INTRODUCCIÓN
La evaluación tradicional fue de tipo control, evaluándose contenidos memorizados, usando pruebas preparadas por el docente para obtener notas sin intervención del estudiante, dejándolo a este último emocionalmente frustrado y miedoso. La evaluación estuvo centrada en el liderazgo del docente, en la actualidad requiere ser revisado con base en las “competencias” de los estudiantes, quienes deben asumir nuevos retos en un mundo profesional cambiante (Delgado y Bravo, 2022); así mismo la habitualidad de la evaluación destaca como calificación, siendo utilizada como herramienta de poder por los docentes, existiendo confusión al respecto, revisión de criterios y en especial la inmersión de los estudiantes, motivo por el cual no se aplica la evaluación por competencias (Hortigüela et al., 2019).
Los cambios en la tecnología y producto del confinamiento por la pandemia, han ido alterando la función de los docentes de educación superior, existiendo escasa aplicación para la evaluación de aprendizajes y poca claridad en cuanto a criterios de evaluación por competencias, toda vez que las fichas de evaluación conducen a formular juicios de valor con poca evidencia para la toma de decisiones; en este sentido los instrumentos de evaluación utilizados en la universidad al ser tradicionales, muestran debilidades al momento de medir los conocimientos (Villaroel y Bruna, 2019). A ello se suma la inoportuna retroalimentación del docente que conduzca hacia mejoras del aprendizaje, generando poco sentido y utilidad de los aprendizajes propuestos y limitaciones para poder asumir compromisos con autonomía y responsabilidad por parte de los estudiantes.
Cabe destacar que las competencias se refieren al desempeño de una persona para que se realicen actividades y se pueda resolver problemas cotidianos. Están basadas en indicadores de logro, indican las metas que los procesos pedagógicos deben alcanzar y los estándares están relacionados con las metas específicas a lograr, reconociendo que la interacción del contexto y la persona establecen interdependencia mutua (Tobón, 2004) donde se comparten resultados por medio de la autoevaluación, coevaluación entre pares y heteroevaluación, para la toma de decisiones para la retroalimentación (Tobón, 2013). El desarrollo de competencias se sustenta en participar, retroalimentar, auto regular y emitir un juicio de la evaluación, sumados al uso de tecnologías para una evaluación eficiente (Ibarra-Sáiz y Rodríguez-Gómez, 2020) colocando a la sociedad frente a una crisis debido a las nuevas variaciones en el conocimiento y la tecnología y demandando mayor competencia para acceder al mercado laboral (Bizarro et al., 2019).
La evaluación en educación es un proceso que al ser complejo debe ocurrir a lo largo del aprendizaje y no solo en momentos específicos, o en el peor de los casos al final de un proceso de aprendizaje (García-Peñalvo et al., 2020). Los resultados se darán a través de la evaluación, como el nivel de aprendizaje logrado y específicamente la evaluación del grado alcanzado y el desarrollo de la competencia para un buen desempeño (García-Peñalvo, 2018). Por otra parte, la evaluación basada en competencias, responde a un desafío educativo, relacionándolo al dominio del aprendizaje más que a los componentes del diseño del aprendizaje, donde el conocimiento y la tecnología demandan mayor competencia para acceder al mercado laboral (Gallardo, 2020).
Las instituciones educativas se enfrentan a un escenario en el cual el estudiante viene a ser el objeto principal del proceso de enseñanza aprendizaje, llevando hacia una reestructuración del sistema y herramientas de evaluación coherente al nuevo escenario (Hidalgo, 2020). Existe necesidad de aplicar nuevos métodos educativos, siendo imperioso asegurar procesos en el cual se adapten metodologías evaluativas; para que la evaluación de competencias sea compartida entre docentes y estudiantes, brindando mayor valoración a la evaluación dentro del proceso enseñanza aprendizaje (Espinoza, 2018).
A fin de conocer investigaciones acerca del tema, se planteó como propósito, describir y analizar la importancia de la evaluación basada en competencias, para identificar su impacto en el logro de niveles óptimos de competencias en los egresados para insertarse a un mercado laboral cada vez más exigente.
METODOLOGÍA
La metodología empleada fue la revisión sistemática descriptiva, cuya representación dentro de la jerarquía de la evidencia, es el mayor nivel, toda vez que están conformadas por artículos y fuentes informativas y que su revisión describe de manera transparente el proceso de elaboración, recolección selección, evaluación y resumen con respecto a una pregunta de estudio (Moreno et al., 2018).
El proceso de búsqueda fue a través de estudios relacionados con las variables la evaluación por competencias y educación superior publicados los últimos cinco años en los idiomas inglés, español y portugués; las palabras clave fueron: “evaluación por competencias” “competency assessment”, Educación superior”, “higher education”, “competencia”, “competence”, “evaluación”, “assessment”, “avaliacao” y el uso de boleanos [“and”, “or” y “not”]. Se elaboró una base de datos Excel que contenía autor/año, base de datos, revista, título y método. Se elaboraron criterios de inclusión para cada artículo 1) se elige que en el título y resumen lleven las palabras clave, 2) estén indexadas en las bases de datos precisadas, 3) artículos que aún sin ser indexados tenían información importante. Los criterios de exclusión fueron: 1) No estar indexados en la base de datos o estar indexados erróneamente, 2) Artículos de revistas con el tema poco relevante, 3) artículos duplicados. Se recolectaron 117 artículos con los criterios elaborados previamente para luego clasificarlos, se seleccionaron 20 artículos, que fueron analizados y sistematizados, los cuales fueron representados en el diagrama de flujo PRISMA.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Se identificaron un total de 117 artículos científicos y se seleccionaron 20 artículos para desarrollar el estudio, cuyos datos están contenidas en la Tabla 1 que lleva las categorías referidas a autor y año de publicación, base de datos utilizada, revista en la que se publicó, país y lengua, y la denominación del artículo.
La Figura 2 muestra que de los artículos clasificados el 13 (65%) corresponden a la base de datos SciELO, 4 (20%) a Scopus, y 3 (15%) a Web of Science; comprendiendo a revistas de Latinoamérica, Asia y África.
En cuanto a las publicaciones de las revistas, en los últimos cinco años se encontraron 15 (75%) artículos seleccionados en español, 3 (15%) en portugués y 2 (10%) en inglés; lo cual es evidenciado en la Figura 3.
De igual manera se organizaron datos relacionados a los resultados y aportes por cada autor, cuyas categorías fueron, autor/año, título del artículo, método y resultados. Para un mejor análisis y sistematización de la información. En la Tabla sistematiza datos del autor/año, título del artículo, método y resultados o aportes.
El empleo de la evaluación por competencias, es un proceso importante para lograr los propósitos de aprendizaje, las cuales deben estar relacionadas a la formación laboral (Cañadas et al., 2021). Se considera como parte de un modelo de evolución tradicional de la enseñanza, a un modelo de aprendizaje que intenta dar respuesta a demandas en educación superior, estando expresado en el modelo educativo (Pavié et al., 2022). En ese sentido exige estándares para el análisis y que junto a las evidencias puedan demostrar lo exigido, para ello debe estar vinculada al diseño formativo, mostrando oportunidades para la innovación para beneficiar a los estudiantes, requiriendo un nuevo abordaje de la evaluación centrada en el aprendizaje de cara al nuevo siglo (Alberti y Rausseo, 2021; Bonnefoy, 2021; Betancur y Mancebo, 2018 y Lito et al., 2021).
Los autores coinciden que el diálogo que mantienen el estudiante con el docente desarrolla su autonomía mejorando su desempeño (Quiñones et al., 2021); en este entender la evaluación por competencias requiere de la reflexión permanente para alinear el currículo frente a las demandas formativas de los estudiantes en armonía con las nuevas demandas sociales, así como la necesidad del análisis de las acciones pedagógicas que conduzcan al logro de competencias y permitan a los estudiantes socializar, dialogar y movilizarse para desempeñarse en cualquier espacio profesional. (Belem et al., 2018; Betancur y Mancebo, 2018 e Issakova et al., 2019).
La evaluación por competencias tiene un sentido formativo y es una oportunidad para la mejora de los aprendizajes, fomentando en los estudiantes responsabilidad crítica y autocrítica, valorando su desempeño individual y colectivo, haciendo que éstos sean comprometidos en sus propias prácticas y aprendizajes y basado en la retroalimentación no solo en la construcción del aprendizaje sino también en la valoración del producto final (Bizarro et al., 2019 y Quiñones et al., 2021).
En la actualidad la sociedad está frente a una crisis debido a las nuevas variaciones en el conocimiento y tecnología, demandando mayor competencia para tener acceso al mercado laboral; en ese marco se hace necesario que exista una interrelación entre evaluación y aprendizaje conjuntamente con el uso de la tecnología, se requiere promover la transformación de la evaluación no solo con políticas sino también con voluntades desde un nivel de mayor jerarquía y se encamine propuestas multi, inter y transdisciplinares para desarrollar metodologías para entender la educación (Ibarra-Sáiz et al., 2020; Bizarro et al.; 2019 y Ortiz-Revilla et al., 2021).
La evaluación basada en competencias tiene ventajas, puesto que fomenta la autonomía y responsabilidad del estudiante optimizando su proceso de aprendizaje individual dado que éste es el actor principal de este proceso permitiendo la mejora de los procesos de enseñanza aprendizaje, tendiente a mejorar las competencias de forma significativa (Delgado y Bravo, 2022; Pavié et al., 2022; y Crespí y García-Ramos, 2021).
Así mismo, la evaluación por competencias cuenta con diferentes formas de medir el desempeño de los estudiantes, basado en estándares de calidad y su propósito es determinar cuánto domina la competencia, el mismo que cuenta con criterios de evaluación para evidenciar aspectos a mejorar (Hortigüela et al. 2019), considerando que la evaluación por competencias permite aproximarse al grado de dominio de una habilidad, conocimiento o actitud de parte del estudiante. El desarrollo de competencias se sustenta en participar, retroalimentar, auto regular y emitir un juicio de la evaluación, sumados al uso de tecnologías para una evaluación eficiente (Ibarra-Sáiz y Rodríguez-Gómez, 2020 y Bizarro et al., 2019).
Entre las ventajas también la evaluación por competencias requiere la base del conocimiento, así como del diálogo entre agentes para llevar a cabo un encuentro entre lo formativo es decir un proceso personalizado al estudiante y lo auténtico en que los conocimientos y habilidades consideren el mundo real, aportando a los docentes avances significativos, donde la base para el logro de competencias es el conocimiento; sin embargo, se debe tener en cuenta la autoestima, autoevaluación y reflexión (Alberti y Rausseo, 2021; Bonnefoy, 2021; Ruiz-Cabezas et al., 2022 y Hortigüela et al. 2019).
De igual manera, el trabajo centrado en las personas en la evaluación de competencias demanda de conocimientos y como tal fomenta el diálogo entre docentes y estudiantes, requiriéndose evaluar el desarrollo de estrategias del desempeño de los últimos en situaciones reales aumentando la fiabilidad y seguridad en el logro de aprendizajes, para que al egresar tengan comportamientos competentes en situaciones cotidianas (Bonnefoy, 2021; Morales et al., 2020; Ramírez-Díaz, 2020 y Sueros et al., 2019).
Durante la evaluación por competencias el docente identifica debilidades y limitaciones de los estudiantes para asegurar la retroalimentación proponiendo medidas que aseguren la mejora continua, logrando que los estudiantes logren capacidades para trabajar en equipo, adquirir liderazgo, tomar de decisiones y perseverar en el logro de sus metas (Sueros et al., 2019; Betancur y Mancebo, 2018 y Villalba y Muñoz, 2018).
Finalmente, la evaluación por competencias muestra una limitación evidente producto de la evolución de ésta, observándose que, en los trabajos desarrollados, el abordaje de las dimensiones tradicionales con poca innovación, adoptan y repiten las mismas ideas ya construidas (Ortíz-Revilla et al., 2021) requiriendo la elaboración de nuevas propuestas y estrategias a las nuevas generaciones de estudiante en un mundo de marcados cambios en el presente siglo (Betancur y Mancebo, 2018).
CONCLUSIONES
La evaluación por competencias en la educación superior viene consolidándose con la presencia de la tecnología y la industrialización, en la que hay nuevos conocimientos y se debe dar paso a las nuevas demandas de profesionales y brindar mayores competencias a los estudiantes, favoreciendo su desempeño para el mercado laboral en un mundo cambiante; por tanto, es importante reconocer que a través de la evaluación por competencias se puede asegurar los logros de aprendizaje alcanzado por el estudiante, siendo éste quien tiene el papel representativo y activo, donde la evaluación no es exclusivo del docente, por ello es imprescindible la autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación, aspectos que deben ir de la mano con la autoestima y autorreflexión.
Los docentes al desarrollar la evaluación también mejoran sus competencias, muestran mayor diálogo e indagan sobre las limitaciones de los estudiantes, desarrollando la retroalimentación para proponer medidas de mejora continua y considerándola como aspecto fundamental de la evaluación. Desde el punto de vista de la investigadora es importante el desarrollo de investigaciones que busquen nuevas formas de abordaje de la evaluación por competencias en la educación superior, toda vez que de ello depende el desarrollo del país; así mismo se hace necesario un trabajo de gestión territorial en el cual exista una real participación e involucramiento entre las autoridades, sociedad civil y la población a favor de la educación.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaramos que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.