INTRODUCCIÓN
Perú no estaba preparado para vivir una pandemia como la experimentada por el COVID-19, la emergencia sanitaria decretada por el gobierno de turno (1) tomó desprevenidos al personal de salud de todas las instancias, quienes se vieron más afectados emocional y físicamente. Según el Colegio de enfermeros de Perú (2) se registraron hasta el momento más de cuatro millones de infectados y 212 mil muertes. siendo uno de los países con mayor registro de fallecidos a nivel mundial que en total registra cerca del 1% de la población mundial equivalente a 6,565,787 personas al mes de octubre de 2022.
El Colegio Médico de Perú (3) reporta que en Iberoamérica fallecieron 4639 médicos y en Perú se registraron 573 muertos a julio del 2022 que, represento al 6% de los médicos en Perú, cifra muy elevada más aún porque el país tiene déficit de personal de la salud. Esta cifra evidencia la falta de preparación para afrontar un problema de tan grande magnitud. Como manifestó Cruz (4) no se contaba con equipos médicos, medicinas, implementos de protección ni conocimiento de cómo se transmitía la enfermedad, sobre todo en los lugares más alejados de la capital. De acuerdo con lo expresado por Ricci y Ruiz (5); García Iglesias et al. (6) coinciden en que las condiciones expresadas líneas arriba pueden causar estragos en la salud mental del personal de la salud, manifestándose en incremento de ansiedad, síntomas depresivos, insomnio, negación, ira, temor entre otros síntomas.
El stress causado por la pandemia no solo se debe al contacto del personal de salud con los pacientes infectados, sino además por el temor de transmitir la enfermedad a su entorno laboral y familiar. Fueron momentos muy duros los que se vivieron especialmente en el año 2020 donde la falta de oxígeno generaba exacerbación desmedida en la población peruana con menores recursos económicos y falta de accesos a los servicios de salud (7). Otro dilema que linda con lo ético, eran los criterios jurídicos y biomédicos con los que tenían que decidir los médicos para otorgar una cama en la unidad de cuidados intensivos UCI a los pacientes que lo necesitaban (8), cabe mencionar que al inicio de la pandemia el Perú solo contaba con una cama UCI por cada 100 mil habitantes. Ante esta cruda realidad se plantea la interrogante ¿Cuál es el nivel impacto de evento y los factores asociados provocado por la pandemia en los profesionales de la salud? preguntas que abordaron en la investigación, cuyo objetivo de estudio fue caracterizar el impacto de la pandemia por COVID-19 en profesionales de la salud.
La carga psicológica de los profesionales de la salud de estuvieron en primera línea, trajo como consecuencia afectación en la salud mental; los datos reportados de trabajadores de la salud expuestos a pacientes con COVID-19 en la región de Whuan (9), evidenciaron la presencia de síntomas de depresión, ansiedad, insomnio y angustia, en los médicos y enfermeros, especialmente en mujeres que pueden conllevar a requerir intervención psicológica. La prevalencia de altos índices de ansiedad y estrés en las trabajadoras sanitarias también se evidencian en el estudio realizado en los hospitales de Odisha, que analizaron el estrés, depresión y ansiedad, presentándose niveles altos en médicos y enfermeras (10).
La propagación del virus demandó la atención médica bajo protocolos sanitarios que implicó un cambio en la vida del personal de salud, esto requiere cambios a nivel organizacional que contrarrestan el estrés laboral en los profesionales sanitarios (11). La morbilidad mental es alta en los profesionales de atención médica de cuidados intensivos de primera línea, que implica realizar intervenciones a nivel organizacional de las entidades hospitalarias. Se analizó factores como, temor a ser afectado, contagiar a sus familiares, privación del sueño entre otros; que pueden llevar a afectar la capacidad de decisión del profesional de la salud y presentar un incremento de la ansiedad, depresión y disociación peritraumática que motivó recurrir a uso de psicofármacos (12).
La pandemia generó una notoria afectación en la salud, donde la tasa de mortalidad evidenció la crisis sanitaria en diferentes países del mundo. Los trabajadores de la salud enfrentaron al COVID-19 y sufrieron el impacto psicológico que puso de manifiesto respuestas de afrontamiento frente a situaciones de estrés y agotamiento asociados a la depresión y ansiedad, la implementación de estrategias que permitan promover la resiliencia son necesarios para contrarrestar las repercusiones psicológicas de los trabajadores de la salud (13). El estrés traumático y postraumático vicario que se presentó durante el confinamiento evidencio los recursos de afrontamientos utilizados y la capacidad resiliente de los profesionales sanitarios de Grecia, que manifestaron estrategias adaptativas con el crecimiento postraumático vicario y desadaptativas con el estrés (14).
La resiliencia es un factor protector en el ser humano, que puede ayudar a afrontar la sobrecarga emocional que padecen las enfermeras que atienden directamente a pacientes del COVID-19, Tsouvelas et al. (15) afirmaron que las enfermeras expuestas a periodos prolongados de atención sanitaria durante la pandemia presentaron índices de moderados a altos de estrés postraumático, encontrándose que la activación de los recursos personales como la resiliencia puede ayudar afrontar y proteger de manera efectiva su salud mental. La actitud positiva frente al problema sanitario que acarreó el COVID-19, es una estrategia personal que ayudó a los médicos y enfermeras de Hunan (16).
Las revisiones de las investigaciones realizadas en Latinoamérica evidencian una alarmante realidad sobre la falta de expertos en enfermería frente al COVID-19, siendo deficiente debido a un déficit en la preparación de los enfermeros (17). La crisis de la salud cobró mayor fuerza en la pandemia al no tener conocimiento del autocuidado que los trabajadores de la salud que trabajaban en el área COVID-19 debían implementar para evitar contagiarse, además la preocupación está centrada en no contagiar a sus familiares; que conlleva a padecimientos como, estrés, depresión o ansiedad sin distinción (18). En Colombia, el estrés laboral, la ansiedad y el miedo que presentan los médicos no están asociados al centro donde laboran; sin embargo, comprueban que son propensos a desarrollar problemas de salud mental (19).
En Perú, la emergencia sanitaria se caracterizó por el alto contagio del virus y la falta de un tratamiento establecido, que contribuyo en afectar en algún grado la salud mental de los enfermeros de servicio de emergencia; a su vez el estar expuestos a situaciones estresantes presentan mayores recursos que les permiten regular sus emociones ante el dolor (20). La afectación y repercusiones psicológicas de la pandemia del COVID-19 evidencian la necesidad de trabajar en mejorar la calidad del sueño de los enfermeros (21). Las afecciones psicofísicas que padecen los profesionales de la salud son variantes, desde la ansiedad hasta cambios en el estilo de vida. Los trabajadores de la salud de Argentina presentan un incremento de depresión, ansiedad, consumo de tabaco y alcohol, así como un deterioro en, calidad y tiempo de sueño, relaciones afectivas y aumento de consumo de ansiolíticos (22). Para salvaguardar el bienestar psicológico de médicos y enfermeros son determinantes considerando que actúan como factores protectores y contrarrestan indicadores del síndrome de Burnout (23).
La pandemia por COVID-19 género diversas reacciones que podemos resumirlas como el impacto en la salud de las personas, este impacto directamente relacionado al nivel de estrés post trauma, el cual es considerado como una respuesta posterior sobre un evento catalogado como catastrófico (24), los profesionales de la salud reportaron depresión, estrés y ansiedad (25-27), considerando al impacto como la alteración emocional que produce manifestaciones en la salud en general (28,29).
La depresión, así como el estrés y la ansiedad se manifiestan de manera conjunta o de manera separada, estos síntomas se intensifican al encontrar casos positivos de COVID-19 (30). El suceso pone de manifiesto, que algunos trastornos de salud mental no han sido tratados debidamente, los cuales se van a agudizar en tiempos post pandemia. El impacto puede ser observado desde diversos reactivos; entre ellos la intrusión, por el cual el sujeto experimenta que la situación traumática invade su pensamiento en diferentes momentos, que pueden ocasionar pesadillas relacionadas al evento (31); de igual manera la evitación de modo que se evita pensar en el suceso, negando el impacto; y la hiperactivación que se manifiesta en la incapacidad para concentrarse y de controlar las reacciones, también como falta de sueño (32).
La ansiedad está relacionada con estados de estrés emocional, esas experiencias de ansiedad podrían explicar las conductas erráticas en la población, tales como la intensificación de gestos obsesivas como lavarse las manos continuamente, o usar productos desinfectantes, cuando se trata de tener contacto con personas que se desconoce su estado de salud (33).
MATERIALES Y MÉTODOS
La investigación siguió el diseño no experimental, descriptivo, transversal (34). El instrumento usado fue la Versión Española de la Escala de Impacto del estresor (EIE-R) de Baguena et al. (35) compuesto por 22 preguntas además considera como dimensiones intrusión, hiperactivación y evitación, validado y un valor de fiabilidad de 0.953. La población la conformaron trabajadores de hospitales y centros de atención de salud de diversos establecimientos de Lima y provincias en un número de 624, la muestra se extrajo con un margen de error del 3% compuesta por 394 profesionales de la salud; 280 mujeres y 114 varones, obtenido de forma no probabilística considerando como criterios de inclusión profesionales de salud activos durante la pandemia por COVID-19. La recolección de los datos se realizó a través de un formulario virtual y distribuido por medios digitales. Para el análisis descriptivo de datos se utilizó tablas de frecuencia cruzadas entre los factores de riesgo y el impacto del evento. Y el resultado inferencial se logró aplicando la prueba de Chi cuadrado para probar la asociación entre ellos.
RESULTADOS
En la Tabla 1 se observa que 187 profesionales sanitarios manifestaron que equivale a un 47.5% de impacto leve; 52.6% entre moderado y severo lo cual indicaría que la pandemia por COVID-19 dejó muchos estragos entre los trabajadores de la salud. En relación con los reactivos, la evitación dada por la negación del evento hay mayor manifestación en impacto moderado y alto en 54.1%, por encima de la intrusión o la experimentación del suceso en determinados momentos en 52.1%; y la hiperactivación 50.8% que produce reacciones sintomáticas como el insomnio. Estos resultados podrían estar explicado por un 63.2% de profesionales que se contagiaron de la enfermedad y el 52% que tuvo un familiar enfermo por COVID-19.
En la Tabla 2, en cuanto al sexo de los participantes, 280 que representan 71.1% son mujeres; y 114 (28.9%) son varones. De los cuales se evidencia que las mujeres tuvieron mayor impacto que va entre moderado a severo en un 53, 9% en comparación a los hombres que reportaron un 44,1%. En cuanto al área del trabajo fue mayor el impacto presentando una tendencia de moderado a severo (53,6%); en la misma línea los que se contagiaron con COVID-19 en un 57%; en relación a la gravedad del contagio un 60%; mientras que quienes perdieron un familiar fue de 57,9 %; y, entre los que se contagiaron 55.6%.
En la Tabla 3, las profesiones más representativas son enfermeras(os) 27.4%; médicos 23.6%; Tecnólogo médicos 19.3%; Obstetras 17.8%; Q.F 4.6%; Odontólogos 3.6%; y personal técnico sanitario 3.6%. En relación con los grupos profesionales se observa que existe un impacto moderado en las 51 enfermeras que equivalen a un 47,2% de los profesionales; seguido de los 40 médicos que representa un 43%, quienes se encontraban en la primera línea de trabajo en los centros de atención. En los datos revisados se distingue que un impacto que tiende de moderado a severo en un 53,8% y 54,6% en los médicos y enfermeras respectivamente. Finalmente, el impacto leve se manifiesta en el personal técnico, y en los químicos farmacéuticos 50% y 61,1% respectivamente, quienes son los que menos contacto directo tuvieron con los pacientes infectados.
Finalmente, en la Tabla 4, respecto a la prueba de independencia se identificó una asociación entre el impacto del evento con el contagio de COVID-19, con una significancia del p-value menor al 0.05.
DISCUSIÓN
Los resultados hallados indican que los profesionales de la salud reconocen la presencia de secuelas que ha dejado el COVID-19, si bien es cierto que los niveles de impacto no son muy trascendentales, este si se observa, y preocupa porque las manifestaciones propias de este impacto se viven en los centros de atención de salud. Se observaron algunas situaciones como el trabajo en el área COVID-19, la muerte de algún familiar cercano, así como el haberse contagiado, considerando que estos factores podrían contribuir a elevar el impacto de la pandemia. El análisis realizado preciso que solo el contagio de la enfermedad está asociado al impacto de evento, esto coincide con Lozano (27) en cuyo trabajo reporto presencia de ansiedad en los trabajadores que tenían mayor contacto con los contagiados por COVID-19.
En la muestra estudiada se tuvo en cuenta el sexo como un factor que favorece el impacto, se halló mayor trascendencia en las mujeres, que coincide con trabajos como el de Bose et al. (10,36) donde las manifestaciones de estrés y ansiedad eran mayores en las mujeres que en los varones; advertido por Segura y Pérez (37) en cuyo trabajo revelaron la existencia de un impacto diferencial en el estrés según género, entendiendo que los varones han sido criados para que cultiven la seguridad y la agresividad entre otros aspectos, mientras que las mujeres cultivan más los sentimientos, de ahí que la afectación es mayor en las féminas.
También en el trabajo de Bose (10), se encontraron evidencias de ansiedad y depresión entre médico y enfermeras, quienes, dadas las condiciones de la enfermedad, se encontraban más cerca de los pacientes, una situación que eleva este impacto es la condición de falta de personal que ocurre en el sistema de salud nacional; es conocida las brechas de recursos humanos en salud. De igual forma en el trabajo de Kang et al (36) quienes mostraron preocupación por el deterioro de la salud mental de galenos y enfermeras, que se manifestó por el alto índice de profesionales que solicitaba asistencia psicológica.
En el trabajo de Inga y Arosquipa (38) se precisó que hubo una mejora en la proporción de médicos y enfermeros en relación con el 2006, el último reporte de ENAHO indico 25 profesionales por cada diez mil habitantes, además la relación médico-enfermera era de 1-1 pero que sigue siendo insuficiente. Es necesario tomar en cuenta que en el país se reportó brechas en recursos humanos y falta de equipos y materiales (39), lo cual explicaría el impacto en el personal sanitario, que fue mayor entre los que se contagiaron por el contacto con los enfermos. Sin embargo, en un estudio nacional del 2021 (40) que utilizo similar instrumento reporto impacto en un nivel subclínico 57.7%, frente a alto y moderado de 42.3%, dilucidando que los profesionales del Perú están acostumbrados a trabajar en medio de las dificultades del sistema, precisados por Barrios (39), respecto a la falta de recursos.
CONCLUSIONES
La salud mental es muy importante para todos, el estudio centro su objetivo en conocer el impacto provocado por la pandemia en los trabajadores del sector salud, hallando que, si ha habido un impacto que, sumando el nivel moderado con el severo, más de la mitad de los profesionales se han visto impactados, lo cual llevaría a manifestaciones tales como el estrés, depresión y la ansiedad. Urge a las autoridades tomar cartas en el asunto y generar mecanismos de atención a su usuario interno.
El nivel de impacto generado por el COVID-19 en los profesionales de la salud que participaron de la investigación fue de 52,6% entre moderado a severo, frente a un 47,5% de impacto leve; resultado que permite reflexionar ante la necesidad de una atención a la salud mental de estos profesionales.
Entre los factores estudiados, se identificó que el hecho de haberse contagiado con el virus generó un impacto significativo. El cual no pudo ser controlado por las brechas que existen en los recursos humanos y escases de equipos de protección personal.