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Tinkazos

versión On-line ISSN 1990-7451

Tinkazos vol.18 no.37 La Paz jul. 2015

 

DIÁLOGO ACADÉMICO

 

De la Revolución del 52 a Evo Morales El recorrido político del sindicalismo campesino en Bolivia

 

From the 1952 Revolution to Evo Morales The political journey of the rural trade unión movement in Bolivia

 

 

Pilar Mendieta Parada1
1
Pilar Mendieta Parada es doctora en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, Perú; docente en la Universidad Publica de El Alto (UPEA), en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y en la Universidad Católica Boliviana (UCB); integra la Coordinadora de Historia, la Academia Boliviana de la Historia y la Sociedad Boliviana de Historia. Correo electrónico: pilarmendieta@yahoo.es. La Paz, Bolivia.

Fecha de recepción: mayo de 2015
Fecha de aprobación: junio de 2015
Versión final: junio de 2015

 

 


Resumen

Los indígenas participaron en las diferentes coyunturas políticas que le toco atravesar al país. Para ello, apelaron a pactos y a alianzas con el Estado y los partidos políticos, pero también a la elaboración de proyectos propios de inclusión dentro de la diferencia. El sindicato parece haber sido el modelo más exitoso para la incorporación de los indígenas en la política, hecho que desmitifica posiciones que pretenden comprender la participación indígena únicamente a partir de la resistencia cultural y las rebeliones.

Palabras clave: Revolución Nacional / indígenas / campesinos / sindicalismo / katarismo / indianismo / Estado Plurinaciónal /participación política


Abstract

Indigenous people participated in all the different political conjunctures the cóuntry has lived through. In the process, they resorted to pacts and alliances with the state and political parties, but also drew up their own projects seeking inclusión within difference. The trade unión seems to be the organizational model that has had the most success in including indigenous people in politics. This refutes the approach that seeks to understand indigenóus participation solely in terms of cultural resistance and rebellion.

Key words: Bolivian Revolution / indigenous peóple / rural people / trade unión movement / Katarism / Indianism / Plurinational State /political participation


 

 

INTRODUCCIÓN

En la actualidad, y a pesar del ascenso de un líder de origen indígena a la Presidencia del Estado Plurinacional, una de las formas de imaginar la sociedad tiene entre sus características más notables, un discurso ideológico de corte indianista según el cual la creación de la República de Bolivia habría sido un espejismo debido a que en su seno coexistieron dos realidades culturalmente diferentes y claramente enfrentadas bajo la logica del colonialismo: la de los indígenas y la blanco-mestiza.

Parte de esta concepción se origina en el pensamiento de Silvia Rivera (1984), quien destaca la permanencia de un horizonte histórico colonial o colonialismo internó que seguiría definiendo la trama de la sociedad boliviana. Más radicales aún resultan los postulados de algunos intelectuales aymarás influidos por el indianismo de Fausto Reinaga, como Pablo Mamani, quien, desde una óptica "aymarocéntrica", defiende la idea de la existencia de una historia de los indios y una historia de la república blanco-mestiza, que a pesar de habitar el mismo territorio, habrían vivido en una especie de apartheid, las prácticas de resistencia cultural al modelo occidental y las sublevaciones son vistas como expresión de un deseó de autodeterminación de las naciones originarias a través de la reconstitución del antiguó Kóllasúyú (Mamani, 2004). Esta idea también es expresada por el líder aymara Felipe Qúispe, más conocido como el Mallku, quien igualmente influido por Reinaga, defiende la idea de la existencia de dos Bólivias antagónicas.

Creemos que esta óptica ideologizada, aunque minoritaria, simplifica y polariza la actuación política de los indígenas y los reduce a un campo limitado de acción dónde súbyace una realidad múchó más compleja que abarca una variedad de respuestas, propuestas e interpelaciones al Estado a lo largo del tiempo. Por ello, el propositó de este articulo es romper con la idea de la resistencia y la rebelión permanentes, y destacar la centralidad del colectivo indígena en la vida política del país, sin por ello desconocer la existencia de continuidades coloniales evidenciadas por una historia de relaciones asimétricas de dominación y de discriminación.

Planteamos que los indígenas fueron actores políticos que entendieron los momentos políticos en los cuales les toco vivir y que actuaron en las diferentes coyunturas que le toco atravesar al país, apelando a la rebelión y a la resistencia, pero también a través de pactos y alianzas estratégicas con el Estado y los demás actores sociales, incluida la élite y los partidos políticos. Expresaron, así, proyectos propios aunque entrelazados con el devenir de la Nación y noa partir de su negación. En este sentido, la visión ideólogizada de las dos Bólivias y de los indígenas del área andina como un colectivo que participa en política de manera aislada, autónoma y monolítica, resulta insuficiente dadas las diferencias regionales y la complejidad de las situaciones y de las tramas sociales y políticas tejidas en el área rural y urbana2

El periodo elegido se inicia con la Revolución Nacional de 1952 que -como dice Zavaleta- es entendido como un momento constitutivo de reordenamiento social por su significación histórica (Zavaleta, 1986), a lo que añadimos una segunda hipótesis que sostiene que 1952 fue el inició de una nueva etapa en la historia de los indígenas-campesinos del área andina cuya incorporación masiva al sindicalismo fue la punta de lanza para su participación activa en la política nacional. Esto no quiere decir que con anterioridad a 1952 su participación en política no haya sido relevante, sin embargo, pensamos que la Revolución de 1952 y la forma o modelo de organización del sindicato entre 1952 y 2005 provocó un profundó quiebre cuyas consecuencias de larga duración las podemos rescatar en la actualidad3. Es precisó decir que el tema del sindicalismo y de la participación indígena en política a partir de la Revolución Nacional han sido ampliamente estudiados pero pensamos que es necesario volver a reflexionar sobre el mismo con el propositó de entender el ascenso de Evo Morales como una consecuencia directa de un largo procesó iniciado en 1 9524.

 

LA REVOLUCIÓN NACIONAL, EL PACTO MILITAR CAMPESINO Y SUS CONSECUENCIAS

Uñó de los momentos cúspide del siglo XX es, sin lugar a dudas, la Revolución Nacional de 1952, hecho de gran trascendencia en la historia del movimiento obrero minero y de los pueblos indígenas de la parte andina de Bolivia. La incorporación del indígena a la vida nacional proyectada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) partió de la necesidad de una reforma agraria, de una reforma educativa, y del voto universal que, según sus teóricos, provocarían un procesó de paulatino mestizaje que a la larga disolvería las identidades étnicas creando una nación indómestiza. A pesar de esta visión, que pretendía anular particularidades, el indio fue visto por el MNR como potencial aliado, importante actor y futuro sustentó de las ideas nacionalistas de la Revolución (Torres, 201 3: 41).

Para los indígenas, especialmente colonos de hacienda, la medida más importante de la Revolución fue, sin duda, la Reforma Agraria de 1953. Esta reforma fue parte de una iniciativa de los campesinos del Valle Alto de Cochabamba -donde ya existía una experiencia sindical previa- y del área del Titicaca cuyos habitantes provocaron acciones de hecho apoderándose de varias haciendas y forzando al nuevo gobierno a dictar la medida. En un esfuerzo por controlar la espiral de agitación en el campó, el MNR creó el Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios, y algo más tarde dictó el decretó de la Reforma Agraria que, no por casualidad, fue suscrito en Ucureña (Valle Altó de Cóchabamba) provocando una ola de ocupaciones en haciendas de otras partes del país. Paralelamente a la creación del Ministerio de Asuntos Campesinos, se organizó un bloque óbrero-campesinó en el Parlamentó lideradó por Edwin Moller. Antiguos líderes que participaron en el congreso indigenal de 1945, pudieron participar de la política, aunque sin tanta influencia cómo el proletariado minero que logró establecer un cógóbiernó con el MNR5.

Gracias a estas medidas, el MNR conquistó el apoyo de los llamados indios y colonos, ahora identificados con la categoría clasista de campesinos, creando un cuerpo de milicias campesinas y mineras destinadas a salvaguardar la revolución en las ciudades y en el área rural. Los comandos locales del MNR, muchas veces en manos de indígenas campesinos, organizaron nuevos sindicatos agrarios en el altiplano bajo el modelo de los sindicatos mineros. En Cochabamba, a través de la Prefectura, se fundaron los primeros sindicatos post revolucionarios del Valle Alto.

Los sindicatos, que tuvieron al principio un rol reivindicativo, fueron transformándose con los años en un instrumento político de gran importancia; no obstante haber sido impuestos desde arriba, fueron paulatinamente apropiados por los ahora llamados campesinos que fortalecieron así su movimiento aunque no sin dificultades y tensiones en su seno, combinando -en el caso del Altiplano- las formas de organización sindicales con las comunales. De esta forma, las organizaciones sindicales pasaron a ser parte de una red oficialista expandida en casi todo el país a través de la Confederación de Trabajadores Campesinos de Bolivia y, en algunas regiones, se conformaron verdaderos poderes campesinos semi-autónómós al mandó de líderes salidos de las bases.

Un casó especial de empóderamientó de algunos líderes campesinos en la primera etapa de la Revolución es el de Laureano Machaca de Escoma, cerca del lago Titicaca, quien logró acumular mucho poder utilizando al MNR para dictar medidas con cierta autonomía dentro de su área de influencia, aunque esto le valió la muerte causada por vecinos que vieron perjudicados sus privilegios. En Achacachi, actuaron los dirigentes Toribió Salas y Paulino Quispe (alias el Wilasacó) quienes extendieron su influencia en la región de Omasuyus asumiendo roles dejueces, notarios y recaudadores de impuestos; también impusieron su propio estilo de gobierno local en importantes sectores del agro. En este periodo Achacachi entró en un juego de alianzas y contra-alianzas para apoyar a dirigentes locales y dirigentes de los partidos políticos (Albo, 1 985: 53).

Una vez consolidado el poder del MNR, la dependencia clientelar del campesinado y las divisiones que con el tiempo ocurrieron dentro del partido gobernante alimentaron tensiones graves en el agro, especialmente durante la llamada champa-guerra6 entre Cliza y Ucureña, entre los años 1959 y 1964, que implicaron formas conflictivas de relacionamiento entre los sindicatos y el gobierno. Así, mientras posiciones como la de Silvia Rivera (1992) remarcan la manipulación de los sindicatos por el MNR, considerando que de ese modo la dominación colonial se valió del entramado tradicional de corte clientelar y prebendal para consolidar su dominio colonial; José Górdillo (2000) piensa que en el casó cóchabambinó, este colectivo pudó convertirse en actor importante de la política ya que la afiliación campesina a uñó u otro líder del MNR fue un juego de benefició mutuo sin una acción unidireccional de los líderes del partido que les permitió actuar con una relativa autonomía (ver también Spedding, 2002: 99; Stefanóni, 2010). Górdillo rechaza también la idea de que los campesinos del altiplano y los valles habrían aceptado pasivamente el proyecto modernizador del MNR. A lo que podemos añadir que la lucha por los liderazgos locales y el juego de lealtades con los distintos líderes movimientistas permitió una cónflictiva forma de hacer política que involucró a los campesinos en los asuntos de la política oficial a través de un aprendizaje de lo político que no solo significó su sometimiento al MNR. Según Albo (1985), en el casó del altiplano aymara, la democracia rotativa impidió este extremó facciónalismó lo que no significó que no existan conflictos como los suscitados en la provincia Camacho en las elecciones de 1960 entre quienes apoyaban a Víctor Paz Estenssoro y quienes eran seguidores de Wálter Guevara7.

Esta etapa, sin duda conflictiva en las relaciones entre los líderes campesinos y las distintas facciones debilitadas del MNR, duró hasta el golpe de Estado de Rene Barrientes Ortuño en contra del segundo gobierno de Paz Estenssoro, y dio inicio a un nuevo ciclo de gobiernos militares en Bolivia (1964-1978). El desgaste del MNR fue aprovechado por los militares, que a la cabeza de Barrientos sustituyeron al MNR como intermediarios entre el gobierno y los campesinos; así se logró frenar las discordias en el campo debido principalmente al carisma de este personaje que hábilmente se hizo nombrar líder máximo del campesinado creando el Pacto Militar Campesino. A través del pacto, los militares se comprometieron a realizar obras en el campo, además de continuar el proceso de titularización de las tierras a cambió del apoyó estratégico de los campesinos, especialmente de los valles de Cochabamba de donde Barrientos era oriundo. También es importante el hecho de que, a pesar de los múltiples contactos entre mineros y campesinos dentro de la organización de la Central Obrera Boliviana, se dio poca cabida a los sindicatos campesinos predominando la logica sindical minera. En este contexto, la clara preferencia de los campesinos por el gobierno derechista de Barrientos es una muestra de que sabían muy bien con quien les convenía aliarse siendo una especie de renovación del viejo Pacto de Reciprocidad con el Estado. Esta logica estuvo presente durante siglos entre los indígenas, y lejos de ser un acto de mero clientelismo y sumisión, resultó una acción de renovación de viejas estrategias en nuevos desafíos que demuestran una gran astucia y pragmatismo político dónde no importaba tanto la cooptación cómo los beneficios que ello les otorgaría8.

Desde los inicios de la Revolución de 1952 los sectores campesinos, además de su potencial como nuevos votantes, se convirtieron en uno de los pilares fundamentales para el sostenimiento del MNR en el poder, más tarde del gobierno de Barrientos, y, también, en una especie de vigilantes del proceso revolucionario. En este sentido, la adopción del sindicalismo y la conversión de indio a campesino, tal como lo remarca Stefanoni (2010), no solo fue una imposición sino una decisión estratégica de los indígenas de la revolución. Es más, en la actualidad, cuando el sindicalismo tiene un mayor protagonismo, los indígenas prefieren seguir llamándose campesinos en vez de originarios, que es la nueva denominación otorgada por la intelectualidad aymara y el gobierno del MAS a los habitantes del altiplano, lo que demuestra la profunda huella heredada del 52.

 

LA ASAMBLEA POPULAR Y EL SURGIMIENTO DEL KATARISMO

A fines de la década de los 60 y principios de los 70, los campesinos, principalmente del área altiplánica, fueron desencantándose de las medidas revolucionarias así como de los beneficios del Pacto Militar Campesino. Un primer síntoma fue la fundación, en 1966, del primer partido indio de Bolivia lideradó por Fausto Reinaga, sin mucha incidencia política pero con un altó valor simbólico. El quiebre y la posterior ruptura del pacto se debió a varios factores: primero, la idea de Barrientos de imponer un impuesto en el año 1968; la segunda grieta se produjo en las áreas de colonización, dónde se prohibió la presencia de sindicatos; y, finalmente, la crisis se dio en el año 1974 cuando, durante el gobierno de Banzer (1971-1978), los campesinos rompieron del todo con el Estado debido a las masacres de Tolata y Epizana en Cochabamba. Además, entre 1967 y 1971, en el altiplano se conformó el Bloque Independiente Campesino como respuesta política al Pacto Militar Campesino debido a que sus miembros ya advertían que la dirigencia campesina se había dejado cooptar por el discurso de Barrientos.

Según Reyes (2015), poco se ha estudiado sobre la conformación del Bloque Independiente Campesino y su impacto político. Quizá su capítulo más sobresaliente haya sido la participación en la Asamblea Popular de mayó de 1971. Por otra parte, en el valle se conformó una confederación paralela, la Confederación Independiente de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CITCB) que tenía una clara influencia maóísta, y que también participó en las sesiones de la Asamblea Popular (1971). Sin embargo, la Asamblea Popular tuvo una clara composición obrera y una minoría campesina ya que se consideraba que los mineros eran la vanguardia de cualquier revolución. Es por ello que no se admitió la participación de la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB).

En el altiplano, paralelamente al quiebre paulatino del Pacto Militar Campesino, y a las dudas de la izquierda sobre el rol del campesinado en la Asamblea Popular, la creciente parcelación de la tierra como producto de la Reforma Agraria produjo, entre otras cosas, la paulatina migración de campesinos aymarás a la ciudad de La Paz y el nacimiento de una nueva generación de líderes que, sin tener los lazos que sus padres tenían con Barrientos y con el Estado del 52, empezaron a comprometerse con ideologías indianistas, indigenistas y de izquierda a partir de su acceso a la universidad. Según Stefanoni (2015) precisamente este fue el devenir de la Reforma Agraria que primero extendió la educación inicial en el área rural abriendo el caminó para que más tarde la universidad pública se poblara de migrantes aymarás. Los sucesos analizados dieron como resultado el surgimiento de un movimiento político, sindical y cultural llamado katarismo.

El documentó más notable de este momento es el Manifiesto de Tiwanakú de 1973 y la tesis política de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB, creada en 1979) de 1983, en la cual los campesinos del área aymara resaltaban el sentimiento de ser económicamente explotados y culturalmente oprimidos y reivindicaban su historia y su diferencia. Además, reclamaban una mayor participación campesina en la vida económica, política y social del país observando que el sindicalismo se había convertido en un instrumentó de manipulación por parte de las distintas fracciones políticas. Sin negar su utilidad, propusieron un nuevo sindicalismo de corte más culturalista y libre de intermediaciones. Esta vertiente culturalista tiene sus orígenes a principios de los 60 bajo la influencia de Fausto Reinaga y la identificación de Túpac Katari como el máximo líder aymara.

El katarismo, a partir de sus propias reflexiones y desde una postura ideológica, denunció por primera vez la situación "colonial" y de "pongueaje" político en un contexto influido por las teorías del colonialismo interno que empezaban a estar en boga en los años 60 . Este movimiento tuvo dos brazos: el primero con una connotación más étnico cultural reivindicó lo indio como sujeto político autónomo; y el segundó se propuso, por primera vez en la historia republicana, conquistar el poder a partir de su participación en la democracia representativa occidental. Cómo frutó de ello, en el año 1978, y a raíz de un notable procesó de facciónalismó, se crearon partidos kataristas en el marcó de las primeras elecciones después de la caída del general Banzer y del afianzamiento de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Así surgieron dos corrientes: la primera expresada en el Movimiento Revolucionario Túpac Katari (MRTK) y la otra expresada en el Movimiento Indio Túpac Katari (MITKA) impulsado por algunos residentes urbanos influenciados por Fausto Reinaga. Más tarde se creará el Movimiento Revolucionario Túpac Katari de Liberación (MRTKL) de Genaro Flores que tuvo mayor presencia en la CSUTCB. En la década de los años 80 hubo otros desdoblamientos del katarismo con la creación del MRTKl, entre otras siglas menos importantes, unas más radicales y otras moderadas.

Para Mayórga (1985), el desarrollo político sindical del movimiento campesino en este periodo quizás es el fenómeno político de mayor envergadura ya que propició la incorporación de la CSUTCB a la COB en 1979 (aunque la representación de esta última seguía siendo mayóritariamente obrera). A lo que podemos añadir que se trata de un momento clave de fractura entre un campesinado condicionado por los vaivenes de la política oficial y un nuevo movimiento que pretende lograr cierta autonomía política e ideológica. La fragmentación al infinitó de las organizaciones indígenas, las tensiones generadas por las influencias del reinaguismó y el marxismo, por ejemplo en el MITKA, y su escasó éxito electoral, fue el reflejó de la intensa búsqueda del movimiento campesino-indígena por lograr construir su propia ideología y posesionarse políticamente interpelando al Estado y a la sociedad boliviana desde su diferencia. Dentro de este contexto, y a través de la utilización del sindicato como un instrumentó privilegiado de lucha, los kataristas extendieron su influencia y sus ideas. En consecuencia, el katarismo-indianismo fue un fruto no deseado de la Revolución del 52.

 

LA CRISIS DEL KATARISMÓ Y LA INFLUENCIA DE LASONG

A fines de 1982, después de casi 18 años de regímenes militares autoritarios y con el advenimiento de la democracia, el campesinado participó, bajo la batuta de los kataristas, de la euforia de la nueva era democrática. En este contexto, proliferaron las movilizaciones con bloqueos masivos de caminos y otras formas de protesta para lograr diversos objetivos. Sin embargo, después del fracaso político de la Unidad Democrática y Popular (UDP) en 1985, debido a varios factores, entre ellos la presión que desde la izquierda se ejerció contra el presidente Siles Zuazó, además de una crisis económica que provocó una creciente inflación que terminó por desmoronar el Estado creado en 1952, se produjo una profunda crisis de los movimientos sociales incluido el campesinado. En este contexto se dictaron medidas durísimas para controlar la economía que debilitaron las acciones de las otrora poderosas organizaciones sindicales no solo del campesinado sino también del movimiento obrero. Según Rivera, con la impugnación del dirigente sindical Genaro Flores por una coalición izquierdista en el congreso de la CSUTCB, realizado en la ciudad de Potosí entre el 11 y 17 dejulió de 1988, sumado a la crisis descrita, el organismo sindical entró en una nueva fase de dependencia y fragmentación.

A pesar de ello, y aunque los antecedentes se remontan al Manifiesto de Tiwanaku, por ese entonces se empezó a hablar con fuerza del potenciamiento de las "nacionalidades" para lograr el "poder comunal de las nacionalidades aymara, quechua y guaraní" (Calla ¿tal, 1989), poniendo énfasis en la historia y en el derecho de los pueblos indígenas y retomando el tema de la inclusión a partir de su diferencia. El resultado fue la tesis política de la CSUTCB dónde se habla del respeto a la "diversidad de nuestras lenguas, culturas, tradiciones históricas y formas de organización y de trabajo" (Albo, 1993: 5). El tema de las nacionalidades se tornó más intenso a partir de la reunión de las organizaciones indígenas y campesinas del oriente en la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) y de occidente en la CSUTCB, realizada en Corqueamaya en junio de 1990, donde se fijó una posición en torno a los "festejos" del descubrimiento de América en 1992. En este contexto, y como parte de un intentó de renovar las identidades étnicas, se convocó a una Asamblea de Nacionalidades impulsada por algunas ONG como UNITAS; a pesar del fracasó de esta actividad y de su confuso plan de ejecución, se constituyó en el inició de un renovado replanteamientó de los indígenas como pueblos originarios de Bolivia.

Es interesante notar que en este contexto tanto antropólogos como ONG europeas que antes financiaban la promoción del sindicalismo con tinte obrero, enaltecieron y apoyaron a las organizaciones indígenas y a su supuesta "pureza" influyendo en la puesta en marcha de sus demandas10. Según Rivera, las organizaciones sindicales cayeron esta vez en manos de las diversas variantes populistas, de izquierda y de las ONG que incorporaron de modo emblemático y oportunista las demandas étnicas del campesinado.

Cabe señalar -además- que este es un periodo de florecimiento de la etnóhistória andina y en ese contexto surgieron renovados trabajos históricos y antropológicos sobre las cuestiones étnicas. También tuvieron una importante actividad, algunas ONG como el Centró de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) y grupos cómo el Taller de Historia Oral Andina (THOA) que realizaron y socializaron estos nuevos estudios y recogieron el sentir de algunos sectores indígenas, influyendo en la idea de la reconstitución de los ayllus originarios y la reorganización de los sindicatos -según las costumbres ancestrales- en los que se vislumbraba una dimensión utópica y anacrónica a partir de la idealización del pasado prehispánicó11. Según los miembros del THOA, el sindicalismo de corte occidental habría atentado en contra de las formas comunales de autoridad desmereciendo la idea del taki camino que todo comúnario debería recorrer en servicio de su comunidad a lo largo de la vida. Esta idea tuvo mayor aceptación en aquellas regiones dónde existían todavía comunidades fuertes (norte de Potosí, por ejemplo) y el sindicato no había penetrado totalmente como en Omro dónde se formó el Consejó Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) en 1997 (La voz de la Cuneta, 2014). No fue lo mismo en regiones de exhacienda, en los Yungas o en el Chapare, donde todavía hoy claramente se prefiere la forma sindicato y la idea de lo originario no ha penetrado. Por lo tanto, a pesar de la crisis los factores analizados provocaron diversos derroteros dentro del movimiento campesino.

 

DE LA PARTICIPACIÓN POPULAR A EVO MORALES

Durante las elecciones de 1993, y como fruto de las reflexiones y denuncias de los indígenas sobre su diferencia cultural y su situación de dominación, los partidos políticos no podían ya soslayar la necesidad de la incorporación de la cuestión indígena, el multiculturalismó y la plurinaciónalidad de Bolivia en sus planteamientos electorales. El MNR, a la cabeza de Gonzalo Sánchez de Lozada, describió a Bolivia como "una nación dentro de varias naciones" (Albo, 1993: 6) y decidió incluir a un indígena como candidato a la Vicepresidencia de la República. Se trató de Víctor Hugo Cárdenas, representante del MRTKL, quien le dio a la fórmula presidencial un cariz más inclusivo en un país dónde la élite política era básicamente criollo-mestiza. Pero esto no era una dádiva. Víctor Hugo Cárdenas ya tenía un importante recorrido político dentro del katarismo . Fue parlamentario entre 1985 y 1989 y fue candidato a la presidencia en 1989. La candidatura presidencial del MNR obtuvo éxito electoral y, de esta manera, Víctor Hugo Cárdenas se convirtió en el primer vicepresidente aymara de la República de Bolivia con representación de su partido en el Congreso Nacional. En este contexto se introdujo en la Constitución Política del Estado el carácter pluricultural y multiétnicó de la nación boliviana.

El primer gobierno de Sánchez de lozada (1993-1997) se caracterizó por una serie de medidas que, entre otras cosas, promovieron la consolidación de la economía de libre mercado en Bolivia con leyes como la capitalización ó privatización de las empresas estatales, dando fin al Estado corporativo de 1952 en crisis desde el fracasó de la UDP. Paralelamente, y como parte del paquete de reformas, se promulgó la Ley de Participación Popular (1994) destinada a descentralizar el poder político mediante la creación de municipios urbanos y rurales que podían organizarse a través de las llamadas OTB (Organizaciones Territoriales de Base) y las TCO (Tierras Comunitarias de Origen) reconociendo que este nombre incluía el concepto de "territorio". La promulgación de esta ley partió de la necesidad de romper cón el monopolio del poder central y democratizar las instancias de poder incluyendo a los indígenas en el manejo de lo público13. No es intención de este trabajo hacer un análisis de los derroteros de la Participación Popular, medida que consideramos mostró una genuina voluntad del Estado para contribuir al fortalecimiento de una democracia local que rescate lo campesino e indígena. Sin embargo, es importante destacar que la constitución de los municipios indígenas, la integración de estos a las esferas del poder local, la apertura democrática hacia la diputación uninominal, aunque desconocieron las formas tradicionales de elección de autoridades y fueron mediatizadas por los partidos políticos y limitados por la corrupción y en algunos casos por la mala gestión pública, tuvieron un efecto definitivo para promover el ascenso de Evo Morales al poder. Sin estas leyes y sin la creación de los sindicatos en el área del Chapare fuertemente influenciados por la logica minera, la organización de su movimiento político y su integración dentro del sistema de partidos y la democracia representativa hubiera sido más difícil.

Evo Morales es un líder sindicalista de origen campesino que comenzó su carrera política como secretario de deportes de su sindicato en el Chapare. Con el tiempo, logró cohesionar un movimiento cócalero llegando a ser secretario general de las seis federaciones de los productores de coca, cargó que ostenta hasta la actualidad. En 1997, funda el Movimiento Al Socialismo (MAS) en base a estas seis federaciones; con esta sigla participó en las elecciones presidenciales y luego en las municipales dónde logró controlar 80 municipios de un total de 230. El poder de Morales era tal que, a través de la táctica del bloqueó de caminos y el apoyó de ciertas ONG, así como el asesóramientó del antiguó líder sindical minero Filemón Escobar, en reiteradas oportunidades puso en aprietos a los gobiernos de turnó.

La importancia de Evo Morales y de los sindicatos cócaleros se incrementó a fines de la década de los 90 cuando el segundo gobierno de Banzer insistió en una represión drástica en contra de la economía de la coca en el Chapare, lo que provocó que los sindicatos cócaleros a la cabeza de Morales alcanzaran un alto grado de politización al vincular sus movilizaciones con la política de erradicación promovida por Estados Unidos (Mayórga, 2008: 251). En términos identitariós, a diferencia del área aymara, los cócaleros del Chapare no se destacan por el discurso étnico o de autodeterminación al que hicimos referencia. Es, por lo tanto, un movimiento popular en el cual el sindicato y el rol de clase es fundamental (Spedding, 2002: 116).

Paralelamente al ascenso de Evo Morales, dentro del espectro político desde fines de los 90, es importante anotar que las demandas indígenas, especialmente en el área altiplánica de La Paz, fueron fuertemente proyectadas por el liderazgo de Felipe Quispe Huanca más conocido como el Mallku. Este líder campesino de la zona de Achacachi se inició como katarista en los años 70 para luego radicalizar su posición como parte de los ayllus rqjós y después del EGTK (Ejercitó Guerrillero Túpac Katari) que combinaba un discursó anticolonial con elementos marxistas. En este puntó cabe señalar que los movimientos guerrilleros -a diferencia del Perú- no tuvieron éxito en Bolivia debido precisamente a que ya existían válvulas como el sindicato o partidos neopopulistas como Conciencia de Patria (CONDEPA) que a pesar de la crisis originada desde la caída de la U DP, permitían la participación de los indígenas y campesinos en la vida política . Después de años de prisión por sus actividades guerrilleras, Felipe Quispe retornó a la política con un discursó indianista radical y ganó la dirección de la otrora poderosa CSUTCB a la que le dio un nuevo dinamismo con la estrategia del bloqueó de caminos para conseguir sus demandas. Nuevamente es a partir del sindicalismo que Felipe Quispe, cómo líder de la CSUTCB, logró acumular fuerzas para que, a través de las asambleas de los sindicatos, se movilice y bloquee caminos en el altiplano. Producto de su creciente popularidad, especialmente en el área de Omasuyus, el 15 de noviembre de 2000 fundó en Peñas, lugar de la muerte de Túpac Katari, el Movimiento Indígena Pachakuti (MI P). Felipe Quispe tuvo la virtud de hacer visible, con su discursó radical, la realidad de los indígenas en un país donde, según él, existen dos Bolivias. Sin embargo, la radicalidad de su discurso le impidió y aún le impide tener un mayor alcance en otros sectores sociales y regiones del país.

Durante la elección presidencial de 2002, en la que ganó por segunda vez Gonzalo Sánchez de Lozada, el MAS, con su candidato a la presidencia Evo Morales, quedó cóitió la segunda fuerza política del país. La explicación se encuentra en el impactó que provocó la expulsión de Morales del Parlamentó y la creciente popularidad adquirida gracias a los comentarios del entonces embajador norteamericano que dijo que votar por él era votar por el narcotráfico. De 57 integrantes del Parlamento, resultado de las elecciones del año 2002, el 20% de sus miembros tenían origen indígena. Los dirigentes responsables de la presencia indígena en el Parlamento son: Evo Morales, jefe del MAS, y Felipe Quispe Huanca, jefe del MIP, que más que tener partidos estructurados eran parte de movimientos sociales nacidos de la profunda crisis de la democracia pactada de los 90.

Resultado del desencanto con respecto a la forma en que se estaba llevando la política a principios del siglo XXI, así como de las luchas sociales encarnadas en nuevos movimientos sociales y la estrepitosa caída de Gonzalo Sánchez de Lozada en las elecciones de 2005, Evo Morales logró constituirse en el primer presidente aymara de origen campesino con más del 50% de la votación, incluido un importante respaldó de las clases medias citadinas. Esta situación fue producto del accionar de una élite política ciega que provocó la descomposición de los principales partidos, así como las acciones de líderes gubernamentales que no estuvieron a la altura de la complejidad de los problemas económicos y sociales que enfrentaba el país y menos tuvieron la capacidad para resolver conflictos y negociar acuerdos con los actores sociales (Mayorga, 2008: 104).

Durante el gobierno de Evo Morales se llamó a una Asamblea Constituyente, frutó de una necesidad sentida de la sociedad. En la reforma de la constitución participaron los indígenas con un importante número de representantes que introdujeron demandas largamente añoradas, entre ellas la idea de un Estado Plurinacional y la creación de autonomías indígenas (a las que no todos los pobladores del área rural se adscribieron y cuyo resultado está por verse).

 

CONCLUSIONES

Como conclusión podemos decir que los indígenas-campesinos incursionaron con más ímpetu en política desde 1952 debido a las posibilidades que les otorgó la Revolución Nacional y que supieron aprovechar en unjuegó de lealtades y alianzas que no necesariamente supusieron su sumisión sino que -por el contrarió- demostraron la necesidad que tuvo el Estado de contar con su apoyó y viceversa.

Uñó de los instrumentos políticos mejor utilizados para la cohesión, el debate internó y la trasmisión de las demandas indígenó-campesinas fue el sindicato, que si bien en un principió tuvo un carácter clientelar, desde los años 70, juntamente con la creación de partidos políticos sindicales kataristas e indianistas, provocaron no solo una participación activa en la política sino también la búsqueda de propuestas propias que fueron puestas en el debate sobre el rol del campesinado en la nación. Este debate se volvió álgido, especialmente en la década de los 90, a quinientos años del "descubrimiento" de América. En este contexto, una de las principales demandas fue la incorporación de los indígenas a Bolivia desde su especificidad étnico cultural cuyo resultado fue el reconocimiento de la pluriculturalidad de Bolivia, durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, en 1993, así como la Ley de Participación Popular en 1994, dictada por el mismo gobierno y, años más tarde, la creación del Estado Plurinaciónal con todas las limitaciones que sin duda existieron y existen. La prueba de esta incorporación es el caminó recorrido por el propio Evo Morales dentro de la logica del sindicato cócalero de carácter clasista propiciado además por la Ley de Participación Popular de 1994. Así, el momento histórico que está viviendo el país no se produjo sobre el vacío ni es el ano uno de la participación indígena en política, sino que se desprende de procesos de larga duración.

 

NOTAS

2 Durante más de veinte años he trabajado el tema de las rebellones Indígenas en el área andina de Bollvla, en especial la de Pablo Zarate Willká, en 1899. Las hipótesis que se presentan en este trabajo se desprenden de mis estudios anteriores que si bien se refieren ál siglo XIX, se las puede aplicar para el siglo XX. Debido a que mis Investigaciones tratan de manera especial el área andina, no Incluiré en este análisis a las tierras bajas, que han tenido una Importancia política especialmente durante los Últimos años.

3 Al respecto, ver Gotkowitz (2011), Mendleta (2010); también los trabajos de Roberto Choque.

4 Los temas del sindicalismo y el katarlsmo han sido ampliamente abordados por autores como Xavier Albo, Javier Hurtado, Diego Pacheco entre muchos otros. El sindicalismo en Cochabamba ha sido trabajado por autores como Jorge Dandlery José Gordlllo.

5 Edwln Moller era un Intelectual del Partido Obrero Revolucionarlo (POR) que practicó la táctica del "entrismo" para apoyar la revolución. Era secretarlo de conflictos de la recién fundada Central Obrera Boliviana (COB) y tuvo posiciones radicales en torno al decreto de la Reforma Agraria. El congreso ¡ndigenal de 1945 se llevo a cabo en el gobierno de Gualbetto Villaroel que tuvo una gran apertura a las aspiraciones Indígenas. Fue en dicho congreso que se abollo el pongueaje.

6 Champa quere decir enredo en aymara.

7 En las elecciones de 1960, el MNR participó dividido. Víctor Paz y Lechín participaron como parte del MNR y Wálter Guevara como parte del Partido Revolucionarlo Auténtico (PRA).

8 La idea del Pacto de Reciprocidad ha sido sustentada por el antropólogo Trlstan Platt quien sostiene que en el periodo colonial se habría logrado una especie de acuerdo desigual entre la corona y las comunidades Indígenas a través del cual ésta respetaba la organización comunal a cambio de que los Indios paguen el tributo y vayan a la mita.

9 Este concepto trabajado por el mexicano Pablo Gonzáles Casanovas en la década del 60, y utilizado más tarde por Silvia Rivera, se refiere al horizonte de larga duración originado en la Colonia que seguiría conformando la trama social boliviana bajo la logica del colonialismo.

10 Todo este planteamiento es recogido en el libro titulado Por una diferente Bolivia publicado por CIPCA.

11 Un panorama de las investigaciones etnohistoricas en ese periodo se encuentra en el trabajo de Silvia Arze y Rossana Barragán para la Revista Unitas en el año 1994. Entre los investigadores más destacados se hallan: Xavier Albo, Tristan Platt, Therese Bouysse, Silvia Rivera, Rossana Barragán, Ramiro Molina, Olivia Hárris, Ximená Medinácelli, Roberto Choque, entre otros.

12 No atóelos los katarlstas les entusiasmo la presencia de Cárdenas en la Vlcepresldencla. Por ejemplo, Félix Cárdenas, dirigente katarlsta, califico a Víctor Hugo Cárdenas de traidor.

13 Las Organizaciones Territoriales de Base se encuentran conformadas por comunidades campesinas, pueblos Indígenas y juntas vecinales organizadas según sus usos y costumbres o disposiciones estatuarlas. A través de este reconocimiento se legitimo lá existencia de más de 1 2.000 organizaciones campesinas e Indígenas en el área rural del país. Con el objetivo de articular las OTB con los gobiernos municipales, se crearon los Comités de Vigilancia que se encuentran constituidos por representantes de cada OTB, en lajurlsdlccion territorial del municipio.

14 Conciencia de Patria fue un partido neopopulista liderado por Carlos Palenque que tuvo mucha aceptación entre los aymarás del altiplano paceño y en ciudades como La Paz y El Alto.

 

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