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Economía Coyuntural

versión impresa ISSN 2415-0622versión On-line ISSN 2415-0630

Revista de coyuntura y perspectiva vol.6 no.3 Santa Cruz de la Sierra set. 2021

 

ARTÍCULOS ACADÉMICOS

 

Estado y mercado frente a la pandemia de COVID-19:
entre el utilitarismo y el liberalismo

 

State and Market in the face of the COVID-19 Pandemic:
between utilitarianism and liberalism

 

 

Armenio Pérez Martínezζ, Aimara Rodríguez Fernándezψ.
ζ PhD. en Ciencias Económicas. Coordinador del departamento de Innovación y Calidad
Universitaria. Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil. Ecuador. aperezm@ulvr.edu.ec.

ψ PhD. Aportaciones Educativas a las Ciencias Sociales y Humanas. Rectora Universidad
Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil. Ecuador. airodriguezf@ulvr.edu.ec.

 

 


Resumen

La crisis sanitaria mundial ocasionada por la pandemia de SARS-CoV-2 ha provocado significativas trasformaciones en el comportamiento individual, así como en importantes estructuras creadas durante el desarrollo de la humanidad, como el Estado y el mercado. Para ello se emplean teorías éticas como el utilitarismo y el liberalismo, con amplia trayectoria y aceptación en el contexto académico.

El objetivo del presente artículo es analizar algunas de las medidas tomadas por los Estados y el funcionamiento de los mercados en el contexto de la pandemia de SARS-CoV-2. Se utilizó el paradigma cualitativo para la selección e interpretación de la información científica, asumiendo una postura crítica y constructiva del conocimiento. La investigación es teórica y se emplean del nivel teórico como el análisis, la síntesis y la contrastación teórica.

Las conclusiones señalan la necesidad de mantener el análisis desde la teoría filosófica ética a las medidas para evitar que se cometan excesos que afecten los derechos humanos individuales y se perpetúen prácticas de gobierno y de mercado de carácter abusivas. 

Palabras Clave: Estado, Mercado, Pandemia, Crisis Económica, Liberalismo.


Abstract

The global health crisis caused by the SARS-CoV-2 pandemic has caused significant transformations in individual behavior, as well as in important structures created during the development of humanity, such as the State and the market. For this, ethical theories such as utilitarianism and liberalism are used, with a wide trajectory and acceptance in the academic context. The objective of this essay is to analyze some of the measures taken by States and the functioning of markets in the context of the SARS-CoV-2 pandemic. The qualitative paradigm was used for the selection and interpretation of scientific information, assuming a critical and constructive stance of knowledge. The research is theoretical and they are used from the theoretical level such as analysis, synthesis and theoretical contrast. The conclusions point out the need to maintain the analysis from the ethical philosophical theory to the measures to avoid the committing of excesses that affect individual human rights and the perpetuation of abusive government and market practices.

Keywords: State, Market, Pandemics, Economic Recession, Liberalism.


Código JEL: A10, A11, A12, A13.


 

 

INTRODUCCIÓN

La humanidad se encuentra atravesando por una coyuntura sin precedentes. Las condiciones de vida continúan deteriorándose sin que existan acuerdos para alcanzar soluciones globales a los problemas acumulados por siglos. Los intereses economicistas y expansionistas de la riqueza comprometen la sostenibilidad de las condiciones de vida, no solo para los seres humanos.

Agudizada por la pandemia del SARV-CoV-2 o COVID-19, la situación económica, ambiental y social se encuentra al límite de la frontera de irreversibilidad. Según la Junta de Ciencia y Seguridad de los Científicos Atómicos (27 de enero de 2021), la humanidad se encuentra solo a 100 segundos del apocalipsis, lo más cerca que ha estado nunca.

Al referirse a las vicisitudes que ha traído la pandemia de SARS-CoV-2, Hernández-Fernández (2021, p. 8) sostiene que es “Un año en el que se vivenció una crisis mundial, de naturaleza distinta a las enfrentadas históricamente (1930, 1991, y 2009), cuya causa se ubica en la esfera sanitaria, colocando a los individuos al borde de la existencia”.

Esta crisis ha tenido efectos severos en el ámbito económico y social, decrecimiento a nivel mundial, la caída del producto interno bruto ha sido abismal y con ella el desempleo ha sido galopante, haciendo más difícil la supervivencia y el bienestar social de la población mundial. Frente a la compleja realidad generada por la pandemia de coronavirus, el Estado en distintos países ha aplicado variadas alternativas ante las demandas precisas de cada situación, presionados por la reactivación de la economía y la protección los derechos humanos individuales compulsados por los movimientos sociales.

La clara limitación de acciones ha quedado evidenciada en los confinamientos decretados, el cierre de fronteras, pequeños bonos económicos entregados a grupos vulnerables, apoyo a la gestión sanitaria y la escasez de propuestas sistémicas entre los distintos mecanismos de integración regional.

La dinámica social y las prácticas culturales se han visto afectadas en todos los rincones del planeta desde la aparición de la pandemia de COVID-19. Las manifestaciones de los mercados y agentes económicos han elevado la magnitud de la crisis. Los mecanismos económicos han realizado ajustes demasiado lento frente a un virus que se expande vertiginosamente; además, no han mostrado capacidad de resiliencia y generan solo la agudización de una crisis económica a escala mundial (Pérez y Rodríguez, 2020).

El funcionamiento errático del mercado reveló que los componentes de regulación propios de la Ley del Mercado no son suficientes para solucionar los problemas de oferta de determinados insumos médicos y de protección (mascarillas, trajes de protección, guantes, visores, bolsas para cadáveres) con la urgencia requerida. Por el lado de la demanda, un suceso económico como el precio del petróleo entre los meses de abril a junio de 2020 ha puesto de manifiesto la poca capacidad de ajuste y la alta sensibilidad a la volatilidad de los precios.

Como nunca antes, el hombre necesita de la ciencia para enfrentar la pandemia de COVID-19 y sus consecuencias. Las vacunas son una condición sine qua non, sin ellas los sistemas de salud seguirán saturados ante cada ola de contagios. Las ciencias sociales también desempeñan un papel sustancial en esta coyuntura.

Es necesario armonizar el funcionamiento de la sociedad y sus mecanismos de desempeño, atender con urgencia a la educación, la salud y la economía, lograr mayores niveles de compromiso con la sostenibilidad y el uso eficiente de los recursos naturales y reducir la brecha digital, entre otras prioridades estratégicas, sin embargo, “las acciones que se emprendan tienen que realizarse desde el compromiso ético y moral y el apego a los derechos humanos” (Deaton, 2015).

¿Por qué utilizar teorías morales y éticas para el análisis del funcionamiento del Estado y el mercado, evitando acotar solamente las valoraciones racionales sobre los resultados, consecuencias o motivaciones de estos? Más que el análisis retórico, es la puesta en práctica como principio de evaluación del funcionamiento del Estado y el mercado.

La valoración de las implicaciones presentes y futuras de las medidas y decisiones tomadas por el Estado y el funcionamiento del mercado constituyen un elemento esencial para su justificación, autentificación y legitimación. Algunas deben permanecer por el bienestar de la humanidad, pero otras no deben convertirse en una práctica sistemática ya que encierran violaciones a las normas sociales de convivencia y los derechos humanos.

En el presente artículo se pretende analizar algunas de las medidas tomadas por los Estados y el funcionamiento de los mercados en el contexto de la pandemia de SARS-CoV-2. Para realizar esta valoración se emplean, principalmente, las teorías éticas del utilitarismo y el liberalismo. Es necesario resaltar que no se abordan cuestiones referidas a la fundamentación, críticas o perspectivas de estas teorías filosóficas éticas, sino aplicarlas en el análisis de los hechos presentes durante la pandemia en distintos Estados y mercados.

Desde la perspectiva metodológica, se utilizó el paradigma cualitativo para la selección e interpretación de la información científica, asumiendo una postura crítica y constructiva del conocimiento. La investigación es teórica por el manejo de la información que realiza y se emplean métodos del nivel teórico, tales como el análisis, la síntesis y la contrastación teórica (Taylor y Bogan, 1987).

Se obtuvo información de organismos internacionales, con la finalidad de describir el estado actual de la sociedad en tiempos de pandemia. Se definieron criterios de análisis y fundamentación de los aportes teóricos de las teorías éticas del utilitarismo y el liberalismo.

 

MÉTODOS

Al realizar el estudio previo a este artículo fue empleado el paradigma cualitativo para la elección y análisis de la información científica, desde una perspectiva crítica y constructiva del conocimiento. La investigación es de tipo teórica por el manejo de la misma y han sido empleados diversos métodos del nivel teórico, tales como el análisis, la síntesis y la generalización teórica (Taylor y Bogan, 1987).

El procedimiento metodológico se organizó siguiendo una lógica deductiva. En primer orden, se realizó la búsqueda de las principales posturas filosóficas éticas del utilitarismo y el liberalismo. Se obtuvo información de organismos internacionales, que fue empleada para caracterizar el estado actual de la realidad social. Acto seguido, fueron definidas las unidades de análisis para la valoración del papel del Estado y el Mercado frente a la pandemia de COVID-19.

 

DISCUSIÓN TEÓRICA

La sociedad no puede desligarse de las actividades económicas, las cuales son necesarias para la vida en colectividad, generan transacciones de productos y servicios, fomentan la creación de nuevos productos que provocan necesidades superiores y, en última instancia, forman parte de los elementos desarrolladores de la personalidad y de la sociedad en su conjunto (Zuboff, 2009; Chang, 2012; Banerjee y Duflo, 2017).

Cualquier vínculo o suceso económico, es ante todo y en esencia acto humano, cargado de improntas y determinantes internas y externas. Creencias, pensamientos, necesidades y motivaciones subjetivas, así como las presiones ambientales, sociales y familiares - en muchos casos abusivas y circunstanciales - que determinan las decisiones de las personas en las sociedades, manifestando un comportamiento que, frecuentemente, se expresa mediatizado por la influencia de la cultura social (Stiglitz, 2012, 2015).

Todo suceso, hecho o comportamiento económico es juzgado por la sociedad. Los pobres critican la acumulación de la riqueza, el empleador al trabajador holgazán, el comprador al vendedor abusivo, las naciones del Tercer Mundo a los países desarrollados, dueños la deuda externa y viceversa. La valoración es una función del pensamiento humano, se compone de comparación, análisis, síntesis, abstracción y generalización (Moreno y Sastre, 2020). Para ello se aplican componentes morales y éticos que funcionan como patrones o medidores.

Esta dinámica valorativa de los actos económicos de los seres humanos ha marcado el pensamiento de múltiples científicos sociales (Chang, 2009). Según el criterio de Eduardo Galeano, destacado intelectual social latinoamericano, “la memoria del norte se divorcia de la memoria del sur. La acumulación se desvincula del vaciamiento. La opulencia no tiene nada que ver con el despojo”, de la misma forma, menciona que “la memoria rota nos hace creer que la riqueza no tiene nada que ver con la pobreza, que vienen de la eternidad y que así son las cosas” (Galeano, 1988, p. 23).

Se comparte la idea que reconoce la importancia de aplicar un enfoque ético en la Economía, no para negar el crecimiento y desarrollo económico, sino para hacerlo de manera más justa, racional y sostenible. Amartya Sen (1987, p. 27) sostiene: “no estoy manteniendo que el enfoque no ético debe ser improductivo. (…) me gustaría señalar que la economía, puede hacerse más productiva prestando una atención mayor y más explícita a las consideraciones éticas que conforman el comportamiento y el juicio humano”.

Siguiendo esta línea de pensamiento resulta necesario comprender qué criterios científicos éticos y morales pueden ser tomados en cuenta a la hora de analizar el funcionamiento del Estado y el mercado, como mecanismos de organización de la colectividad, ampliamente extendidos y reconocidos y que influyen de manera decisiva en el funcionamiento y desarrollo de la sociedad (Chang, 2015).

Dentro de las teorías más extendidas y aceptadas para el análisis ético y moral del comportamiento humano y las instituciones, se encuentran el utilitarismo y el liberalismo. Ambas han jugado un papel esencial en varios momentos históricos decisivos y han influido en la organización de la vida social actual. A continuación, se presentan, de manera sucinta, las teorías éticas del utilitarismo y el liberalismo, que pueden servir hoy para analizar las principales medidas de los Estados y la lógica funcional del mercado.

El Utilitarismo como Teoría Ética

El utilitarismo es una de las propuestas académicas de mayor reconocimiento dentro del panorama ético valorativo. Se refiere “a una corriente ético-normativa dentro del marco de las éticas consecuencialistas, que juzgan el valor moral de un acto únicamente por las consecuencias que repercutan en el mundo” (Aragón, 2017, p. 69). Existe consenso en que esta postura teórica distingue solamente el valor de los actos de forma cuantitativa enfocado hacia la maximización del bienestar o la utilidad.

Fue Jeremy Bentham en el siglo XVIII quién formuló por vez primera el Principio de Utilidad, según el cual las acciones (especialmente las gubernamentales) son tanto más correctas cuanto más promuevan el bien (la mayor felicidad) del mayor número de personas. Es significativo señalar que “El utilitarismo defiende que las acciones son o no correctas según sean sus consecuencias en términos de utilidad o, dicho de otro modo, dependiendo de cómo las acciones alteren los estados de cosas preexistentes” (Cejudo, 2019, p. 56).

Con posteridad John Stuart Mill, otro exponente del utilitarismo, plantea que “las acciones son correctas en la medida en que tienden a promover la felicidad, incorrectas en cuanto tienden a producir lo contrario a la felicidad” (Mill, 2002, 49-50). Por lo tanto, se mantiene la perspectiva analítica de la felicidad o bienestar del mayor número de personas dentro de las sociedades o grupos sociales, siendo evaluados los actos por las consecuencias que estos generen.

Según criterios utilitaristas, las mayorías pueden someter a su voluntad a los grupos minoritarios, aun cuando se cometan graves violaciones de determinados derechos de igualdad y justicia. Esta línea de pensamiento ha servido para justificar hechos de tortura o violencia en beneficio de grupos mayoritarios o poderosos.

Se reconoce a la teoría utilitarista como un excelente medidor de las decisiones y la actuación de los agentes racionales (Homo Economicus), en el afán reducir la brecha entre la economía y la ética. “El utilitarismo juega un papel destacado en la teoría económica del bienestar social porque permite concebir, ética y matemáticamente, que el bienestar general perseguido por las políticas sociales sea una función del bienestar individual” (Cejudo, 2019, p. 60).

Se comparte el criterio acerca de que, la mejor alternativa para los consecuencialistas clásicos es aquella que nos da mayor placer y menor dolor (Bentham, 1948).

El Liberalismo como Teoría Ética

El liberalismo surgió debido a una escasez de granos en Europa a inicios del siglo XVIII. Varios economistas comenzaron a proponer ideas para que el Estado y la policía se desentendieran de la repartición de las cosechas, promoviendo que los hombres pudieran cultivar y comercializar libremente sus productos, sentando las bases para que el buen gobierno respete las libertades de las personas (Foucault, 2006).

Para otros,  el liberalismo “sería una forma de resolver problemas de gobierno apoyándose en las mismas libertades de los hombres” (Martín, 2018, p. 555).  Se establece, en esencia, en el principio del laissez-faire o dejar hacer, aplicado fundamentalmente a la circulación y el intercambio de productos. Bajo esta perspectiva, las personas pueden realizar con sus recursos, su fuerza de trabajo o dinero, lo que deseen en los distintos tipos de mercado, siempre que dispongan de información suficiente y se encuentren libres para tomar decisiones.

Las propiedades son valoradas según los criterios individuales y el Estado o aparato legal no tiene potestad para impedir cualquier transacción si las personas, conscientemente, se han puesto de acuerdo. La aplicación de políticas liberales llega al punto en que ya no pueden garantizar la libertad de unos sin afectar los derechos de otros. Es el caso de aumentos abusivos de precios ante fenómenos climáticos como ciclones o nevadas, en el que algún vendedor liberal se puede aprovechar, justificado por el funcionamiento del mercado laissez-faire, haciendo que un sujeto necesitado compre con sobreprecio su producto o servicio.

 

RESULTADOS:

La Situación General Asociada a la Pandemia de COVID-19

La humanidad se encuentra frente a una de las mayores crisis, sino la peor de todas. La pandemia de COVID-19 obliga a cuestionarse el modelo económico imperante en el mundo y es un ilustrativo ejemplo del carácter complejo e interconectado que vive el hombre en un mundo globalizado.

Se han visto afectados gran cantidad de países y personas, por las pérdidas económicas que han sido prácticamente incontables. Resulta importante reconocer que la compleja situación económica y social, ya que todo lo que se vive actualmente, no es culpa únicamente de la pandemia.

Según Kissinger (03 de abril de 2020), “La actual crisis económica es de una complejidad inédita. La contracción desatada por el coronavirus, por su alta velocidad y su amplitud global, es diferente a todo lo que hemos conocido en la historia”. Los grupos sociales más desfavorecidos económicamente han quedado más expuestos al virus que otros colectivos.

El aislamiento físico es casi imposible para las familias que viven del trabajo informal, las personas pobres no saben si van a morir a causa del virus o de las carencias de alimentos y medicamentos. Frente a este escenario, los gobiernos se comportan de manera errática y el mercado se aprovecha sin piedad de las penurias humanas (Banco Mundial, 2020).

En los primeros meses, los medios de comunicación han mostrado cómo en las pistas de los aeropuertos, contenedores de mascarillas eran extraídos de aviones de carga para desviarlos hacia otros países. Italia acusó a la República Checa de robarle los lotes de mascarillas comprados en China y que hacían escala en Praga. Francia denunció a Estados Unidos por lo mismo. España culpó a Francia (Ayuso, 02 de abril de 2020).

Fabricantes asiáticos informaron a gobiernos africanos y latinoamericanos que no podían venderles por el momento material sanitario porque Estados Unidos y la Unión Europea pagaban precios superiores. OXFAM Internacional (enero de 2021) ha asegurado que más de 500 millones de personas regresarán a la pobreza. El capitalismo globalizado neoliberal y el mercado, en última instancia, no blindaron las condiciones de crecimiento, desarrollo y bienestar económico alcanzado en los últimos 50 años.

Los grupos más afectados son representativos de las minorías vulnerables tradicionales. En ciudades altamente desarrolladas como Nueva York los afroamericanos y latinos representan el 51 % de la población, acumulan un 62 % de los fallecimientos por COVID-19. En el estado de Michigan, los afroamericanos constituyen el 14 % de la población, pero concentran el 33 % de los infectados y el 41 % de las muertes. En Chicago, los afrodescendientes son el 30 % de la población y  representan el 72 % de los fallecimientos (Sulbarán, 08 de julio de 2020). 

Por su parte, el mercado de varios productos se ha visto afectado por una caída acelerada del consumo del comercio internacional y los viajes, entre los que podemos mencionar a los insumos médicos, el petróleo, el cobre, el níquel, el algodón, el cacao, el aceite de palma, etc. Para las economías de los países exportadores del Sur –donde viven los dos tercios de los habitantes del planeta– es una coyuntura devastadora.

La situación se ha visto agudizada por la disminución de los recursos económicos de los sectores más pobres de la sociedad. Al derrumbe de las exportaciones, hay que añadir el cese de los aportes del turismo y la drástica disminución de las remesas de los emigrantes afectados por la pérdida generalizada de empleo en los países ricos paralizados por la pandemia de COVID-19 (OXFAM Internacional, enero de 2021).

En este variopinto escenario, es necesario revisar el comportamiento de las estructuras sociales creadas por el hombre desde la Antigüedad, con el fin de mejorar la vida, lograr el desarrollo y bienestar de la sociedad. Su funcionamiento óptimo podría mitigar las consecuencias de esta grave crisis. Aunque la solución a la crisis sanitaria avanza de manera lenta y diversa, es trascendente analizar los fundamentos éticos de las decisiones y el comportamiento asumido por estas dos estructuras sociales. Además, se debe prever las consecuencias de mantener a largo plazo estas medidas adoptadas durante la crisis.

Acciones y Decisiones Comunes del Estado y el Mercado en tiempo de Pandemia

Se comparte el criterio de Ramonet (2020, p. 96) al plantear que: “La gente busca también refugio y protección en el Estado, que tras la pandemia, podría regresar con fuerza en detrimento del Mercado. En general, el miedo colectivo cuanto más traumático, más aviva el deseo de Estado, de autoridad, de orientación”.

A inicios de 2020, con la aparición y diseminación vertiginosa del virus, los Estados de varios países tomaron medidas para frenar el contagio. Dentro de las primeras y más debatidas disposiciones aplicadas se encuentra la limitación de la libertad de movimiento, llegando a imponer multas por circular en la vía o llevar a las mascotas a las calles o parques. Se decretaron cuarentenas, toques de queda y el cierre de fronteras en la mayoría de los países.

Otra orden aplicada por el Estado es el desarrollo y empleo de sistemas de vigilancia a través de celulares, sobre todo en algunos países asiáticos como China, Singapur y Corea del Sur. Para su desarrollo se han utilizado estrategias de macrodatos y vigilancia digital, sacrificándose parte de la privacidad individual. Actualmente se aplica de modo menos generalizado en Alemania, Reino Unido, Francia y España (Ramonet, 2020).

La situación generada por las declaraciones de autoridades estatales y federales sobre las prioridades en el uso de los recursos médicos también llamó la atención de distintos sectores de la sociedad. Frente a la saturación de las Unidades de Cuidados Intensivos algunas autoridades llegaron a justificar el empleo de los insumos médicos solo en las personas con mayores posibilidades de supervivencia.

Una suerte de selección natural de los más fuertes a la hora de ocupar las camas en las Unidades de Cuidados Intensivos. Otras afirmaciones minimizaban el riesgo de contraer el virus, su letalidad y desaconsejaban el empleo de mascarillas y distanciamiento social. Todavía existe expectativa y confianza de algunos sectores en la función del Estado, sobre todo, en el proceso de vacunación.

Las estrategias de vacunación diseñadas generan interés social por las prioridades otorgadas por el Estado en muchos países. Consciente de la incapacidad de vacunar a todas las personas a la vez, el orden asignado establece una ventaja en la que se benefician las personas por la edad y no por la exposición real al virus a partir de las condiciones y necesidades de vida. Las personas con trabajos informales se encuentran más expuestas a contagiarse que las personas de edad avanzada que están jubilados.

Por su parte, el mercado de los insumos médicos de protección sintió el impacto de la elevada demanda de improvisto. Los precios de las mascarillas, guantes, alcohol, fundas para cadáveres y materiales de protección se elevaron en el mercado, sin tener en cuenta que el sistema de salud en países subdesarrollados y las personas sin recursos, disminuían su capacidad para adquirirlos. Este hecho sirvió para que existieran ventas con sobreprecio al sistema de salud, justificados por la incidencia de la pandemia.

Otro suceso relacionado con el mercado, en el mercado de materias primas de Chicago, en abril del año 2020 el precio del barril de referencia, West Texas Intermediate (WTI) fue de -37 USD (Ramonet, 2020), poniendo a los países exportadores contra la pared y a sus sociedades de rodillas, al tener que regalar prácticamente el crudo, ante la disminución de la movilidad. Las pérdidas fueron incontables, el mercado se contrajo y la demanda y oferta no encontraron un equilibrio, más bien existió una desestimulación de la producción por la caída del precio, afectando la función de la oferta.

Las medidas del estado y el mercado en tiempo de pandemia

Al analizar las medidas adoptadas por el Estado desde la teoría filosófica ética, se aprecia que estas son esencialmente utilitaristas, buscando obtener los resultados más beneficiosos para un mayor número de personas. El utilitarismo justifica moralmente la realización de cualquier acción que demuestre un mejor estado de cosas, aunque se debe velar por el respeto a los derechos humanos de las minorías y los grupos vulnerables de la sociedad.

El utilitarismo aplicado por el Estado genera utilidad para la solución de los problemas económicos y sanitarios de las naciones, en la medida que sea capaz de reconocer las diferencias entre los distintos grupos sociales para poder acceder a los recursos que generan el bienestar en igualdad de condiciones.

Desde la perspectiva utilitarista, algunas decisiones han limitado los derechos de personas que se encuentran fuera del país y no pudieron regresar a tiempo. Sus derechos y libertades se vieron violentadas. En tanto, la cibervigilancia y el biocontrol justificarían su uso para la vigilancia de virus como el VIH-SIDA, siguiendo esta lógica que ha sido empleada durante la pandemia. Sin embargo, se afectarían derechos elementales de las personas sobre sus condiciones médicas.

El uso de este tipo de medidas genera un Estado totalitario y dogmático. Se necesita un Estado comprometido con las demandas actuales ocasionadas por la pandemia y que han agudizado las ya existentes, tradicionalmente desatendidas. Si se quiere un Estado sensible no puede ser basado en la imparcialidad y la intolerancia. Si todos los individuos de una sociedad tienen un mismo punto de apoyo no llegarán juntos al mismo lugar; sus características y dinámicas harán que se generen otros resultados no esperados.

¿A qué tipo de sociedad nos puede llevar el camino del utilitarismo como teoría ética de las decisiones del Estado? A una sociedad que desprecie las minorías y la diversidad, o sea, una sociedad menos inclusiva y tolerante ante las diferencias. En la actual coyuntura se fundamenta la necesidad de encontrar el equilibrio entre el desarrollo y la sostenibilidad, entre el egoísmo y la colaboración, entre la producción de bienes y la distribución entre distintos grupos sociales.

A partir de las condiciones actuales, es utópico pensar que el Estado podrá llegar a todos los ciudadanos para garantizar el bienestar homogéneo. Lo que puede funcionar en el discurso político abstracto lleno de proyecciones, se derrumba ante la realidad de los problemas acumulados en la sociedad. Intuir que cuentan todos por igual y ninguno más que otro, generando una aparente imparcialidad y desconociendo los antecedentes de cada persona, no funciona en el momento actual. Por tanto, el utilitarismo aplicado por el Estado como teoría ética valorativa de sus medidas en tiempos de pandemia, no puede ser el rasero evaluador permanente de sus actos, ya que encierra en sí diferencias acumuladas y marcadas injusticias.

Por su parte, el liberalismo le ha ofrecido al mercado la justificación para los precios abusivos en muchos productos de salud durante la pandemia. Esto fue posible gracias al aumento de la demanda ante esta calamidad. Para muchos economistas este aumento de los precios sirve como forma de estimular la producción por parte de las empresas fabricantes; sin embargo, muchos países pobres no pudieron acceder a medios de protección para su personal de salud. El liberalismo se convirtió en el criterio ético valorativo de lo que ocurrió con el mercado de insumos médicos durante la crisis.

Un caso contrario ocurrió con el mercado del petróleo; la interpretación liberalista también sirve para justificar este hecho. La contracción acentuada de la demanda de combustible hizo disminuir sensiblemente el precio como vía para intervenir en la función de la demanda, provocando el aumento de la cantidad demandada. En este análisis, el liberalista no consideró el efecto devastador en la economía de los países dependientes del precio del petróleo, quienes vieron disminuida sus exportaciones. Muchos países vieron reducidas sus fuentes de ingresos y empleos, fue necesario detener cadenas de producción y suministros a un alto costo para los países exportadores de crudo.

¿Qué tipo de mercado se genera desde el criterio teórico del liberalismo? Es un mercado centrado en la libre competencia, donde sus propias leyes operan ajena al contexto donde se manifestó la variación de la oferta y la demanda. La modificación de precios tampoco tiene en cuenta el tipo de producto, las necesidades que satisfacen y la situación económica de las personas que requieren esos bienes. Productos de alta demanda para enfrentar situaciones catastróficas no deben estar sujetos a los mecanismos liberales del mercado, sino que deben mantenerse al alcance de quiénes lo necesitan.

La teoría moral clásica muestra prototipos de la puesta en práctica de los principios utilitaristas y liberalistas. Los casos de George y Jim (William, 1981), o el trasplante de riñones de asesinos a músicos o científicos, presentado por Scarre (1996), son ejemplos del utilitarismo y el liberalismo, respectivamente. En estas situaciones los sujetos son puestos frente a contextos donde el beneficio o bienestar de muchas personas depende de violaciones de principios morales por parte de otras. La capacidad de comercializar con órganos o alquilar vientres se convierten en nuevas formas de mercantilización del ser humano.

Hoy día las estructuras sociales se encuentran frente al Dilema del Tranvías (Foot, 1978) modificado. La actuación del Estado puede llevar a exponer a riesgos a grupos minoritarios para beneficios de las mayorías. La escasez de recursos para enfrentar la pandemia obliga a su optimización para obtener mejores resultados, sin embargo, no se pueden violar los derechos humanos de las personas. Priorizar a un grupo social en detrimento de otro tiene que ser una medida tomada por razones ajenas al utilitarismo.

De igual manera, tiene que existir una mayor sensibilidad en el mercado; su existencia solo se justifica para la vida en sociedad (Quintana y Galarza, 2017). El precio de un producto elevado por la oportunidad, no encierra el valor de la vida humana para la familia y la sociedad. El efecto nocivo del funcionamiento del mercado se verá reflejado en el nivel de afectación a la economía de los países pobres y no por la cantidad o precio con que se comercialice un producto.

 

CONCLUSIONES

Durante la pandemia de coronavirus el Estado, de manera general, se ha comportado de manera reactiva y siendo incapaz de realizar acciones sistemáticas. Varias medidas son el reflejo de acciones populistas, que benefician a la mayoría, en detrimento de minorías. Este aspecto no es solo en el caso de grupos tradicionalmente vulnerados, sino para los pobres, las mujeres y los migrantes. Estas acciones han segregado más a la sociedad, por seguir el principio del utilitarismo. También ha sido aplicadas medidas de tipo de competencia social por la supervivencia,

Las medidas y decisiones tomadas necesitan ser revisadas desde perspectivas éticas, valorando su efectividad a corto, mediano y largo plazo. La forma en que el Estado asuma su papel como estructura social en la crisis garantizará la confianza que la sociedad le otorgue. Es necesario que las medidas favorezcan a las minorías vulnerables, a los trabajadores informales, a los pueblos originarios, a los pobladores rurales, etc.

El mercado ha operado siguiendo la línea del liberalismo, fomentando el criterio que el aumento de los precios generará un aumento de la oferta, ya que se producirán más materiales e insumos para la protección. Mientras la población mundial sigue afectada por la pobreza, la desigualdad y la falta de empleo, las personas más ricas del mundo recuperaron sus fortunas en apenas 9 meses. Una parte significativa de la población mundial es muy sensible a la variación de precios en los productos de primera necesidad.

 

REFERENCIAS

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