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Revista Ciencia y Cultura
versión impresa ISSN 2077-3323
Rev Cien Cult n.17 La Paz ago. 2005
Impacto del fin de la Guerra Fría en América Latina
Lic. David H. Blanco
Quisiera iniciar mi presentación felicitando al Prof. Wolfgang Benz por su contribución al conocimiento de la historia universal, por un lado, y además por su contribución a la lucha de los pueblos por la libertad y la justicia. El tema que me toca comentar es muy amplio, y por ello quisiera concentrarme en el impacto que ha tenido la Guerra Fría y su final en los países de Tercer Mundo, en especial en América Latina, en el campo económico.
El grupo de países que se suele denominar como Tercer Mundo incluye más de cuatro quintas partes de la población mundial, y sin embargo representa solamente una quinta parte de la producción y del ingreso mundiales. Pese a esta poca significación, la influencia que han ejercido los centros de poder económico y político en el mundo en desarrollo se ha manifestado en mi opinión en dos campos: por un lado en las concepciones que han orientado la asignación de recursos que se han implementado en los últimos 50 años, producto precisamente de la evolución política y económica de esos centros de poder, aspectos que han sido señalados por el Profesor Benz, pero también, obviamente, las particularidades políticas y económicas de los distintos países en desarrollo, así como de su dotación de recursos humanos, materiales y financieros.
Si vemos históricamente la evolución de América Latina y del mundo, el elemento central que guió el pensamiento económico desde el siglo XVIII, desde Adam Smith y David Ricardo, fue esencialmente poner énfasis en la ventaja comparativa y en la no interferencia en el comercio internacional. Esta adherencia al libre comercio partía de la premisa de que éste promovía la maximización del bienestar del mundo y de los países miembros del sistema de comercio mundial. La evidencia empírica hasta nuestros días, sin embargo, ha mostrado que, con diferencias de énfasis, el proteccionismo ha sido la tendencia dominante en la vida económica de las naciones. Según estimaciones de la FAO, los países europeos gastan en subsidios alrededor de mil millones de dólares diarios. Si sumamos los montos que se destinan al proteccionismo en la actualidad, se llega a los 600 mil millones de dólares, un monto equivalente a la producción total de bienes y servicios en un año del Brasil.
Esto ha tenido influencia no solamente en las concepciones del desarrollo, sino particularmente en las formas en las cuales se ha organizado la actividad económica. Yo quiero enfatizar en este contexto tres aspectos centrales: por un lado, la forma en la cual la América Latina se ha insertado en el comercio internacional y en la producción mundial (la situación de África y Asia es diferente a la de los países latinoamericanos). En segundo lugar, la influencia que han tenido los desarrollos económicos y la consolidación de mercados, particularmente la actual Comunidad Económica Europea, en la movilización de recursos financieros y económicos en países como los latinoamericanos, así como el funcionamiento del sistema monetario internacional. Y finalmente los temas relativos a las corrientes de pensamiento y a las acciones que ha impuesto este mundo globalizado.
América Latina ha transitado en los últimos 50 años en un proceso de desarrollo inicialmente basado en la teoría de la sustitución de importaciones producto del diagnóstico que se realizó sobre el deterioro de los términos de intercambio. Este proceso de integración a la economía mundial ha tenido distintos actores. Países como Brasil, Argentina, México y Chile han tenido un desarrollo de sustitución de importaciones que ha conllevado, en los primeros 20 años después de la Segunda Guerra Mundial, niveles de proteccionismo y políticas fiscales y monetarias que han fomentado el desarrollo industrial.
Sin embargo, este proceso ha estado paralelamente acompañado de la consolidación de mercados regionales. Particularmente hay que señalar que, por ejemplo, la Asociación de Libre Comercio, el Grupo Andino y otros esfuerzos de integración actual se inspiraron esencialmente en los éxitos que empezó a mostrar la Unión Europea. La diferencia indiscutiblemente se da en el desarrollo histórico de la Unión Europea. No hay que perder de vista que en 1957 Italia, Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo, es decir, los países del plan Shumann, plantearon precisamente este acuerdo para dar origen posteriormente y en los años subsiguientes a la Unión Aduanera y la Asociación Europea de Libre Comercio, que se crearon en 1959, en un proceso que llega hasta la Unión Europea de nuestros días, uno de cuyos hitos centrales, que necesariamente hay que resaltar, es el tratado de Maastrich.
Al margen del las consideraciones políticas, cuatro elementos centrales han definido la participación de países en este acuerdo: por un lado, que el déficit del sector público con respecto al PIB no exceda el 3%. En segundo lugar, que la relación de la deuda del gobierno con respecto al PIB no exceda el 60%. En tercer lugar, que los países que aspiran a ser parte de este paraguas de la Unión Europea deben tener tasas inflacionarias que no excedan el 1.5% de la inflación más baja de los países que la componen y que el costo del financiamiento de los bonos a largo plazo para financiar las operaciones del gobierno no exceda el 2% de los países de financiamiento más bajo.
En consecuencia, aparte de las relaciones económicas, los mecanismos de coordinación macroeconómica y de políticas fiscales y monetarias han sido los elementos centrales que han conducido a la existencia de una moneda única y de la Unión Europea tal como la vemos ahora, con la importancia muy grande que ha adquirido en la economía mundial (producción del orden de los 10 trillones de dólares norteamericanos, igual o casi a la de los Estados Unidos). Éste yo creo que es uno de los elementos más importantes en términos de los balances económicos que se han dado con posterioridad a la Guerra Fría.
Menciono el tema de la Unión Europea porque, aparejado a este proceso, se produce en los años 50 en América Latina el modelo de desarrollo de sustitución de importaciones, que había sido planteado ante la realidad del deterioro de los términos de intercambio. Se plantea, en otros términos, la implementación de estrategias de crecimiento hacia adentro, a diferencia de las que priman en la actualidad, por lo que el complemento natural de las mismas debía ser la formación de acuerdos de integración. Los resultados desde el punto de vista económico, como se sabe, no han sido los que se esperaban.
Finalmente, tiene mucha importancia, y en este sentido no descubro nada, que entre los acontecimientos mundiales más destacados de los últimos 50 años, el más descollante por su carácter decisivo en las acciones mundiales, aunque con menor repercusión en América Latina, haya sido la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética.
Un segundo aspecto que me interesa resaltar es el referente al funcionamiento del sistema monetario internacional. El año 1944, como muchos de ustedes conocen, se realizó la histórica conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas en Breton Woods, que dio origen a la creación del Fondo Monetario Internacional y al Banco Internacional para la Reconstrucción y el Fomento, originalmente concebido para reconstruir Europa y posteriormente a partir de los años 50 como un mecanismo para financiar el desarrollo. Obviamente, la influencia del Banco Mundial en el mundo en desarrollo se da esencialmente por el cambio en el énfasis de la política norteamericana en los países devastados por la guerra.
Los elementos centrales del programa de existencia del Fondo Monetario Internacional fueron originalmente buscar la estabilidad de los tipos de cambio. Esto originó tres décadas de sistemas de tipo de cambio fijo, como reacción a las amplias fluctuaciones, las depreciaciones competitivas del achicamiento del comercio y la estabilidad de la economía mundial experimentada entre 1920 y 1930. El Fondo Monetario Internacional, y este objetivo tuvo una repercusión muy importante en los países en desarrollo, tenía como misión también la conciliación entre los ajustes de los países en sus desequilibrios de pagos y el grado de autonomía nacional en la política macroeconómica. Esto en virtud de que, después de la gran depresión de la década de los 30, los gobiernos no estaban dispuestos a utilizar sus instrumentos de política monetaria y fiscal, particularmente en los países desarrollados, para restituir el equilibro externo. Es por ello que, en sustitución, el Fondo Monetario empieza a intervenir en los países con préstamos para solucionar los problemas de los déficits de la balanza de pagos.
Este sistema tuvo un buen desempeño hasta mediados de la década de los 60. El comercio mundial creció con bastantes rapidez y muchos países europeos eliminaron la mayoría de sus restricciones de cambio posteriores a la guerra. Europa y Japón se recuperaron y la economía mundial creció sin contratiempos ni recesiones importantes. Sin embargo, surgieron dos problemas, el sistema de Breton Woods fue sustituido, al ser abandonada la relación del dólar con el oro, por el que actualmente tenemos, que es un sistema en el cual los desequilibrios en la balanza de pagos se corrigen a través de programas que se han calificado como asimétricos, por cuanto exigen que los países del Tercer Mundo, y entre ellos obviamente Bolivia, corrijan sus desequilibrios con políticas monetarias y fiscales.
Finalmente, el tema de la globalización ha hecho que los países del Tercer Mundo, y específicamente los de América Latina, estructuren sus políticas en base a consideraciones relativas a la economía de mercado y a la participación de las empresas transnacionales en el proceso. Sin embargo, los resultados de los mecanismos de ayuda de los países desarrollados, los compromisos de los diálogos Norte-Sur, los esfuerzos que hizo la comisión Brand en los años 70 para transferir mayores recursos tecnológicos y financieros al mundo en desarrollo, particularmente apaíses como los nuestros, no han sido los esperados. La idea formulada por el Prof. Benz sobre las materias primas me parece que debería ser analizada tanto por los países europeos como por los países en vías de desarrollo, por cuanto, con excepciones, las estructuras económicas de éstos siguen dependiendo de uno o dos productos en su estructura de exportaciones.
En este contexto, los desafíos al futuro son muy grandes. Por un lado, consolidar las estructuras democráticas y perfeccionar los mecanismos de mercado, pero fundamentalmente resolver los problemas de los más pobres. América Latina y el mundo en desarrollo han transitado, desde los años 50, como decía el Presidente de la República el día de ayer, por concepciones tan distintas como la sustitución de importaciones, el capitalismo de Estado y el neoliberalismo con presencia de empresas multinacionales y desarrollo del sector privado. Sin embargo, en este marco globalizado de la política económica que propicia la eliminación de las ba
Lic. David Blanco
Estudió Economía en la universidad de Harvard, la American University y la Georgetown University. Es Decano de la Facultad de Economía de la Universidad Católica San Pablo y Profesor en la Escuela Militar de Ingeniería.
Ha sido Subsecretario de Política Financiera y Administración Tributaria, Ministro de Finanzas, Director del Banco Central de Bolivia, Director Ejecutivo del Banco Mundial, Gobernador en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo y Presidente de la Comisión Económica de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia. Asimismo, ha ejercido como Embajador en Italia, Grecia y otros países. Su especialidad le ha permitido realizar varias publicaciones sobre las empresas transnacionales y su rol en el desarrollo.