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Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP
versión On-line ISSN 2077-2161
Ajayu vol.18 no.2 La Paz ago. 2020
ARTÍCULO
SATISFACCIÓN CONYUGAL Y RIESGO DE VIOLENCIA EN PAREJAS DURANTE LA CUARENTENA POR LA PANDEMIA DEL COVID-19 EN BOLIVIA
MARITAL SATISFACTION AND RISK OF VIOLENCE IN COUPLES DURING THE QUARANTINE BY THE COVID-19 PANDEMIC IN BOLIVIA
SATISFAÇÃO MARITAL E RISCO DE VIOLÊNCIA EM PARES DURANTE A QUARENTENA PANDÊMICA COVID 19 NA BOLÍVIA
Aponte, Cindy; Araoz, Raúl; Medrano, Percy; Ponce, Freddy; Taboada, Rossana; Velásquez, Carlos & Pinto, Bismarck[1]
Universidad Católica Boliviana San Pablo
RESUMEN.
Durante la cuarentena debido a la pandemia del COVID-19 se incrementaron los casos de violencia doméstica en Latinoamérica y particularmente en Bolivia. Esta investigación trata acerca de la relación entre la satisfacción conyugal y el riesgo de violencia desde la perspectiva de uno de los cónyuges antes y durante el aislamiento. Se encuestó vía Google Forms © a 653 personas de 8 departamentos del país, excepto Pando. La muestra estuvo conformada por mujeres y varones de 20 a 74 años, se consideraron a parejas casadas y en unión libre. Se encontró una correlación negativa significativa entre la variable satisfacción conyugal y la variable riesgo de violencia. Las parejas satisfechas antes de la cuarentena mantuvieron o incrementaron sus niveles de satisfacción. Las parejas con tendencia a la violencia la incrementaron el riesgo durante la cuarentena. Las parejas tienen mayor insatisfacción en los elementos estructurales y de límites, que en el aspecto emocional, sexual e interaccional. El tiempo de convivencia es relevante para la satisfacción conyugal, las personas de mediana edad tienden a niveles más altos en comparación al resto de los grupos. La presencia de los hijos se relaciona con la satisfacción con aspectos emocionales y a la interacción. El riesgo de violencia no se relaciona con la condición de la vivienda. La violencia no es un problema exclusivo de uno de los sexos, ambos se ven sometidos a la vulnerabilidad ante la agresión de su pareja, sin embargo, el riesgo es mayor para las mujeres.
Palabras clave: Satisfacción conyugal, riesgo de violencia, violencia doméstica, relaciones de pareja, cuarentena.
ABSTRACT.
During the quarantine due to the COVID-19 pandemic, cases of domestic violence increased in Latin America and particularly in Bolivia. This research deals with the relationship between marital satisfaction and the risk of violence from the perspective of one of the spouses before and during isolation. 653 people from 8 departments of the country, except Pando, were surveyed via Google Forms ©. The sample was made up of women and men from 20 to 74 years old, married couples and in free union were considered. A significant negative correlation was found between the marital satisfaction variable and the risk of violence variable. Couples satisfied before quarantine maintained or increased their satisfaction levels. Couples prone to violence increased their risk during quarantine. Couples are more dissatisfied in the structural and boundary elements than in the emotional, sexual and interactional aspects. Coexistence time is relevant for marital satisfaction; middle-aged people tend to higher levels compared to the rest of the groups. The presence of children is related to satisfaction with emotional aspects and interaction. The risk of violence is not related to the condition of the house. Violence is not a problem exclusive to one of the genres, both are subject to vulnerability to the aggression of their partner, however, the risk is higher for women.
Key words: Marital satisfaction, risk of violence, domestic violence, couple relationships, quarantine.
RESUMO.
Durante a quarentena devido à pandemia do COVID-19, os casos de violência doméstica aumentaram na América Latina e, particularmente, na Bolívia. Esta pesquisa trata da relação entre satisfação conjugal e risco de violência na perspectiva de um dos cônjuges antes e durante o isolamento. 653 pessoas de 8 departamentos do país, exceto Pando, foram pesquisadas pelo Google Forms ©. A amostra foi composta por mulheres e homens de 20 a 74 anos, considerados casais e em união livre. Foi encontrada correlação negativa significativa entre a variável satisfação conjugal e a variável risco de violência. Os casais satisfeitos antes da quarentena mantinham ou aumentavam seus níveis de satisfação. Casais propensos à violência aumentaram seu risco durante a quarentena. Os casais estão mais insatisfeitos com os elementos estruturais e de fronteira do que nos aspectos emocionais, sexuais e interacionais. O tempo de coexistência é relevante para a satisfação conjugal, as pessoas de meia idade tendem a níveis mais altos em comparação com o restante dos grupos. A presença de filhos está relacionada à satisfação com aspectos emocionais e interação. O risco de violência não está relacionado à condição do lar. A violência não é um problema exclusivo de um dos sexos; ambos estão sujeitos à vulnerabilidade à agressão de seu parceiro; no entanto, o risco é maior para as mulheres.
Palavras-chave: Satisfação conjugal, risco de violência, violência doméstica, relações de casal, quarentena.
INTRODUCCIÓN.
Desde el 21 de marzo del 2020 Bolivia se encuentra en cuarentena ante la presencia de la pandemia del COVID-19. Cuarentena es una palabra usada en Epidemiología para señalar el aislamiento durante un período de tiempo inespecífico para evitar o limitar el riesgo de extensión de una enfermedad (Cetron y Landwirth, 2005).
Durante estos períodos de aislamiento se presentan cambios en el comportamiento de las personas, activando trastornos mentales como depresión, ansiedad y afectaciones psicóticas (Caballero y Campo, 2020). Se han modificado las relaciones familiares y sociales (Johal, 2009), además de alteraciones emocionales en los niños (de la Serna, 2020).
La cuarentena produce alteraciones en la vida conyugal. En Latinoamérica se ha incrementado la violencia conyugal (AFP, 2020) y en Bolivia se produjeron hasta la publicación del presente artículo, seis feminicidios durante este periodo (Página Siete, 2020) y en dieciséis días de cuarentena se reportaron 346 denuncias de violencia familiar o doméstica (La Razón, 2020).
Se entiende a la violencia como cualquier daño real, intentado o amenazado dirigido a una persona o personas (Boer, Hart, Kropp y Webster, 1998). La violencia conyugal es un problema incrementado durante los últimos años en Bolivia (INE, 2020; El Mundo, 2020). La tendencia de la violencia se refiere principalmente a la mujer maltratada, 75% de las mujeres casadas o en unión libre son víctimas, 92,7% denuncia haber experimentado violencia psicológica durante su relación de pareja, 45.5% sufrió violencia física, 41,8% violencia sexual y económica (INE, 2020).
Ante esta problemática se hace necesaria la investigación acerca de los precursores de la violencia conyugal. Interesa identificar las posibilidades que los agresores tienen para actuar con violencia, por ejemplo: la presencia de trastorno de personalidad, tendencia a la irascibilidad, impulsividad, dificultades de empatía y baja autoestima (Esbec y Echeburúa, 2010).
La impulsividad y la dependencia emocional han sido factores relacionados con la violencia en las relaciones de pareja (Sánchez Vargas, 2018). También se la ha asociado la baja autoestima (Paiva, Pimentel y Moura, 2017; De la Villa Moral, García, Cuetos y Sirven, 2017; Park, 2019). La triada oscura: narcisismo, maquiavelismo y psicopatía (Paulhus y Williams, 2002; Furnham, Richards, y Paulhus, 2013), así mismo, ha sido vinculada con la violencia conyugal (Carton y Egan, 2017). Por otra parte, se ha estudiado la relación con los cinco grandes factores de la personalidad, donde extraversión, inestabilidad emocional y apertura a la experiencia correlacionan positivamente con la violencia conyugal (Ulloa, Hammett, ONeal, Lydston, y Aramburo, 2016). Otro factor asociado a la violencia es el distrés (Weaver y Clum, 1995) y el consumo de drogas y alcohol (Duke, Smith, Oberleitner, Westphal y McKee, 2018). Los trastornos psicológicos con mayor probabilidad de generar violencia hacia la pareja son: depresión, ansiedad, trastorno por estrés post traumático, personalidad antisocial y el trastorno de personalidad límite (Coker, Davis, Arias, Desai, Sanderson, Brandt y Smith, 2002).
A partir de las investigaciones se ha logrado evidenciar la relación entre diversos factores psicológicos y la violencia en general y la violencia conyugal en particular (Spencer, Mallory, Cafferky, Kimmes, Beck y Stith, 2019), por ello se hizo posible establecer los parámetros para el pronóstico de la violencia (Spencer, Stith y Cafferky, 2019) recurriéndose en el ámbito legal al término peligrosidad, entendido como la probabilidad de que una persona cometerá algún acto violento (Carrasco y Maza, 2005; Scott y Resnick, 2006). En psicología se prefiere utilizar el término riesgo de violencia (Pueyo e Illescas, 2007), puesto que la valoración del riesgo, a diferencia de la peligrosidad no se fundamenta en decisiones de todo o nada en función al pronóstico, más bien permite la comprensión de la variabilidad del fenómeno expuesto a múltiples factores (Pueyo y Echeburúa, 2010).
Se han creado varios instrumentos para la evaluación del riesgo de violencia, como el HCR-20 Violence Risk Assessment Scheme (Judge, Egan y Broad, 2016); como parte de los estudios de personalidad antisocial y riesgo de violencia la Psychopathy Checklist (Hare, Harpur, Hakstian, Forth, Hart y Newman, 1990). En cuanto al riesgo de violencia en la relación de pareja han sido utilizados el SARA Spousal Assault Risk Assessment Guide (Kropp, Hart, Webster y Eaves, 1995). En Bolivia se ha desarrollado la Escala de Potencial de Violencia (Castro y Pinto, 2017).
Para la presente investigación se consideraron: Escala de Predicción del Riesgo de Violencia Grave contra la pareja-Revisada-(EPV-R) (Echeburúa, Amor, Loinaz y de Corral, 2010) y la Escala de Potencial de Violencia (Castro y Pinto, 2017). Identificándose los siguientes factores:
a) Presencia de violencia: indica la percepción del maltrato físico, emocional, económico y/o sexual.
b) Problema con alcohol o drogas: estima si la persona considera a su pareja con problemas con las drogas y/o el alcohol.
c) Histórico de trastorno mental: establece el conocimiento sobre tratamientos psiquiátricos a los cuales su pareja está sometida.
d) Histórico de amenazas: vivencias de amenazas ejercidas por el cónyuge.
e) Celos: presencia de conductas celosas por parte de la pareja.
f) Histórico de violencia: si la persona conoce antecedentes de conductas violentas ejercidas por el cónyuge en contra de la persona.
g) Indicador de personalidad antisocial: identificar crueldad, ausencia de empatía y arrepentimiento en la pareja.
h) Indicador de conductas autolíticas: reconoce ideación o intentos suicidas o presencia de autolesiones en el cónyuge.
i) Impulsividad: dificultades para controlar la rabia por parte del cónyuge.
Se ha establecido que existe relación entre la violencia ejercida contra la pareja y el grado de satisfacción conyugal (Byrne y Arias, 1997; Stith, Green, Smith, y Ward, 2008; Baca, 2015; Çakmak y Şahin, 2019). También se ha evidenciado que la violencia hacia la pareja tiende a desaparecer cuando se incrementan los niveles de satisfacción conyugal (PourMohamad, Zare y Mandanizade Safi, 2019).
Los primeros estudios sobre la satisfacción en la relación de pareja se iniciaron con el desarrollo del concepto ajuste marital a partir del trabajo de Hamilton (1929) desarrollándose la Adjustment Marriage Scale (Locke y Wallace, 1959). Si bien se ha demostrado correspondencia entre el ajuste y la satisfacción (Heyman, Sayers y Bellack, 1994) actualmente se investiga también la satisfacción marital o satisfacción conyugal (v.g.: Lavner, Karney y Bradbury, 2016; Okhotnikov y Wood, 2019). Se emplea el concepto ajuste diádico en los estudios de satisfacción, incluye los componentes: consenso, satisfacción, expresión afectiva y cohesión (Spanier, 1976).
En castellano se ha preferido el uso de la palabra satisfacción en vez de ajuste (v.g.: Rejón y Galaz, 2016; Solís, Prous, Lanas, Nuin, Debernardi y Ramos, 2018; Salinas, 2019), utilizando el término satisfacción marital para hacer referencia a parejas oficialmente casadas, y satisfacción conyugal en casos de unión libre o matrimonio.
La importancia del estudio de la satisfacción en las relaciones de pareja se debe a la relación entre una vida de pareja feliz, la salud mental (Peiman, Mansour, Sadeghi, y Purebraham, 2013) y la salud física (Bakhshayesh y Mortazavi, 2010). También se ha encontrado que un buen nivel de la satisfacción en la vida conyugal se asocia con la satisfacción laboral (Jiménez González, y Reyes, 2009; Pinna, 2014). Así mismo, un bajo nivel de satisfacción conyugal se asocia con un alto nivel de estrés laboral (Randall y Bodenmann, 2009). Se ha encontrado que existe asociación entre la satisfacción de la vida conyugal con el rendimiento laboral (Germeys, y De Gieter, 2017). Considerando la vida familiar, se han publicado varios estudios donde se verifica la relación entre la satisfacción conyugal y el pronóstico de la concreción del divorcio (De Longis, y Zwicker, 2017).
El concepto satisfacción conyugal es subjetivo, hace alusión a la percepción de tener las necesidades y deseos satisfechos, a considerar la recepción y entrega de lo que cada miembro de la pareja espera dentro de su relación, en una vinculación recíproca del dar y recibir de manera espontánea. Son las sensaciones y sentimientos de bienestar, sentirse contento en compañía del otro, compañerismo, ternura y seguridad, componentes propiciadores de la intimidad y la pasión, existiendo congruencia entre las expectativas que los cónyuges tienen en relación con las experiencias vividas durante la convivencia (Campbell, Converse y Rodgers, 1976; Snyder, 1979; Malouff, Thorsteinsson, Schutte, Bhullar y Rooke, 2010; Jackson, Miller, Oka, y Henry, 2014). Hendrick (1988) la concibe como una dimensión valorativa global del cónyuge sobre su relación.
Existen tres enfoques para el estudio de la satisfacción en las relaciones de pareja:
a) El modelo unidimensional: identifica un continuo entre placer y displacer, aspectos positivos y negativos de la convivencia, enfoque utilizado por Hendrick (1988)
b) El modelo de bidimensional: considera la felicidad de la pareja en dos extremos: satisfacciones e insatisfacciones, enfoque utilizado por Larson y Bahr (1980)
c) Modelo multidimensional: establece a la satisfacción conyugal como un fenómeno de múltiples factores diferenciables unos de otros como la interacción, expresión de sentimientos, estructura y organización, comparten esta visión Pick y Andrade (1988)
Se han desarrollado diversas escalas para medir la satisfacción conyugal, la más utilizada es Dyadic Adjustment Scale (Spanier, 1989), ha sido validada en España (Santos, Vallejo, y Sierra, 2009), México (de la Rubia, 2009), Chile (Zicavo y Vera, 2011), Perú (Céspedes, 2019). Otra escala es Marital Satisfaction Scale (Roach, Frazier, y Bowden, 1981), fue validada en México (Estrella, 1985). También se utiliza Relationship Assessment Scale (Hendrick, 1988) en su adaptación mexicana.
En el presente estudio se ha recurrido al modelo multidimensional de la satisfacción conyugal, de tal manera que se establecieron los siguientes componentes:
a) Nivel de satisfacción general: establece la concepción global sobre el nivel de satisfacción que tiene la persona.
b) Satisfacción con los aspectos emocionales de la relación: es la percepción de la persona hacia la expresión afectiva de la pareja.
c) Satisfacción con la interacción: comprende la satisfacción con la comunicación, negociación y establecimiento de reglas.
d) Satisfacción con los aspectos estructurales: señala la capacidad de afrontar problemas en pareja y la definición de límites a la familia de origen y a los sistemas sociales externos.
e) Satisfacción con la sexualidad: determina el nivel de satisfacción con la vida sexual conyugal.
El propósito de la presente investigación es determinar si existe relación entre la satisfacción conyugal y el riesgo de violencia en parejas aisladas debido a la cuarentena establecida en el país debido a la pandemia del COVID-19. Establecer la relación de ambas variables con la pertenencia al sexo masculino y femenino, la edad y la orientación sexual.
Se pretende describir la diferencia de las dos variables en casos de unión libre y matrimonios formales. A la vez se espera identificar la diferencia de las dos variables del estudio en función a la presencia o no de hijos. También averiguar la diferencia de las variables en casos de parejas que viven solas y aquellas que comparten el aislamiento con familiares.
MÉTODO
Diseño
La presente, es una investigación de tipo cuantitativa, descriptiva correlacional (Stockemer, 2018), de carácter transversal. Para su realización se diseñaron cuestionarios para ser administrados por Internet a través de una encuesta voluntaria en línea, a diferentes parejas del territorio boliviano. Considerando que la investigación en línea, mediante usuarios de redes sociales acarrea la posibilidad de generar un patrón de respuesta no fiable (Ward y Meade, 2018). Durante el periodo de cuarentena el recurrir a las encuestas en línea, puede ser un método prometedor para la evaluación del comportamiento, actitudes y percepción de la población sobre determinadas variables de salud mental (Geldsetzer, 2020; Holmes, O'Connor, Perry, Tracey, Wessely, Arseneault, y Ford, 2020).
Para incrementar la fiabilidad de la investigación el procedimiento procuró ajustarse con la lista de verificación para reportar resultados de encuestas en línea Checklist for Reporting Results of Internet E-Surveys (CHERRIES) en los temas de diseño, ética, desarrollo de los cuestionarios, procedimiento y análisis (Eysenbach, 2004).
Muestra y participantes.
El muestreo fue no probabilístico por conveniencia, para asegurar que la muestra cumple con el requisito de convivencia con su pareja, la primera pregunta del cuestionario fue sobre este aspecto, solicitando a quien no cumple esta característica, no continuar con el mismo. De esta manera participaron 653 personas de ocho de los nueve departamentos del país, a excepción de Pando, con predominancia del departamento de La Paz, se puede apreciar la distribución en la Tabla 1.
La muestra consta de 71,1 % mujeres y 28,9% de varones. Las edades oscilan entre 20 y 74 años; 76,4% (499) (Ver tabla 2) casados, 23,6% (154) convivientes. El 79% de los participantes (516) tiene hijos, 21% (137) no. La condición de vivienda se distribuyó de la siguiente manera: 19.9% vive en casa de sus padres y otro familiar (130), 18,8% (123) en alquiler y 12,1% (79) en anticrético. Según la orientación sexual, 97,1 de la muestra se identifica con la heterosexualidad y el 2,9 lo hace con la orientación homosexual. En la Tabla 3 se presenta la distribución de la muestra según los años de convivencia.
Instrumentos.
Los cuestionarios son los siguientes:
Cuestionario de Satisfacción con la Pareja. Está compuesto por doce ítems incluidos dentro cuatro categorías: satisfacción con aspectos emocionales del cónyuge, interacción con el otro miembro de la pareja, satisfacción con la sexualidad y aspectos estructurales de la pareja. Cada categoría contiene preguntas que miden el antes y después esta percepción en el tiempo de cuarentena. Este cuestionario replica algunos ítems de la escala de ajuste diádico de pareja de Spanier (1976), en su versión traducida y empleada por De la Rubia (2009). Se determinó las categorías del instrumento como: baja, media y alta satisfacción, en base a la división del rango de respuestas.
Cuestionario de Riesgo de Violencia. Este cuestionario está conformado por dieciocho ítems, incluidos en las siguientes categorías: violencia sufrida, rasgos de la pareja y presencia de conductas autolíticas. La primera categoría comparó el tipo de violencia al cuál han sido expuesto los participantes antes de la cuarentena con el tipo de violencia recibida luego de catorce días de expuestos al encierro, determinando si eran víctimas de tipos de violencia emocional y física. Luego como segunda categoría se indagó sobre rasgos asociados a violencia de parte de la pareja de quién ha llenado el instrumento, se consultó sobre consumo de drogas y alcohol, historial de violencia en su pareja, conductas de manipulación, y rasgos de personalidad antisocial: celos, impulsividad, frialdad y crueldad. Estos ítems conductuales han sido obtenidos en relación con la escala de Riesgo de violencia de Escala de Predicción del Riesgo de Violencia Grave contra la pareja-Revisada-(EPV-R) (Echeburúa, Amor, Loinaz y Paz de Corral, 2010) y la Escala de Potencial de Violencia (Castro y Pinto, 2017).
Se consultó sobre la presencia de conductas autolíticas, empleadas como un medio de amenaza y manipulación de la pareja para sostener la relación (Alonso y Castellanos, 2006).
Procedimiento
La investigación comenzó con la redacción de los instrumentos, tipo cuestionario de autoinforme, obteniendo una previa validación por expertos en temas de pareja y violencia. Luego se solicitó el llenado de parte de las personas que son contacto en redes sociales de los investigadores, grupos de profesionales, grupos de parejas, psicología y atención de violencia del país.
El cuestionario contenía cuarenta preguntas administradas en línea, incluía ambos instrumentos, además del llenado de los datos sociodemográficos: edad, sexo, departamento del país donde radica, tipo de la vivienda de convivencia, tiempo de convivencia, orientación sexual, y estudios realizados. Previo al inicio del llenado del cuestionario, se comunicó la finalidad de la investigación y se hizo conocer el consentimiento informado.
Diez días después de la encuesta en línea, se procedió al análisis estadístico de la información, identificando la normalidad de la muestra, la confiabilidad de las pruebas, finalmente se procedió con el estudio correlacional de los datos mediante el Rho de Spearman
Análisis de datos.
Se realizó una correlación bivariada entre Satisfacción Conyugal y Riesgo de violencia, ambas se han correlacionado con las variables sociodemográficas (Roth, 2012).
La correlación recurrió al coeficiente de Spearman (rho) para medir la asociación lineal entre los rangos, números de orden de cada grupo de sujetos y comparación entre ellos mismos (Martínez Ortega, Tuya Pendás, Martínez Ortega, Pérez Abreu y Cánovas, 2009; Romero y Del Rosario, 2017). Posteriormente se ha realizado la comparación de medias entre los componentes del riesgo de violencia con sexo, utilizando para tal fin la comparación de medias por muestras independientes a partir de la prueba U de Mann Whitney (MacFarland & Yates, 2016). A continuación, se ha elaborado el análisis de fiabilidad de los cuestionarios verificando la consistencia interna con el coeficiente alpha de Cronbach (Núñez, Alvarado-Iniesta, Rosales, 2016). Para el análisis de datos se empleó el programa IBM SPSS Statistics 22 (IBM Corp., 2013).
RESULTADOS
Fiabilidad de los instrumentos
Se ha realizado el análisis de fiabilidad de los cuestionarios, según el coeficiente alpha de Cronbach ambos presentan óptima consistencia interna, el cuestionario de satisfacción conyugal 0,948 y riesgo de violencia 0,857.
Resultados Generales
La variable satisfacción conyugal se distribuye de la siguiente manera: 60% alta satisfacción, 28,3% mediana satisfacción y 11% con baja.
Para el componente satisfacción de aspectos emocionales con el cónyuge se definió la siguiente distribución de la muestra: 62,2% alta, 27,7% media y 10,1 baja.
En satisfacción con interacción conyugal se identificó 58,3% alta, 26,6% media y 15% baja. La satisfacción con aspectos estructurales se reparte en el siguiente orden: 54,2% alta, 33,5% media y baja 12,3%. En cuanto a la satisfacción con la sexualidad, la muestra se distribuye de esta forma: 55,4% alta, 29,1% media y 15,5 % baja.
En lo referente a la edad, el 8,1% de las personas entre 20 y 29 años puntúan satisfacción baja, lo mismo ocurre entre los 50 y 59. Entre 40 y 49 años el nivel de satisfacción es alto (18,1%). El rango de edad que comprende las edades de 30 a 39 se sitúan en satisfacción alta (25,7%).
En función al tiempo de convivencia, la tendencia de la muestra es puntuar en alto nivel de satisfacción en todos los rangos de tiempo de convivencia, sin embargo, en comparación a los otros grupos de lapso de convivencia de la categoría satisfacción conyugal alta, quienes se concentran con el mayor grupo de participantes (73,3%), son las personas comprendidas en la convivencia de 31 a 40 años. El grupo de encuestados situados en el intervalo de vivir juntos de 1 a 10 años, se sitúa en dos extremos, el primero, comparados con el resto de la muestra que ha marcado satisfacción baja, comprende a la mayoría (51,4%); el segundo, comparados con los grupos que denotan alta satisfacción, el 63,2 % les corresponde. Se puede apreciar la distribución completa en la Tabla 4.
La muestra según la variable riesgo de violencia se distribuye de la siguiente manera: 90,7% baja, 8,3% ninguna, 0,9% media y 0,2% alto. Los participantes según el factor de presencia de violencia se dispersan de la siguiente manera: 50%, nula, 47%, baja, 2,8% media y 0,2% con alta. En el factor presencia de características agresivas en la pareja, el grupo de estudio se acomoda así: 88,4%, baja, 9,2%, nula, 2,3% media y 0,2% alta. En lo referido a la presencia de conductas autolíticas: 87,1% ausencia, 12,6% baja y 0,3% alta. En función a la orientación sexual no se han encontrado diferencias significativas entre el grupo con orientación heterosexual y el homosexual. La relación entre riesgo y violencia muestra una mayor tendencia a manifestarse entre los 20 y 39 años, a partir de esa edad disminuye, se puede apreciar la distribución en la Tabla 5.
Resultados de las correlaciones
Se obtuvieron los siguientes resultados en función al análisis correlacional y a la comparación entre medias. La Tabla 3 detalla las relaciones entre las variables: satisfacción conyugal y riesgo de violencia, la correlación es negativa significativa.
En la segunda fila se describe la correlación entre satisfacción de los aspectos emocionales con la presencia de violencia. Las correlaciones del factor presencia de características del agresor presenta correlaciones negativas significativas: son moderadas con la presencia de violencia (-0,495) y correlaciona de manera negativa baja con conductas autolíticas (-0,216).
En la siguiente fila de la Tabla 3 existe significancia alta de la relación satisfacción con interacción conyugal. Denota correlación negativa moderada (-0,484) en presencia de violencia, -0,495 con el factor presencia del perfil de agresor y correlaciona de manera negativa baja con conductas autolíticas (-0,210).
En la tercera fila de la tabla, satisfacción con los aspectos estructurales se advierten relaciones significativas con los factores riesgo de violencia. El factor satisfacción conyugal correlaciona de manera negativa moderada con la presencia de violencia (-0.470) y con perfil de agresor (-0.447); con conductas autolíticas anota un coeficiente de -0,216 correspondiente a correlación negativa baja. Satisfacción con la sexualidad demuestra niveles de relación negativa significativos con riesgo de violencia.
Las variables sociodemográficas que correlacionan con satisfacción conyugal son: estado civil y tener hijos, altamente significativas. Estado civil correlaciona de manera muy baja con satisfacción conyugal, -0,172. Tiene hijos alcanza una correlación positiva muy baja (0,112). La variable riesgo de violencia correlaciona con las variables sexo, estado civil y condición de vivienda en relaciones significativas. Sexo correlaciona de forma positiva muy baja con riesgo de violencia (0,096). También se presenta correlación positiva muy baja con estado civil, 0,158. En cambio, condición de vivienda señala una correlación negativa baja con riesgo de violencia (-0,101).
Estado civil se relaciona significativamente con los factores de satisfacción conyugal. Estado civil correlaciona negativamente de forma muy baja (-0,139) con la satisfacción con aspectos emocionales del cónyuge. La relación entre el factor de satisfacción conyugal con la interacción conyugal y estado civil es negativa muy baja, obtiene un valor de -0,186. Por último, se advierte una correlación negativa muy baja entre satisfacción de aspectos estructurales y estado civil (-0,164).
Según la orientación sexual el 73% de las personas homosexuales consideran a su relación altamente satisfactoria en contraste con el 60,13 de las parejas heterosexuales. En el nivel de satisfacción baja se sitúa el 11,2% de las parejas homosexuales, mientras las homosexuales lo hacen en el 5,3%
La variable sociodemográfica tener hijos presenta una relación positiva altamente significativa con relación a satisfacción con aspectos emocionales y significativa en función a la satisfacción con la interacción conyugal. La relación entre tener hijos y la satisfacción con aspectos emocionales es positiva muy baja (0,142). Mientras que la correlación de satisfacción con la interacción conyugal y tener hijos, es positiva baja (0,079).
Los componentes de la variable riesgo de violencia se correlacionaron con las variables: sexo, estado civil y vivienda. La variable sexo tiene una relación significativa con la presencia de violencia y conductas autolíticas. Denota correlación negativa muy baja con el factor presencia de violencia (-0,138) y de igual manera con el factor de presencia de conductas autolíticas (-0,141).
Estado civil se relaciona significativamente con presencia de violencia, presencia del perfil del agresor, y presencia de conductas autolíticas con puntajes por debajo de 0,01. Con el factor presencia de violencia existe una correlación positiva muy baja, -0,138. Mientras con la presencia de un perfil de agresor se observa una correlación positiva muy baja de un valor de 0,159. Además, la correlación con conductas autolíticas va en el mismo sentido, una correlación positiva muy baja (0,157).
La condición de la vivienda se relaciona sólo significativamente con presencia de violencia obtiene un puntaje por debajo de 0,01, correlación negativa muy baja (-0,131).
Se realizó la comparación entre medias mediante el estadístico U de Mann Whitney para muestras independientes entre el sexo y el total de puntajes para riesgo de violencia y sus componentes. Estos resultados se presentan en la Tabla 5. Se verifican las diferencias entre medias altamente significativa en el caso de riesgo de violencia, presencia de violencia y presencia de conductas autolíticas.
Se identifica que las mujeres y varones perciben violencia en su pareja, sin embargo, esta es mayor para la mujer, se pueden observar estas relaciones en la Tabla 5.
Al comparar las medias de los sexos y las conductas autolíticas (histórico de ideación suicida, histórico de conducta suicida, histórico de amenazas de autolesión e histórico de amenazas autolíticas). En cuanto al histórico de ideación suicida el 89,9% varones y mujeres consideran nula la presencia de ideas suicidas. La distribución es la siguiente en las mujeres: 5,2% ocasionalmente, 0,2% a menudo, 0,2% la mayor parte del tiempo y 0,2 a diario. En el caso de los varones: 3,7% ocasionalmente, 0,6% a menudo, 0,2 la mayor parte del tiempo y 0,2% a diario.
Con relación a la conducta suicida el 95,1% de la muestra no percibe la existencia de esta conducta, las mujeres que han constatado intenciones de suicidio ocasionales en sus cónyuges lo hacen en 3,1%, mientras los varones lo han confirmado en un 1,5% ocasionalmente, 0,2% la mayor parte del tiempo y a diario un 0,2%.
El 98,3% de la muestra en cuanto al histórico de amenazas de autolesión, afirma nunca haberlo percibirlo en su pareja. Los varones se distribuyen así: 0,8% afirma ocasionalmente, 0,2% la mayor parte del tiempo y 0,2% a diario. Por su parte el 0,6% de las mujeres afirma que su pareja amenaza ocasionalmente con autolesionarse.
El elemento histórico de amenazas autolíticas al relacionarse con la variable sexo, presenta al 95,4% de la muestra que no observa este comportamiento en su pareja. Sin embargo, el 2% de los varones perciben ocasionalmente las amenazas en sus cónyuges, 0,3% la mayor parte del tiempo y 0,3% a diario. 0,6% de las mujeres señalan la ocurrencia a menudo de esas conductas sus parejas.
Satisfacción conyugal y riesgo de violencia antes y después de la cuarentena
La relación entre la satisfacción marital antes y después de la cuarentena, denota: el número de personas nada contentas antes de la cuarentena (0,8%), y poco contentas (0,2%) disminuyen durante la cuarentena, aumentando el número de indiferentes en 0,3%. Se incrementan los participantes en los niveles de satisfacción durante la cuarentena en 0,3%. El 1,2% se mantiene en el mismo nivel.
En cuanto a la violencia física conyugal antes y durante la cuarentena se observa lo siguiente: el 92,8% indica que nunca sufrieron violencia física antes del aislamiento, durante la cuarentena se encuentra la presencia de violencia ocasional en 2,9% de la muestra, aumenta a 0,2% en violencia a menudo y 0,1% experimenta violencia diaria.
La percepción de la presencia de violencia emocional muestra al 52,7% que mantiene su ausencia durante la cuarentena, el incremento y decremento del número de personas aquejadas de este tipo de violencia no es significativa, oscila entre el 0,2% y el 0,3% en ambos caos.
CONCLUSIONES.
Los resultados alcanzados confirman la relación existente entre la satisfacción conyugal y el riesgo de violencia. La correlación negativa es significativa: lo que representa que a mayor satisfacción menor el riesgo de violencia.
Los componentes de la variable satisfacción conyugal: satisfacción con los aspectos emocionales, con la interacción, con los aspectos estructurales y con la sexualidad, se han manifestado altos antes de la cuarentena y una tendencia a incrementarse durante la misma. Por lo tanto es factible afirmar que la mayoría de las parejas participantes del estudio mantienen una relación amorosa satisfactoria y añadir que la cuarentena no afectó negativamente a los niveles de satisfacción.
Las parejas tienen mayor insatisfacción en los elementos estructurales y de límites, que en el aspecto emocional, sexual e interaccional. Coincidiendo con la tendencia al concepto de amor romántico, predominante en la cultura occidental boliviana (Trigo y Pinto, 2002), a diferencia de la cultura aymara boliviana (Pinto, 2008). Las relaciones fundadas en el romanticismo estimulan los sentimiento eróticos y tiernos, descuidando la organización racional de la convivencia, en este caso las reglas y los límites.
La satisfacción conyugal oscila según la edad, en la presente muestra, las parejas más contentas se sitúan en el rango de 30 a los 49, mientras que las personas más jovenes y las mayores manifiestan niveles de satisfacción bajos.
El tiempo de convivencia es relevante para la satisfacción conyugal, las personas de mediana edad tienden a niveles más altos en comparación al resto de los grupos. La convivencia inicial, entre un año y diez se distribuye de manera extrema, por un lado bajo nivel de convivencia y por otro alto. Esto puede estar relacionado con el desencanto temprano en el primer caso y en el segundo con la influencia de la paternidad y la estabilidad económica
No existe correlación significativa en relación a las parejas que conviven y las casadas oficialmente, se deduce entonces que no es relevante para sentirse contento en la convivencia vivir en unión libre o estar casado (a).
El grupo de personas homosexuales de la muestra ha sido el 2,91%, coincidiendo con los porcentajes de la población mundial, oscila entre el 3 y 5% (Saavedra, 2006). La comparación entre el grupo homosexual con el heterosexual muestra una tendencia a mayor satisfacción entre los primeros que los segundos y más personas con orientación heterosexual menos satisfechas que las personas con orientación homosexual. Este tema amerita mayor investigación si se consideran algunos hallazgos interesantes, por ejemplo en Chile se han identificado diferencias significativas en las estrategias de resolución de conflictos, mayor predominancia de la pasión en el concepto de amor y mejor tendencia a la satisfacción conyugal en las parejas homosexuales en comparación a las heterosexuales (García, García Escobar, Hein, Hernández, Torres, Valdebenito y Vera, 2017)
La presencia de los hijos se relaciona con la satisfacción con aspectos emocionales y a la interacción. Esto coincide con la prolongación de la relación de pareja centrada en la crianza de los hijos, el apoyo emocional recibido por la pareja, la implicación paterna y la repartición equitativa de las tareas domésticas explican este incremto de la satisfacción conyugal (Hidalgo y Menéndez, 2003).
Si bien el riesgo de violencia en la muestra tiende a su inexistencia, tres personas de cada cien es percibida por su pareja como alguien que actualmente ejerce violencia. El tipo de violencia predominante es el emocional.
El riesgo de violencia no se relaciona con la condición de la vivienda (alquiler, anticrético, de la familia, propia) contradiciendo los resultados del estudio de Ripoll y Rodriguez (2014) realizado en Bogotá: la vivienda propia tiene un efecto protector porque disminuye el estrés económico, aumenta el estatus de la mujer y facilita la solución del conflicto (p.72).
La condición de tipo de convivencia, unión libre o matrimonio se relacionan con el riesgo de violencia sin importar si se trata de una u otra, coincidiendo con un estudio mexicano donde tampoco se encontró relevancia (Del Villar, 2014).
La relación entre conductas autolíticas es la que menos correlación presenta con el riesgo de violencia en comparación a las otras categorías de riesgo, esto puede deberse a que las conductas autolesivas no se expresan como heteroagresión, sino son autoagresivas sin intención de infringir daño a los demás sino se configuran como formas de mitigar la angustia y el distrés (Klonsky, 2010), por lo tanto es probable su impertinencia como un elemento de la predisposición a la violencia.
El riesgo de violencia se relaciona con alta significancia con el sexo, luego el análisis de la diferencia entre las medias de varones y mujeres mostró la presencia del riesgo en ambos sexos, aunque la percepción del riesgo es mayor en las mujeres. La violencia no es un problema exclusivo de uno de los sexos, ambos se ven sometidos a la vulnerabilidad ante la agresión de su pareja, sin embargo, el riesgo es mayor para las mujeres. Los resultados en esta cuestión coincide con otros estudios en Latinoamérica (Espinosa, 2015;Requena 2017) lo que permitiría deducir que la violencia es un fenómeno latente, aunque de manera probable las formas de este pudieran ser diferentes.
Los antecedentes de ideación suicida, se ha producido en seis de cada cien mujeres y tres de cada cien varones, a ello se suma los intentos suicidas tres por ciento en los varones y cerca al dos por ciento en las mujeres. En otro estudio se ha encontrado relación entre los conflictos de pareja, la depresión y el suicidio (Rivera, Rodríguez y Torre, 2019), por ello si bien son pocas los y las cónyuges con esta problemática en la muestra de esta investigación, no por ello se debe minimizar el riesgo de suicidio asociado a la violencia conyugal.
La comparación entre la satisfacción conyugal antes y durante de la cuarentena, señala una tendencia al incremento de la satisfacción en el grupo de personas contentas con su relación previo aislamiento. Ocurre lo contrario en las personas insatisfechas, tienen tendencia a empeorar la percepción positiva de su relación durante la cuarentena. Fenómeno que puede explicarse por la reciprocidad del vínculo amoroso. En la relación de pareja el mecanismo para la estabilidad se fundamenta en el dar y recibir, si se entrega al otro algo beneficioso, el otro devuelve con la misma calidad de beneficio. El proceso tiende a la simetría del intercambio negativo si la pareja intercambia perjuicios (Pinto, 2020).
La violencia se ha incrementado en los grupos donde existía antes de la cuarentena. Según la revisión de la investigación básica sobre la violencia doméstica Carrasco (2007) establece una relación inversamente proporcional a la presencia de violencia en la pareja, a las consideraciones sobre la espiral de la reciprocidad violenta, añade a partir del modelo biopsicosocial de la violencia, la fijación de un patrón automático de respuestas violentas en el continuo de la relación. Puede señalarse por tanto que el estado de cuarentena habría de alguna manera exacerbado los rasgos preexistentes vinculados al riesgo de violencia.
Una de las limitaciones del estudio se refiere a la selección de la muestra. Fue hecha a través de contactos en las redes sociales, definiendo participantes con acceso y experticia en el manejo del Google Form©, además de concentrarse en personas con títulos de posgrado y licenciatura, además de estudiantes universitarios, es probable que la población de la muestra sea de clase socioeconómica media y media-alta.
Otra limitación es que la muestra no se han comportado dentro de la distribución normal, motivo que ha impedido el análisis de regresión lineal y el multivariado, por ello el trabajo estadístico tuvo que centrarse en aspectos descriptivos y correlacinales, además de la diferencia entre medias.
Los resultados permiten aceptar la hipótesis según la cual existe una relación inversamente proporcional entre la satisfacción conyugal y el riesgo de violencia.
Esta conclusión permite reflexionar acerca de cómo se puede abordar a la violencia desde la perspectiva social y clínica. Los programas de prevención de la violencia se centran en la reducción del problema sin considerar todos los vectores que inciden sobre ella, o bien se adoptan miradas desde la perspectiva comunicacional señalando la incapacidad de generar adecuados vínculos comunicacionales o la ideología de género atribuyendo al patriarcado por la prolioferación de la violencia doméstica, sin considerar que también existen, aunque en menor proporción,varones maltratados, tal como se describió en la presente investigación; o desde la perspectiva de masculinidades entendiendo que el rol adaptativo es el eje de la violencia en pareja o tambien con visiones económicas otorgándole a las variables vinculades a la provisión de recursos o a la carencia de estos la presencia de violencia, asimismo perspectivas eminentemete normativas donde se asume que la existencia de una norma jurídica más estricta implicaría la reducción de la violencia, situación que al parecer no ha sucedido, o al consumo de alcohol como determinante siendo el mismo generalmente un detonador .
Si bien es cierto que las categorías indicadas hacen parte de las causas de la violencia conyugal, no es suficiente para explicarla. El presente estudio ha identificado a la satisfacción conyugal como una variable importante en la generación de la violencia doméstica, de tal manera que es posible afirmar que debe ser considerada como un factor estimado a la hora de comprender el fenómeno y proponer alternativas de solución en prevención o atención.
Se puede señalar, por supuesto que la satisfacción conyugal se somete a las influencias sociales, tanto económicas como políticas, pero posee una condición muchas veces minimizada o peor aún no tomada en cuenta: el amor del vínculo conyugal entendido como el nexo que permite la relación en la pareja que muchas veces no es comprendido en su real dimensión y lo que es peor, se lo percibe como el enamoramiento e idealización romática sobre la cual se basaría el vínculo en la pareja.
En ese sentido, los resultados obtenidos, por una parte promueven el desarrollo de referentes indispensables para la psicoterapia de pareja en el contexto boliviano, al menos, en este caso en parejas del estrato socioeconómico medio y medio-alto, con características de formación académica y cultura mestiza-occidental. Mejorar la satisfacción conyugal incidirá en la reducción de las manifestaciones violentas por lo que debieran aplicarse modelos integrales que permitan mejorar los niveles que tendrían las parejas como prevención e intervención sobre la violencia, y por otra parte que debiera incluirse esta variable en las políticas, planes y programas de prevención sobre la violencia doméstica, ya que la cobertura sobre las diferentes varibles incidiría en un mejor abordaje del fenómeno incrementándose la probabilidad de éxito en la reducción de la misma.
Queda por investigar la interacción de las variables satisfacción conyugal con riesgo de violencia en muestras mejor seleccionadas y que puedan distribuirse normalmemte. También hacerlo en grupos socio económicos y culturales diversos.
Será interesante incluir la variable concepto de amor (intimidad, pasión y compromiso) (Sternberg, 1986) y los componentes del compromiso (calidad de la elección, satisfacción e inversión) (Johnson y Rusbult, 1989).
Finalmente es oportuno mencionar que a pesar de la cuarentena es posible la investigación científica utilizando recursos de la Internet, las redes sociales y otros recursos tecnológicos que permiten el acceso a la población.
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NO EXISTEN CONFLICTOS DE INTERÉS[2]
Recibido: 15/05/2020
Aprobado: 29/06/2020
[1] Director de la investigación
[2] El director de este estudio es el editor de la revista; sin embargo la valoración del artículo fue ajena a su intervención.