Las publicaciones científicas no podrían aportar al nuevo conocimiento si no tuvieran una adecuada redacción. La finalidad de la redacción científica es comunicar eficazmente los resultados de una investigación. Muchas veces, una composición inadecuada en la redacción, resta puntos a una gran investigación.
Luego de estructurado un manuscrito, es obligatorio revisar la redacción más de una vez, incluso, es necesario un lector externo para ese propósito. Por premura, muchas veces, se descuida el orden de las palabras, viéndose afectada la sintaxis, haciendo ineficientes algunas oraciones, incluso párrafos íntegros. Que el lector retroceda en su lectura y lea varias veces para entender la oración, probablemente la causa sea una redacción confusa. Peor aún, hay casos, donde lo que está escrito es distinto a lo que se desea comunicar.
En algunas oportunidades, el significado literal de una oración puede ser absurdo, incluso generar risas; pero solo el autor, no así el lector, entiende el mensaje. “El paciente sintió dolor en la pierna lo que gradualmente desapareció”, los lectores entenderán, literalmente, lo que desapareció.
Es muy importante que la composición de un párrafo sea concordante en tiempo. “Mujer fallecida hace tres días que acude a consulta externa con cuadro de peritonitis”, es claro el error.
Se debe cuidar que los sustantivos concuerden en su singularidad o pluralidad. “El espectro de acción de las quinolonas son inferiores al de las cefalosporinas de tercera generación”, no se trata de las quinolonas, que son varias; se trata del espectro de acción.
Es cierto que los pronombres evitan repetición de los sustantivos o acortan oraciones, algunas veces se debe repetir el sustantivo para evitar confusiones. Sin embargo, la mayoría de las veces, las palabras redundantes ocupan espacio sin añadirle valor a la comunicación.
Todos saben la importancia de los signos de puntuación, pero a la hora de escribir, muchas veces estos son olvidados; en el escrito científico, este olvido puede ser catastrófico.
Estamos en la era de una necesidad de ser concretos, por tener mucho material para estudiar, o porque una información no termina de asimilarse cuando ya nos llega una nueva. Nadie quiere leer más de lo necesario, los lectores desean saber en pocas palabras, qué se hizo y qué resultado se obtuvo. No se pretenda escribir nuevos compendios de información científica que ya fue publicado. Se debe ser selectivo con la información para que ayude a la concreción del artículo a publicar.
Un aspecto de gran importancia, es tomar en cuenta “a quién va dirigida la información”. La comunidad científica lectora, busca encontrar nuevos datos que complementen a lo que probablemente ya es de su dominio, por tanto no se debe rellenar el escrito con información repetida y ampliamente conocida.
Por todo lo mencionado, es obligatorio tomar en cuenta las tres características de la redacción científica: precisión, claridad y brevedad1.
Precisión, se utilizará la palabra que exprese lo que exactamente se quiera comunicar, evitando palabras coloquiales o que confunden el significado.
Claridad, la redacción debe permitir leer y entender rápidamente.
Brevedad, se escribirán las palabras estrictamente necesarias para enviar el mensaje, evitando la redundancia.
Y a todo esto, en el ámbito universitario, ¿quién se hace cargo de la enseñanza de la redacción científica? Algunos profesores universitarios dan por supuesto que el estudiante, en cualquiera de los niveles, conoce los elementos de la redacción científica, o, si es que se evidencia el vacío en el estudiante, dan por sentado que es responsabilidad exclusiva del estudiante completar esa formación. En muchas Escuelas de Medicina, existe la exigencia de la aplicación de formatos y composición de los diversos escritos científicos, por supuesto, bajo lineamientos universales; continuamente, estas habilidades son reforzadas para que quede consolidado, no solo el proceso de investigación, sino también la redacción científica para la publicación. Es por el aporte a la ciencia, entre otros criterios, que la comunidad científica y el mundo, califica la calidad de una Universidad.