Introducción
Los bosques montanos tropicales son áreas de gran biodiversidad y elevado valor de conservación (Myers et al. 2000,Beck & Richter 2008,Karger et al. 2021). Los Andes tropicales son considerados como la región con mayor diversidad y riqueza de especies del mundo y una de las regiones con mayor número de endemismos, es decir, especies que sólo se encuentran en un área restringida (ter Steege et al. 2003,Kessler & Kluge 2008). Esta gran diversidad se encuentra amenazada por la deforestación, cuyas principales causas son la tala, la agricultura migratoria y los incendios (FAO 2020,Karger et al. 2021). En los bosques de la vertiente húmeda de los Andes centrales, conocidos en Bolivia como “los Yungas”, la deforestación se inició en la época preincaica, con el cultivo de coca por la cultura Mollo y Tiwanacota (revisado en Spedding 1994,Spedding et al. 2005). Su producción continuó durante los aimaras e incas, y se aceleró durante el asentamiento de terratenientes en la época colonial y, después de la reforma agraria, por la colonización de pueblos migrantes del altiplano, bajo la política estatal de apertura de la frontera agrícola (Pacheco 2004,Leguía et al. 2011). El desmonte inicialmente se realizó para el pastoreo de mulas y caballos, luego se introdujo ganado vacuno, ovino y caprino para la alimentación de los habitantes. Además, se cultivaron maíz, maní, camote, yuca, papa, naranja, mandarina, limón y café, entre otros. Desde épocas precolombinas los Yungas son una importante región agrícola conectada por antiguos senderos con las zonas altas de La Paz donde se hacían los intercambios de productos (D’Orbigny 2002).
Naturalistas europeos como Joseph Jussieu (1704-1779), Thaddaeus Haenke (1761-1816, fallecido en Cochabamba), Alcide d'Orbigny (1802-1857) y Hugh A. Weddell (1819-1877) exploraron y registraron la diversidad y utilidad de las plantas, principalmente con el fin de llevarlas a Europa (Beck & Lara 2014). Llamaron mucho su atención la cascarilla o quina (Cinchona spp.), el matico (Piper spp.), la ajipa (Pachyrhizus ahipa), algunos bejucos (Aristolochia spp., Smilax spp.) y la coca (Erythroxylum coca) (Weddell 1850,Cárdenas 1952,Pelayo & Puig-Samper 1993,D'Orbigny 2002,Ashworth 2023).
La producción de coca en los Yungas tuvo gran importancia económica para Bolivia desde la antigüedad (Pelayo & Puig-Samper 1993,D'Orbigny 2002,Spedding et al. 2005), y en la actualidad es la principal actividad económica en la región (Spedding et al. 2005). La apertura masiva de caminos vecinales, los elevados precios y la creciente demanda de coca han impulsado su expansión en los últimos 20 años en los Yungas de La Paz, incrementándose de 13.800 ha en 2002 a 18.149 ha en 2022 (UNODC 2003,2022). Dicha expansión está directamente relacionada con un aumento en la deforestación en la zona de producción (p.e.Bradley & Millington 2008,López-Rodríguez & Blanco-Libreros 2008), principalmente en los bosques de los alrededores de Chulumani, la “Capital nacional del cultivo tradicional de hoja de coca en Bolivia”. Cerca de los pueblos actualmente quedan muy pocas áreas con vegetación originaria intacta. Destacan los bosques de la serranía de Apa-Apa, en el municipio de Chulumani, entre los principales relictos de bosques bien conservados, y con gran interés para la conservación en la zona de Sud Yungas.
La destrucción masiva de los bosques de Apa-Apa empezó por el acceso de maquinaria para construir caminos (R. Portugal, com. pers). Alrededor de 1970 se abrió una senda para sacar troncos maderables y de construcción desde la ex hacienda Apa-Apa hasta el monte, entre 1.500 y 1.800 m de altitud. En 1978 una empresa maderera abrió un camino de Huancané hacia Villa Mendoza, atravesando y cortando el bosque de la serranía de Apa-Apa por la mitad. Este camino fue mejorado año tras año; actualmente transitan entre 20 y 50 vehículos al día, y ha provocado un aumento en la contaminación del aire, basura y tala de árboles. Otra amenaza a la conservación de estos bosques son los grandes incendios, principalmente ocasionados por chaqueos (roza, tala, tumba y quema) sin el control apropiado, o por la quema de restos de cosechas y basura en época muy seca, en horarios ventosos, sin los cuidados adecuados.
Los bosques brindan diferentes servicios ecosistémicos a los seres humanos. Los bosques de esta zona son la única fuente de agua para las comunidades aledañas (Schawe 2008). Estos bosques proveen de humedad, mantienen la temperatura y almacenan agua proveniente de la neblina y de la lluvia. La cobertura vegetal densa en diferentes estratos del bosque ayuda a la acumulación de agua y humedad sobre hojas, ramas y troncos, reduciendo la pérdida del agua de las lluvias por escorrentía superficial (Juvik & Nullet 1995). Además, la densa hojarasca y el suelo humoso funcionan como una esponja, permitiendo que el agua se quede o vaya saliendo poco a poco (Schawe et al. 2010). Estos bosques “intactos” o poco perturbados son esenciales para el bienestar de la población, ya que garantizan el mantenimiento del flujo de agua de los manantiales y arroyos. Estos bosques también albergan fauna controladora de plagas, como murciélagos y aves (Kalka et al. 2008); y, a su vez, albergan insectos fundamentales para la polinización de cultivos y especies silvestres, como abejas meliponas o señoritas, mariposas y polillas, entre otros (Porto et al. 2020). Se ha visto que la degradación de los bosques tiene efectos negativos en los servicios ecosistémicos (Nelson et al. 2009), ya que reduce significativamente la cantidad de lluvia interceptada por los árboles y afecta negativamente a todo el ciclo del agua, pues acelera la escorrentía, aumentando la erosión del suelo y la evapotranspiración (revisado en Holscher 2008). Además, la degradación afecta negativamente la diversidad y abundancia de la fauna asociada al bosque, incluyendo controladores de plagas y polinizadores (Meyer et al. 2010,Vanbergen & I.P.I 2013). Ejemplos exitosos de la conservación de estos bosques y sus servicios ecosistémicos se presentan en comunidades y asentamientos aislados alrededor de la serranía de Apa-Apa.
Pese a la gran importancia de la conservación de los bosques de la serranía de Apa-Apa, hasta la fecha no se tienen estudios exhaustivos sobre las especies de plantas de la zona, que son fundamentales para conocer la flora y promover la conservación de los bosques. Además, la ubicación biogeográfica de estos bosques destaca la necesidad de profundizar los conocimientos sobre su vegetación, pues se espera encontrar niveles altos de endemismo (Kessler & Beck 2001). En este contexto, los objetivos de este estudio son: a) presentar una lista taxonómicamente actualizada de las especies de plantas vasculares de los bosques montanos húmedos y áreas perturbadas de la serranía de Apa-Apa; b) cuantificar las especies endémicas y amenazadas e identificar algunas especies útiles; c) clasificar, caracterizar y cartografiar los tipos de vegetación de la zona; d) describir la flora en los diferentes tipos de vegetación; y e) resaltar la importancia de la conservación de estos bosques tanto en términos de biodiversidad como del bienestar de las poblaciones locales.
Este estudio compila datos de una extensa colección de especímenes de plantas vasculares conformada entre 1980 y 2024, almacenada en el Herbario Nacional de Bolivia (LPB), que forma parte de la Universidad Mayor de San Andrés y del Museo Nacional de Historia Natural. La presente contribución es una base importante para estudios sobre ecología, conservación, restauración y uso sostenible de las plantas y vegetación del ecosistema montano húmedo de Yungas.
Área de estudio
Este estudio se llevó a cabo en la serranía de Apa-Apa, en el municipio de Chulumani de la provincia Sud Yungas, departamento de La Paz, Bolivia (Fig. 1). Situada en la vertiente oriental de los Andes, esta serranía se ubica en la parte intermedia entre las altas montañas nevadas y la llanura amazónica. Está constituida por una serranía aislada de aprox. 15 km de longitud que todavía presenta una considerable y densa cobertura boscosa, mayormente por encima de los 2.000 m. Estos bosques se encuentran rodeados por áreas que fueron deforestadas y actualmente están dominadas por diferentes etapas sucesionales: matorrales ("chumes”), “chusisales” y sabanas de montaña (“pajonales”). Valles angostos atraviesan los fondos de la serranía con ríos caudalosos en época de lluvia. El gradiente altitudinal de la serranía va desde los 950 m, en el fondo de los valles de los ríos Tamampaya y Solacama, hasta aproximadamente los 2.600 m en la cima de la serranía, en los linderos de la comunidad de Apa-Apa con Tajma, y de Villa Mendoza con Arrozal-Maticusini. La serranía limita al norte con la comunidad de Villa Barrientos del Municipio de la Asunta, y al oeste con el municipio de Coripata de la provincia Nor Yungas, en ambos casos separada por el río Tamampaya. Al sur, una quebrada que nace cerca de Huancané y la carretera La Paz-Chulumani separa la serranía de Apa-Apa de la comunidad de San Antonio y la parte alta de Chulumani. Al sudeste de Huancané la quebrada desciende hasta los ríos Huajtata y Solacama, separando la serranía de Apa-Apa del municipio de Irupana. Los límites de la serranía de Apa-Apa corresponden a los límites de la futura Área Clave de Biodiversidad o KBA de Apa-Apa (Fuentes et al. en prep.). Nuestro estudio se concentró en ecosistemas de bosques montanos húmedos y vegetación secundaria asociada, por encima de 1.800 m de altitud, debido a que el bosque mejor conservado se encuentra por encima de esta elevación, se tiene un mayor número de colectas y de parcelas, y es donde la vegetación capta mayor cantidad de agua.
El sistema orográfico de la serranía de Apa-Apa está formado por dos picos principales, el cerro Khotapata (2.605 m) y el Colopampa (2.324 m). El relieve varía, las áreas planas son raras y dominan laderas de exposición sur y oeste que pueden alcanzar 30 grados de inclinación. Su geología está constituida por rocas de origen Ordovícico, perteneciente a la Era Paleozoica (Navarro 2002). Dominan las rocas sedimentarias de origen marino, principalmente areniscas, limolitas, lutitas y cuarcitas de variadas tonalidades y granulometría, que son afectadas por un ligero metamorfismo de tipo regional (SERGEOTECMIN 2000,Navarro 2002). Los suelos son del orden Ferrasoles, Acrisoles y Umbrisoles (Navarro & Molina 2021). Este tipo de suelos tienen una baja capacidad de retención de nutrientes y elevado contenido de materia orgánica en áreas conservadas (Gardi et al. 2014). El pH del suelo en los bosques montanos tropicales es comúnmente ácido, entre 2.4 y 4.7 (Schawe et al. 2007). El bioclima es pluvial húmedo en el piso montano, por encima de 1800-2000 m; por debajo, en el piso basimontano, es mayormente pluviestacional subhúmedo a húmedo, a excepción de una franja en torno al río Solacama, hacia el este, donde se presenta un bioclima xérico. El clima está marcado por una estacionalidad dependiente de la orografía y altitud, con precipitaciones concentradas entre noviembre y abril, y lluvias escasas entre mayo y agosto (Molina-Carpio et al. 2019).
La serranía de Apa-Apa ocupa alrededor de 15.000 ha, de las cuales aprox. 6.728 ha corresponden a bosques. Estos bosques se conservan gracias a la dedicación del Sr. Ramiro Portugal y su familia, quienes lograron la declaración del bosque de la ex hacienda de Apa-Apa como área protegida municipal en 1996 (Resolución Municipal HJM-RS- 010/96) y a diferentes comunidades locales que poseen áreas comunales de protección de los bosques, incluyendo Villa Mendoza, San Isidro, Colopampa, Chorrillos, Río Blanco, Palma Pampa, Sanani, Apa-Apa, Machacamarca, Chimasi, Tajma y Arrozal-Maticusini. Las poblaciones asentadas son de origen aimara y quechua, además de pobladores de origen afro boliviano, asentados desde la época colonial.
Métodos
Levantamiento y clasificación florística
El primer levantamiento de la vegetación se realizó en 1980 con el propósito de establecer un área “permanente” de estudios sobre la biodiversidad y ecología de los bosques montanos a largo plazo para el Instituto de Ecología (Ellenberg 1981,Belpaire de Morales 2008), algo que después fue postergado por la complejidad de estos ecosistemas. Las primeras colecciones se realizaron por el primer autor del presente estudio y su mentor, Heinz Ellenberg, en marzo de 1980, formando parte de las primeras colecciones almacenadas en el herbario, posteriormente establecido como el Herbario Nacional de Bolivia (LPB). Destaca la dificultad de reconocer, colectar y distinguir la fenología de árboles de hasta 20-25 m de altura. El principal método de muestreo fue la colecta libre, para lo cual se coleccionan especies representativas, accesibles, comunes, plantas interesantes debido a su forma de crecimiento, estructura rara, mayormente con flores y/o frutos. Posteriormente se realizaron parcelas tipo Gentry modificadas (50 x 20 m, Arellano Torres et al. 2016) y levantamientos fitosociológicos de las plantas vasculares en áreas boscosas para conocer la composición y riqueza de la zona y además detectar individuos pequeños e inconspicuos. En los últimos años se dio mayor énfasis en registrar y coleccionar plantas endémicas, amenazadas y posibles especies nuevas. Se tuvo mayor esfuerzo de muestreo en dos extensas áreas: (1) a lo largo del camino de Huancané hacia Villa Mendoza y (2) en la senda de la ex hacienda de Apa-Apa hacia la cumbre (Anexo 1). Hace 13 años se cuenta con más información gracias a dos proyectos consecutivos, financiados por la DFG (Fundación Alemana para la Investigación), sobre la regeneración del bosque en sitios quemados, en los cuales se establecieron 162 parcelas permanentes (Gallegos et al. 2016,López et al. 2024) y 240 semipermanentes (Mayta et al. 2024) para plántulas (1 x 1 m) y 18 parcelas permanentes de muestreo para monitorear árboles (20 x 20 m) (Lippok et al. 2014,Ayala 2022). Finalmente, entre 2022 y 2023, el equipo del Programa Missouri Botanical Garden-Bolivia estableció cinco parcelas permanentes de 20 x 50 m y dos de 20 x 20 m en bosques maduros y secundarios de la zona. La lista de especies del presente estudio resulta de la recopilación de colecciones botánicas realizadas en diversas etapas en la zona. En las diferentes campañas de campo también se colectaron material estéril y plántulas. El estudio florístico a largo plazo en la región permitió identificar la mayoría del material.
Las herramientas esenciales para reconocer las familias, géneros y especies de la zona fueron las colecciones del Herbario Nacional de Bolivia (LPB), el libro de A. Gentry (1993), el catálogo de plantas vasculares de Bolivia (Jørgensen et al. 2015) y las publicaciones compiladas en la biblioteca del Herbario Nacional de Bolivia y disponibles online. Inicialmente varios especialistas, especialmente internacionales, ayudaron en las determinaciones de las especies del área (ver Agradecimientos). Sin embargo, en los últimos años el mayor esfuerzo fue puesto por los autores y colegas del Herbario Nacional de Bolivia. Fueron un importante respaldo los avances en el conocimiento de la flora de bosques montanos desarrollados por el Proyecto Madidi, plasmados en numerosas colecciones botánicas y publicaciones realizadas a lo largo de sus 20 años de duración (Fuentes 2018, ver https://madidiproject.weebly.com/). También fueron útiles los registros de plantas y publicaciones de los estudios de la flora y vegetación de Nor Yungas, al sur del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado de Cotapata, en el área de la antigua Estación Biológica de Tunquini (Bach et al. 2003,Bach 2004,Paniagua-Zambrana et al. 2003).
La lista de especies sigue la nomenclatura del Catálogo de plantas vasculares de Bolivia (Jørgensen et al. 2015 en adelante), e incluye las familias y las especies con sus autores, ambas ordenadas alfabéticamente. No incluimos subespecies ni variedades. Cada especie presenta una colección de referencia, los tipos de vegetación donde se distribuye, el grado de amenaza según la IUCN, si es una especie nueva descrita o no descrita, y si es endémica regional (cuenca de los ríos La Paz y Coroico) o de Bolivia (Anexo 2). Las especies coleccionadas en la zona se encuentran depositadas en el Herbario Nacional de Bolivia (LPB). Adicionalmente se incluyen algunos registros de especies no colectadas, pero sí respaldadas con fotos en iNaturalist (2024).
Para visualizar el esfuerzo de colecta, se elaboró un mapa de densidad de los puntos de colecciones (mapa de calor), a partir de la herramienta “heat map” en QGIS, con un radio de búsqueda (ancho de la banda del kernel) de 500 m, a una resolución espacial de 10 m y 8 categorías.
Clasificación y caracterización de la vegetación
Para clasificar la vegetación, utilizamos criterios fisonómico-florístico-ecológicos e identificamos diferentes tipos de vegetación basados en las unidades de vegetación del catálogo de plantas vasculares de Bolivia (Beck 2014), y los ecogramas de las formaciones naturales de vegetación de Ellenberg (1979), que corresponden a un sistema simplificado de pisos altitudinales relacionados con la humedad y temperatura. También consideramos la clasificación de la vegetación de Bolivia de Navarro (2011), las unidades del mapa de vegetación de Bolivia de Navarro & Ferreira (2007), la caracterización de la vegetación de la región del Madidi (Fuentes 2016), además de la experiencia de campo. Posteriormente, designamos los grupos de vegetación correspondientes siguiendo el sistema de clasificación de EcoVeg (Faber-Langendoen et al. 2014,2018), el estándar nacional de clasificación de la vegetación de los Estados Unidos (USNVCS, FGDC 2008), y el sistema internacional de clasificación de la vegetación (IVC, NatureServe 2024). En este estudio llegamos hasta el nivel de grupos de vegetación, que considera la similitud en la composición, las formas de crecimiento, y las especies diagnósticas que reflejan diferencias biogeográficas en términos de mesoclima, geología, sustrato, hidrología y regímenes de perturbación (FGDC 2008). Para el nombre principal de cada tipo de vegetación usamos un nombre coloquial para facilitar su interpretación. En la clasificación incluimos los códigos del IVC para su comparación con otros estudios (NatureServe 2024). Considerando los criterios del FGDC (2008) para asignar un nivel de confianza a la clasificación de los tipos de vegetación, el presente trabajo tiene un nivel bajo, pues no está basado en parcelas. Para caracterizar la vegetación se siguió el formato de la FGDC (2008) simplificado incluyendo: un resumen, características de la vegetación (fisonomía y estructura, florística, dinámica), descripción del ambiente (bioclima y suelos), su distribución y algunas especies diagnósticas. Las especies diagnósticas son aquellas cuya constancia o abundancia relativa diferencia un tipo de vegetación de otro e incluyen especies comunes, características, indicadoras, representativas o dominantes de cada tipo de vegetación (FGDC 2008).
Para caracterizar el bioclima se obtuvieron datos de precipitación y temperatura máxima y mínima de estaciones meteorológicas cercanas a la zona de estudio (SENAMHI-INADHI 2024). En los casos en los que no había datos de temperatura disponibles, estos se obtuvieron de WorldClim (Fick & Hijmans 2017). No se utilizaron datos de precipitación de WorldClim, debido a su gran diferencia con los datos de precipitación reales. Con los datos obtenidos se calcularon los índices de termicidad (It), índices ombrotérmicos (Io) e índices ombrotérmicos de los dos meses consecutivos más secos (Iod2) para obtener diagnosis bioclimáticas (Rivas-Martínez et al. 2011). Además, se obtuvieron diagramas climáticos de Walter y Lieth (1967) de las estaciones representativas para visualizar los periodos de aridez (Fig. 2), utilizando el paquete climatol (Guijarro 2023) en el ambiente R (R versión 4.3.0). Debido a que no realizamos estudios de suelos, basamos nuestras descripciones en el estudio de Navarro (2011). Finalmente, incluimos una breve descripción de la flora, destacando las especies endémicas y amenazadas, para cada tipo de vegetación.
Mapeo de la vegetación
El mapa de formaciones vegetales se elaboró a partir del procesamiento y clasificación supervisada de imágenes de satélite Landsat (30 m) del 29 de agosto de 2023 y Sentinel (10 m) del 7 de julio, 16 y 21 de agosto de 2023. La clasificación supervisada se ejecutó en la plataforma Google Earth Engine utilizando el algoritmo Random Forest a partir de muestras obtenidas en campo. También se utilizaron dos índices espectrales, el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI) y el índice diferencial de agua normalizado (NDWI), el primero para analizar la actividad fotosintética de la vegetación, y el segundo para evaluar el contenido de agua. Por otro lado, con la finalidad de reducir la incertidumbre y confusión en la clasificación, el análisis espacial también incluyó un modelo digital de elevación Alos Palsar y sus derivados (mapa de orientación de laderas o exposición, mapa de pendientes y el índice de posición topográfica), el modelo de altura de árboles (Tolan et al. 2024), una capa de segmentación de imágenes, y cartografía topográfica del Instituto Geográfico Militar (IGM) a escala 1:50.000. Finalmente, se llevó a cabo un análisis visual para la corrección de errores. El análisis espacial se llevó a cabo en el software de código libre QGIS (versión 3.28).
Resultados
Las especies, endemismo y especies amenazadas
Hasta la fecha se tienen 8.273 especímenes de plantas vasculares de la serranía de Apa-Apa, principalmente coleccionados en los bosques montanos húmedos. Estos especímenes corresponden a 152 familias y 1.439 especies (ver Anexo 2). Las familias con más especies son Asteraceae (149 spp.), Orchidaceae (93 spp.), Rubiaceae (66 spp.), Melastomataceae (62 spp.) y Fabaceae (58 spp.). Los géneros con más especies son Miconia (40 spp.), Solanum (29 spp.), Elaphoglossum (26 spp.), Piper (23 spp.) y Mikania (23 spp.). Entre las familias arbóreas con más especies nativas destacan Lauraceae (43 spp.), Myrtaceae (15 spp.), Moraceae (15 spp.), Cunoniaceae (Weinmannia, 12 spp.), Araliaceae (sin Hydrocotyle, 9 spp.), Primulaceae (antiguamente Myrsinaceae, 9 spp.), Meliaceae (8 spp.) y Clusiaceae (7 spp.).
Encontramos 151 especies endémicas para Bolivia, de las cuales 29 constituyen endemismos regionales, restringidos a las cuencas de los ríos Coroico y La Paz (Anexo 3), entre las que destacan: Capsicum ceratocalyx (ají silvestre), Coussapoa david-smithii, Persea bilocularis y Symbolanthus australis. Además, en la serranía de Apa-Apa se registraron 80 especies nuevas para la ciencia, de las cuales se han descrito 26 (que están contabilizadas entre los endemismos mencionados) y al menos seis se encuentran en proceso de descripción (Anexo 2).
Registramos diez especies con algún grado de amenaza según la lista roja de la IUCN (iucnredlist.org): Tillandsia engleriana en estado crítico (CR), Axinaea lanceolata y Coussapoa david-smithii amenazadas (EN) y Cedrela fissilis, Cedrela odorata, Dalbergia spruceana, Freziera uniauriculata, Greigia kessleri, Ocotea comata y Solanum roseum, que están categorizadas como vulnerables (VU) (Anexo 2).
Existen varias especies útiles en la serranía de Apa-Apa; entre ellas destacan: Erythroxylum coca (coca), Vernonanthura patens (chillica), Xanthosoma sagittifolium (walusa), Baccharis genistelloides (carqueja) y Piper spp. (matico). Incluimos una lista con algunas especies útiles, especialmente nativas y asilvestradas (Anexo 4).
Tipos de vegetación
En la serranía de Apa-Apa identificamos dos pisos de vegetación: el submontano (sensuEllenberg 1979) o basimontano (sensuNavarro 2011), aproximadamente por debajo de 1.800 m, y el montano, encima de 1.800 m. La serranía de Apa-Apa cuenta con una variedad de tipos de vegetación (Fig. 3), debido a la variación altitudinal, topográfica, climática y de usos. Los bosques son muy heterogéneos y presentan variaciones florístico-estructurales en función del clima, pendiente (inclinación), exposición, dinámica y usos. A medida que la altitud disminuye, el bosque húmedo pluvial siempreverde, en el piso montano, cambia gradualmente, pasando por una franja de bosques estacionales húmedos semisiempreverdes a semideciduos caracterizados por presentar algunas especies caducifolias (que pierden las hojas), hasta una franja de bosques xéricos en las partes más bajas de algunos valles, donde predominan las especies microfoliadas, cactus y espinosas, en el piso basimontano. No existe un límite fijo altitudinal entre los tipos de vegetación; sin embargo, presentamos rangos aproximados.
Clasificación de los tipos de vegetación
Según el sistema de clasificación internacional de la vegetación (IVC, NatureServe 2024), los tipos de vegetación de la serranía de Apa-Apa son (nombres en cursiva):
Caracterización de la vegetación y flora
A continuación, detallamos los principales tipos de vegetación y sus especies (Figs. 3-4):
Bosques montanos húmedos
Macrogrupo: Bosques húmedos montanos y altimontanos de los Andes Centrales (Yungas) (M610).
Bosques pluviales, medio-altos, densos, siempreverdes, que se extienden desde aprox. 1.800 m hasta las cumbres a 2.600 m. Domina la vegetación boscosa con áreas más húmedas o bosques nublados en la parte más alta, donde las nubes se detienen, y más abajo se desarrollan los bosques montanos de ladera que son los más extensos. En varias áreas, por falta de la cobertura boscosa debido a la actividad humana, se ven campos completamente abiertos, áreas quemadas, chumes o chusisales, pero también áreas donde el estrato arbóreo se recupera. Dentro de este macrogrupo destacan los grupos de vegetación de los bosques nublados y bosques montanos de ladera. Debido a su rango altitudinal en la serranía, incluimos también a los bosques de filo o cresta. Los bosques montanos húmedos son los principales captadores de agua de lluvia y de neblina de la zona.
Bosques nublados
Grupo: Bosques yungueños montanos pluviales superiores (G1086)
La parte superior de estos bosques se caracteriza por la frecuente presencia de nubes que configuran un ambiente con humedad elevada. Estos bosques, también conocidos como bosques de “ceja de monte” (Beck 1988), son más comunes a mayor elevación. Sin embargo, en esta zona de estudio, por la elevación de la serranía de Apa-Apa, están restringidos a las cimas de la misma, aprox. entre 2.4002.600 m. Son densos, con árboles siempreverdes (sus hojas se mantienen en el transcurso del año y la renovación de follaje es constante), mayormente de hoja ancha, coriácea, de 5-10 m de altura, ramificados, densamente cubiertos por líquenes, musgos y epifitas vasculares. El ras del suelo está cubierto en algunos lugares de musgos esponjosos. El bioclima es mesotropical superior, pluvial húmedo. Para una aproximación a las condiciones climáticas ver climodiagrama de Chuspipata, salvo que el ombroclima es hiperhúmedo (It= 342.3, Io= 24.9, Iod2=8.69); además, la precipitación anual es de 3.414 mm y la temperatura media anual de 12.9°C, con temperaturas mínimas medias de 3.9 y máximas medias de 21°C (Fig. 2a). Los suelos son húmicos de profundidad variable, húmedos y bien drenados de Umbrisoles, Luvisoles, Cambisoles y Regosoles (Navarro 2011,NatureServe 2024). Estos bosques se encuentran alrededor de la primera cumbre de la carretera Huancané-San Isidro, entre Apa-Apa y Villa Mendoza (ca. 2.450 m de altitud), y subiendo hasta los 2.600 m por la senda de la cumbre.
Las especies diagnósticas son: Alchornea grandiflora, Clusia aff. lechleri, Cybianthus laetus, Guzmania squarrosa, Inga vel sp. nov., Ocotea comata, O. micrantha, Podocarpus ingensis, Ternstroemia subserrata, Weinmanna vel sp. nov. (aff. subsessiliflora). Los árboles característicos son el “romero” o “pino del monte” (Podocarpus ingensis) (Fig. 5), una gimnosperma nativa, con densas hojas lineales. También destacan los “inciensos” (Clusia aff. lechleri), con hojas tipo gomero con envés rojo-morado, y una especie de “kori- kori” (Clethra aff. cuneata). Entre los árboles de menor tamaño destacan las Cunoniaceae Weinmannia vel sp. nov. (aff. subsessiliflora), W. rhoifolia y W. ovata; la Araliaceae Sciodaphyllum sp. nov. y una Melastomataceae rara, Axinaea alata. También se coleccionó una Rosaceae, Hesperomeles ferruginea, árbol de hojas con envés peludo de calor café, elemento típico de la ceja de monte a altitudes mayores. En algunos lugares crecen al ras del suelo musgos esponjosos del género Sphagnum, más frecuentes en las turberas de la ceja de monte y en zonas templadas. Juveniles de árboles y herbáceas crecen entremezclados entre musgos, además de varias Cyperaceae y Poaceae. Resalta con sus flores rojas una Gentianaceae, arbusto erecto, endémica, Symbolanthus australis, y una orquídea rara con flores rojas y tallo cuadrangular: Elleanthus sp. nov. (Fig. 6). Las epifitas vasculares (plantas que crecen encima de los árboles) pertenecen a varias familias, principalmente Bromeliaceae, Araceae, Orchidaceae y numerosos helechos. Entre las Bromeliaceae más comunes se encontraron Guzmania squarrosa (Fig. 5) y varias especies de Tillandsia, como la roseta gigante T. tovarensis y otras grandes, como T. engleriana y T. pyramidata. Sobre los árboles viven algunas epífitas más pequeñas, como Tillandsia biflora, Racinaea parviflora y R. schumanniana. Las Araceae forman parte importante del bosque, destacando Anthurium stephanii, A. weberbaueri y A. yungasensis. Los helechos están presentes por todo lado y son elementos esenciales de estos bosques. Arriba en la parte más húmeda dominan los helechos epifitos y hay menos helechos terrestres. Entre los helechos epifitos dominan las Hymenophyllaceae, con textura de papel celofán, como Hymenophyllum axillare, Trichomanes angustatum y otras, pegadas entre musgos a los troncos. También las Polypodiaceae pequeñas de los géneros Ceradenia, Cochlidium, Melpomene y Grammitis. Entre ellas destacan las raras Melpomene michaelis y Ceradeniapearcei. También encontramos algunas Lycopodiaceae, entre ellas la endémica epífita con numerosos tallos colgantes Palhinhaea lugubris, además de helechos comunes terrestres Lycopodium clavatum y Diphasiastrum thyoides. Entre las epifitas y trepadoras también destacan varias Ericaceae, como Orthaea, Satyria, Sphyrospermum, donde llama la atención el raro bulbo leñoso de Demosthenesia pearcei, especie endémica de Bolivia.
Entre las especies endémicas de este grupo destacan: Ocotea comata, O. micrantha, Ternstroemia subserrata y Weinmannia rhoifolia. Entre las especies amenazadas resaltan Ocotea comata (VU) y Tillandsia engleriana (CR). Además, Podocarpus ingensis es una especie categorizada en el apéndice III de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) donde se previene su comercio internacional sin los permisos correspondientes.
Bosques montanos de ladera
Grupo: Bosques Yungueños montanos pluviales (G1086)
Los bosques montanos húmedos de ladera se ubican aprox. entre 1.800 y 2.300 m, sobre laderas moderada hasta fuertemente inclinadas, mayormente con exposición sur y oeste. Constituyen la parte dominante y central de la serranía de Apa-Apa. Estos bosques son densos, y se abren por la caída de algunos árboles o pequeños derrumbes. Están compuestos principalmente por árboles siempreverdes, de hoja ancha y altura variable, entre 12 y 18 m, dispuestos en varios estratos, con emergentes de hasta 25 m. También son comunes los helechos arborescentes y bambúes de Chusquea en claros del bosque. No existe una estación meteorológica cercana de referencia para este tipo de vegetación. El bioclima es mesotropical inferior pluvial húmedo, con suelos de tipo Umbrisoles, Luvisoles, Cambisoles y Regosoles (Navarro & Ferreira 2007,Navarro 2011). Un ejemplo de estos bosques se encuentra en el camino entre Huancané y San Isidro, en la subida perteneciente a la comunidad de Apa-Apa.
Las especies diagnósticas son: Alchornea brittonii, Alsophila erinacea. Beilschmiedia latifolia, Couepia sp. nov., Coussapoa david-smithii, Cyathea squamipes, Dicksonia karsteniana, Ficus crassiuscula, Hedyosmum cuatrecazanum, Ladenbergia oblongifolia, Miconia plumifera, Pectinopitys harmsiana, Piper bolivianum, Tetrorchidium andinum, Weinmannia rhoifolia.
El estrato superior se caracteriza por la presencia de árboles enormes de Ficus crassiuscula. Los árboles de Ficus pueden ser independientes o estar pegados a otros, abrazándolos (de donde proviene el nombre de “estrangulador”). Pueden matar a largo plazo a su compañero (por lo que localmente los conocen como “mata-palos”), debido a su crecimiento más vigoroso, limitando la luz para la fotosíntesis por la parte alta y chupando el agua y los nutrientes del suelo. Su tronco es mayormente glabro (sin pelos) y presenta raíces tabulares (aletones) en algunas especies, hojas coriáceas, y látex blanco al romper sus hojas o ramitas. Sus higos son huecos con flores por dentro, son polinizados por avispas menudas que entran por el poro apical y son específicas para cada especie. Las especies más comunes son Ficus americana subsp. guianensis, F. crassiuscula, F. maxima y F. trigona (Berg & Villavicencio 2003). También destaca la hemiepífita, endémica de este bosque, Coussapoa david- smithii (Fig. 5), que presenta árboles de gran porte, que nacen por lo general arriba de otro árbol y mandan sus raíces hacia abajo para enraizar y pueden llegar a medir más de 20 m de circunferencia (Rodríguez & Beck 2007).
Entre las especies de árboles más comunes destacan varias Lauraceae (laureles), reconocibles por su aroma de “laurel” y su corteza lisa. Entre los géneros más comunes destacan Nectandra, Ocotea, Aniba, Beilschmiedia, Endlicheria. Registramos diez especies nuevas de Lauraceae, incluyendo Ocotea micrantha y O. smithii. Otra especie nueva corresponde a una Chrysobalanaceae, probablemente del género Couepia, todavía no identificada por su gran tamaño (25 m) y la falta de colecciones con flores. También crece en este bosque un árbol endémico de Moraceae, Pseudolmedia boliviana, con frutos comestibles. En estos bosques destaca otra especie rara de pinos nativos, Pectinopitys harmsiana, cuyos individuos adultos pueden medir alrededor de 25 m, con hojas como árbol de navidad europeo. Otros árboles comunes en el dosel son Tetrorchidium andinum, Alchornea brittonii, Meriania brittoniana (Fig. 5) y Pouteria spp. Por debajo del dosel, o nivel de copas, se encuentran estratos arbóreos (o sotobosque) de 5-15 m, que no son densos. Están compuestos de varios árboles de las familias Rubiaceae (Bathysa, Elaeagia, Ladenbergia), Phyllanthaceae (Hieronyma), Myrtaceae (Eugenia, Myrcia), Nyctaginaceae (Guapira o Neea con pedúnculos rojos-morados y frutos negros), Primulaceae (Myrsine, Cybianthus) y Araliaceae con hojas digitadas (Sciodaphyllum sp. nov., hemiepifita) y con hojas enteras hasta 3-5 lobadas (Oreopanax); también están las Hypericaceae (Vismia), Melastomataceae (Miconia spp. y Meriania boliviensis, con flores moradas grandes) y Piperaceae con una gran variedad de especies de Piper y herbáceas (Peperomia) sobre el piso o pegadas a ramas y troncos. En el estrato bajo, menor a 5 m, crecen varios juveniles de los árboles grandes y varios arbolitos de bajo porte, incluyendo las Rubiaceae (Palicourea, Psychotria) y muchas especies de Miconia de las Melastomataceae, como Miconiaplumifera, una especie muy vistosa por sus grandes hojas acorazonadas, con envés morado y pelos enormes aglomerados en la base de la hoja. También son comunes Chloranthaceae (Hedyosmum), y Euphorbiaceae (Acalypha, Croton). El bosque húmedo montano alberga muchos helechos, desde hierbas enanas hasta árboles impresionantes, con forma de palmeras, de las Cyatheaceae como Alsophila erinacea, Cyathea squamipes y otras especies de Cyathea. Llama la atención un helecho arbóreo, Dicksonia karsteniana, con las hojas secas que permanecen pegadas al tallo. También están presentes otros helechos con frondas apoyantes extendidas como Histiopteris incisa, o erectas de los géneros Asplenium, Parablechnum, Pteris, Thelypteris. Entre los helechos herbáceos, el género Elaphoglossum cuenta con una alta diversidad: tenemos 25 especies determinadas. Elaphoglossum es dimórfico, es decir que presenta hojas enteras estériles grandes, anchas y verdes, mientras que las hojas fértiles son enteras, angostas, llenas de esporangios de color café, amarillo o negro, en forma de polvo; entre ellas destacan Elaphoglossum lechlerianum y E. moorei. La mayoría crece sobre otras plantas, es decir que son epífitas, al igual que gran parte de las Polypodiaceae de los géneros Campyloneurum, Pecluma, Pleopeltis. También son comunes los bambúes de los géneros Chusquea, Arthrostylidium y Aulonemia. En estos bosques son poco comunes las lianas, bejucos y trepadoras leñosas, mientras que son más frecuentes las trepadoras herbáceas, sobre todo en lugares intervenidos. Entre estas destacan varias especies de Asteraceae, como Lepidaploa, Mikania, y Pentacalia, y especies de Passiflora, Siphocampylus; se nota a menudo una Dioscorea y un pariente del pajarillo: Tropaeolum cuspidatum, a veces junto con una trepadora con hojas suculentas, pariente de la papalisa, del género Anredera (Basellaceae). En una quebrada de arroyo se encontró la rara y nueva Cobaea (Polemoniaceae) de flores de color amarillo pálido.
Entre las endémicas de este grupo destacan el ají silvestre Capsicum ceratocalyx (Fig. 6), Dendropanax oblongifolius, Justicia longiacuminata, la cactácea epífita Lymanbensonia incachacana, Meriania boliviensis, Miconia hirta, M. plumifera, Ocotea micrantha, O. smithii, Panopsis yungasensis, Passiflora dalechampioides (Fig. 6) y Ruagea beckii, Satyria boliviana y Tournefortia vestita. Entre las especies amenazadas tenemos a Axinaea lanceolata y Coussapoa david-smithii (EN) y Solanum roseum (VU).
Bosques de cresta o filo
Grupo: Bosques y palmares yungueños pluviales basimontanos (G1087)
En los filos de las montañas, también conocidos como “crestas” o “cuchillas”, a diferentes elevaciones, crecen bosques con una estructura y composición particular, diferente a la de las laderas. El filo es una franja de ancho variable, usualmente con suelos poco profundos, pedregosos, excesivamente drenados y empobrecidos de nutrientes, que suele presentar una fisonomía de bosque bajo y abierto (Kessler & Lehnert 2009). Estos bosques están dominados por árboles de hoja ancha y palmeras de 12-15 m. Destacan los bosques con la palmera andina Dictyocaryum lamarckianum. El bioclima es pluvial húmedo, con suelos húmicos húmedos profundos y bien drenados de tipo Umbrisoles, Cambisoles, Luvisoles y Regosoles (Navarro 2011,Natureserve 2024). Un ejemplo de estos bosques se encuentra en la parte alta de la ladera de Apa-Apa, cerca del lindero con Tajma (ca. 2.200 m). En la serranía de Apa-Apa, estos bosques se distribuyen en el piso montano. Se trata de un área recién visitada con relieve variable, todavía poco explorado.
Entre las especies diagnósticas destacan: Blakea multiflora, Clusia elongata, Dictyocaryum lamarckianum, Hedyosmum racemosum, Meriania brittoniana, Nectandra cuspidata, Ocotea aff. andina y Oreopanax trolli.
Vegetación secundaria de bosques montanos húmedos
Debido a la deforestación que ha sufrido la zona, actualmente se pueden encontrar diferentes unidades de vegetación secundaria, dependiendo del tiempo transcurrido después de la última perturbación, la frecuencia de perturbaciones y la intensidad de las mismas. La vegetación secundaria de la zona corresponde a un mosaico en diferentes etapas de regeneración. Considerando la vegetación secundaria desde la menos perturbada o más avanzada en la sucesión del bosque hasta los estadios con mayor perturbación, encontramos a los bosques húmedos secundarios, los matorrales y chusisales y las sabanas montanas húmedas o “pajonales”. Además, la secuencia, composición y estructura de la vegetación secundaria diferirán dependiendo de si la perturbación es natural o antropogénica. A continuación, se describe brevemente la vegetación secundaria de los bosques montanos, enfatizando la que se produce luego de perturbaciones antropogénicas, principalmente por fuegos, que es la más extendida y que mejor se conoce o se ha estudiado.
Bosques húmedos secundarios
Grupo: Bosques yungueños montanos sucesionales (sin equivalencia en el IVC).
Los bosques secundarios están constituidos por zonas que han sufrido algún tipo de deforestación, principalmente tala o quema, y que actualmente se encuentran dominados por árboles. Dichas características también se comparten con los bordes de bosque. Los bosques secundarios más extendidos son los que se han restablecido después de fuegos, en áreas previamente ocupadas por bosques montanos húmedos. Son bosques semiabiertos de 8-10 m de alto, generalmente con estructura no muy compleja. Se desarrollan en bioclimas montanos y basimontanos pluviales, que debido a la perturbación y la estructura más simple se vuelven algo más cálidos y menos húmedos. No se tienen datos de estaciones meteorológicas en estos bosques. Ejemplos de estos bosques se encuentran subiendo desde la ex-hacienda de Machacamarca.
Las especies diagnósticas son: Cecropia elongata, Clethra scabra var. laevigata, Clusia trochiformis (Fig. 5), Cyathea delgadii, Escallonia paniculata, Hedyosmum racemosum, Hieronyma fendleri, Miconia hygrophila, Myrcia splendens, Myrsine coriacea, Nectandra cuspidata, Palicourea tristis, Piper elongatum, Viburnum seemenii y Vismia crassa.
Entre las especies arbóreas más comunes, aparte de las ya nombradas, tenemos a Alchornea sp., Pleroma stenocarpum y Bejaria aestuans. Por otro lado, hace más de 40 años, en algunos sectores aledaños a las carreteras se produjo extracción selectiva de troncos maderables, dejando especies no maderables como Ficus maxima, Meriania brittoniana, Myrsine coriacea y Sapium sp. nov. (Fig. 6). También se establecieron numerosos helechos arbustivos como Blechnum, Dryopteris, Histiopteris incisa, Polybotrya, Sticherus, etc.; helechos arbóreos como Cyathea delgadii; especies de Poaceae, sobre todo de Chusquea, Cyperaceae (Rhynchospora); numerosas trepadoras como Valeriana clematitis y Asteraceae (Jungia, Mikania); y herbáceas Eupatorieae de vida corta. También se establecieron especies leñosas de crecimiento rápido de las familias Chloranthaceae (Hedyosmum), Euphorbiaceae (Acalypha), Phyllanthaceae (Hieronyma), varias Rubiaceae de los géneros Palicourea y Psychotria y especies arbóreas como Bathysa, Cinchona, Elaeagia, Ladenbergia. También aparecen especies que requieren más luz como algunas Fabaceae del género Inga (“pacay” o “siquili”) varias especies de Melastomataceae de los géneros Chaetogastra (Tibouchina) y Miconia. También son comunes Piper (“matico”), Vismia (“kiswara”) y Begoniaparviflora, de unos 3-4 m de altura. En estos sectores de bosque abierto se desarrollan también Clusia elongata y C. lechleri. No faltan Myrtaceae, del género Myrcia (“jaluti”), en el estrato intermedio y bajo. Las especies del género Clethra están ampliamente distribuidas, y son especies pioneras en el bosque montano. C. scabra vive desde la parte baja hasta la parte superior. En cambio C. peruviana y C. revoluta solamente viven en las partes más altas. Cecropia, otro género de amplia distribución, más conocido como pionero en los claros de bosque y barbechos con especies como C. angustifolia, C. strigosa y C. polystachya (localmente conocidos como “lluchu”), cuenta también con especies propias, autóctonas del bosque montano, con árboles altos, con envés blanco de Cecropia elongata, localmente conocido como “cayaco”, que pueden llegar a más de 2.300 m.
Entre las especies endémicas destacan: Cecropia elongata, Clusia elongata y Vismia crassa.
Los bosques secundarios que se desarrollan después del abandono de cultivos, sobre suelos oscuros producto de actividades de quema y enriquecimiento de los restos vegetales, se conocen como barbechos. La composición de estos bosques es diferente, con especies arbóreas y arbustivas silvestres características, como Inga adenophylla, Heliocarpus popayanensis, Piper bangii, Solanum spp., Trema micrantha, Urera spp., Vernonanthura patens (“chillica”). También se pueden encontrar ocasionalmente especies cultivadas remanentes o asilvestradas como Citrus spp., Coffea arabica, Persea americana y Erythrina spp. (“cuñuri”). Estos bosques son comunes en los alrededores de los cultivos, aunque a veces, estas áreas pueden estar constituidas por relictos de bosques maduros.
Matorrales y “chusisales”
Grupo: (Pastizales) y arbustales yungueños montanos (G1100)
Nótese que esta unidad no incluye pastizales (ver Sabanas montanas húmedas o pajonales). En muchas áreas, comúnmente después del uso del fuego o quemas frecuentes de los bosques húmedos montanos, en las que se mantiene al menos parcialmente la capa de humus, crecen los helechos pirófitos Pteridium esculentum, localmente conocidos como “chusi”. Estos helechos aparecen en suelo humoso abierto, lugar ideal para que crezcan sus esporas, y se propagan rápidamente mediante sus rizomas llegando a ocupar grandes extensiones. Estos helechos permanecen dominando la vegetación por muchos años, por lo cual también se conocen a estas áreas como chusisales o chusiales. En estas áreas, dependiendo de la cercanía del bosque para proveer de semillas, las especies del bosque van colonizando paulatinamente y la composición de los arbustos y otras leñosas tiende a asemejarse al bosque. Sin embargo, debido a la alta inflamabilidad de estos helechos, estas áreas suelen quemarse repetidamente, ralentizando la sucesión natural del bosque. El chusisal tiene una cobertura densa, difícil para transitar de 1.5-3.0 m de altura, compuesta por helechos, arbustos y, a veces, algunos árboles. Se distribuye en el área de los bosques húmedos entre 1.800-2.300 m, en zonas de colonización y conversión de bosques. Son escasos en laderas con exposición norte. El bioclima es pluvial a pluviestacional, con suelos de tipo Umbrisoles, Cambisoles, Luvisoles y Regosoles (Navarro 2011). Ejemplos de esta vegetación se encuentran en las laderas cercanas a Huancané, camino a Sanani.
Las especies diagnósticas son: Clethra scabra, Collaea speciosa, Gaultheria erecta, Miconia cyanocarpa var. hirsuta, Miconia sublanata, Pleroma stenocarpum, Pteridium esculentum, Rubus boliviensis y Weinmannia sorbifolia.
Llaman la atención arbustos de flores amariposadas rojas de Collaea speciosa (Fig. 5), localmente conocida como “señorita”; Cavendishia (“toco-toco”), con sus brácteas rojizas y hojas trinervadas coriaceas, y Oyedaea boliviana, subarbustos con flores amarillas de la familia Asteraceae, que se ven esporádicamente. También son comunes entre el chusi parches del helecho Lophosoria quadripinnata, localmente conocido como “chusi-chusi”, que se diferencia por sus hojas más suaves, con envés blanco, creciendo a partir de un solo tallo. Entre las hierbas destaca una con bayas azules, Coccocypselum lanceolatum, y otras con pequeñas bayas anaranjadas: Galium hypocarpium. A medida que avanza la sucesión en los chusisales, el chusi es paulatinamente reemplazado por leñosas de porte arbustivo y subarbustivo, y se forman los matorrales de regeneración que típicamente se encuentran contiguos al bosque. En estos matorrales son comunes los arbustos de Asteraceae de los géneros Baccharis, Eupatorium, Vernonia y sus segregados. Estos matorrales presentan principalmente especies dispersadas por viento y con capacidad de rebrotar después del fuego, como Clethra scabra (“kori-kori”), Bejaria aestuans, Weinmannia sorbifolia (“yarisana”) y Pleroma stenocarpum var. boliviensis (“lirio” o “flor de mayo”), con sus llamativas flores lilas. Entre las especies dispersadas por animales que aparecen esporádicamente en los chusisales y matorrales destacan Clusia trochiformis (“incienso”), Miconia hygrophila, M. cyanocarpa, Viburnum seemenii (“negrillo”), especies de Myrsine, Myrcia y Mauria, así como algunos individuos de Inga adenophylla (“siquili”), y arbustos espinosos de Rubus (”kari-kari”). Un elemento característico de estos matorrales, que fue explotado masivamente desde hace más de 200 años para curar la malaria, era el árbol de la quina, llamado Cinchona calisaya. Este arbolito aparece esporádicamente en áreas quemadas, aunque hoy en día es bastante raro.
Otro tipo de matorrales son aquellos que se restablecen a partir de sabanas montanas en las que la capa de materia orgánica es muy delgada o escasa como para que crezca el chusi. Son áreas más abiertas y secas, con arbustos de bajo porte. Estas áreas constituyen el paso de “pajonal” con suelos pobres a pajonal-matorral con arbustos y subarbustos de áreas abiertas (diferentes a los del bosque). A medida que se incrementa el contenido de materia orgánica en el suelo, a la vez que cesan los fuegos, se dan las condiciones para que Pteridium se establezca, pasando a una etapa de matorral- chusisal todavía con algo de pastos, luego a un chusisal y luego a un bosque secundario. En estos pajonales- matorrales dominan varias especies de Asteraceae (Austroeupatorium inuliflorum, Baccharis spp., Chromolaena spp., Raulinoreitzia crenulata, Oyedaea boliviana), Fabaceae (Collaea speciosa, Mimosa boliviana, localmente conocida como “t'isisa”), Lamiaceae (Cantinoa mutabilis, Hyptis, Minthostachys), Malvaceae (Sida, Triumfetta), Melastomataceae (Chaetogastra brittoniana), Piperaceae (Piper elongatum), Poaceae, Rubiaceae (Borreria, Galium) y Verbenaceae (Lantana trifolio).
Finalmente, cuando en el bosque montano húmedo hay deslizamientos, naturales o provocados por la construcción de carreteras, las áreas desnudas sin suelo pueden ser colonizadas en primera instancia por comunidades de musgos y líquenes, posteriormente son reemplazadas por helechos gleiqueniáceos de bajo porte, donde la sucesión del bosque también suele estancarse y no se conoce mucho acerca de ella. Las especies que dominan estas áreas de deslizamientos son Gleichenella pectinata y Dicranopteris flexuosa, entre las más frecuentes.
Entre las especies endémicas de este tipo de vegetación tenemos a Chaetogastra brittoniana, Kaunia gynoxymorpha, Moquiniastrum bolivianum, Stevia neglecta y S. setifera.
Sabanas montanas húmedas o “pajonales”
Grupo: Sabanas arboladas secundarias yungueñas basimontanas y montanas (G1112)
En áreas edáficamente secas por la pérdida de la cobertura boscosa y pérdida de suelos a causa de incendios frecuentes y lluvias torrenciales, entre 1.500-2.300 m, se forman sabanas de montaña dominadas por Poaceae y algunas Cyperaceae, acompañadas de arbustos y árboles dispersos, paisaje conocido localmente como “pajonales”. La fisionomía es parecida a la de las sabanas de tierras bajas, como en el Beni. Ocurren principalmente en laderas con exposición norte, en áreas subhúmedas de los pisos montano y submontano (basimontano, Josse et al. 2007). Los suelos son poco profundos y pedregosos, principalmente de tipo Cambisoles, Luvisoles, Regosoles y Leptosoles (Navarro 2011). En el municipio de Chulumani están representados en extensiones pequeñas en comparación con el municipio de Coroico, donde son más comunes. Ejemplos de estas sabanas se pueden encontrar en las laderas encima de las comunidades de San Isidro y Villa Mendoza.
Las especies diagnósticas son: Aristida riparia, Axonopus canescens, Baccharis dracunculifolia, B. linearifolia, Bulbostylis juncoides, Byrsonima crassifolia, Chaetogastra brittoniana, Chelonanthus acutangulus, Condaminea corymbosa, Desmocelis calcarata, Epidendrum secundum, Eryngium rauhianum, Lessingianthus grandiflorus, Rhynchospora rugosa, Schizachyrium spp.
Comúnmente, en lugares rocosos, crece un pequeño árbol de corteza y hojas gruesas y grandes, la Rubiaceae Condaminea corymbosa. También acompañan a las gramíneas, arbustos ralos de Chaetogastra (Tibouchina) brittoniana y Gaultheria eriophylla, y la bromeliácea andina endémica Puya pearcei en áreas rocosas. Algunos arbustos y árboles de corteza gruesa como Pseudobombax longiflorum, Byrsonima crassifolia (Fig. 5) y Roupala montana, entre otros, crecen bajo estas condiciones de quemas frecuentes.
En estas sabanas o pajonales existen varias especies perennes, resistentes a las quemas gracias a órganos especiales como xilopodios, hojas suculentas, bulbos, pseudobulbos y macollos protegidos por numerosas capas de tejidos (Beck 1993,Miranda et al. 2010). Entre las
Poaceae destacan especies de Aristida, Elionurus, Schizachyrium, entre otros, y las Cyperaceae Bulbostylis juncoides, B. capillaris y Rhynchospora rugosa.
Más abajo, en las laderas de exposición NE, pasando Tajma hacia La Asunta, existen áreas antiguas de cultivo donde se naturalizaron pajonales de la gramínea forrajera Melinis minutiflora. Después de quemas frecuentes se formó un tipo de sabana de montaña con varias gramíneas como Schizachyrium condensatum y árboles dispersos. Los árboles y arbustos torcidos resisten las quemas, gracias a su corteza. Entre estos árboles destacan Pseudobombax longiflorum, Luehea paniculata, Machaerium acutifolium y Tabebuia aurea, y entre los arbustos destacan Alchornea triplinervia, Cedrela sp., Dalbergia foliolosa, Dilodendron bipinnatum.
Entre las endémicas tenemos a Aristolochia yungensis, Cuphea weddelliana, Puyapearcei y Vitekorchis vasquezii.
Bosques estacionales húmedos
Grupo: Bosques siempreverdes estacionales yungueños basimontanos (G1089)
Por debajo de los bosques húmedos montanos se encuentran restos del bosque estacional húmedo en el piso basimontano o submontano. El bosque estacional húmedo no intervenido corresponde a un bosque alto de 20-25 m, denso, semisiempreverde, que se extiende aproximadamente entre 1.600 y 1.900 m. El bioclima es termotropical pluviestacional húmedo, similar al que se registra en la estación meteorológica de Coroico (It= 585.6, Io= 6.15, Iod2=2.065, Fig. 2). La estacionalidad en estos bosques es mayor que la de los bosques montanos húmedos, con una época seca más marcada entre mayo y junio y un periodo lluvioso entre octubre y marzo. La precipitación anual de la estación de referencia de Coroico es de 1.440 mm, y la temperatura media anual es de 19.5°C, con temperaturas mínimas medias de 12.1 y máximas medias de 25.9°C (Fig. 2b). Los suelos son húmicos, profundos, bien drenados a excesivamente drenados, de tipo Umbrisoles, Cambisoles, Luvisoles y Regosoles (Navarro 2011). Una muestra representativa del bosque estacional húmedo se puede encontrar en torno al puente de la quebrada de Palma Pampa.
Las especies diagnósticas son: Banisteriopsis nummifera, Celtis iguanaea, Erythrina poeppigiana, Juglans boliviana, Maclura tinctoria, Pogonopus tubulosus, Pterocarpus violaceus. Este grupo está sub-representado en nuestro estudio y existen pocas colecciones para tener una idea más clara sobre su composición. No existe una separación real entre especies de los bosques secos y estacionales húmedos, es una transición. Los bosques en el fondo y en las laderas del valle han sufrido y sufren mayor deterioro de acuerdo con su accesibilidad, exposición y propiedad. Sin embargo, todavía existen algunos parches conservados sobre quebradas casi inaccesibles que pueden llegar hasta el río.
En algunos relictos se observan especies de tierras bajas como Pterocarpus violaceus, especies de bosques estacionales del género Cedrela y algunas de bosque seco, como Prockia crucis. También están presentes Maclura tinctoria, Myrsine oligophylla y Alchornea sp. Este suele ser el ambiente óptimo del nogal boliviano (Juglans boliviana) (Navarro 2011,Fuentes 2016), especie de madera valiosa, cuyas poblaciones conocidas en la región de Sud Yungas derivan, al parecer, mayormente de plantaciones realizadas durante el periodo de las haciendas. Estos bosques también presentan vegetación secundaria, que no se incluye en el presente estudio.
Bosques secos
Los bosques secos (en bioclimas estacionales subhúmedos y xéricos secos) se encuentran rodeando a los bosques montanos húmedos o a los bosques estacionales húmedos aproximadamente por debajo de los 1800 m. El área de estos bosques es la que más ha sido afectada y, en la actualidad, se encuentra en su mayor parte transformada en cultivos de coca y vegetación secundaria, como sabanas y bosques secundarios pirogénicos y de barbecho. Ambos tipos de bosque seco se conocen apenas de unas pocas colecciones y de observaciones dispersas en campo. Por lo que, de momento, carecemos de datos de campo precisos para poder caracterizarlos florísticamente. Sin embargo, detallamos algunas características principales de estos tipos de vegetación.
Bosques estacionales subhúmedos
Grupo: Bosques yungueños pluviestacionales subhúmedos basimontanos (G1095)
Debajo de los bosques estacionales húmedos, se encuentran los bosques estacionales subhúmedos, que en su estado natural corresponden a bosques densos, submontanos o basimontanos de 15-17 m, semideciduos, que se extienden aproximadamente entre 900-1.600 m, en laderas con efecto moderado de sombra de lluvia orográfica (Navarro 2011). El bioclima es termotropical pluviestacional subhúmedo, similar al que se registra en la estación meteorológica de Chulumani (It= 612.1; Io= 5.44; Iod2=1.64; Fig. 2). La precipitación anual es de 1.332 mm, y la temperatura media anual es de 20.4°C, con temperaturas mínimas medias de 11.8°C y máximas medias de 27.8°C (Fig. 2c). Los suelos son de tipo Umbrisoles, Cambisoles, Luvisoles y Regosoles (Navarro 2011). Todavía existen fragmentos relativamente bien conservados de estos bosques, por ejemplo, alrededor del camino de Colpar hacia el puente Gerónimo Meneses sobre el río Tamampaya y en una franja hacia el noroeste de la serranía de Apa-Apa, debajo de la población de Alto Chorrillo.
Las especies diagnósticas son: Anadenanthera colubrina, Cybistax antisiphilitica, Fosterella rusbyi, Machaerium hirtum, Myracrodruon urundeuva, Pseudobombax longiflorum y Schinopsis brasiliensis.
Elementos típicos son leguminosas de hojas (folíolos) menudas de “willca o cebil” (Anadenanthera colubrina). Además, se ven otras leguminosas, especies con flores amariposadas, “papilionáceas”, como Dalbergia foliolosa, Machaerium y especies de Mimosoideae, como Chloroleucon tenuiflorum, Parapiptadenia y Senegalia. En estos restos de bosques crecen con ramas gruesas y flores grandes vistosas de las Malvaceae (ex Bombacaceae, Ceiba boliviana y Pseudobombax longiflorum (Fig. 5), además de la Bignoniaceae, Cybistax antisyphilitica. También están presentes las Anacardiaceae, parientes del mango, como Myracrodruon (Astronium) urundeuva, Mauria subserrata y Schinopsis brasiliensis, de maderas duras. Entre estas especies mayormente caducifolias crecen algunas especies siempreverdes de Myrtaceae, como Psidium guineense y la Lauraceae Persea caerulea. En el sotobosque se ven algunos arbustos como Vismiagracilis, Solanum conglobatum y varias hierbas y bromelias, incluyendo algunas especies de Fosterella. No faltan las trepadoras leñosas de la familia Malpighiaceae, como Heteropterys dumetorum, con flores lustrosas de un amarillo limón. La vegetación secundaria de los bosques estacionales subhúmedos a veces está constituida por matorrales donde Dodonaea viscosa suele ser común, y de un tipo de sabana de montaña.
Entre las especies amenazadas tenemos a Dalbergia spruceana (VU). Entre las endémicas destacan Hippeastrum yungacense y Pseudalbizzia coripatensis.
Sobre laderas rocosas a 1.300 m, pasando Tajma hacia la Asunta, se encuentran restos de bosque semideciduo con las leguminosas endémicas Calliandra chulumania, Mimosa rusbyana y Piptadenia buchtienii, la bombacácea Ceiba boliviana, y la cactácea que se apoya en arbustos y árboles Epiphyllum phyllanthus. En lugares más abiertos crecen varias bromeliáceas como la gran Tillandsia carnosa con hojas en forma de embudo, otras terrestres de Tillandsia didistichia, T. streptocarpa y las rosetas de Fosterella rusbyi y F. weddelliana, además la Furcraea aff. boliviensis.
Bosques xéricos secos
Grupo: Bosques yungueños xéricos basimontanos (G1106)
El bosque es abierto, bajo, los árboles no chocan entre sí, alcanzan hasta 5 m, son bastante ramificados, varios presentan espinas y son caducifolios (pierden sus hojas en época seca). Estos bosques se sitúan en el fondo de los valles de los Yungas, con fuerte efecto de la sombra de lluvia orográfica (Navarro 2011). El bioclima es termotropical xérico seco, similar al que se registra en la estación meteorológica de Cajetillas (It= 1061.1, Io= 0.58, Iod2=0.61). Este tipo de vegetación se caracteriza por tener una época seca marcada entre abril y julio. La precipitación anual según esta estación meteorológica es de 807 mm, y la temperatura media anual es de 22.2°C, con temperaturas mínimas medias de 12.9°C y máximas medias de 30,4°C (Fig. 2d). Los suelos son de tipo Cambisoles, Luvisoles, Regosoles y Leptosoles (Navarro 2011). Ejemplos de este tipo de vegetación pueden observarse en pequeños fragmentos dispersos hacia el este, en el fondo del valle en la cuenca del río Solacama.
A partir de colectas realizadas en áreas aledañas las especies diagnósticas son: Aspidosperma duckei, Pereskia weberiana y Yungasocereus inquisivensis,
Elementos característicos de los bosques xéricos secos son los cactus Cereus stenogonus y Yungasocereus inquisivensis (Fig. 5) Entremedio también crecen algunos arbustos y hierbas como Pereskia weberiana, Lippia sp., Triumfetta sp. y las rosetas gigantes de los magueyes nativos, Furcraea. Entre las endémicas destaca Yungasocereus inquisivensis.
Áreas antropogénicas
El paisaje original cambió drásticamente en toda la zona. En vez de bosques secos o montanos húmedos, hoy en día dominan en varias regiones los cocales rodeados, en algunos casos, de tierras en descanso. Bajo la expresión de áreas antropogénicas juntamos diferentes unidades de vegetación semi-natural que presentan grupos de plantas adaptadas a actividades antropogénicas, incluyendo las áreas de cultivo, las plantas acompañantes de los cultivos, y las plantas al borde de los caminos, senderos y áreas de pisoteo. Estas áreas corresponden a una vegetación semi-natural que podría asignarse al grupo cultural de vegetación rural templada y tropical (FGDC 2008).
Áreas de cultivo
El principal cultivo en el área es la coca (Erythroxylum coca), que fue domesticada en la región andina hace aprox. 8.000 años, adquiriendo usos medicinales ceremoniales y nutricionales (Dillehay et al. 2010). Además de los cocales, todavía se cultivan frutales, incluyendo cítricos, mangos, níspero, pacay, plátanos. El cultivo de café (Coffea arabica), antes muy común en la zona, ahora se ve cada vez menos. Entre los tubérculos destacan la papa walusa (Xanthosoma sagittifolia, Araceae), papa japonesa (Colocasia esculenta, Araceae) y racacha (Arracacia xanthorrhiza, Apiaceae). También se cultivan a menor escala el maíz, caña de azúcar, frutilla, mora, maní, ajíes y locotos. Por otro lado, existen pequeñas extensiones de plantaciones forestales de especies exóticas como Araucaria, Cupressus, Eucalyptus y Pinus, que fueron plantadas en el pasado y que todavía persisten, aunque en algunos casos están siendo reemplazadas paulatinamente por bosques secundarios con especies nativas.
Además, existen varias especies nativas y exóticas acompañantes de los cultivos, mal llamadas “malezas” o malas hierbas, que deberían ser llamadas “hierbas asociadas”, ya que tienen diferentes beneficios y han sido aprovechadas por la gente local para fines medicinales, alimentación humana y de animales domésticos y silvestres.
Áreas abiertas al borde de caminos, senderos y áreas de pisoteo
En los bordes de caminos crecen especies ruderales, muchas de distribución neotropical y otras cosmopolitas. Registramos algunas de ellas en nuestra lista de especies. Al borde de los caminos destaca en gran abundancia el pasto gordo (Melinis minutiflora, Poaceae), especie introducida en avionetas aproximadamente en 1930, que actualmente se considera una especie invasora agresiva en franco proceso de expansión y necesita ser monitoreada. También en el borde de los caminos que atraviesan bosques, se registraron algunas especies de Malvaceae (Sida), y varias Asteraceae, como Galinsoga, Gamochaeta, Chaptalia, Sigesbeckia, Munnozia y la rastrera Cuphea calophylla (Lythraceae).
Discusión
La serranía de Apa-Apa, un centro de alta diversidad florística
En este estudio encontramos 1.439 especies, un número elevado en comparación con otros bosques montanos húmedos tropicales. Debido a la escasez de inventarios florísticos completos en otras áreas de bosques montanos húmedos en Bolivia, es difícil hacer comparaciones equitativas. La mayor parte de los inventarios disponibles se centran en especies leñosas (Arellano & Macía 2014,Fuentes 2016,Loza et al. 2010,Gentry 1995) o en grupos indicadores (ej. Kessler 2001,Bach et al. 2003,Bach 2004), pero existen pocos reportes de la flora de un área en particular. Nuestros datos corresponden a aproximadamente la mitad de todas las especies de plantas reportadas en el catálogo de Bolivia para los bosques montanos húmedos de La Paz (Yungas) entre 1.500-2.500 m (Jørgensen et al. 2015, Tabla 1). Reportamos más especies que las registradas en el mismo rango altitudinal, pero con mayor superficie, en Zongo (Beck et al. 2018,Jiménez-Pérez & Beck 2018, Tabla 1), y un poco menos que las 1.507 especies reportadas en el PN-ANMI Cotapata hasta el 2005 (SERNAP 2005), en un área 20 veces mayor que la nuestra y con un gradiente altitudinal mucho mayor que el nuestro (Tabla 1). También registramos un mayor número de especies que otros bosques montanos húmedos de Bolivia, como el Boliviano-Tucumano (e.g., Ibisch et al. 1996,Arroyo & Churchill 2009,Arroyo & Navarro 2022, Tabla 1). La cantidad de especies que registramos también fue mayor comparada con un estudio exhaustivo en una selva alta perennifolia de la Selva Lacandona de México, donde también muestrearon hierbas y epífitas, y sólo registraron 504 especies en una superficie similar a la nuestra (Durán-Fernández et al. 2016). Registramos un menor número de especies que el encontrado por Homeier & Werner (2007) y Lehnert et al. (2007) en un bosque húmedo montano de la Reserva Biológica San Francisco en Ecuador, quienes consideraron un gradiente mayor para helechos, pero en una superficie de estudio menor a la nuestra (Tabla 1). Este patrón se debe a que la riqueza de especies es mayor a menor latitud, además que la Reserva Biológica San Francisco es un lugar único en el mundo por su extremada biodiversidad dada por diferentes factores desde la escala global hasta la de micro-hábitat (ver revisión en Richter et al. 2009).
Lugar | Tipos de vegetación | Superficie (ha) | Rango altitudinal (m) | Plantas vasculares | Endémicas |
Serranía de Apa-Apa a | Bosque montano húmedo y otros grupos de vegetación, en menor medida | 15.000 | 900-2.600 | 1.439 | 151 |
Serranía de Apa-Apa a | Bosque montano húmedo | 3.650 | 1.800-2.600 | 993 | 120 |
Yungas de La Paz, Bolivia b | Bosque montano húmedo | 1.500-2.500 | 3.478 | 568 | |
Madidi Bosque montano húmedo, Bolivia c | Bosque montano húmedo | 204.770 | 1.800-2.500 | 257 | |
Zongo, La Paz, Bolivia d, e | Bosque montano húmedo y bosque nublado | 1.400-2.400 | 746 | 79 | |
PN-ANMI Cotapata, Boliviaf | Todo (Desde vegetación altoandina hasta bosque seco) | 61.000 | 1.100-5.600 | 1.507 | 125 |
El Fuerte de Samaipata, Santa Cruz, Bolivia g | Transición Tucumano Boliviano - Yungas | 200 | 1.800-2.000 | 367 | 6 |
Provincia de Vallegrande, Santa Cruz, Bolivia h | Tucumano Boliviano, valles secos y bosque Chiquitano | 641.400 | 500-2900 | 1630 | |
Bella Vista, Santa Cruz, Bolivia i | Tucumano Boliviano, Cerrado | 2.600 | 1000-1872 | 793 | |
Selva Lancandona, México j | Selva alta perennifolia | 3.847 | 800-1.200 | 504 | |
Reserva Biológica San Francisco, Ecuador k | Bosque montano húmedo | 1.000 | 1.800-2.900 | 1.208 (sin helechos) | |
Reserva Biológica San Francisco, Ecuador l | Bosque montano húmedo | 1.000 | 1.800-3.140 | 250 (solo helechos) |
La gran diversidad de la zona podría deberse a la variación orográfica en un espacio reducido y aislado por ambientes más secos (Beck 2002), a la presencia de áreas bien conservadas, principalmente por encima de los 1.900 m y a la presencia de áreas perturbadas, tanto naturales como antropogénicas, que generan nuevos espacios de nicho que son ocupados por conjuntos de diferentes especies, que contribuyen al aumento de la diversidad de la zona (Molino & Sabatier 2001,Kessler 1999). La mayor riqueza de especies en comparación con otros bosques montanos en Bolivia también podría deberse a que nuestro muestreo fue más exhaustivo, de muy larga duración y consideró las diferentes formas de vida de las especies vasculares, sin limitar su tamaño ni el área de muestreo. Sin embargo, el número de especies en nuestra lista es alto, considerando el área recorrida y el esfuerzo de muestreo que se centró inicialmente sólo en la exhacienda de Apa-Apa y, a partir de 2010, en diferentes áreas cercanas a los bordes de bosque y carreteras de la serranía (Anexo 1). Por lo tanto, todavía queda mucho por explorar, lo cual se refleja en pocas áreas donde se concentran nuestras colecciones (Anexo 1), en varias especies que coleccionamos en los alrededores pero no en la serranía, y en el hecho de que en cada exploración se sigan encontrando especies interesantes, ya sean nuevos registros o nuevas especies. Pese al largo tiempo de colectas en la zona, todavía existen grupos de plantas poco conocidos y poco coleccionados. Entre ellos destacan los helechos, que son un grupo muy diverso en este tipo de bosques, del cual todavía se espera encontrar un mayor número de especies (M. Kessler, com. pers. 2023). También falta trabajar más con especies epífitas y especies de Bromeliaceae, Orchidaceae y Bryophyta, (esta última fue completamente excluida en este estudio). Por otro lado, todavía existen bastantes vacíos de inventarios en zonas de bosques maduros bien conservados, en áreas alejadas de las carreteras y, sobre todo, en los bosques secos y estacionales. Además, falta mayor esfuerzo de colecta en los bosques nublados, que suelen tener un número elevado de especies con distribución restringida (Kessler & Beck 2001,Karger et al. 2021).
Endemismo
El número de especies endémicas que encontramos (151 especies) es alto en comparación con relevamientos en otras zonas, como Zongo con 79 especies endémicas, o el Madidi donde se registraron 257 especies en una superficie 13 veces mayor (Programa MBG-Bolivia, datos no publicados, Tabla 1). El elevado número de endemismos puede estar relacionado con muchas variables, desde rasgos ecológicos especie-específicos, como la forma de vida, factores reproductivos, formas de dispersión, estructura poblacional, habilidad competitiva, que interactúan con procesos históricos y factores ambientales (Kessler 2002). También podría deberse a la gran heterogeneidad ambiental de los bosques montanos tropicales, con mucha variación microclimática y topográfica (Kessler 2002,Lippok et al. 2014), que favorece la coexistencia de varias especies a través de la partición de hábitats (Jones et al. 2011). Por otro lado, podría estar relacionado con la escasa exploración botánica en Bolivia. Más estudios son necesarios para determinar las principales causas del alto grado de endemismo en la zona.
Es importante resaltar que además de endemismos a nivel Bolivia, en este estudio encontramos 29 especies que son endémicas regionales de las cuencas de los ríos La Paz y Coroico. Llama particularmente la atención Coussapoa david-smithii, un árbol hemiepífito grande, que se conoce solo de la Serranía de Apa-Apa (Rodriguez & Beck 2007). Es raro que una especie de tal envergadura, que es relativamente común en la franja altitudinal donde se distribuye, sea endémica de esta serranía. Incluso después de varias excursiones e instalación de parcelas en la serranía más cercana, encima de Chulumani (Schawe 2008,Lippok et al. 2013,2014,Gallegos et al. 2016), todavía no se encontró esta especie. Probablemente su distribución actual podría estar relacionada con el buen estado de conservación de la serranía de Apa-Apa y con la elevada deforestación en los bosques aledaños, donde los relictos de bosque en elevaciones menores a los 1900 m son prácticamente inexistentes. Por el tamaño y características de esta especie, su protección podría tener un efecto en muchas otras que la usan como soporte y de las que aprovechan su sombra, funcionando como una especie bandera. Tampoco se conoce sobre sus polinizadores, dispersores, ni de la fauna asociada. Futuros estudios deberán profundizar sobre su distribución y ecología.
Especies nuevas y no descritas
Registramos un número elevado de especies nuevas (80 especies). De ellas, 21 especies fueron previamente reportadas en la región del Madidi. Varias de las especies nuevas de nuestra zona de estudio se reconocieron hace varios años, pero no pudieron ser descritas. Se requieren más colecciones de especímenes con flores y frutos. Son necesarios trabajos taxonómicos y moleculares para la descripción de las nuevas especies, además de financiamientos que viabilicen su descripción. También se redujo el número de taxónomos de las instituciones reconocidas por su interés en la Flora Neotropical, como el Missouri Botanical Garden (MO), New York Botanical Garden (NY) y Smithsonian Institution (SI).
Especies con distribución especial
Se destaca que en estos bosques, desde aproximadamente 2.000 m de elevación hacia arriba, crecen varias especies consideradas como amazónicas. Por ejemplo, la trepadora leñosa Thoracocarpus bissectus (Cyclanthaceae) es una especie bien conocida de Pando, Beni y el norte de La Paz. También se colectaron algunas especies de Moraceae, como Dorstenia peruviana, Helicostylis tovarensis y Pseudolmedia, generalmente conocidas en tierras más bajas, además de una Chrysobalanaceae, con una nueva especie, posiblemente Couepia. También la Ulmaceae Ampelocera ruizii y la trepadora Polygalaceae Securidaca divaricata se encuentran en estos bosques.
La distribución especial de estas especies podría deberse a que estas zonas estaban conectadas con las llanuras amazónicas y fueron separadas durante el levantamiento de los Andes (Heads 2019). También podría deberse a que, ya que esta serranía está aislada, las corrientes frías que bajan de la cordillera podrían no llegar a la zona de la serranía, manteniendo un clima más benigno para que algunas especies amazónicas alcancen mayores elevaciones (Kessler & Kluge 2008). En otras zonas, como en el Madidi, también se registraron especies de la Amazonía a mayor elevación que la habitual, pero no tan alto como en nuestro caso.
Por otro lado, considerando que alguna vez estas especies pudieron tener una distribución más continua hasta la Amazonía, una de las principales causas de su posible pérdida en muchos lugares y aislamiento podría haber sido la gran deforestación en los corredores biológicos, que pudo afectar a los principales dispersores de estas especies, como los monos, que actualmente son raros y poco diversos en nuestra área de estudio (S.C. Gallegos, datos no publicados).
Uso actual y potencial de las especies
En este estudio no se analizó el potencial de las plantas útiles citadas en nuestra lista de especies. Existen numerosas publicaciones, como el manual de plantas económicas de Bolivia de Martín Cárdenas (1989), que presenta una guía esencial con nombres comunes y Beck et al. (2000), que presenta un resumen del potencial de las especies nativas. En este estudio incluimos una breve lista de plantas útiles, considerando especies cultivadas introducidas y nativas, entre las que destacan por su frecuente uso Erythroxylum coca (“coca”), que a veces se masca, “bolea”, “aculla” o “pijcha” con Vernonanthurapatens (“chillica”) como “lejía”. También es común en las huertas o “chacras” y en los mercados locales Xanthosoma sagittifolium (“walusa”) y la introducida Colocasia esculenta (“papa japonesa”). Entre las frutas, son comunes varias especies de Passiflora (“granadilla”). También tendrían mucho potencial alimenticio, y como productos forestales no maderables, dos especies nuevas registradas en nuestra lista, Casearia sp. nov. y Rubus sp. nov. (“kari kari”, Fig. 6), las cuales podrían cultivarse por el sabor dulce e inigualable de sus frutos. También resaltan varias especies de Miconia, Palicourea, Anthurium, entre otras, por su potencial ornamental en forma de cercos vivos (Anexo 4).
Estudios moleculares sobre diferentes poblaciones del locoto (Capsicum pubescens) indican que sus poblaciones ancestrales o basales son las que se cultivan en comunidades de Nor y Sud Yungas. Barboza y su maestro Armando Hunziker (1919-2001) han estudiado por muchos años este grupo y recientemente publicaron una monografía a base de estudios moleculares y morfológicos (Barboza et al. 2022). Especímenes de C. pubescens coleccionados en nuestra zona de estudio han sido diferenciados morfológicamente como un morfotipo basal, con base en estudios moleculares, por los frutos más redondeados y pequeños, y hojas glabras (N. Palombo, com pers.) (Fig. 6). También destaca en el bosque húmedo el arbusto silvestre Capsicum ceratocalyx, otro pariente endémico de Apa-Apa, conocido de pocas colecciones.
Tipos de vegetación
Pudimos caracterizar los principales grupos de vegetación y áreas antropogénicas de la serranía de Apa-Apa. Es importante destacar que no existe un límite altitudinal fijo entre los tipos de vegetación y que los cambios entre ellos suelen ser graduales. Además, esta zona se caracteriza por tener una elevada diversidad beta (Lippok et al. 2013), por lo que hay mucho recambio de especies entre comunidades en un mismo tipo de vegetación, lo que dificulta la caracterización de la vegetación a niveles más bajos. El recambio de especies en estos ambientes suele estar determinado por la topografía, el microclima, las propiedades del suelo, la apertura del dosel y la elevación (Lippok et al. 2013). Este mismo patrón fue observado en otros bosques montanos húmedos cercanos (Bach 2004,Arellano et al. 2015) y en el bosque Boliviano-Tucumano (Blundo et al. 2016,Gallegos et al. 2019).
De acuerdo con el sistema internacional de clasificación de la vegetación, los bosques de la serranía corresponden a dos clases principales, los bosques tropicales húmedos y secos. La deforestación de la zona dio lugar a un cambio tan severo de la vegetación, que actualmente los matorrales o chusisales y las sabanas montanas (que son áreas de vegetación secundaria de los bosques montanos y basimontanos) se encuentran en la clase de vegetación polar y alpina (IVC, NatureServe 2024). Pese a la degradación de la vegetación en dichos casos, estos tipos de vegetación tienen mayor afinidad con los bosques aledaños que con áreas polares y alpinas. Además, si los incendios cesaran, probablemente la sucesión del bosque podría proceder en estas áreas, pero a muy largo plazo. Los términos polar y alpino no son adecuados para ambientes tropicales; esta clasificación latitudinal no se debe “sinonimizar” con la clasificación altitudinal, y se podría cambiar el término polar por nival (Ellenberg 1979). Probablemente se deberían revisar estos aspectos en los sistemas internacionales de clasificación de la vegetación.
Aunque se podría llegar a una caracterización de la vegetación más profunda, es decir, a un nivel inferior y con un nivel de confianza mayor, de acuerdo con diferentes tipos de clasificación, p.e., USNVC, IVC, EcoVeg (Navarro 2011,Faber-Langendoen et al. 2014) mediante el uso de parcelas distribuidas en cada tipo de vegetación (Faber-Langendoen et al. 2014), actualmente no tenemos esa información debidamente procesada. Sin embargo, logramos describir los diferentes tipos de vegetación a partir de las formas de vida dominantes y de las especies diagnósticas y dominantes (Faber-Langendoen et al. 2014), llegando al nivel de grupos de vegetación. Esta clasificación se podrá profundizar a futuro, con un mayor número de parcelas establecidas para ese fin en los diferentes tipos de vegetación. Nuestro estudio se enfocó principalmente en las especies de los bosques montanos húmedos y su vegetación secundaria, donde tenemos mayor esfuerzo de muestreo. Futuros estudios deberán enfocarse en establecer parcelas y coleccionar plantas vasculares en los bosques nublados, estacionales húmedos, subhúmedos y xérico secos, y su vegetación secundaria, para conocer mejor la flora de dichas zonas.
En términos generales, las unidades que definimos coinciden a nivel ecológico con las empleadas en otros trabajos en áreas próximas como Cotapata (Paniagua et al. 2003,Bach et al. 2003,Bach & Gradstein 2007). La concordancia altitudinal no es del todo exacta, por la diferencia en los criterios empleados. A nivel florístico las especies características coindicen en gran parte, y las diferencias pueden deberse a la heterogeneidad florística inherente a los ecosistemas montañosos y/o a la mayor certidumbre en las determinaciones en la presente contribución. Comparando con estudios de vegetación más al norte, en la región del Madidi (Fuentes 2005,2016), los tipos de vegetación coinciden a nivel ecológico debido a que se emplean los mismos criterios en la definición de las unidades. A nivel florístico existe también una fuerte similitud con relación a las especies dominantes y características, con diferencias menores probablemente debidas a factores biogeográficos.
Al realizar los mapas de vegetación presentamos algunos inconvenientes debido a los aspectos físicos propios de la serranía, principalmente la pendiente, que produce sombra en las laderas, así como la nubosidad. Algunas áreas presentaron reflectancias muy similares entre sí; este es el caso de los grupos de vegetación de los bosques secundarios, bosques secos, bosques estacionales húmedos e incluso los chusisales. Estas ambigüedades se corrigieron usando el modelo digital de elevación, la capa de orientación de laderas, la capa de altura de árboles (a 1 m de resolución espacial, Tolan et al. 2024) y las imágenes satelitales descargadas de la plataforma Google Earth Pro, así como un buen conocimiento in situ del área de estudio. Sin embargo, los bosques secundarios son difíciles de discernir incluso con dichas herramientas, por lo que se necesitan más puntos de corroboración en campo para diferenciar los bosques maduros de los secundarios
Principales amenazas
En la serranía de Apa-Apa registramos diez especies presentes en la lista de especies amenazadas de la IUCN, catalogadas como vulnerables, en peligro y en peligro crítico. Las principales presiones para las especies de la serranía estarían relacionadas con la apertura de caminos, quemas, tala, expansión de las plantaciones de coca, crecimiento de las áreas urbanas, minería, el uso de pesticidas (porque acaban con los polinizadores y con la biodiversidad) y la pérdida de hábitat que acaba con las especies de plantas, con sus dispersores, y demás fauna asociada. Sin embargo, la lista roja de la IUCN no considera numerosas especies, particularmente las endémicas, presentes en nuestra área de estudio, que podrían estar amenazadas, pero todavía no han sido evaluadas. Futuros estudios deberán enfocarse en evaluar el estado de amenaza de especies de distribución restringida, en especial en las especies endémicas regionales (ver Anexo 3), así como el “pino de monte” (Pectinopitys harmsiana, previamente conocida como Prumnopitys harmsiana, Podocarpus harmsianus, P. utilior), que es explotado por su madera, y especies ornamentales como Hippeastrum spp., orquídeas y cactus. También sería importante evaluar el estado poblacional de especies con frutos y semillas relativamente grandes de las familias Arecaceae, Lauraceae, Proteaceae y Sapotaceae, las cuales deberían ser dispersadas por animales grandes, que son cada vez más escasos en la zona. Además, sería importante hacer estudios poblacionales de especies maderables, muchas de las cuales fueron extraídas intensivamente en los alrededores de los caminos y bordes de bosque de las diferentes comunidades.
El uso del fuego es una de las principales amenazas a la biodiversidad de la zona. Los incendios frecuentes han favorecido la dominancia de Pteridium esculentum (chusi) en grandes extensiones del bosque montano húmedo, donde su regeneración es muy lenta. Por esta razón, desde 2010 se desarrolla un proyecto de ecología de la restauración del bosque en sitios quemados en nuestra zona de estudio. Mediante estudios experimentales y observacionales se están investigando las principales limitantes en la regeneración natural del bosque, así como diferentes técnicas de restauración activa para acelerar su regeneración. La regeneración del bosque montano húmedo en áreas deforestadas es fundamental para conservar la gran diversidad y las fuentes de agua de la serranía de Apa-Apa.
Las frecuentes quemas en las sabanas montanas o pajonales también amenazan la diversidad de la serranía. La quema continua de los pajonales hace que la cobertura vegetal desaparezca poco a poco, los componentes finos de la estructura del suelo van hacia abajo, reforzados por las lluvias frecuentemente torrenciales. Estas zonas quedan como áreas baldías, pedregosas, rocosas casi sin vegetación, causando la escorrentía de agua por falta de infiltración (Beck 1993).
Aunque solo una parte de nuestros relevamientos nos permitieron cuantificar las poblaciones, detectamos varias especies muy raras o con muy poco reclutamiento (S.C. Gallegos, datos sin publicar). Este patrón podría estar causado por la pérdida de ciertos polinizadores, principalmente artrópodos, ocasionada por el elevado uso de pesticidas en los cocales de la zona. Además, el cambio climático, que actualmente se está reflejando en drásticos desfases en la fenología vegetal, también podría estar teniendo repercusiones en la fauna asociada. Sería interesante hacer estudios sobre los artrópodos en la zona, analizar el efecto antropogénico en sus servicios ecosistémicos y analizar su relación temporal y espacial con las actividades humanas.
Estado de conservación y recomendaciones
El bosque que queda actualmente en la serranía de Apa-Apa es el resultado de la protección de las comunidades locales y algunas propiedades privadas, en especial Apa-Apa que es la zona donde los bosques continuos alcanzan menor altitud. Debido al gran valor de conservación que posee toda esta serranía, se deberían tomar diferentes iniciativas para proteger estos bosques y asegurar su conservación. Al mismo tiempo, es fundamental crear conciencia en las comunidades locales sobre la importancia de conservar el bosque, tanto por su gran diversidad, alto nivel de endemismo e importancia como un refugio de vida silvestre, como para garantizar la fuente de agua que asegurará la sobrevivencia de las comunidades humanas asentadas en esta zona.
Hace muchos años los lugareños de los pueblos de Chulumani y sus alrededores sufren de escasez de agua en los meses de ausencia de lluvias, pese a la humedad de la región. La principal causa de la escasez de agua es la deforestación masiva de las laderas y cimas que secaron diferentes vertientes del bosque. Actualmente faltan franjas de árboles en diferentes niveles que capten la humedad de las nubes. Debido a la deforestación se han tenido que construir grandes tanques o tomas de agua en vertientes naturales del bosque en regiones bien conservadas para poder abastecer de agua a numerosas comunidades que carecen de bosque, localizadas más abajo. Las comunidades conectadas aprovechan esta fuente de agua limpia para tomar, para los animales domésticos, para el riego de los cultivos y cocales. Entre las comunidades que conservan sus bosques y proveen de agua a otras comunidades destacan: Apa-Apa, Tajma, Río Blanco, Palma Pampa, entre otras. Diferentes actividades pueden fortalecer la conservación de esta área, entre ellas, el turismo ecológico, el turismo de observación de aves, el turismo científico, así como los esfuerzos de restauración del bosque con especies nativas, que actualmente son el foco de los financiamientos internacionales.
Por otro lado, para fortalecer la conservación de los bosques de la zona, es fundamental el trabajo de concientización con niños, jóvenes y adultos de las comunidades circundantes mediante talleres de divulgación y concientización, el trabajo con las escuelas, la difusión mediante redes sociales y radio. Asimismo, es fundamental la participación de las comunidades locales en proyectos de restauración del bosque, los cuales podrían estar enfocados en especies bandera, como Coussapoa david-smithii, especies con distribución restringida y en especies nativas dispersadas por animales, como el “nui de altura” Pseudolmedia boliviana, Pouteria spp. También es necesario empezar a generar planes de conservación ex-situ de especies seleccionadas. La instalación de viveros locales, la capacitación en técnicas de restauración ecológica, la aplicación de estrategias de restauración y su monitoreo serán fundamentales para asegurar la sostenibilidad de estas acciones a largo plazo.
Conclusiones
Gracias a 40 años de colecciones en la zona logramos tener una lista exhaustiva de 1.439 especies en la serranía de Apa-Apa, principalmente concentradas en los bosques montanos húmedos.
Nuestros resultados destacan una elevada diversidad y nivel de endemismo con relación a su superficie, constituyendo a esta serranía como un hotspot de diversidad, y un refugio de vida silvestre y recursos genéticos en un paisaje degradado. También encontramos numerosas especies potencialmente nuevas para la ciencia, destacando la necesidad de promover nuevos estudios en la zona y fomentar la revisión y descripción de especies en determinados grupos. Al mismo tiempo, registramos especies amenazadas, lo cual se ve agravado por la elevada presión de deforestación en la serranía. Estos resultados muestran la importancia de diseñar estrategias de conservación en la serranía de Apa- Apa, por ser un área de alta diversidad y fuente crítica de agua para los pobladores de la zona.
La clasificación, caracterización y mapeo de la vegetación que se presentan en este estudio serán herramientas muy útiles para futuras investigaciones en la zona. Asimismo, la detección de zonas con vacíos de información permitirá dirigir futuros esfuerzos a esas áreas. Además, este estudio sirve como referencia para numerosas investigaciones sobre ecología y restauración que se están desarrollando en la zona.
Es importante promover estudios sobre la ecología de las especies y comunidades y los sustratos y suelos donde crecen, los cuales ayudan a entender los procesos que se encargan del mantenimiento de la diversidad, y permiten evaluar la resiliencia de estos ecosistemas ante efectos de degradación y cambio climático. Además, existen pocos estudios enfocados en la fauna de la zona y en el efecto de la fragmentación en estas comunidades. Por el alto grado de deforestación en la zona, es importante promover estudios de ecología de la restauración y prácticas de restauración ecológica. El conocimiento adquirido en los últimos 15 años sobre la regeneración del bosque en sitios quemados puede ser una importante base para guiar futuras estrategias de restauración. Cualquier estrategia de restauración será poco efectiva si no se fomenta el manejo del fuego y la conservación de estos bosques. Las comunidades locales deberían desempeñar un papel fundamental en este proceso; por lo tanto, es importante fortalecer los conocimientos sobre la importancia de la conservación del bosque en las poblaciones locales mediante diferentes estrategias de difusión enfocadas a diferentes edades y escalas. Al mismo tiempo, es importante rescatar los conocimientos sobre los nombres comunes y usos de numerosas especies, antes de que este conocimiento desaparezca.
La permanencia, conservación y mantenimiento de estos bosques no sólo protegerá a las plantas y animales de la zona, sino que al mismo tiempo asegurará la permanencia de las comunidades locales, al ser su única fuente de agua. Es fundamental conservar estos bosques por el bien de la naturaleza y de los humanos que dependemos de ella. Por lo tanto, hacemos un llamado a las comunidades locales, al gobierno municipal y departamental y a diferentes organizaciones y fuentes de financiamiento para emprender esfuerzos dirigidos a conservar los bosques tanto de la serranía de Apa-Apa, como de otros bosques de los cuales dependen no solo las comunidades locales, sino toda la región.