INTRODUCCIÓN
En Perú, al igual que en otros países del mundo, la educación en las escuelas sufrió un cambio abrupto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó implementar la educación virtual o a distancia debido a la fácil transmisión de la COVID-19 en el año 2020, además estableció otras medidas como el aislamiento o confinamiento; era el comienzo de una situación desafiante: la nueva normalidad (D’orville, 2020); se debió realizar acciones concretas para continuar con la educación en este escenario poco conocido en las escuelas peruanas que se encontraban acostumbradas a realizar las clases de forma presencial.
Desde el Ministerio de Educación peruano (MINEDU), se promulgó la RV Nº 093 “Orientaciones pedagógicas para el servicio educativo de educación básica durante el año 2020 en el marco de la emergencia sanitaria por el coronavirus COVID-19”, dicho marco legal reguló la forma como se impartían los aprendizajes en el contexto de la pandemia; fue necesario priorizar contenidos académicos y enseñar las emociones como tema transversal. En tal sentido, se requirió ejecutar nuevas planificaciones, las cuales debieron ser socializadas con toda la comunidad educativa.
En este contexto, se pretendió dar una mirada a cómo se había estado desarrollando este tema en las escuelas, si se ejecutó los pilares de la educación del Informe Delors como “aprender a convivir” (UNESCO, 1997), si se necesitó el incremento de estrategias para fortalecer una adecuada interacción entre los miembros de la comunidad educativa, si se requirió de la inteligencia emocional como una capacidad que permite regular las emociones (García-Ancira, 2019) y que las personas realicen acciones asertivas frente a situaciones complicadas (Bisquerra, 2005). En este sentido, el manejo de los sentimientos podría lograrse mediante la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional es un constructo teórico que surgió con los aportes de varios autores cuyo común denominador fue cuestionar el aspecto cognitivo de la inteligencia, pues esta puede contar con factores personales que favorecen el desarrollo de los individuos. Para García-Ancira (2019) los principales exponentes que abordaron el tema de la inteligencia emocional fueron: Mayer y Salovey (1997), Bar-On (1988) y Goleman (2000).
El manejo de la inteligencia emocional contribuye al autocontrol y a reflexionar sobre las acciones; evita que el sujeto se lleve por los impulsos tomando conciencia de las consecuencias de los actos realizados. Para Goleman (2002) “es un aspecto de la inteligencia emocional que permite comprender las necesidades ajenas y actuar sabiamente en las relaciones humanas” (p. 53); la buena relación con los demás ayuda en las aspiraciones personales; no obstante, la emergencia sanitaria distanció a los maestros y a los estudiantes; por tanto, solo se vinculaban empleando dispositivos electrónicos, asistiendo a videoconferencias. En tal sentido, fue necesario generar espacios de respeto, motivación y uso de los entornos virtuales.
Desarrollar la inteligencia emocional no exige el dominio de todas las competencias dado que solo resulta necesario apoderarse de las habilidades sociales (Fragoso-Luzuriaga, 2018) y emplearlas desde edad temprana en la escuela; de esta manera, los ayudará también en su vida familiar, formación profesional y desarrollo laboral porque las personas necesitan estar en permanente convivencia interactuando con otros. Por todo lo anterior, el desarrollo de la inteligencia emocional contribuye a tomar las dificultades con humor, optimismo y resiliencia (Bello-Dávila et al., 2010). Para Coskun et al., (2021) la educación en valores es una buena forma de fortalecer la inteligencia emocional desde la primaria. Estos también ayudan a manejar los sentimientos y el fortalecimiento psicológico. De acuerdo a lo antes expuesto, por ende, el presente estudio tiene como finalidad identificar los aportes sobre Inteligencia emocional en la educación a distancia.
METODOLOGÍA
Se desarrolló una revisión sistemática de la literatura académica, se consultó a los gestores de información Scopus, WOS y Scielo. Primero se realizó la búsqueda con dos palabras claves como mínimo para el filtrado: inteligencia emocional y pandemia; utilizando los operadores boléanos la ecuación fue “educación emocional” AND “school”, considerándose como criterio de inclusión que la publicaciones fueron realizada desde el año 2020 hasta la actualidad con acceso abierto, porque fue el contexto en el cual se desarrollaron las clase virtuales, después fue necesario leer los resúmenes para evidenciar que los artículos obtenidos estuvieron en el contexto de Educación Básica Regular, como criterio de exclusión se desestimó las publicaciones en otros idiomas que no fueran inglés o español; involucraran educación técnica y superior. Finalmente se obtuvieron de las bases datos Scielo (5); WOS (3) y Scopus (2).
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
La consulta de la literatura académica brindó dos coincidencias con respecto al empleo de la inteligencia emocional durante la emergencia sanitaria. La primera fue el agotamiento entre los miembros de la comunidad educativa porque los hogares se convirtieron en escuelas, los docentes trasladaron la carga laboral a sus casas, teniendo que compartir el desarrollo de las clases con obligaciones personales. Para Sánchez-Pujalte et al., (2021), los docentes con mayores años de experiencia supieron brindar soporte emocional a los más jóvenes y enseñaron a regular las emociones, así como hacer uso de la inteligencia emocional; por lo anterior, se requiere una preparación en competencias emocionales desde los primeros años de la carrera profesional docente. Antonio et al., (2021) estudiaron cómo el gestor educativo debe evitar que el estrés, cansancio y desánimo afectarán a la comunidad educativa; para ello, se requiere de una actitud positiva frente a un escenario poco alentador (Mora. 2022). Cabe señalar que la inteligencia emocional ayuda a tomar decisiones asertivas que favorezcan a todos en la escuela (Suira, 2021). Afrontar las dificultades desde niños fortalece la inteligencia emocional, además de que evita patología en el futuro (Zela et al., 2022).
La segunda coincidencia fue la capacidad de afrontamiento, asumiendo actitudes resilientes, comprendiendo que era necesario adaptarse al nuevo escenario y hacer el mejor esfuerzo para continuar con las clases. Iqbal et al., (2022) demostraron cómo, en China, los estudiantes, haciendo uso de la inteligencia emocional mediante la autoconciencia y automotivación, fue posible pudieran desarrollar las actividades académicas. En la misma línea, Menezes (2022) demostró cómo la autoeficacia ayudó a regular las emociones negativas que emergieron durante la pandemia. Similares coincidencias fueron los hallazgos de López-Angulo et al., (2022) quienes sustentaron cómo la inteligencia emocional combatió las adversidades de tomar clases remotas. A Romero et al., (2022) también les fue posible comprobar cómo los escolares demostraron buen rendimiento académico durante la crisis sanitaria. Por su parte, Salcedo y Pérez (2020) en estudios previos, exploraron cómo la inteligencia emocional contribuye al rendimiento académico en áreas de mayor exigencia como la matemática, tal hecho permite inferir que la inteligencia emocional en la escala debe ser practicada por todos los miembros.
CONCLUSIONES
El presente estudio partió por el interés de identificar los aportes sobre Inteligencia emocional en la educación a distancia mediante la consulta de artículos científicos en el contexto de la pandemia ocasionada por la COVID-19. Los estudios consultados coincidieron en que se requería de estrategias que motiven la enseñanza remota a pesar de las múltiples limitaciones que se fueron presentando durante el desarrollo de las sesiones como no contar con los recursos tecnológicos o el acceso de internet. Se concluye que la inteligencia emocional refuerza la resiliencia.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.