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Revista Ciencia y Cultura
versión impresa ISSN 2077-3323
Rev Cien Cult n.27 La Paz nov. 2011
La lengua de los antiguos indios de los Lagos Titicaca y Poopó y Río Desaguadero (1906)
The language of the ancient Indians of Lake Titicaca and Desaguadero Poopó and Rio (1906)
Manuel V. Ballivián *, Dr. Edwin Claros Arispe**
*Manuel Vicente Ballivián (1848 -1921), Historiador, publicista y geógrafo. Fundador de la Sociedad Geográfica de La Paz y director de la Biblioteca Boliviana de Geografía e Historia (1887 - 1894)
** Vicerrector Académico Nacional de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo", Investigador de la Biblioteca Etnológica Boliviana, La Paz, Bolivia, claros@ucb.edu.bo.
Resumen:
Analiza la subsistencia de la lengua puquina en relación con la población que la hablaba y los idiomas dominantes de la región: el aymara y el quechua.
Palabras clave: Urus, lenguas andinas, puquina, aymara, quechua.
Abstract:
Deals with the subsistence of the Puquina language, relating it to the population that used it and to the predominant languages of the region: Aymara and Quechua.
Key words: Urus, Andean languages, Puquina, Aymara, Quechua.
Noticia previa
El filólogo Manuel V. Ballivián, con el afán de contribuir al estudio de la etnografía lingüística, coloca en el tapete de discusión una de las lenguas más antiguas de la región lacustre altiplánica, la puquina. Dice el autor: "reproducimos a continuación la versión que hiciéramos del escrito de Mr. Brinton sobre la lengua puquina", ya casi extinguida o hablada apenas por unos pocos sobrevivientes urus. El título del artículo ya nos orienta acerca de la lengua que hablaban los pobladores de los lagos Chucuito (Titicaca) y Poopó, y de las riberas del río Desaguadero que comunica ambos. Se trata de la lengua puquina.
El autor cita varios personajes, entre ellos a dos sacerdotes del siglo XVI, al jesuita José de Acosta y al franciscano Gerónimo de Oré. Cita a Acosta para reproducir la opinión despectiva de los urus, y a Oré para rescatar su parecer acerca de las "lenguas generales" más habladas en el imperio incaico, que fueron cuatro: Aymara, Khechua, Puquina y Yunka.
Según el autor, ningún filólogo había estudiado detenidamente la lengua puquina, aunque Max Uhle anunció haber realizado un detenido estudio de esta lengua. De lo poco que se conocía del puquina, se podía postular que "ha sido una de las lenguas maternas, originarias de los grupos étnicos inmigrados desde el corazón del continente asiático".
A modo de apoyar y subrayar la importancia y vigencia que tuvo la lengua puquina durante los siglos XVI y XVII, se cita el siguiente dato, aunque poco conocido: el 10 de septiembre de 1575, el Virrey Don Francisco de Toledo nombró como "intérprete oficial trilingüe" a Gonzalo Holguín, experto en las lenguas quechua, puquina y aymara. Éste ya ejercía el oficio de intérprete, pero Toledo aún evaluaba su suficiencia y habilidad lingüística. Cuando finalmente toma la decisión, lo hace en el documento "Título y ordenanzas extendidos al intérprete general del quechua, puquina y aimará. Arequipa, 10 de septiembre de 1575": "…acordé de dar y di la presente [título de intérprete general], por la cual, en nombre de su Magestad y en virtud de los poderes y comisiones que de su persona Real tengo, hago merced al dicho Gonzalo Holguín de nombrarle y proveer por tal lengua e intérprete general de las dichas lenguas quechua, puquina y aimará, que son las que generalmente se hablan por los indios de estos reinos y Provincias del Perú" (Lohmann-Saravia, 1989: 97-100).
Otro dato de mucho interés para conocer la vigencia de la lengua puquina a inicios del siglo XVII, es el informe de la "Copia de los curatos y doctrinas que se proveen… y en qué lengua han de ser instituido a los doctrinantes" (1604). En esta fecha existían 20 curatos en los que se hablaba la lengua puquina, de los cuales 7 eran bilingües (aymara-puquina), 12 trilingües (aymara-quechuapuquina) y uno monolingüe puquina. En total sumaban 21 pueblos en los que se hablaba el puquina; además, también se lo hablaba en las cuatro doctrinas de indios en la Villa Imperial de Potosí, porque la presencia de indios mitayos de origen uru era marcada. Ésta es la relación de los curatos mencionados en relación a la vigencia de la lengua puquina:
1. Puquina: Coata y Capachica.
2. Aymara-Puquina: San Fracisco de la Puna, Guancané, Vilque, Moho, Guaycho, Achacache, Guarina.
3. Aymara-Puquina-Quichua: Paucarcolla y Yotala.
4. Aymara-Quichua-Puquina: Santa Bárbara, Potosí, San Agustín, Potosí, San Pablo, Potosí, San Sebastián, Potosí, Oxolca y Mocomoco, Charazani, Camata y Carixana, Chumas y Ambaná, Acoraimes y Carabuco, Quilaquila.
Este recuento temprano de doctrinas en las que aún se hablaba la lengua puquina es clara señal de su importancia como lengua general, no solamente en la parte del eje lacustre Chucuito-Poopó, sino también en otros lugares, como Charazani o Yotala.
Por otra parte, cabe señalar que la presencia de mitimas urus en el valle de Cochabamba, como en otros lugares, es razón para desvirtuar la opinión errada que se había construido y divulgado del indio uru "bruto". A propósito de otro de los documentos que se publican en esta revista ya se indicó que Huayna Capac supo aprovechar las cualidades y habilidades propias de los urus, inclusive en ocupaciones agrícolas.
Finalmente, se debe señalar que este texto de 1906 puede ser un motivo para retomar la discusión sobre la importancia de las lenguas nativas y la problemática de su extinción, y si existen políticas claras de apoyo a su preservación. Se reedita en esta oportunidad el artículo publicado en el libro "Los lagos de los altiplanos de la América del Sud" (La Paz, Tipografía comercial de Ismael Argote, 1906), compilado por M. Neveu Lemaire.
Referencias
- Cerrón Palomino, Rodolfo (compilador). "Copia de los curatos y doctrinas que se proveen por el patronazgo en este obispado de La Plata, y en qué lenguas han de ser instituidos a los doctrinantes para mejor predicar el Euangelio de Jesuchristo y su doctrina christiana (1604)". En: Aula Quechua, Lima Ediciones Signo, 1982:187-202. [ Links ] [ Links ]
- Lohmann Villena, Guillermo (Introducción) y Sarabia Viejo, Ma. Justina. Francisco de Toledo. Disposiciones gubernativas para el virreinato del Perú. 1575–1580. Sevilla, Escuela de Estudios HispanoAmericanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, 1989.
- Lohmann Villena, Guillermo (Introducción) y Sarabia Viejo, Ma. Justina. Francisco de Toledo."Título y ordenanzas extendidos al intérprete general del quechua, puquina y aimará. Arequipa,
10 de septiembre de 1575".
Documento de la Biblioteca Aymara
La lengua de los antiguos indios de los Lagos Titicaca y Poopó y Río Desaguadero
Al libro de Mr. Neveu-Lemaire, su inteligente traductor, doctor Belisario Díaz Romero, á indicación nuestra ha agregado varios otros escritos de notorio interés y destinados á constituir una completa monografía de lo que respecto á estos grandes estuarios lacustres se conoce. Las investigaciones del autor, miembro de la última Misión Científica, dirigida por los señores Créqui de Montfort y Senéchal de la Grange, no podían abarcar un mayor acopio de datos, por lo estrecho del tiempo en que se dedicó á este estudio. Complementado su trabajo, en la forma que se le ha dado, este servirá más eficazmente á posteriores indagaciones, á la vez que, en sentir nuestro, el sistema de la navegación lacustre está destinado á ligarse con el ferrocarrilero de la República en provecho de las vías de comunicación y de las industrias que aún yacen incipientes, ó no desarrolladas, en la vasta región de los dos lagos y el río que los comunica entre sí. De igual modo sucederá cuando nuestra red de ríos navegables se ponga en conexión con las vías férreas en actual construcción.
Como último elemento destinado á la investigación científica sobre la etnografía lingüística, reproducimos á continuación la versión que hiciéramos del escrito de Mr. Brinton sobre la lengua puquina, hoy casi extinguida, ó hablada por los pocos rezagos que quedan de los indios urus. Hélo aquí:
En la relación geográfica sobre la Provincia de Pacajes, publicada por D. M. Jiménez de la Espada, en el punto consagrado al repartimiento de Machaca, se hace mención de estos indios como tributarios y dáles el significado de urus ó sea pescadores y que antiguamente eran habitantes de la laguna de Chucuito. El P. Acosta, á quien cita Mr. Brinton, dice de ellos lo siguiente: "Son estos urus tan brutales que ellos mismos no se tienen por hombres. Cuéntase de ellos que preguntados qué gente eran, respondieron que ellos no eran hombres, sino Urus, como si fuera otro género de animales. Halláronse pueblos enteros de Urus, que moraban en la laguna en sus balsas de totora, trabadas entre sí, y atadas á algún peñasco, y acaecíales llevarse de allí, y mudarse todo un pueblo á otro sitio: y así buscando hoy adonde estaban ayer, no hallarse rastro de ellos, ni de su pueblo".
Muy raros ó tal vez ningún filólogo ha estudiado hasta ahora debidamente la lengua de estos gitanos lacustres. Sin embargo, por información particular que tuvimos de parte de Mr. Max Uhle, este distinguido lingüista y arqueólogo nos anunció haber practicado un detenido estudio de la lengua puquina. Tal vez en término no lejano, comunique este explorador al mundo científico el resultado de sus investigaciones sobro los Urus y su lengua.
La lengua puquina ha sido considerada como un simple dialecto burdo del lupaca por Sir Clements R. Markham. Sentimos apartarnos por completo de la opinión del distinguido é ilustrado Presidente de la Real Sociedad Geográfica de Londres, porque entre el Iupaca y el puquina existe la más completa desemejanza, no hay el menor asomo de analogía.
Para poner en su verdadero punto de vista la cuestión filológica, es indispensable entrar en algunos pormenores etnográficos.
Los lupacas de los alrededores del lago Titicaca y habitantes principalmente del lado sudoeste de esa región, son evidentemente la tribu que ha conservado más puro y genuino el idioma aymara. Esta tribu es justamente una de las más antiguas entre los aymaras que se establecieron en el altiplano, y la que recogió la herencia directa del idioma aymara, que fue, sin ninguna duda, la lengua de sus antecesores en la región lacustre, esto es, de los tiahuanacotas que tenían su capital en la muy vetusta y célebre Tiahuanacu. Es casi un axioma que los aymaras, que antropológicamente pertenecen á la raza altaica o mongólica, venidos desde las regiones asiáticas y á través de la América setentrional y central, devastaron y aniquilaron la civilización brillante que existía en Tiahuanacu. Estos bárbaros conquistadores adoptaron en seguida el idioma de la nación vencida y subyugada, dejando á sus esclavos los urus, la lengua burda y tosca que tenían. He aquí en nuestra humilde opinión la verdad de los hechos. El rico y variado idioma aymara, que ahora no tienen más rival entre las lenguas americanas sino al khechua, era innegablemente una lengua procedente de una nación vinculada al sánscrito y al elemento ario que lo difundió en diversas regiones del globo. Todo lo que se sabe del puquina nos autoriza á creer, con demasiada probabilidad de certidumbre, que éste ha sido una de las lenguas maternas, originarias de los grupos étnicos inmigrados desde el corazón del continente asiático, que vinieron á apoderarse de la nación antigua que dominaba y tenía su señorío en las dilatadas regiones de los Andes. Consideramos un deber reconocer la exactitud de la observación del R. P. Gerónimo de Oré, que sostuvo que las "lenguas generales" habladas en el imperio incaico fueron cuatro, el aymara, el khechua, el puquina y el yunca. En nuestro sentir, está evidente que las lenguas natales asiáticas de los aymara-khechuas fueron respectivamente el puquina-yunca.
Efectivamente, el sabio Von Tschudi tiene el parecer muy fundado de considerar al yunca como un dialecto del khechua, aun cuando esto no fuera tan exacto; antes que derivar el yunca del khechua, tenemos lógicamente que considerar lo contrario, al khechua derivado del yunca y perfeccionado por el aymara. Son muy evidentemente el aymara y el yunca como el padre y la madre del khechua, al paso que el puquina, no habiendo sufrido sino muy levemente la influencia aymara, casi se ha conservado puro y apartado de todas las demás lenguas.
He aquí las razones fundamentales de nuestro aserto.
Cuando se inauguró la dinastía incaica, la nación khechua hablaba seguramente sólo el yunca, pero Manco Capac, cuya lengua materna era el aymara, empezó en su corte á dar la primacía y distinción al aymara, que vino á ser como lo asegura Garcilaso, la lengua de la aristocracia. Empero, el pueblo, la clase baja, no podían ser extraños á aprender y adoptar algo de las formas elegantes y naturalmente consideradas como cultas, finas y superiores, del idioma de los reyes y grandes señores. He ahí el origen del khechua, tal como han surgido los actuales idiomas de la raza latina. El latín fue el idioma culto, el de la nobleza romana, el de las academias y de los centros de ilustración, pero con el transcurso de los tiempos y con la difusión europea de los pueblos latinos entre las diversas secciones del imperio de Occidente, vemos refundirse la lengua romana, con los dialectos vulgares de Italia, España, Francia, etc.; y de ese modo brotan en el teatro lingüístico el italiano, el francés, el castellano, el válaco y todos los actuales idiomas salidos de la fuente latina.
El yunca fue perdiendo paulatinamente la generalización que tuviera entre los khechuas, hasta reducirse á la limitada circunscripción de la costa peruana.
Con el puquina sucedió de distinta manera. Éste fué desde un principio abandonado por los conquistadores aymaras, que adoptaron el lenguaje primitivo andino, el que existía en el vasto imperio Tahuantisuyo, y los indios urus, nación esclava traída por los aymaras, fueron los que entre sí hablaban solamente el lenguaje más general antes á ellos y á sus amos. Por la miseria y excesivo menosprecio en que vivían estos parias, fueron extinguiéndose poco a poco y con ellos el puquina, lengua que probablemente es la originaria, altaica, como hemos dicho, la que hablaron los conquistadores asiáticos primitivos de la raza amarilla que se hizo dueña de una gran parte del nuevo mundo.
No es pues de dudar que los urus, hermanos de raza con sus amos, fue una tribu cualquiera de los países altaicos, que subyugada y reducida á la esclavitud, á la condición de ilotas, por la poderosa nación que hizo su irrupción en América, habrían sido traídos en tal condición, para ayudar probablemente al ejército, en las tareas ínfimas del servicio militar, vinieron como esclavos, despenseros ó proveedores de los artículos alimenticios para los aymaras, y cuando esta nación conquistadora cayó en la anarquía, dividiéndose en numerosas tribus, que se hacían la guerra unas con otras, cuando cayó en completa disolución la raza y con ella sus vínculos todos de sangre y de sociedad, los urus recobraron su libertad, arrinconándose en las islas del Titicaca y en la isla Panza del lago Poopó, ó sea la zona del Desaguadero, en cuyos bordes se limitaban á vivir de la pesca, llevando siempre la existencia más ruin y azarosa. He ahí en dos palabras toda su historia.
Los aymaras que se dividieron en tantísimas tribus, tales como los lupacas, pacasas, laricasas, sucasucas, etc., etc., continuaron viendo á los urus, cuyo núcleo principal se redujo al lago Poopó, como á seres los más despreciables del mundo, tanto durante la dominación incaica, cuanto durante el coloniaje español. La región aquella del altiplano, donde se refugiaron estos indios, hizo que se denominara por su nombre, Uru-Uru (de donde toma su nombre el actual departamento de Oruro) y sus dominadores los khechuas, se contentaron con que como, sucede con los miserables árabes de la actual Siria, les permiten vivir sus amos los otomanos, á condición de que paguen un tributo anual. Fueron siempre tan pobres y miserables estos desgraciados representantes de la especie humana que se dice, que no tenían en ocasiones ni con qué pagar sus tributos a los incas y que alguno de ellos, quizás en un arranque de humor ordenó que pagasen aunque fuera en piojos, con el saludable y benéfico objeto de darles ocupación por una parte y contribuir por otra á su limpieza personal, dado lo sucios y perezosos que eran, que los devoraban aquellos parásitos.
No tenemos registros que nos enseñen qué contribución les pusieron los españoles. En la época de la República, aparecen pagando 3 pesos de contribución al Estado.
Actualmente esta tribu de urus ha llegado casi a desaparecer, y si hemos de creer al doctor M. Neveu-Lemaire, de la misión francesa de Créqui de Monfort, ya no hay ni sombra de urus en la región del Poopó; se han mezclado y refundido completamente con los aymaras. Quedan muy pocos (no pasarán de 100) en las orillas del Desaguadero, en las estancias de Ancohaque, donde dedicados únicamente á pescar en sus balsas de "totora" (Malacochote totora), planta tan abundante en el Titicaca, pasan la vida trayendo á vender su pesca á los indios rescatadores, que después traen á los mercados de los pueblos las bogas, suches, umantos, karachis y otros peces pequeños de aquellas aguas. Con la misma totora confeccionan aquellos toscos tapices llamados khesanas y que venden por rollos, así como las cchahuaras y alfombras que fabrican con paja trenzada y torcida. Tal es la única industria de los urus.
Su indumentaria actual es ya la misma que la de los aymaras. Antiguamente vivían desnudos del todo, ó cuando más conocieron el uncku, semejante, á una camiseta sin mangas tejida de la lana de llama con la que cubrían las carnes para presentarse ante los extraños, sea aymaras, españoles ó criollos.
Tal es la tribu uru, exclusiva y única conservadora del lenguaje puquina, que no dejará más huella tal vez que los breves apuntes recopilados por Mr. Brinton.