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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.41 La Paz  2017

 

SOCIOLOGÍA DE LA SEXUALIDAD

 

El estudio de las prácticas
sexuales en Bolivia

 

The studyof sex practices in Bolivia

 

 

Natalia Lucía Siles Costa1
Fecha de recepción: julio de 2017
Fecha de aceptación: septiembre de 2017

 

 


Resumen

El artículo plantea que el estudio de las prácticas sexuales no es irrelevante para la disciplina sociológica, ni tampoco algo relativamente novedoso como suele pensarse y plantea un balance de cómo se ha estudiado este tema en las ciencias humanas y sociales en Bolivia. En base a la obra de Morrow (2008), principalmente, se explica la historia de la relación entre sociología y prácticas sexuales en Estados Unidos y Europa e intenta aterrizar en lo que ocurre en Latinoamérica con apoyo de otras fuentes. Por otra parte, en base a una revisión bibliográfica de los textos que se han producido en Bolivia en relación a las prácticas sexuales, se plantea una categorización de cómo se ha abordado el tema y qué aspectos pendientes existen.

Palabras clave: sociología, sexualidad, prácticas sexuales


Abstract

The paper argues that the study of sexual practices is not irrelevant to sociology nor something relatively recent as it is usually thought, and raises a balance of how this subject has been studied in human and social sciences in Bolivia. Based on Morrows work (2008) mainly, it explains the history of the relationship between sociology and sexual practices in the United States and Europe, landing on what happens in Latin America with the support from other sources. On the other hand, based on a bibliographical review of what has been written in Bolivia regarding sexual practices, it states a categorization of how the subject has been approached and what is still pending.

Keywords: sociology, sexuality, sexual practices


 

 

Introducción

Estudiar las prácticas sexuales desde la sociología parte del interés de establecer la relación de este tema con los procesos socio-culturales e identificar qué pueden decirnos las prácticas sexuales de las personas sobre un determinado grupo o sociedad. Asimismo, con frecuencia se cree que hablar de sexo o relaciones sexuales se reduce a hablar de una relación coital entre dos personas, por lo que nada tendría que interesarle a la investigación social.

Al emplear el término "prácticas sexuales" quiero mostrar que se trata de algo mucho más amplio y complejo. Las prácticas sexuales involucran los actos, los deseos y las creencias sobre las relaciones sexuales, que pueden ser individuales o pueden tratarse de códigos compartidos por un grupo o una sociedad (normas, valores, juicios). Una persona puede realizar una práctica sexual sin tener contacto directo con otra persona (masturbándose, viendo pornografía, fantaseando) o teniendo contacto no físico (mediante conversaciones sexuales por teléfono o chat, por ejemplo) o físico con otras personas, que es lo más conocido. Entonces, se trata de hablar no sólo de acciones que van más allá del coito (como sexo oral, anal, besos, caricias, uso de instrumentos y tecnologías...), sino también de distintos tipos de relaciones sociales entre las personas (relaciones sentimentales, de género, de poder...), las que también están insertas en estructuras económicas, políticas y culturales. En ese sentido, podría decirse que una práctica sexual es cualquier acción orientada o relacionada a la obtención de excitación y placer sexual, lo cual involucra hablar de un placer genital, pero no se reduce a eso. Además, debido a que muchas veces las prácticas sexuales pueden estar atravesadas también por prácticas violentas, no creo que se pueda decir que el "placer" está siempre involucrado en una práctica sexual, sino que se trata de algo más complejo. Es así que intentar conocer o comprender las prácticas sexuales, algo que suele ser vivido por la mayoría de las personas, no tendría por qué ser ajeno a la sociología. Quizás incluso puede que sea, como dice la autora de un estudio sobre sexualidad en países árabes, que "si queremos realmente conocer un pueblo, hay que empezar por mirar dentro de sus habitaciones" (El Feki, 2014: 12).

Este trabajo se organiza en dos partes. La primera es una historia de la relación entre la disciplina sociológica y el estudio de las prácticas sexuales, tratando de mostrar que se trata de una relación de larga data, pero que con mucha frecuencia lxs sociólogxs desconocemos. La segunda parte contiene hallazgos de una revisión bibliográfica a propósito de los estudios en torno a las prácticas sexuales que se han hecho en Bolivia, analizando qué contribuciones y limitaciones existen y qué cosas pendientes quedan para la sociología.

 

1. Una breve historia del estudio de las prácticas sexuales desde la sociología

En general, se considera que la relación entre la sociología y las prácticas sexuales data recién a partir de mediados del siglo XX, considerándose también que antes de ese momento el abordaje científico del sexo estaba relegado únicamente a la biología y la medicina. Esto fue precisamente lo que yo misma deduje cuando comencé a buscar información sobre el tema, llegando a considerar que los famosos Informes Kinsey (1948, 1953, Estados Unidos), a los que me referiré más adelante, eran los estudios pioneros de lo que podríamos llamar una sociología de las prácticas sexuales. No fue sino hasta que hallé la obra del doctor en Sociología y docente en la Universidad de Sidney, Ross Morrow, que pude ver que estaba equivocada, adquiriendo así una visión mucho más completa del asunto. Morrow plantea que lxs sociólogxs no hemos comprendido bien la historia de nuestra disciplina en relación a lo sexual y rechaza la difundida aceptación de que ésta se inicia, en occidente, en un contexto posterior a la Segunda Guerra Mundial, justamente con los Informes Kinsey, cobrando fuerza recién en la década de los 60-70 con el denominado proceso de "liberación sexual". El autor muestra que, en realidad, al menos desde mediados del siglo XIX y hasta antes de 1960 muchos sociólogos ya habían abordado en sus obras temas sexuales, sea de forma directa o indirecta. Y sorprende que este abordaje no lo desarrollan simples desconocidos, sino autores tales como Comte, Marx, Durkheim, Weber y algunos miembros de la Escuela de Chicago.

Morrow comienza por señalar que en la obra de Comte, Spencer y Marx, que data de mediados del siglo XIX, hay referencias, al menos en parte, a tópicos sexuales. Marx escribió sobre el sexo como un "poder natural" de las especies que podía socializarse o humanizarse, siendo esto un importante indicador del "auto-desarrollo humano". Él y Engels también escribieron sobre la sexualidad alienada del matrimonio burgués y la prostitución, la sexualidad en el comunismo y la necesidad de entender históricamente las relaciones sociales de la reproducción social humana. Por otra parte, Comte se refirió al "instinto sexual" como algo que podía ser satisfecho y disciplinado en el matrimonio para alcanzar la armonía, mientras que la libertad sexual resultaría en desorden social. Él pensaba que la superioridad de las sociedades occidentales en la vida social se debía principalmente a la monogamia. Por su lado, Spencer analizó "la pasión que une a los sexos", considerando esta pasión como la más compleja y más poderosa de todos los sentimientos (2008: 12). Morrow continúa explicando que, a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, sociólogos en Europa, como Letourneau, Durkheim, Westermack, Tönnies, Simmel, Weber y en Estados Unidos, Lester Ward y William Graham Sum-ner, continuaron escribiendo sobre temas sexuales. Para considerar algunos ejemplos de los autores más conocidos que se nombran: Durkheim abordó esto en varios trabajos, incluyendo El Suicidio, un artículo sobre la naturaleza y orígenes del tabú del incesto, una reseña sobre un trabajo de "matrimonios primitivos" y una discusión sobre educación sexual, entre otros; Simmel, por su parte, escribió sobre la relación entre las mujeres, el dinero y la prostitución, así como varios ensayos sobre el coqueteo y el amor; Weber escribió sobre el sexo y el matrimonio en las castas hindúes, sobre las orgías religiosas y sobre la forma en que los procesos de "racionalización" podían transformar el amor sexual (lo que él describía como "la más grande fuerza irracional en la vida") en deseos sexuales y prácticas rutinarias (2008: 14-15).

Morrow señala que posteriormente, en el periodo entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, se popularizó en Europa, y sobre todo en Estados Unidos, el desarrollo de encuestas sociales o entrevistas para analizarlas estadísticamente y en esta lógica incurrió la investigación sobre las prácticas sexuales. Las primeras encuestas al respecto que se conocen en Estados Unidos se publicaron por esta época, a ello se sumaron varios estudios sobre todo enfocados en el comportamiento sexual de la clase media y en "problemas" relacionados a la sexualidad, tales como el supuesto aumento de relaciones sexuales pre-maritales en las parejas jóvenes. Miembros de la Escuela de Chicago, por ejemplo, estudiaron el sexo en relación a lo que consideraban como problemas sociales urbanos, investigando sobre temas como la prostitución y la "sexualidad ilícita" como resultado de una falta de educación sexual (Morrow, 2008: 17-18). Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, las encuestas sobre sexo se detuvieron en Estados Unidos, pero continuaron publicándose artículos y ensayos relacionados con el tema, y algunos de los que se publicaron durante o después de la guerra se enfocaron justamente en cómo ésta podría estar afectando los comportamientos y actitudes sexuales de las personas (Morrow, 2008: 21).

Para Morrow, en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, hubo dos corrientes sociológicas principales que se usaron para el estudio de las prácticas sexuales: el funcionalismo (apoyado en parte en el psicoanálisis de Freud) y las encuestas sociales. Respecto al funcionalismo, Morrow explica que en el trabajo de Freud existían dos concepciones sobre la sexualidad: una que hacía énfasis en el rol de los factores psicológicos, donde preocupaban los significados y valores que los individuos daban a sus experiencias eróticas; y otra que interpretaba la sexualidad como una forma natural de energía biológica (la libido). Esta segunda concepción fue la más incorporada en la sociología (2008: 24)2. Así, apoyada en parte en el psicoanálisis, la sociología funcionalista (representada por Talcott Parsons, Robert Merton, Kingsley Davis y Wilbert Moore) estudió la sexualidad en el contexto de la familia nuclear, viendo cómo el "impulso sexual", algo que era difícil de controlar, podía amenazar el funcionamiento de la sociedad y, a su vez, podía ser moldeado en la institución de la familia (2008: 27). En lo que concierne a la corriente de las encuestas sociales, los estudios más significativos en este periodo fueron, sin duda, los que popularmente se conocen como los Informes Kinsey (Morrow, 2008: 23). Debido a la importancia que comúnmente se le da a estos estudios en la investigación sobre prácticas sexuales y al desconocimiento que hay de éstos en nuestro contexto, me referiré a ellos en mayor profundidad, ya no basándome en Morrow sino en las fuentes originales.

Alfred Kinsey (1894-1956) era un profesor de Zoología en la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, que en realidad poco o nada tenía que ver con la sociología. Kinsey trabajó, junto con un equipo de colaboradores, alrededor de 15 años en dos obras que causaron polémica al momento de publicarse: El comportamiento sexual del hombre (1948) y El comportamiento sexual de la mujer (1953). Estos trabajos consistieron en una descripción de las vidas sexuales de la población estadounidense basándose en entrevistas a 6.300 hombres y 5.940 mujeres (Kinsey, Pomeroy, Martin & Ghebard, 1975: 6; Kinsey et al., 1981: 22). Si bien al momento de la publicación ya existían algunos estudios sobre el comportamiento sexual realizados en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos y Europa, los informes Kinsey eran inéditos según sus autores. Esto no sólo porque no se había hecho antes algo de tal magnitud, sino porque los otros estudios habrían cometido el error de usar cuestionarios escritos que las personas debían llenar por sí mismas, sin estar cara a cara con quien recolectaba la información (Kinsey et al., 1975: 16-34). Para Kinsey, lo que hoy en día consideramos como "metodología cualitativa" era fundamental para poder recolectar información. Decía que era importante hablar con las personas, adaptarse a su vocabulario, preguntarles sobre diferentes dimensiones de sus vidas, actuar con empatía frente a sus relatos, no juzgar cualquier cosa que puedan contar, buscar comprender qué significaron para ellas sus experiencias, prestar atención a su lenguaje corporal, establecer una conexión (rapport) con quienes se entrevista, etc. Es decir, cosas que no se consiguen haciéndoles llenar un cuestionario escrito (Kinsey et al., 1971: 35-58).

Los estudios fueron cuestionados por su metodología, la cual considero que sí puede sonar algo inverosímil, ya que consistió en que un grupo de tan sólo 6 investigadores realizaran el total de entrevistas, memorizándose una guía de preguntas que cubría alrededor de 300 temas y haciendo uso de un "código secreto" a partir del cual anotaban las respuestas conforme realizaban la entrevista. Sin embargo, creo que a parte del tema de memorizarse guías tan largas, con "códigos secretos" respectivos, lo cual quizás podría justificarse por algunas susceptibilidades de la época para estudiar las prácticas sexuales3, lo que dijeron sobre cómo se había recolectado y estudiado la información, daba la impresión de que se había hecho un trabajo riguroso. Pero en realidad lo que hace que los Informes Kinsey sean trabajos tan populares en lo que se podría denominar como un estudio sociológico de las prácticas sexuales, es que buscaron relacionar factores sociales con determinados comportamientos sexuales. Así hallaron datos interesantes, como que las mujeres menos religiosas habían tenido más relaciones sexuales pre-maritales de lo que lo habían tenido las mujeres religiosas (Kinsey et al., 1981: 304), o que más hombres que habían alcanzado niveles educativos altos utilizaban material pornográfico paramasturbarse frente a hombres de niveles educativos más bajos (Kinsey et al., 1981: 668), o que mientras más de un tercio de las mujeres adultas tenían relaciones coitales sin desvestirse por completo, entre las mujeres jóvenes esta cifra correspondía a menos del 10% de ellas (Kinsey et al., 1981: 365) y otros datos sobre diferentes aspectos de la vida sexual de las personas referentes a la masturbación, fantasías sexuales, características de sus relaciones sexuales (número de parejas sexuales, frecuencia de la actividad, duración del acto sexual, posiciones.), juicios de valor sobre sus experiencias sexuales, etc. Si bien los estudios incluyeron capítulos sobre procesos psicológicos y biológicos, y no sólo sociales, de lo que se trataba era básicamente de establecer cómo se comportaban sexualmente las personas y qué factores se asociaban a estas diferencias. Así, los autores afirmaron que el estudio se trataba de "un problema que descansa principalmente en el campo del comportamiento humano y de la sociología" (traducción propia, Kinsey et al., 1975: 21). Plantearon hechos que a mediados del siglo XX sin duda debieron parecer escandalosos, como que gran parte de la población era adúltera, se masturbaba y había tenido experiencias o fantasías homosexuales4. Describieron además cosas como: qué posiciones sexuales solían hacer en el coito, qué fetiches tenían (incluyendo la zoofilia) y qué sentían al momento de tener un orgasmo. Buscaron también describir qué diferencias había entre los hombres y las mujeres en relación a cómo vivían el sexo, hallando valores como que los hombres, sobre todo los que tenían más altos niveles de educación, sentían alguna forma de obligación por hacer que sus parejas se sientan complacidas al momento de tener relaciones sexuales (Kinsey etal., 1981: 372), o que las mujeres no entendían por qué sus parejas (hombres) podían excitarse accediendo a alguna forma de material pornográfico y consideraban que les estaban siendo infieles si lo hacían (Kinsey etal., p. 1981: 663).

Pese a las muchas críticas que hubo hacia las obras de Kinsey y todas las limitaciones que pudieron tener, su contenido hizo que sean, en palabras del doctor en Antropología Urbana y docente de la Universidad de Barcelona, Oscar Guasch, investigaciones que "la Sociología debería incluir entre sus clásicos" (1993: 105). Fue a partir de estos estudios que se desarrollaron varios otros similares, convirtiendo además a Kinsey en una referencia central durante la denominada "liberación sexual" que ocurrió en Europa y Estados Unidos en la década de los 60. Las encuestas sobre prácticas sexuales durante esa época continuaron siendo algo común y se hicieron también mucho más intensamente con el advenimiento de las epidemias de VIH-Sida (Kekma & Giami, 2014: 13).

Cabe mencionar que, en realidad, la obra de Kinsey no rompió con el enfoque esencialista que había prevalecido en el estudio de la sexualidad, pues recién a mediados de los 70 los estudios de sexualidad comenzaron a adoptar el construccionismo social como enfoque (Morrow, 2008: 29). Para algunos autores, el trabajo de Kinsey no fue más que una "nueva perspectiva biológica" que reproducía una visión esencialista de la sexualidad y, en general, se considera que no fue hasta la obra Sexual Conduct: The Social Sources of Human Sexuality (1973), escrita por los sociólogos estadounidenses John Gagnon y William Simon, que vino la primera ruptura con la perspectiva esencialista. Gagnon y Simon plantearon básicamente estudiar los "scripts sexuales" (fundamentándose en el interaccionismo simbólico y en la obra de Erving Goffman sobre la producción teatral), es decir, cómo los significados sobre lo sexual se construyen y se ponen en acción por los individuos en el proceso de interacción social, tomando la premisa de que las personas asumen determinados roles en determinados escenarios o contextos. Así, Gagnon y Simon sentaron las bases para un análisis psico-social de la sexualidad, constituyendo hasta hoy su estudio como la obra teórica que más se ha usado en la investigación social sobre sexualidad (Wiederman, 2015: 6-10).

Pero volviendo al estudio de Ross Morrow, pese al impacto de Kinsey y a la importancia de lo que se desarrolló desde los 70, sería un error pensar que hasta antes de esto la relación entre sociología y prácticas sexuales era prácticamente inexistente. Como pudimos ver, al menos desde mediados del siglo XIX muchos sociólogos se interesaron en el tema. Morrow explica que lo que pasa es que la sociología tiene su propia versión de la "hipótesis represiva"5. Según esta idea, se cree comúnmente que una sociología de las prácticas sexuales recién se habría iniciado después de la Segunda Guerra Mundial, con los informes Kinsey o bien recién en los 60 o 70, porque antes había una especie de represión que les impedía a los sociólogos estudiar el sexo (temían ser desprestigiados si lo hacían, no encontrar colaboración de sujetos de estudio ni financiamiento, ser censurados, etc.) (2008: 10). Morrow muestra que esta idea es errada, pues sí se habló del tema desde la sociología, al menos desde mediados del siglo XIX. La cuestión está en que mucho de lo que se dijo no era tan inocente y puede interpretarse como discursos funcionales a determinados ejercicios de saber-poder. Lo que se produjo hasta principios del siglo XX, por ejemplo, estuvo relacionado con las teorías evolucionistas y con las políticas imperialistas de Estados Unidos y Europa. Los sociólogos de esa época buscaban comparar sus propias sociedades "civilizadas" con las sociedades "primitivas", preocupándose de cómo una sociedad "primitiva" podría "evolucionar" hacia una "civilizada". Esta misma lógica estuvo presente en los estudios que abordaron de alguna forma la sexualidad. Mientras que a partir de la Primera Guerra Mundial se rompió con la supremacía de las teorías de evolución social y los sociólogos se enfocaron más en sus propias sociedades, más específicamente en los problemas y desordenes de éstas, lo que se estudió a partir de las encuestas. Es así que lo sexual pasó a considerarse como algo que podría ser problemático para la sociedad (2008: 13-17). Al parecer esta visión se sostuvo con la corriente del funcionalismo y formó parte de una concepción esencialista de la sexualidad, es decir, pensarla como un instinto o impulso innato a los seres humanos o con características "naturales" según el sexo de la persona. Esta concepción recién empezó a cambiar en estos países, como ya mencionaba, recién a mediados de los 70 cuando los estudios de sexualidad adoptaron el construccionismo social como enfoque (2008: 29). Entonces, si bien el trabajo de Kinsey o lo que surgió desde los 60 o 70, particularmente la obra de Gagnon y Simon, probablemente sí logró romper con mucho de lo que sociología previa consideraba sobre las prácticas sexuales, no puede decirse que la iniciaron.

Basándose en el ensayo de la socióloga australiana Raewyn Connell, Why is classical theory classical? (1997), Morrow explica que el hecho de que la historia de la sociología en relación a lo sexual sea tan desconocida se debe a que en 1930, en Estados Unidos, los sociólogos funcionalistas buscaron reconstruir la Sociología, debido a que ésta atravesaba un periodo de crisis. En este proceso se estableció una visión "canónica" de la historia de la sociología en la que se determinó quiénes la habían fundado y cuáles serían los textos "clásicos". El problema fue que en este proceso se excluyeron textos y temas que dejaron de considerarse como sociológicos, tales como los referidos a lo sexual, y éstos pasaron a considerarse como antropológicos, psicológicos o simplemente cosas que ya no valía la pena estudiar desde la concepción que se impuso de qué iba a ser sociología y qué no (2008: 21, 30-33). Quizás también se deba a esta circunstancia que hoy en día plantear estudiar las prácticas sexuales pueda considerarse como algo novedoso o hasta ridículo; sin embargo, como se expuso aquí, el tema es parte de la misma historia de la disciplina sociológica.

Para finalizar, cabe recalcar que esta historia de la relación entre la sociología y el estudio de las prácticas sexuales, aunque mucho más completa, no deja de basarse sólo en Europa y Estados Unidos. Es difícil pensar más allá de este molde, sobre todo cuando la mayoría de la literatura disponible sobre el tema proviene de países anglosajones y ni siquiera ha sido traducida al español. En lo que concierne a América Latina, me da la impresión de que comúnmente se piensa que aquí el interés por temas de sexualidad desde las ciencias sociales recién es significativo a partir los años 90 y que tal interés se ha configurado en relación a la producción desde el norte, pero como veremos más adelante, existen escritos (al menos descriptivos) que se refieren a las prácticas sexuales incluso desde la Colonia. Sin embargo, aún no he encontrado un trabajo que haga una revisión histórica del estudio de las prácticas sexuales o de la sexualidad de manera más general en la región. Aunque quizás vale la pena referirse a la ponencia de Richard Parker sobre el estado de la investigación en sexualidad, presentada ante el Primer Seminario - Taller Sudamericano: sobre Investigación socio-cultural en sexualidad (1995). En ella el autor plantea justamente que las investigaciones socio-culturales sobre sexualidad surgen, en nuestra región, recién a mediados de los 90 y apoyadas en la teoría del construccionismo social (y gracias también a la acción política de los movimientos feministas y a favor de los derechos LGBT), ya que hasta antes de eso habría prevalecido un enfoque biomédico (Parker, 1996: 14-15). Pero el autor se basa sólo en los estudios de entre fines de los 80 y principios de los 90, sin entrar en detalle de si se habría producido algo hasta antes de esas fechas.

 

2. El estudio de las prácticas sexuales en Bolivia

Para indagar sobre cómo se ha estudiado en Bolivia el tema de las prácticas sexuales realicé una búsqueda de textos en diferentes bibliotecas, institutos y centros de documentación en La Paz, examiné los catálogos de bibliografía boliviana del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, desde el 2002 hasta el 2014; dos bibliografías que encontré sobre sexualidad en Bolivia y, finalmente, consulté los motores de búsqueda de textos online (revistasbolivianas. org.bo, scielo.org, jstor.org y scholar.google.es, entre otros). Fue así que llegué a una lista de cerca de 90 fichas bibliográficas relacionadas con el tema de interés6. Después de realizar esta lista procedí a revisar los textos, resumirlos y clasificarlos según sus características. No llegué a leer la totalidad de los textos, sino alrededor de la mitad, esto se debió a que las categorías al momento de clasificarlas llegaron a saturarse (es decir, ya no surgían nuevas categorías).

De los textos hallados dos tercios fueron publicados entre el 2000 y el 2009, 17 entre 1991 y 1999, 13 entre el 2011 y el 2016, tan sólo dos textos a fines de la década de los 80 y uno en 1935. A su vez, 32 correspondían a tesis de licenciatura, 23 de éstas de la carrera de Psicología -ya sea de la UMSA o de la UCB-, las tesis restantes provenían de las carreras de Medicina, Trabajo Social, Comunicación Social, Sociología (4 tesis) y Filosofía (1 tesis) en la UMSA. De los demás textos, casi la totalidad correspondía también a la presentación de hallazgos de investigación mediante trabajo de campo, ya sea en formato de ensayo, libro o capítulos de libros. Hallé también dos ensayos de un carácter más reflexivo, antes que de presentación de hallazgos de trabajo de campo: uno reflexionaba sobre la relación entre la cultura andina y la salud sexual y reproductiva (Rozée, 2007), el otro sobre el placer sexual en Bolivia en torno a estructuras patriarcales (Geffroy, 2016). Por otra parte, uno de los textos, el único que era anterior a 1980, se trataba de una descripción de "la vida amorosa y conyugal de los indios del Chaco", escrito por John Arnott y publicado en 1935. El autor no específica cómo obtuvo la información, pero describe algunas costumbres de comunidades chiriguanas y tobas, relacionadas al encuentro sexual (describe, por ejemplo, que en fiestas de la época de carnaval las jóvenes escogían de forma pública una pareja con la que pasaban la noche sin que se establezca un compromiso formal de pareja). Según Castro, el trabajo de Arnott, junto con las obras de Erland Nordenskiöld y de Marina Prost, pueden considerarse como referencias históricas respecto a la sexualidad en poblaciones indígenas del territorio (2008: 40). Si bien no pude hallar éstas, unos libros que revisé desarrollaban también un estudio histórico, se trata de la obra de Fernando Suárez: Historia de la sexualidad en Bolivia (2013), publicada en dos tomos. Si bien estos textos dejan mucho que desear en cuanto a redacción y contenido analítico, se presenta una revisión de fuentes primarias extraídas del archivo histórico y datos sobre cómo habrían podido vivirse las prácticas sexuales en la época pre-hispánica y la Colonia.

Excluyendo estas obras con un contenido más histórico, lo que hice fue clasificar los demás estudios según su contenido en el Cuadro N° 1, donde se señalan los enfoques o corrientes académicas que adoptan, así como los principales temas abordados, sujetos estudiados y métodos de investigación utilizados para cada enfoque.

Así, clasifiqué los estudios que se han hecho sobre las prácticas sexuales en Bolivia en 4 tipos: de sexología, diagnósticos orientados a plantear programas de educación sexual o políticas de salud sexual y reproductiva, estudios psico-sociales y estudios socio-culturales. Esta separación debe entenderse como tipos ideales, ya que es obvio que hay estudios que pueden entrar en varias categorías a la vez. A continuación describiré cada uno de estos tipos.

2.1. Sexología

Los estudios que clasifiqué como de sexología corresponden a casi una quinta parte del total de los estudios y han sido realizados casi en su totalidad por psicólogxs. La sexología es, de hecho, una rama de la psicología que se aboca al estudio de la sexualidad en relación a las emociones, el erotismo (la seducción, la sensualidad, el placer sexual) y las diferencias de género u orientación sexual en torno a esto (entrevista a la sexóloga Paula Muñoz, 24 de febrero del 2015). Estos estudios se enfocan justamente en temas como la medición de la satisfacción sexual y el placer sexual que experimenta una persona (el saber si tiene o no orgasmos, cómo valora el desempeño sexual de su pareja, qué sentimientos tiene hacia su vida sexual...), así como en las "disfunciones sexuales", es decir, condiciones que impiden que una pareja disfrute de sus experiencias sexuales (imposibilidad de tener una erección o eyaculación precoz en el caso de los hombres, por ejemplo). Estos estudios, sobre todo, se enfocan en estudiar a parejas estables (matrimonio, concubinato, noviazgo), aunque también hay varios estudios recientes que tienen como objeto de interés a jóvenes universitarixs, sin que estxs necesariamente tengan una relación de pareja estable (ver por ejemplo las obras de Bismarck Pinto, 2005, 2009). A su vez, este tipo de estudios utiliza la encuesta como principal herramienta, usando sobre todo preguntas cerradas de opción múltiple y buscando relacionar variables. Cabe recalcar que en muchos estudios las respuestas tipo "no sabe/ no responde" a determinadas preguntas de la encuesta llegan hasta un 20% o más del total de respuestas.

Por otra parte, es importante señalar que la sexología es criticada con frecuencia desde la corriente teórica del construccionismo social, pues se dice que se trataría de un discurso disciplinante hacia la sexualidad (adoptando la terminología de Foucault), que dicta qué es lo normal/anormal o permitido/ prohibido al momento de realizar prácticas sexuales (ver por ejemplo Guash, 1993 y Morrow, 2008). También se señala que ella promovería una visión "esencialista" de la sexualidad, en el sentido de que asume que existe un "impulso" o "instinto" sexual que es natural en los seres humanos y que es diferente según el sexo de las personas, sin tomar en cuenta que la forma en cómo se vive la sexualidad puede estar también determinado por procesos socio-culturales y variar según el contexto histórico y local. En este sentido, es interesante que existan estudios que dicen enfocarse en los procesos sociales en relación a las prácticas sexuales, sin embargo, esos mismos estudios no dejan de permanecer en la corriente de la sexología. Tal es el caso de una de las 4 tesis sobre prácticas sexuales que se hicieron en la carrera de Sociología de la UMSA. Se trata de El capital sexual de las mujeres universitarias de las ciudades de La Paz y El Alto, de María Luisa Robles (2006). En esta tesis la autora se plantea estudiar el "capital sexual" de universitarias de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y de una universidad privada de "alto costo" en La Paz, la Universidad Católica Bolivia (UCB), a través de la aplicación de una encuesta y la realización de entrevistas semi-estructuradas. Si bien la autora parte de un interés en comparar mujeres de estratos socio-económicos aparentemente diferentes (universitarias de la UPEA y de la UCB), el enfoque está centrado básicamente en la satisfacción sexual, estableciendo en sus conclusiones que las universitarias de la UCB disfrutan más de su vida sexual que las universitarias de la UPEA, viviendo tal circunstancia de una forma más "libre"; sin embargo, no existe un intento por explicar por qué se presenta esa diferencia de un grupo a otro.

2.2. Diagnósticos para programas de educación sexual / salud sexual y reproductiva

Este tipo de estudios corresponden a casi a la mitad del total. El interés no suele enfocarse en las prácticas sexuales en su conjunto, sino simplemente en el uso de anticonceptivos, esto con el fin de plantear programas o políticas sociales para reducir los riesgos de salud asociados a las relaciones sexuales (embarazos no deseados y contagio de enfermedades). También encontré que este tipo de estudios busca hallar los "conocimientos, actitudes y prácticas" respecto a las relaciones sexuales, los anticonceptivos, las enfermedades de transmisión sexual (ETS) -específicamente, el VIH-SIDA- la educación sexual, los embarazos, el cáncer de cuello uterino y la maternidad/ paternidad. Pero, por lo general, el diagnóstico no llega a indagar sobre las experiencias, sino simplemente sobre los "conocimientos y actitudes". Además, la información sobre las experiencias sexuales sin relación con los anticonceptivos es escasa y consiste básicamente en presentar la edad de la primera relación sexual. Hallé tan sólo dos estudios de este tipo que realmente van más allá y presentan otros datos sobre las prácticas sexuales.

Por una parte está un estudio realizado por USAID, en coordinación con el Ministerio de Salud, a cargo de Valencia, Paz y Protto (2010). Éste se basa en una encuesta realizada el 2008 a 1.019 hombres homosexuales, bisexuales, transexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres ("HSH"), de 18 años o más, en el eje troncal de Bolivia. La investigación tuvo el fin de determinar la prevalencia de enfermedades de transmisión sexual, particularmente VIH-SIDA, en esta población, así como identificar las prácticas sexuales que pueden poner a los hombres en riesgo de contagio. Este estudio tiene un énfasis en la salud sexual y con frecuencia me parece que se basa en prejuicios hacia la población no heterosexual, sin embargo, a diferencia de otros estudios que buscan plantear programas de educación o salud sexual, éste incluye datos que van más allá de la edad de la primera relación sexual, como con quién la tuvieron, si usaron anticonceptivos, con cuántas personas han tenido relaciones sexuales en el último año, si fueron relaciones sexuales "casuales", qué tipo de relaciones sexuales tuvieron (sexo anal u oral), si se masturban, dónde suelen hallar a sus parejas sexuales y dónde tienen relaciones sexuales con ellos, si su familia está al tanto de que tienen sexo con otros hombres, si tuvieron sexo con mujeres y si utilizaron condones y dónde suelen conseguir los condones.

Por otra parte está el estudio Sexo... que esto, que el otro. Percepciones y actitudes sobre la sexualidad en parejas de la ciudad de Sucre, realizado por Fernando Cardozo (2000). Este tuvo como objetivo brindar criterios para programas de educación en sexualidad, partiendo del principio de que no se contaba con información en el contexto nacional sobre la intimidad sexual de las personas. El estudio se basó en una encuesta a 209 personas de 20 a 51 años en Sucre, de estratos "medio y alto" (aunque no se explica cómo están entendiendo estas categorías), que en el momento de la encuesta tuvieran una pareja estable (matrimonio o concubinato). Con la idea de que era necesario asegurarles a las personas encuestadas que la información brindada sería anónima y confidencial, las personas llenaron las encuestas por su cuenta, las depositaron en sobres y las devolvieron depositándolas en un ánfora. Según el autor, del total de 220 personas a quienes se les propuso participar, 32 se rehusaron a hacerlo. Lo cual me parece que es un porcentaje bajo, tomando en cuenta además que la ciudad de Sucre es percibida como uno de los lugares más conservadores del país. En la encuesta se abordaron temas relacionados con la edad de la primera relación sexual, con quién fue ésta, cada cuánto tienen relaciones sexuales con su actual pareja y si alguno de los dos ejerce dominio o poder, si tienen juegos o caricias previas al sexo, si han engañado a su pareja teniendo sexo con alguien más, quién creen que inicia, presiona o decide sobre el tener sexo en la pareja, si sienten satisfacción y orgasmos en sus relaciones, cuánto tiempo dura el coito, cuánto tiempo quisieran que dure, si se estimulan sexualmente utilizando pornografía, qué hacen después de tener relaciones sexuales (abrazarse, dormir, conversar, asearse...), cada cuánto se masturban, qué satisfacción les da esto, si las poses al tener relaciones sexuales suelen ser las mismas o se utilizan nuevas y si utilizan anticonceptivos. Todos estos temas se abordaron mediantes preguntas de opción múltiple a excepción de tres preguntas abiertas. Las respuestas fueron comparadas según la edad y, principalmente, según el género de las personas, hallando cosas como que las personas jóvenes tienen más relaciones sexuales que las mayores, que las personas mayores se masturban más y ven más pornografía que las jóvenes, que los hombres tienen su primera relación sexual antes que las mujeres y más frecuentemente se casan no siendo vírgenes, que los hombres más que las mujeres buscan iniciar o presionar para que haya una relación sexual, que las mujeres están menos satisfechas que los hombres con sus vidas sexuales, que a más mujeres que hombres les satisface más el masturbarse que tener una relación sexual y que las mujeres tienen más conocimientos sobre anticonceptivos que los hombres. Creo que el estudio de Cardozo tiene como limitación el no haber profundizado en los datos y basarse en un cuestionario escrito que no permite indagar en las subjetividades de las personas. A su vez, también podría considerarse como un estudio de sexología antes que de ciencias sociales, pese a ello, éste parece ser el único estudio que ha intentado indagar de forma más amplia sobre las prácticas sexuales de la población "común y corriente" en Bolivia, constituyéndose en varias formas muy similar a los Informes Kinsey.

Digo población "común y corriente" ya que sucede que al tener interés en prevenir los posibles daños de las relaciones sexuales, los estudios que clasifiqué como de tipo "diagnóstico" se enfocan sobre todo en "poblaciones de riesgo", principalmente en las y los adolescentes, pero también en poblaciones indígenas que no suelen usar anticonceptivos modernos y en mujeres que tienen una relación de pareja estable y tienen hijos, por lo que serían solicitantes de servicios de planificación familiar. En menor medida, hay estudios de este tipo que se interesan en hombres homosexuales, esto porque se piensa que estarían más expuestos al contagio de enfermedades de transmisión sexual. La mayoría de los diagnósticos se apoyan en la encuesta como herramienta principal. Aunque algunos de manera complementaria utilizan entrevistas y grupos focales. Como mencionaba en al anterior apartado, Richard Parker plantea que hasta antes de los 90 los estudios sobre sexualidad se basaban en un enfoque biomédico. Según el autor se habían popularizado estos estudios tipo diagnóstico con el afán de "cuantificar" la conducta sexual, ello para plantear proyectos y políticas sobre salud sexual y reproductiva. Recién a mediados de los 90 surgieron aportes para desafiar este enfoque y buscar una comprensión más compleja y multidimensional de la experiencia sexual a partir del construccionismo social y el análisis de contextos socio-culturales específicos (1996: 14-15). En la última década (aunque en menor medida que en años anteriores) se han continuado realizando estudios diagnóstico de este tipo en Bolivia, siempre con un enfoque médico. Sin embargo, es importante notar que desde la década del 2000 se han producido también estudios que, si bien están orientados a la implementación de proyectos sobre "salud sexual y reproductiva", también buscan analizar, como veremos a continuación, los significados que las personas otorgan a sus experiencias sexuales, las inequi-dades de género en cuanto el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos o cómo los factores socio-culturales pueden influir en la construcción de la sexualidad, aunque con frecuencia teniendo aún como principal interés el tema de la regulación de la fecundidad y la prevención de enfermedades.

2.3. Estudios psico-sociales

Los estudios que catalogué como psico-sociales son aquellos que buscan describir los significados, pensamientos y sentimientos que las personas otorgan a sus experiencias sexuales, así como a factores asociados a éstas, como el uso de anticonceptivos, las ETS o los embarazos no deseados. Este tipo de estudios abunda y este enfoque está también presente en los estudios tipo diagnóstico, de sexología y en los que catalogué como estudios socio-culturales. En algunas tesis de Psicología hallé que los mismos estudios se definen como estudios de psicología social y toman como referencia teorías de las "representaciones sociales" (ver por ejemplo Jitton, 1997). Encontré también estudios que si bien no se definen como "psicología social", sí tienen un interés en las representaciones, los significados o las percepciones que tienen las personas de sus experiencias sexuales. Hallé esto en los estudios tipo diagnóstico, como mencionaba, así como en tesis de otras carreras, incluyendo Sociología (Brieger, 2000 y Alarcón, 1997) y Filosofía (Marín, 2005), y en otros estudios que tienen enfoques más sociológicos o antropológicos y buscan reflexionar sobre las relaciones o la influencia de la cultura en la sexualidad (ver por ejemplo Rozée, 2008 y Saldías, 2012). Estos estudios se apoyan a menudo en métodos cualitativos de recolección de información, como entrevistas y grupos focales, pero también en encuestas; y se enfocan en estudiar sobre todo a adolescentes, poblaciones indígenas y universitarixs. En realidad, como mencionaba, el enfoque psico-social está presente en la mayoría de los estudios de algún modo relacionados con las prácticas sexuales. Pero, a su vez, algunos estudios de este tipo plantean que la sexualidad de las personas está "reprimida", es decir, que no pueden vivirla de una forma libre y placentera, debido a que el sexo o determinados aspectos en torno a éste son negados por la sociedad. Recordemos que, según Morrow, el énfasis en los significados o valores que las personas dan a sus experiencias eróticas, así como el interés en la "represión de los impulsos sexuales", es en realidad parte de la teoría freudiana (2008: 24-25).

Creo que estos estudiados han contribuido principalmente a comprender qué limitantes hay para que las personas utilicen métodos anticonceptivos o disfruten de sus prácticas sexuales, pero el problema es que el marcado interés en los significados y percepciones ha hecho que se deje de lado la indagación respecto de cómo han realmente sido las experiencias sexuales de las personas. Y sabemos que lo que las personas piensan o afirman sobre el "deber ser" no necesariamente corresponde con lo que realmente hacen. Es cierto que las prácticas sexuales, por lo general, son algo exclusivamente del dominio privado y que probablemente sería imposible observar a las personas mientras se masturban o tienen coito, pero creo que es posible preguntar a las personas sobre sus acciones y, al menos, esperar así acercarse a la realidad. Esto es lo que se hizo, por ejemplo, en los Informes Kinsey. Pero en Bolivia este tipo de estudios son aún muy limitados y, a excepción de unos cuantos estudios casi etnográficos que veremos más adelante, los pocos que se orientan a indagar sobre qué experiencias sexuales han tenido las personas se apoyan en encuestas que no permiten una obtención de datos en profundidad, como los de Cardozo, 2000 y Valencia, Paz y Protto, 2010.

2.4. Estudios socio-culturales

Desde mediados de los 90, y sobre todo en la década del 2000-2010, se han producido alrededor de 20 estudios de alguna manera relacionados con las prácticas sexuales, a los que he denominado como estudios socio-culturales. Estos estudios se apoyan en técnicas cualitativas (entrevistas, grupos focales y observación) como principal método, aunque también unos cuantos se basan en encuestas o se complementan con entrevistas semi-estructuradas. He clasificado estos estudios en 3 ejes temáticos. Por una parte, están aquellos que buscan indagar cómo la sexualidad es influida en un determinado contexto por diversos factores socio-culturales, tales como la etnicidad y la educación escolar. Estos estudios han tenido como interés sobre todo a poblaciones indígenas jóvenes y en varios casos se trata también de estudios tipo diagnóstico que buscan conocer mejor cómo se vive la sexualidad en un determinado lugar, procurando plantear programas de salud sexual y reproductiva acordes a sus particularidades. Es así que se indaga sobre los conocimientos de salud sexual y sobre las experiencias sexuales y significados que se otorgan a éstas (como la edad de la primera relación sexual, con quién se la tuvo, el uso de anticonceptivos y qué dicen los padres/madres y otros miembros de la comunidad a sus hijxs sobre las relaciones sexuales); pero también sobre la diferenciación de roles de género, qué costumbres hay al momento de enamorar una pareja, cómo se constituye un matrimonio y cómo es la crianza de lxs hijxs (ver por ejemplo Castro, 2008; Casaus, Hurtado y Torres, 2010; y Brieger, 2000). Aunque, también he hallado estudios que se enfocan en mujeres del área urbana y en cómo el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos se ve limitado por estructuras socio-culturales, económicas y políticas (ver por ejemplo Rozée, 2008).

Por otra parte, parecidos a estos últimos estudios están los que tienen como eje principal el género. Se enfocan así en las relaciones de género y su nexo con las prácticas sexuales, por ejemplo, la diferenciación de activo/pasivo en una pareja. Basándose en las percepciones o actitudes que tienen sus sujetos de estudio hacia sus experiencias sexuales, plantean que existen relaciones de poder y estructuras machistas al momento de vivir las relaciones sexuales y decidir sobre la regulación de la fecundación, donde resulta que las mujeres están subordinadas a los deseos de sus parejas hombres. Estos estudios indagan también sobre cómo el sexo es percibido de diferente forma según el género de quien participa en la relación sexual y se refieren, por ejemplo, a que los hombres asocian el tener sexo más con el placer y las mujeres más con lo afectivo (ver por ejemplo Alarcón y Pereira, 2003). Otros estudios también indagan sobre las masculinidades y el cómo se construyen los roles de género según las prácticas sexuales, como el de Pereira (2000) y la tesis de Sociología de Viscarra (2015), sobre la que profundizaré más adelante.

Finalmente, están los estudios que, a partir de la indagación de cómo las personas perciben las prácticas sexuales, reflexionan sobre la tensión entre la tradición y lo moderno en la sociedad. Sólo hallé dos estudios que pueden clasificarse como tales, se trata de un estudio proveniente de la carrera de Sociología (Bridikhina, 2004) y de la única tesis de la carrera de Filosofía de la UMSA sobre prácticas sexuales (Marín, 2005). En cuanto al primero, cabe recalcar que su interés principal no son las prácticas sexuales sino los "modos de ver y vivir la relación de pareja" de lxs universitarixs de la UMSA. Sin embargo se incluyen las relaciones sexuales como parte del análisis y se plantea que pese a que persisten valores tradicionales (como la valorización de la virginidad pre-marital femenina) hubieron transformaciones en las formas en las que las y los jóvenes viven su sexualidad en un contexto de modernidad, en el que el sexo puede ser visto como una forma de consumo o entretenimiento. En cuanto a la tesis de Marín, la autora busca analizar cómo se construye la sexualidad en Bolivia entre un orden tradicional (cultura andina) y los dispositivos de saber y poder (como la educación sexual) que son producto de la modernidad. Para esto se basa en entrevistas a adolescentes de un colegio fiscal en Santa Cruz sobre cómo perciben las prácticas sexuales y toma la teoría de Foucault sobre el bio-poder como elemento transversal al estudio.

Además de estos estudios hallé dos particularmente interesantes, que se asemejan a etnografías y son los únicos que intentan profundizar en la descripción de cómo son las prácticas sexuales de sus sujetos de interés, diferenciándose así de la mayoría de estudios que suelen presentar datos muy escuetos sobre qué experiencias sexuales han tenido las personas, ya sea porque se enfocan más en los significados que otorgan a estas, porque abordan el tema indirectamente o bien porque indagan en las experiencias sexuales a través de encuestas con preguntas cerradas, sin que se pueda profundizar en las respuestas. Por una parte está el estudio de ADESPROC, coordinado por Aruquipa (2007), en el que se estudian los cines pornográficos en la ciudad de La Paz y su relación con los encuentros sexuales que se dan entre hombres en estos cines. Si bien este estudio también tiene como fin hacer una especie de diagnóstico para prevenir el contagio de enfermedades, se logra dar una descripción detallada de los cines, cómo se constituyen en espacios masculinos para tener relaciones sexuales y cómo es la dinámica de ligue en estos. Los autores describen los cines y las características de los hombres que acuden, así como la percepción que ellos tienen de los lugares y qué códigos se manejan en los cines para que se dé un encuentro sexual. Se habla por ejemplo de cómo el sexo casual sucede en los baños de los cines o cómo se considera que quienes se sientan en los asientos de atrás están definitivamente buscando tener una relación sexual en el cine con alguien desconocido. Por otra parte, está la tesis de Sociología de Viscarra (2015), en la cual el autor, tomando como marco teórico la construcción de la identidad masculina, estudia a los clientes de prostíbulos en La Paz y El Alto. El autor da una descripción detallada de esta práctica sexual y profundiza en las características socio-económicas de los clientes: cuándo y con quiénes acuden, cuánto gastan, qué opinan de los lugares, qué imagen tienen de las prostitutas, qué les piden cuando acuden, cómo se sienten después de haber acudido, si el consumo de pornografía o determinadas actividades con amistades influyen en que acudan, etc.

Como conclusión, en base a la revisión que está pendiente, considero que es imprescindible buscar una descripción más profunda y amplia de las prácticas sexuales de la población para poder reflexionar sobre ellas. Esto porque es necesario desligarse de esa visión médica o demográfica que hace énfasis sólo en la "salud sexual y reproductiva". También encontré que los estudios tipo diagnóstico, junto con los de sexología, abundan mucho más que los de tipo socio-culturales. El problema con los primeros e incluso con muchos estudios socio-culturales, creo, es que tienen un sesgo de ver lo sexual como algo problemático, ya sea porque el tener relaciones sexuales tiene como consecuencias problemas sociales (como los embarazos no deseados o no planificados, abortos y contagio de enfermedades) o porque la vivencia sexual no es como "se supone que debería ser", es decir, satisfactoria, frecuente, con orgasmos y sin "problemas" para la pareja. Si bien está claro que el tener relaciones sexuales puede tener consecuencias problemáticas, creo que deberíamos primero intentar entender cómo es que nuestra sociedad está viviendo las prácticas sexuales con todas sus complejidades y ver con qué nos encontramos. Es así que creo que es necesario también intentar conocer no sólo las percepciones de las personas sobre el sexo sino también las características de sus vivencias. Finalmente, creo que estudiar las prácticas sexuales significa simplemente estudiar una dimensión de la vida de las personas y de cómo interactúan, además la importancia está en que esa información puede decirnos algo interesante sobre un momento histórico determinado o cómo se configuran las relaciones sociales en un determinado espacio.

 

Notas

1 Egresada de la carrera de Sociología de la UMSA, de nacionalidad boliviana. Email: lu.silescosta@gmail.com

2 Cabe recalcar que también la "izquierda freudiana" tuvo un fuerte interés sociológico en la represión de los impulsos sexuales que se desplegaba por las instituciones sociales, así como sobre el tema de la liberación sexual, esto se representó sobre todo en el trabajo de personas como Wilhelm Reich y Herbert Marcuse, cuyas ideas se popularizaron durante la "liberación sexual" de los años 60 (Morrow, 2008: 25).

3 No está de más recordar que cuando salieron los estudios, Estados Unidos vivía los inicios de la Guerra Fría y cuando se publicó el primero, El comportamiento sexual del hombre, en 1948, Kinsey fue considerado "un pervertido, una amenaza, e incluso un comunista" (Carey, 2004).

4 Para los autores, la orientación sexual de una persona no podía definirse simplemente como "heterosexual" u "homosexual", entonces establecieron una escala de 7 niveles para una eventual categorización: desde una persona exclusivamente heterosexual hasta una exclusivamente homosexual (Kinsey etal., 1981: 470-472).

5 Foucault utiliza este concepto para referirse a la idea según la cual, desde el siglo XVII en occidente, se habría reprimido, negado, ocultado lo referido a la sexualidad. Para Foucault, lo que sucedió fue en realidad más complejo y no se trató de una "represión", sino que más bien hubo una "multiplicación de discursos sobre lo sexual como parte del campo de ejercicio del poder" (1976: 27).

6 Cabe recalcar que en esta lista excluí textos que provenían de la medicina y se enfocaban exclusivamente en procesos hormonales y fisiológicos, así como textos que si bien parecían abordar las prácticas sexuales lo hacían de una forma muy indirecta o mínima, al tener como foco de interés otros temas como la violencia (abusos sexuales, explotación sexual), el trabajo (la prostitución), la identidad homosexual o la descripción etnográfica de una comunidad rural en su totalidad.

 

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