INTRODUCCIÓN
Las actuales exigencias de requerimientos en el aspecto educativo mundial por brindar aprendizaje de calidad deben estar basados en una evaluación formativa, la cual necesariamente cumple un rol importante en el desarrollo de competencias durante los procesos de aprendizaje (Fraile et al., 2019). En Latinoamérica, la evaluación presenta una problemática cuando se refiere al uso de instrumentos formativos por parte de los docentes que presentan resistencia al cambio enfocados en métodos tradicionales de evaluación (Pérez et al., 2019).
La evaluación, como tal tiene dos campos de acción, por un lado, está la evaluación formativa, y por el otro, la sumativa. La primera tiene como fin específico el desarrollo de un aprendizaje responsable y consciente en los alumnos; este proceso se da gracias a que existe un acompañamiento por parte de los docentes quienes tienen la tarea de conducir de forma sistemática el aprendizaje (Cruzado, 2022). La evaluación formativa es un mecanismo usado para mejorar o desarrollar cualquier proceso en el educando, donde los estudiantes de forma cíclica hacen seguimiento, recopilan y procesan las informaciones conjuntamente con el docente para obtener resultados que en el tiempo permitirán tomar decisiones o emitir juicios concluyentes sobre el aprendizaje (García et al., 2021). Por lo tanto, la evaluación como tal no solo debe basarse en acumular teorías, sino en desarrollar habilidades, así como actitudes (Cañadas et al., 2021).
Según Hidalgo (2021) la evaluación formativa es un proceso colaborativo entre estudiantes y docentes que comparten objetivos de aprendizaje, donde el docente evalúa continuamente el progreso hacia estos objetivos para alcanzar las metas establecidas. En contraste, la evaluación sumativa utiliza instrumentos centrados en medir el rendimiento del estudiante, priorizando el resultado final sobre el proceso y otros aspectos implicados (Pérez-Gómez, 2004, citado en Mellado-Moreno et al., 2021; Valles y Mota, 2020). Sin embargo, también puede ser vista como una herramienta para identificar áreas de mejora y determinar los materiales y procedimientos más apropiados (Mellado-Moreno et al., 2021).
En concordancia, Quintana (2018) menciona, como se cita en Asiú et al., (2021) que la evaluación formativa tiene un impacto significativo en el aprendizaje cuando se proporciona retroalimentación efectiva. Esta retroalimentación positiva es fundamental para que los estudiantes mejoren su desempeño académico y reciban apoyo por parte del docente para alcanzar sus metas educativas. Además, la evaluación formativa fomenta la reflexión tanto en los estudiantes sobre su proceso de aprendizaje como en los profesores sobre sus métodos de enseñanza. En sintesis, este enfoque de evaluación contribuye a crear un ambiente de aprendizaje más positivo y fortalece las relaciones entre docentes y alumnos (Asiú et al., 2021; Falcón et al., 2021).
Así mismo, permite que el estudiante participe en procesos centrados en estrategias metacognitivas que lo ayuden a resolver desde lo general problemas de diferentes niveles de dificultad; esfuerzos recompensados por usar su propio pensamiento; comprensión de la relación entre el rendimiento pasado, comprensión de lo actual y características puntuales de su éxito; y reconocimiento como jefes de su aprendizaje. A grandes rasgos, la evaluación formativa focaliza no sólo los resultados que se obtienen en el proceso de enseñanza y aprendizaje, sino que genera aspectos como la reflexión y el diálogo, esenciales para la formación de los estudiantes (Herrero-González et al., 2021).
Por su parte, para Rodríguez (2019) la evaluación formativa es aquel conjunto de prácticas cuya dirección está enfocada no solo en los ejercicios sociales, sino también en las experiencias que los estudiantes logran acumular a lo largo del tiempo, generando, en su conjunto, una serie de procesos de autoaprendizaje que van desde la reflexión y la metacognición. Asimismo, Torres (2017) como se citó en Intriago et al., (2020), señala que esta es un proceso a través del cual se llega a compilar toda la evidencia de un proceso de enseñanza y de aprendizaje, y al analizarlos, tanto los estudiantes como los docentes pueden reorientarlos en beneficio de ellos mismos.
En consecuencia, Vizcarra y Maguiña (2022) indican que la evaluación formativa puede estar compuesta de cinco estrategias: Debe contar con un objetivo claro que permita la identificación y claridad necesaria para conocer la orientación del proceso de enseñanza aprendizaje; temas faciles de comprender orientados al manejo del dialogo y la reflexión; una retroalimentación que permita el aprendizaje significativo del estudiante; y un enfoque motivacional orientado al interes del estudiante.
Estas estrategias que permiten una relación de valor entre el docente, compañeros y estudiantes, buscan el desarrollo de un aprendizaje consciente y responsable a través del acompañamiento por toda la ruta del proceso de enseñanza y aprendizaje de una forma sistemática. Teniendo en cuenta que para ello se deben utilizar diversos instrumentos y técnicas necesarios en la evaluación formativa como la observación, rúbricas, lista de cotejo, portafolio, entrevistas y registros de desempeño (Segura, 2018). Al igual que los procesos metodológicos como el interrogatorio, coevaluación, autoevaluación y la retroalimentación (Cardona, 2018). Elementos que servirán de apoyo para lograr una evaluación formativa efectiva y de calidad.
Estas estrategias aplicadas a la evaluación formativa parecen no seguirse en países como Perú, donde el sistema educativo presenta dificultades al momento de aplicar las evaluaciones de aprendizaje a los estudiantes, limitándose al sistema tradicional, sin seguimiento o retroalimentación de la información en perjuicio de los estudiantes de todos los niveles educativos (Beriche y Medina, 2021). Esto trae como consecuencia, la falta de apoyo sistemático a estudiantes de bajo desempeño educativo que se encuentran en la necesidad de apoyo pedagógico mediante propuestas de aprendizaje innovadoras y una evaluación orientada a sus logros (Castillo, 2018; Muriel, 2020).
Desde el punto de vista del docente, su formación habla de la dirección errónea en materia de evaluación, su proceso de desarrollo cognitivo estuvo plagado de modelos y enfoques donde la calificación era la prioridad para el éxito académico, dejando de lado los aspectos formativos, con prácticas enfocadas en lo tradicional, la evaluación sumativa, aprendizaje memorístico, colocando en segundo plano los intereses del educando, dando prioridad a la prueba cuyo resultado ha sido siempre el mismo, y dejando al margen otros procesos de mayor relevancia para el aprendizaje (Abella et al., 2020). El docente, en este caso debe comprender que los procesos pedagógicos actuales se centran en mejorar en el estudiante la comprensión, control e identificación de la principales y posibles dificultades que puedan ser corregidas a través de las estrategias de evaluación formativas (Cunill y Curbelo, 2021). Y olvidarse de los procesos punitivos donde se calificaba solo lo bueno o malo sin prestar atención al proceso (MINEDU, 2019).
Lo descrito, interrelaciona a la evaluación directamente con el aprendizaje y se debe aprovechar la etapa de transición que se viene ofertando desde los diversos entes educativos para adoptar la evaluación formativa como instrumento de mejora en el proceso de enseñanza-aprendizaje (Pérez et al., 2019; MINEDU, 2019). Por lo anterior, la presente investigación tiene como propósito analizar estrategias de evaluación formativa aplicadas por los docentes universitarios durante el periodo 2018 -2022.
METODOLOGÍA
La metodología empleada comenzó con la elaboración de un proceso de indagación para llevar a cabo una revisión sistemática de la literatura sobre Evaluación Formativa en el ámbito universitario posterior a la pandemia. Este proceso se basó en la búsqueda de diversos documentos en bases de datos internacionales. Se emplearon conectores booleanos, específicamente "and" y "or", para optimizar los resultados de la búsqueda. Se privilegió el uso del conector "and" debido a su capacidad para filtrar resultados más relevantes. Las palabras clave utilizadas fueron en inglés: "university formative evaluation and Teachers", con el objetivo de obtener investigaciones pertinentes y actualizadas con enfoques innovadores.
Las bases de datos consultadas incluyeron ScienceDirect (Scopus), Research4life y Springer Link para documentos en inglés. La búsqueda inicial arrojó un total de 845 artículos, abarcando el período de 2018 a 2022, como punto de partida después de la pandemia. Se procedió luego a un proceso de selección riguroso para garantizar la validez y confiabilidad metodológica de los resultados. Se establecieron criterios de inclusión, como artículos en inglés, estudios centrados en la evaluación formativa universitaria desde la perspectiva docente, y la publicación en revistas arbitradas indexadas en las bases de datos mencionadas, entre enero de 2018 y septiembre de 2022, con referencia directa a Ciencias Sociales y Educativas (Tabla 1).
Los criterios de exclusión incluyeron artículos de revisión, aquellos que no estaban relacionados con el área de estudio, sin acceso al texto completo, duplicidad de información, y aquellos que carecían de relevancia científica o metodológica, así como libros, capítulos de libros o conferencias.
Después de aplicar estos criterios, se seleccionó un total de 123 artículos para una revisión inicial. De estos, se eligió un primer grupo de 68 artículos que cumplían con la temática de estrategias de evaluación formativa en el ámbito universitario y que estaban publicados en las bases de datos mencionadas entre 2018 y 2022 (Tabla 1). Luego, se realizó una lectura de los resúmenes para verificar su relación con el título y se seleccionaron 24 artículos finales que estaban directamente relacionados con el objetivo de la investigación. En esta etapa final de lectura, se analizó el enfoque y los resultados de cada estudio para identificar las estrategias aplicadas por los docentes en las aulas universitarias.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
En función de la revisión exhaustiva luego de aplicados los criterios de inclusión y exclusión, se enviaron a análisis metodológico un total de 24 artículos que contaban con tema acorde a la investigación planteada, metodología con profundidad analítica y resultados que aporten nuevos hallazgos a la comunidad científica (Tabla 2).
Durante el proceso de revisión se pudieron hallar relevantes, así como destacados resultados de los artículos que fueron sometidos a la revisión, los cuales guardan una estrecha vinculación no solo con el objetivo del estudio, sino con los principales aportes que estos estudios dejan en el campo de la investigación como tal. Por otro lado, se pudo comprobar la importancia de la evaluación formativa en el contexto educativo superior, existiendo una conexión con los estudios mostrados en la Tabla 2.
En lo que concierne al estudio referido, la evaluación formativa forma parte de los criterios necesarios que un docente cuenta para transmitir los conocimientos. La evaluación formativa, tal como lo han señalado, Veugen et al., (2021) es una de las estrategias más efectivas y que esta debería ser un elemento central de la enseñanza. Sin embargo, para que la evaluación formativa sea mucho más efectiva es indispensable que tanto el docente como el estudiante trabajen en conjunto; esta acción hará no solo que los contenidos sean captados de una forma mucho más clara, sino que también se den y se logren los objetivos de aprendizaje contemplados, así como establecer nuevos criterios para el logro de los objetivos (Granberg et al., 2021).
No obstante, la formación debe ser y estar en una constante revisión, asimismo, generar espacios de reflexión en torno a la práctica docente, sin embargo, es importante que así como la sociedad como tal tiene sus propias exigencias en cuanto a la formación de los docentes, es también el papel de las universidades formar a los docentes, no solo en estrategias, metodologías, sino también en facilitar los requerimientos indispensables, todo ello con el objetivo de formar a los estudiantes en todos los ámbitos, estos incluyen, estrategias situadas (Fjørtoft y Sandvik, 2021) tecnología y ambientes que propicien el aprendizaje, así como mediciones que en la actualidad aún subyacen en los procesos educativos que, en ocasiones pueden no ser convenientes para el aprendizaje (Blanco et al., 2022), también celebrar la incorporación de procesos dialógicos que bien pudieran ser claves para el aprendizaje; esto es debido a que los espacios de aprendizaje han cambiado de forma radical, sobre todo en tiempos de pandemia, y posterior a ella, cuyo escenario generó sustanciales cambios (Zou et al., 2021; Veerasamy et al., 2022; Chan, 2021; Yang et al., 2022). Por lo que se hace necesario, que tanto la evaluación como la formación sirvan para detectar los posibles inconvenientes que se lleguen a presentar durante el aprendizaje (Li, 2022), de igual modo, sirven para aclarar las percepciones que tienen los representantes en torno a la formación, a pesar de la débil existencia de estudios sobre el tema (Nieminen et al., 2021).
Ahora bien, la evaluación formativa puede servir, además de lo mencionado, como predictores para medir cuán significativo ha sido el proceso de aprendizaje en los estudiantes (Zhang et al., 2022). Asimismo, con la retroalimentación que se da entre los actores involucrados en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, el cual puede mejorar sí y solo si estos procesos se mantienen en el tiempo, los cuales pueden ser beneficiosas no solo en cuanto al conocimiento, sino en el desarrollo y en la retención de la información (Molin et al., 2021), además de ser desafiante, sobre todo en tiempos críticos como los vividos durante la pandemia (Jensen et al., 2021). No obstante, para que exista una retroalimentación verdadera en cuanto a evaluación formativa se debe contar con una capacitación permanente, todo ello para garantizar su éxito, y de este modo, asegurar que tanto el docente como el estudiante se integren en la dinámica de aprendizaje. Tambien, saber hasta qué punto los procesos retroalimentativos que subyacen en el aprendizaje son tan efectivos (Dmoshinskaia et al., 2021), además de útiles ya que estos pueden mejorar la formación y la evaluación, y muy oportuna, porque es un proceso efectivo cuyo fin es valorar el desempeño de los estudiantes, no solo en el logro de los objetivos planteados, sino en la motivación, la autonomía y la reflexión (Olafsdottir et al., 2022; Casa - Coila et al., 2022) aun tratándose de ambientes virtuales, incluso llevados a cabo luego de la crisis pandémica.
En el caso de la formación mediante la virtualidad se debe no solo contar con las herramientas adecuadas para tales fines, sino con la capacitación y evaluación necesaria, de este modo, se garantiza el desempeño oportuno de los docente (Taylor et al., 2022). Durante el proceso de aprendizaje, el estudiante debe tener conciencia acerca de su proceso de formación, pero este debe darse en dado caso como sentido, como escenario y como ruta en su aprendizaje. En ese mismo sentido, deberá estar también la evaluación cuyo horizonte debe estar abrazado a los principios de formación constante (Cigogninia y Di Stasiob, 2022).
Tradicionalmente, la evaluación se ha empleado, por lo general, para sumar los aprendizajes de los estudiantes, no obstante, una evaluación formativa debe contemplar otros aspectos inherentes al proceso de enseñanza, todo ello con el objetivo de saber cuáles son aquellos conocimientos que se pueden reorientar, también sobre los pasos a seguir por parte de los docentes (De Vriesa et al., 2022).
CONCLUSIÓN
Los diversos hallazgos demuestran que la evaluación formativa se hace efectiva cuando los estudiantes y docentes trabajan en conjunto y a base de cooperación en el proceso de enseñanza-aprendizaje, puesto que sigue siendo necesario que el estudiante se apodere de su proceso de formación. El trabajo cooperativo causará un efecto moldeador de la evaluación formativa puesto que esta herramienta permite que los contenidos se capten de manera más clara y se puedan lograr los objetivos propuestos en el curso. Se debe asumir una constante revisión de los procesos y generar espacios de reflexión que sirvan de guía para orientar las estrategias formativas a utilizar en la evaluación de los educandos.
Otro de los aspectos relevantes de la evaluación formativa en la cual diversos autores se encuentran en pensamiento, tiene que ver con lo concerniente a la retroalimentación como pieza clave en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y estrategia fundamental para mejorar los aspectos claves de la evaluación. Tener presente que la tecnología y ambientes que propicien aprendizajes constructivos con apoyo de la evaluación formativa forman parte del nuevo modelo estratégico para evaluar.
La evaluación formativa servirá para detectar los posibles inconvenientes que se presenten en el desarrollo del aprendizaje, es recomendable que el docente se apoye en esta herramienta para cubrir los objetivos propuestos; utilizar predictores de la evaluación formativa que puedan medir el proceso y conocer que tan significativo ha sido para el estudiante.
El uso de la coevaluación, autoevaluación y heteroevaluación serviran de apoyo en los procesos de evaluación cuando esta es formativa para mejorar la captación de conocimiento por parte de los estudiantes.
CONFLICTO DE INTERESES. Las autoras declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.