aguiar, puerta de la Punta, casa n. 23. (Diario del Gobierno de La Habana; 7 de junio de 1818).

Se vende o alquila una negra joven, bien parecida, diez meses un día de parida, con buena y abundante leche, excelente lavandera, planchadora y con principios de cocina, sana y sin tachas, con su cría o sin ella. Calle de Cienfuegos n. 10, esquina a la de Gloria. (Diario del Gobierno de La Habana; 7 de junio de 1818).

Algunos elementos simbólicos relacionados con la vida cotidiana tanto de la burguesía como de la clase explotada, encuentran un espacio en el Ingenio. Ello consta en las descripciones sobre el vestuario utilizado por los negros, las decoraciones y algunos grabados.

Fueron significativas las aportaciones realizadas por el historiador cubano Julio Le Riverend en su libro Breve Historia de Cuba (1981), al ofrecer un panorama acerca del proceso que ha formado y definido al pueblo cubano en el esfuerzo secular por fraguarse en su destino.

Riverend, como otros historiadores cubanos, también reflejó en sus páginas algunas aproximaciones a la historia de la comunicación a propósito de su visión en torno a las imbricaciones entre la prensa y la economía u otros sucesos políticos en las distintas épocas abordadas. Baste mencionar la referencia el quehacer divulgativo de Francisco de Arango y Parreño sobre los conocimientos científico-técnicos para el incremento de la producción de azúcar, café, tabaco y otros productos del agro. A ello se añade la anunciación de las ideas de José Agustín Caballero para combatir la escolástica decadente y otros métodos de enseñanza impuestos por la Iglesia Católica. "Se publicó un periódico: el Papel Periódico de La Habana. También se organizó la primera biblioteca pública ubicada en la Sociedad Económica Amigos del País." (Le Riverend, 1981, p.47).

Se pudo conocer por este autor, cómo hacia la década de 1850 a manera de conspiración contra el colonialismo español, el obrero tipógrafo Eduardo Facciolo (1829-1852), "publicó tres números de un periódico clandestino titulado La Voz del Pueblo Cubano" (Le Riverend, 1981, p.58), causas por la cual fue ejecutado bajo las órdenes de las entidades de gobierno. También menciona las campañas realizadas por los reformistas en el periódico El Siglo.

Evolución cultural, es el título de uno de los epígrafes que mayor analogía guarda con el contexto cultural-comuni-cativo en la Isla a finales del siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX. Refiere el historiador cómo numerosas revistas y periódicos, tanto en la capital, como en Matanzas, Santiago de Cuba y en otras ciudades, se producían las más actuales informaciones y temáticas comerciales y culturales, "informaban a los lectores y servían a los escritores de medio de difusión. Por lo general eran de duración limitada, pero algunas de estas publicaciones como El Americano Libre, El Revisor Político Literario, La Cartera Cubana, Revista Bimestre Cubana, El Plantel, La Moda, tuvieron un apreciable valor." (Le Riverend, 1981, p.61).

Aparecen en su texto reflexiones asociadas a la literatura de época, a la práctica de la historiografía de la Isla, destacándose Jacobo de la Pezuela y Pedro José Guiteras; los pensadores Félix Varela y su discípulo José de la Luz y Caballero. "La vida cultural de la época era activa, como lo prueban ciertos debates públicos sobre el carácter cubano, no español, de la literatura [...] Pero la mayoría de los escritores y hombres de ciencia sufrían los efectos de la censura de imprenta o de persecuciones [...]." (Le Riverend, 1981, p.62). Otro espacio lo dedicó al análisis de la actividad revolucionaria de José Martí tanto en Cuba como en el extranjero, describe la actividad comunicacio-nal del Apóstol mediante la palabra escrita y la oratoria.

La etapa Neocolonial es abordada por Le Riverend a modo de generalidad, pero es significativa su consideración de que la madurez cultural alcanzada durante las primeras dos décadas, independientemente de la presencia norteamericana en la Isla, estuvo muy marcada por las corrientes de pensamiento del siglo XIX, a partir de la significación que siguieron teniendo las ideas de José Martí, de Enrique José Varona, de Manuel Sanguily y otras figuras representativas. Asimismo, apunta en torno a diversas publicaciones republicanas, "De esos años anteriores a 1930 fueron las revistas Cuba Contemporánea (1914-1927) y la Revista Bimembre Cubana (1910-1960)." (Le Riverend, 1981, p.111).

Cabe destacar, que el aporte más notable del propio autor a la historiografía de la comunicación se debe a su libro: La imprenta y las primeras gacetas cubanas. En torno a la cultura cubana durante el siglo XVIII, del cual se hace alusión en el boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios # 122 de diciembre de 1957.

En Cuba Historia y Economía, de Oscar Pino Santos (1983), se privilegia el tema económico de la Isla desde las primeras formas de organización social (Comunidad Primitiva) hasta la llegada del siglo XX, segmentando el mismo en periodizaciones con características distintas. El volumen, con un sentido global, perspectivo y desde una visión marxista, reflexiona en torno a las distintas imbricaciones sociales, económicas, políticas y culturales que han configurado la historia de la Nación.

El autor explica cómo se fueron organizando estructural-mente los sistemas sociales de la Isla con el decursar de la historia, a lo que añade una mirada a varios aspectos simbólico-culturales y educativos. En relación al papel desempeñado por la Iglesia Católica durante los primeros siglos de la Colonia, Pino cualifica a la instauración del método escolástico como forma principal de instrucción que "propagaba el fanatismo religioso y la intolerancia hacia la independencia del pensamiento." (Pino, 1983, pp.88). Del mismo modo apunta sobre la monopolización de la cultura por parte del poder católico, "Esto explica que la primera producción editorial americana fuera, fundamentalmente, catequística." (Pino, 1983, pp.67-93).

A pesar de que lo relativo al fenómeno publicitario en Cuba durante la Colonia ha sido desfavorecido en la producción historiográfica en comunicación, este autor señala de forma insípida, a la subasta de negros como una práctica social importante de la época.

A modo de conjetura, se observa cómo la actividad co-municacional (oral y escrita) de figuras importantes de la historia de Cuba, (José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero, José Agustín Caballero y Félix Varela), es referida tenuemente. Sin embargo, sobre la actividad comunicativa de Varela, Santos asevera que: "En Estados Unidos publicó un periódico, El Habanero, que circundaba clandestinamente en la Isla y en el que pedía a los cubanos operar con energía para ser libres." (Pino, 1983, p.194).

Algunos de los centros de instrucción de la Colonia mencionados en este libro son: El Seminario de San Carlos (1773), la Escuela de San Cristóbal o Carraguao (1828) y El Colegio de San Salvador (1848). Como parte de la actividad asociacionista, se alude a las actividades desarrolladas por la Sociedad Económica Amigos del País y el Real Consulado de Agricultura y Comercio.

El tratamiento a la prensa también está presente en algunas líneas de la obra de Santos, "Las clases ricas cubanas se agruparon en torno a una nueva organización política, el Partido Reformista llegó a adquirir un periódico para la difusión de sus ideas (El Siglo, dirigido por Francisco de Frías, Conde de Pozos Dulces." (Pino, 1983, p. 2000).

A su vez describe la actividad de José Martí como periodista y orador por excelencia entre 1878 y 1895, a partir de los discursos pronunciados, las publicaciones y crónicas en la prensa, (tanto nacional como extranjera), además de otros trabajos dedicados a la niñez.

Sobre el sistema telefónico nacional durante la Neocolonia, hay datos que también se pueden encontrar en el texto; específicamente se describe cuando en 1909 este servicio fue monopolizado (en 94 localidades del país) por la Cuban Telephone Co. Luego se refiere al control de dichas acciones hacia el año 1924 por la Internacional Telephones & Telegraph y la Western Unión.

A pesar de que luego de la década de 1980 han aparecido aportaciones significativas sobre la historia de Cuba, los estudios realizados por Ramiro Guerra, uno de los historiadores más importantes durante la primera mitad del siglo XX, aún constituyen referencias obligatorias para el ejercicio investigativo de este campo.

Los asomos del autor a la historiografía de la comunicación, si bien el contenido no constituye su objetivo en las disímiles publicaciones realizadas, puesto que la obra analizada no privilegia el espectro cultural ni social; son perceptibles varias aproximaciones al tema en los textos Guerra de los Diez Años I y II. Ello se expresa, primeramente, cuando en 1868, se desarrollan las proclamaciones de principios por parte de los insurrectos y las primeras asambleas, "elegidas por sufragio popular, en el libre uso de los ciudadanos de soberana protestad." (Guerra, 1986, p.55). Cada una de estas prácticas, fueron señaladas en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido y redactado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868. Acerca de este documento, el autor realiza un análisis detallado de las informaciones expresadas por el Padre de la Patria 5 y lo que ello significó para la naciente guerra.

Otro de los acercamientos al tema, lo constituye la referencia al periodista y escritor Vicuña Mackenna, quien para este entonces poseía el cargo de agente confidencial de Chile en los Estados Unidos, "Vicuña Mackenna fundó el periódico La Voz de América, destinado a la propaganda insurreccional. De una tirada de 4.000 ejemplares, 1.400 se hacían circular secretamente en Cuba." (Guerra, 1986, p.68-69).

En el capítulo VI La Revolución en Camagüey, se describe la panorámica sociocultural, al apuntar en torno a la lectura de las principales obras procedentes de la literatura europea, matizadas por el movimiento romanticista del siglo XVIII, de las cuales muchas fueron censuradas por las entidades de gobierno. Asimismo, destacó como, "no poca gente joven se ejercitaba en el periodismo, asistía a las reuniones o veladas literarias y artísticas del Liceo de Guanabacoa (...)." (Guerra, 1986, p.95).

Los periódicos referidos en varias ocasiones fueron: La voz de Cuba, dirigido por Gonzalo Castañón y El Cuba-

"A pesar de que luego de la década de 1980 han aparecido aportaciones significativas sobre la historia de Cuba, los estudios realizados por Ramiro Guerra, uno de los historiadores más importantes durante la primera mitad del siglo XX, aún constituyen referencias obligatorias para el ejercicio investigativo de este campo"

no Libre, en su carácter de órgano oficial de la Guerra de 1868, bajo la dirección de Carlos Manuel de Céspedes, "Los arreglos políticos mencionados anunciáronse con gran complacencia en El Cubano Libre." (Guerra, 1986, p. 15).

Quizás otro de los aportes a la comunicación en Ramiro Guerra, es el hecho de considerar a estos procesos durante la Guerra de 1868 como un sistema, a partir de todas aquellas formas de divulgación, de reuniones, juntas, asambleas y comunicados oficiales, que tuvieron lugar en dicha contienda.

Hortensia Pichardo, historiadora cubana desde inicios de la Revolución, devela aquellos aspectos de la historia de Cuba poco abordados por sus predecesores y lo hace desde la mirada de la comunicación pública y a la cultura. Varias de estas ideas forman parte de su texto Facetas de Nuestra Historia, publicado en 1989.

Las aproximaciones al periodismo en su obra se vislumbran cuando critica a las tendencias sensacionalistas de la época, a propósito de las falsas informaciones que se publicaban en la prensa. Asimismo, la historiadora ofrece algunos apuntes relacionados con la introducción y desarrollo de la imprenta en Cuba (1723) y sobre los primeros periódicos publicados en La Habana durante inicios de la Colonia. A criterio de Pichardo, la llegada del invento a la Isla fue relativamente tardía, si se tiene en cuenta las fechas de su establecimiento en otros territorios del continente como: Lima, Perú, México, Guatemala y en colonias españolas e inglesas.

También puso obstáculos el gobierno al establecimiento de imprentas en la Isla. El impresor Blas de Olivos, tenía establecida una imprenta en La Habana antes del año 1757 (de esta fecha es el impreso más antiguo que de él se conoce). En el año 1764 fue requerido por el conde de Ricla para que se encargase de publicar una Gaceta y un Mercurio mensual, la Guía de forasteros con su almanaque [...]. (Pichardo, 1989, p.296).

Consecutivamente en el texto se aborda lo referente al criterio expresado por el entonces Consejo de Indias, sobre la imprenta en el país y su adquisición en el resto de las regiones de la Isla: Puerto Príncipe-en 1812, Matan-zas-en 1813 y Trinidad-en 1820.

Cabe destacar que en varias ocasiones se detiene en el tema de la instrucción pública, a propósito de los llamados de José Martí a la necesidad de establecerse cambios en el sistema de educación en los países americanos de acuerdo con sus particularidades. Para ello, Pichardo cita el artículo divulgado en el periódico La América, en Nueva York en 1884, donde el Apóstol enfatiza sobre el tema.

Entre las publicaciones periódicas mencionadas ejemplifica: la Gaceta (1764), que contenía noticias políticas y comerciales; El Pensador, redactado por los abogados de ese entonces Santa Cruz y Urrutia6; la Gaceta de La Havana (1782), el Papel Periódico de La Habana (1790), primer periódico de carácter literario que tuvo Cuba, "[...] y que por lo tanto, pudo ejercer alguna influencia en la cultura del país[...] además de ofrecer lo habitual en la prensa: anuncios (que no cobraba), noticias, precios, espectáculos, movimientos del puerto, daba la oportunidad a los aficionados que quisieran adornarla con sus producciones." (Pichardo, 1989, p.296).

Otros medios impresos señalados, referentes a la segunda mitad del siglo XIX y durante la primera del XX son: los periódicos, El Siglo, El Occidente, La Opinión, El País, El Diario de la Marina, La Revolución, La Discusión, La Noche, Heraldo de Cuba y El Triunfo, en el cual se publicaron numerosos poemas de amor y dolor, de la poetisa Mercedes Matamoros. Entre las revistas: La Revista Cubana, La Habana Elegante, El Fígaro y La Habana Literaria. Otro texto importante lo constituyó el Diccionario Biográfico de Francisco Calcagno en 1878.

Otros acápites próximos al espectro comunicacional son: Los criollos rompen las barreras culturales, dedicado al lugar que ocuparon la literatura, las artes, el teatro y la educación, e incluso, se hace referencia a las primeras obras historio-gráficas y sus autores, quienes desde entonces se habían encargado en abordar lo relacionado con la historia de la Isla.

El abordaje de la oratoria se aprecia en los discursos de más trascendencia durante el movimiento estudiantil revolucionario luego de la década de 1920; figuran en este espectro los pronunciamientos públicos de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), bajo la presidencia de Fe-lio Marinello y Julio Antonio Mella como secretario de la organización. Expresa la historiadora que estos pronunciamientos fueron publicados en la prensa, destacándose los del domingo 10 de diciembre de 1922 en el periódico La Discusión.

Luego de la consulta en las diferentes publicaciones de la historiadora cubana Hortensia Pichardo, arribamos al criterio de que la estudiosa sobresale por las múltiples miradas que en sus investigaciones se aproximan a la historiografía de la comunicación pública, aludiendo en las páginas de sus textos a asuntos vinculados a la prensa, la literatura, la oralidad, las prácticas y otros aconteceres que tributan a la comunicación de forma especial, a partir de la presencia de elementos simbólicos-culturales construidos por los sujetos en espacios concretos.

Es pertinente referirse a uno de los textos, que, si bien no constituye resultado de una investigación histórica tradicional, ocupada en hechos pasados, es quizás uno de los soportes bibliográficos más relevantes que se haya dedicado a visibilizar la realidad cubana a partir de la vida cotidiana, la comunicación y la cultura de los años ochenta. Cuba la oculta, escrito en 1989 por el académico, periodista e historiador argentino Ricardo Horvart, constituye a nuestro juicio, una referencia de obligatoria consulta para el desarrollo de investigaciones similares a la que nos ocupa. En la misma aparecen aspectos relacionados con la vida citadina en varios espacios urbanos, las prácticas culturales, los medios de comunicación de carácter nacional, entre los que figuran la prensa, el cine, la radio y la televisión; asimismo hace alusión al periodismo cubano y sus singularidades.

Especial acento se atribuye a las variadas fuentes utilizadas por Horvath, quien se desplazaba de un punto a otro en la búsqueda de informaciones para luego representarlas como parte de la realidad social en los relatos:

Caminamos las calles de La Habana, algunos pueblos, las playas, los caminos de Santiago. Vimos televisión, escuchamos radio, visitamos redacciones y nos metimos en las casas de la gente. Estuvimos en teatros, cines, restaurantes, en hospitalesy centros nocturnos. Participamos en congresos y festivales [...].(Horvath, 1989, p.13).

Fueron recreados en las páginas del texto los capítulos: La vida y la radio en Cuba. 27 años después y La calle, la gente, el carnaval; sobre este segundo el autor da comienzo con una referencia de Enrique G. Manet, al destacar cómo:

En 1977, el profesor H.I Schiller, de la Universidad de California, analizó el proceso sociocultural cubano. En esta oportunidad manifestó que «el diario comportamiento del pueblo, sus relaciones de trabajo y su modo de vida, constituyen un medio de difusión en sí mismo y una forma consistente y profunda de comunicación». Indicó el especialista norteamericano que las motivaciones compartidas y la solución de las necesidades sociales se convierten en una expresión de solidaridad que es la base de la verdadera comunicación. (Horvath, 1989, p. 43).

Acentúa las prácticas comunicativas que se producen en las fábricas, las reuniones barriales, la calle, el cine, en la guagua y en otros espacios públicos a los cuales se acude con propósitos diversos, ya sea para refrescar el calor o para la satisfacción de necesidades de socialización.

El cubano es extrovertido, charlatán, gritón. En el cine no se contiene: opina sobre lo que está ocurriendo en la pantalla, bromea, se espanta y horroriza ante una escena violenta o dramática [...]

[...] la cola, entonces, sirve de vehículo para el diálogo. En ese sentido La Habana parece una ciudad provinciana donde todos se conocen o actúan como sise conocieran. (Horvath, 1989, p.46-47).

Otras secciones reflexionan en torno a temas diversos, la participación, las instituciones culturales, la organización de los sujetos sociales, la actividad periodística y la producción massmediática, así como los epígrafes: El Poder Popular, Periodistas en debate, Cine y semblanza de un líder, Los diarios y otras cuestiones, La vida diaria, Tangos con sabor a ron, Haciendo radio y televisión [...].

Historia de Cuba. La Neocolonia, producción de 1998 bajo el auspicio del Instituto de Historia de Cuba, privilegia en sus páginas a la República Neocolonial hasta el año 1940. Participan en la misma, historiadores como: Concepción Planos Viñals, Teresita Iglesia Martínez, Alejandro García Álvarez, Jorge Ibarra Cueva, Gregorio E. Collazo Pérez, Carlos del Toro González y otros.

Un detalle particular al cual se hace alusión, es a la práctica del humor gráfico que criticó las realidades sociopolíticas y económicas en que se encontraba Cuba a partir de la década de 1920. De igual modo, las diferentes sátiras que aparecieron en la prensa durante el segundo mandato de Armando García Menocal (1917-1921), "La sátira popular expresó de mil modos las pugnas entre liberales y conservadores. Muestra de ello es una de las décimas publicadas en La Política Cómica7." (Álvarez, 1998, p.119). La misma tenía como título Yo no tengo la culpita por R. Bolo.

Atestigua Álvarez, que por estos años el ritmo editorial se incrementó y entre las variadas publicaciones figura, la revista Social, "frívola en su origen pero que devendría trascendente vehículo de divulgación cultural [...] también sería utilizada por los sectores de la intelectualidad progresista para la propagación de los más genuinos valores de la cultura nacional y universal." (Álvarez, 1998, p.131).

Álvarez aborda acerca de la influencia religiosa en la educación, la disparidad notable entre los letrados y el número de analfabetos, siendo estos la mayoría; la enseñanza universitaria, las diferentes protestas públicas, (como la huelgas del 20 de marzo de 1930) y manifestaciones en espacios públicos donde los sectores revolucionarios y progresistas expresaban sus desacuerdos con las políticas gobernativas bajo distintos mandatos presidenciales; a las artes plásticas, el teatro, la décima, la trova en los bateyes y campos, los primeros congresos nacionales desarrollados en la Isla, destacándose el Primer Congreso Nacional de Mujeres, como uno de los acontecimientos notorios del movimiento de reforma social iniciado en los años veinte, "El Congreso al que asistieron 31 organizaciones, tuvo un carácter amplio, no clasista, y dio lugar a enconados debates que mostraron cuanto pesaban los prejuicios y convencionalismos sociales en la mente de muchas mujeres cubanas." (Del Toro & Gregorio, 1998, p.217).

Tratamiento especial se otorga a las diferentes bibliografías escolares utilizadas en el sistema educacional como, Nociones de Historia de Cuba de Vidal Morales y Morales (1848-1904) y Nociones de instrucción moral y cívica de Rafael Montoro (1858-1933). La propaganda durante el gobierno de Gerardo Machado en los periódicos Diario de la Marina, La Discusión, El País y La Lucha, "recibieron $ 2000 cada uno por hacer propaganda al Plan de Obras Públicas." (Callaba, 1998, p.249).

La prensa de izquierda de los años veinte, según la historiadora Juana Rosa C. Torres, estuvo representada por: Justicia-semanario defensor de las organizaciones obreras; la revista ilustrada-Espartaco; Venezuela Libre-órgano revolucionario latinoamericano; la Revista de Avance, El Libertador-órgano de la liga antimperialista de las Américas, del cual nos comenta que ingresaba al país de forma clandestina.

La poesía, los ensayos históricos y otras obras artísticas más representativa de estos años, "no dejaron de plasmarse ideas morales, aspiraciones e imperativos nacionales [...]." (Álvarez, 1998, .185). El control de las secciones religiosas en la prensa por parte de la Iglesia Católica se evidencia en periódicos como: Diario de la Marina, El Mundo y El País.

 

1. Un discurso en construcción

En el examen realizado a las fuentes historiográficas cubanas, se demuestra cómo la comunicación ocupa un lugar, que, aunque no privilegiado, le asigna una cuota holística a los resultados que se exponen. Sin embargo, mucho más pudiera abordarse en relación a la historia de la comunicación pública, tanto de medios como de prácticas y procesos comunicativos que tuvieron lugar en etapas concretas de la historia.

De manera general, la inserción de la comunicación en los discursos historiográficos, tanto los que se producen por la historiografía como desde la comunicología, han de ofrecer reflexiones que permitan entender a la comunicación como práctica que transversaliza cada uno de los procesos políticos, económicos, culturales y sociales de las distintas etapas históricas. Baste mencionar las ejemplificaciones en torno a las obras literarias, el teatro, las artes plásticas, las festividades públicas y otros aspectos simbólico-culturales que constituyen categorías empíricas y no solo recursos para la explicación de hechos y fenómenos de otra índole.

Se percibe un énfasis en el análisis de documentos públicos, censos, grabados coloniales, comunicados oficiales y cartas escritas por personalidades políticas. Si bien se vislumbra un acercamiento a los medios impresos por etapa; han sido privilegiados la prensa periódica y las revistas de perfil cultural, quedando desestimadas otras publicaciones cívicas, gremiales, religiosas, o las que constituían herramientas valiosas en diversas

"Se percibe un énfasis en el análisis de documentos públicos, censos, grabados coloniales, comunicados oficiales y cartas escritas por personalidades políticas"

asociaciones que radicaban en la Isla, como la Sociedad China, la Sociedad Liceo, los Casinos Españoles y los Clubes Progresistas.

Otras formas de comunicación simbólica y prácticas culturales por etapas, muchas de la cuales en tiempos de guerra adquirieron rasgos y formas de expresión distintas, tanto en su concepción como en los espacios de socialización, se convierten en campos de investigación que requieren de enfoques interpretativos más sólidos.

Se evidencia la necesidad de abordar el lugar ocupado por la mujer en los medios y en otras actividades revolucionarias, desarrolladas como parte de los sistemas comunicativos e institucionales (regionales y locales) de las distintas etapas de la historia.

Se alude a los sistemas institucionales y asociaciones religiosas y gremiales, aunque debiera explicarse con mayor claridad las prácticas y procesos de comunicación al interior de las mismas.

El componente ideológico presente en la actividad discursiva y en la palabra escrita de otras figuras históricas pudiera abordarse con mayor profundidad. (Nos referimos, por ejemplo, a intelectuales regionales y locales de épocas pretéritas, quienes aportaron a la cultura y al desarrollo social de municipios y comunidades). Asimismo, los espacios públicos-locales y de sociabilidad que impactaron en la vida citadina (urbana y rural), admiten mayor dilucidación según el contexto y el período histórico.

Debiera ofrecerse un espacio o capítulo dedicado particularmente al lugar ocupado por los procesos de comunicación en las diferentes gestas independentistas y re-volucionarias8; mientras que la oralidad y otras prácticas de producción simbólica en tales coyunturas, admiten descripciones más sólidas, desde los estudios de comunicación social quizás.

El análisis de algunos hechos históricos como, La Protesta de Baraguá, La Asamblea de Guáimaro, La Constitución deJimaguayú, El Pacto del Zanjón y otros, demanda de estudios que permitan su comprensión, más que de sucesos políticos, como escenarios de discusión, de diálogo, de participación y contradicciones, en los cuales se produjo y reprodujo todo tipo de contenido simbólico, acompañados por la circulación de informaciones por el recurso de la oralidad, la publicación de documentos y otras prácticas y señalizaciones. A su vez, las prácticas publicitarias y propagandísticas que han tenido lugar en etapas distintas de la historia, constituyen temas de investigación sin mucho espacio en las obras analizadas.

Queda claro que en Cuba, fueron los historiadores quienes se iniciaron en la producción historiográfica de la comunicación; sin embargo, existen aspectos que a modo de generalidad debieran entenderse como parte intrínseca de la cultura nacional, ya que la comunicación por medio de ritos y ceremonias, a través del recurso de la orali-dad o mediante la producción massmediática, ha estado y está presente en momentos o etapas significativas de la historia, y obviarlos sería un descuido imperdonable.

No debemos soslayar que en la historia subyacen todos los procesos y fenómenos construidos por los sujetos sociales, y bajo este principio es que se ha de interpretar y escribir lo acontecido en cualquier contexto y etapa de la vida humana.

Cada una de estas observaciones ha significado el inicio de un recorrido científico suculento y diverso, que resulta provechoso para la producción historiográfica de la comunicación pública en la Isla, y a todas luces, conduce a seguir contribuyendo a la construcción epistémica de la comunicación desde nuestro contexto.

 

Conclusiones

En este artículo se realizó un análisis descriptivo acerca de cómo la historiografía cubana de las décadas de 1970, 1980 y 1990 le otorgó un espacio al abordaje de la comunicación pública en investigaciones que por lo general, privilegiaron el discurso político y las coyunturas bélicas en periodizaciones distintas de la historia. Luego de haber realizado la pesquisa en un total de 16 libros, de los cuales 8 fueron referenciados en este artículo, puede arribarse a las conclusiones siguientes:

La práctica de la historiografía de Cuba por lo general, se caracteriza por privilegiar el aspecto político-ideológico, lo que consta tanto en las temáticas abordadas como en las lógicas y sentidos en que se exponen las mismas. Sin embargo, son perceptibles importantes aproximaciones a fenómenos socioculturales y a la historia de la comunicación pública.

El tratamiento a la producción de comunicación pública (massmediática) ha privilegiado el análisis de la prensa periódica, como material de consulta para la explicación e interpretación de sucesos políticos, y en segundo lugar como dimensión o subcategoría de estudio, pero no como objeto de investigación estrechamente vinculada a la vida política y sociocultural de las ciudades, ayuntamientos y localidades.

El tratamiento a la producción simbólica pública requiere de miradas más profundas que diluciden el componente sociocultural cubano y el lugar ocupado por las prácticas comunicativas en los espacios públicos durante celebraciones y aconteceres populares, como expresión significante de gremios, sociedades, clubes y organizaciones que aportaron a la identidad nacional. De todos modos, merece reconocimiento la aproximación a esta categoría por los historiadores Hortensia Pichardo y Ricardo Hor-vart.

Queda pendiente para futuros estudios el análisis de otras obras en las cuales se realizan aproximaciones a la historia de la comunicación pública. Asimismo, se demuestra la diversidad de objetos de investigación inexplorados y en espera de atención por el campo científico de la comunicación social en la Isla.

Sin dudas la historiografía de la comunicación en Cuba se encuentra en excelentes condiciones para aportar a la construcción teórica de la comunicación, mediante el análisis interpretativo a fenómenos simbólicos diversos que han tenido (y tienen) lugar en contextos regionales y locales en distintas etapas de la historia. ^

 

Notas

1 En el caso de los historiadores y las obras aquí analizadas. Sin embargo, la producción historiográfica de los últimos años da cuenta de importantes avances en la diversificación de objetos de estudio.
2 Cuatro son las etapas históricas de la Historia de Cuba: Comunidad Primitiva, Colonia (siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, bajo el dominio de España), Neocolonia (Con el establecimiento de Estados Unidos en 1899 y su posterior y consolidación en la Isla a partir de 1902 hasta 1958) y la Revolución en el Poder (con el Triunfo Revolucionario luego del primero de enero de 1959 hasta la actualidad).
3 Cabe destacar que este autor no es precisamente un historiador cubano, sin embargo, el valor historiográfico de sus estudios, inspirados en sus vivencias durante las ocasiones en que había visitado la Isla en los ochenta, y los acercamientos que realiza a la producción simbólica pública de estos años, fueron criterios de juicio que nos condujeron a seleccionar su texto para este artículo.
4 Refiriéndose a la publicación del periódico
5 Calificativo que recibió Carlos Manuel de Céspedes cuando las tropas españolas apresaron a su hijo Oscar de Céspedes y le proponen que depusiera las armas a cambio de respetar la vida del joven. A lo que enérgicamente respondió: “¡Oscar no es mi único hijo, yo soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la Revolución!” Pasó a la historia esta frase como ejemplo de lealtad y patriotismo.
6 Refiere Pichardo que este criterio es sostenido por el historiador Jacobo de la Pezuela en el libro Historia de la Isla de Cuba. Madrid, 1878, p. 48, t. III.
7 Se trata de un semanario humorístico de la época
8 Guerra de 1968, iniciada bajo el mando de Carlos Manuel de Céspedes y la Guerra de 1995, organizada por José Martí Pérez.

 

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