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Revista Ciencia y Cultura

versión impresa ISSN 2077-3323

Rev Cien Cult vol.23 no.42 La Paz jun. 2019

 

Ideas y pensamientos

 

La Semana indianista y las dinámicas del nacionalismo boliviano en el primer tercio del siglo XX

 

Indianism Week and the Workings of Bolivian Nationalism in the First Third of the 20th Century

 

 

Pedro Gonzalo Aliaga Mollinedo*

 

 


Resumen**

La Semana indianista fue una actividad político-cultural realizada el año 1931, en un contexto en el que en Bolivia se debatía intensamente acerca de las formas de incorporación de la población indígena a la ciudadanía y al Estado nacional. En la práctica, sin embargo, consistió en un homenaje a lo indio como folklore, y en ello poco o nada tuvo que ver el indio como actor colectivo histórico. Se constituyó, entonces, más en una evocación de un pasado lejano que en un abordaje de su presente. La investigación evidencia que la Semana indianista no fue un intento de diálogo por parte de la élite, sino una forma de apropiación de la estética indígena cuya dinámica consolidará al indigenismo como representación.


Abstract

Indianism week was political-cultural activity carried out in 1931 in a context in which there was intense debate in Bolivia regarding forms for including the Indian population in the citizenry and the national State. In practice, however, it consisted of a tribute to what is Indian merely as folklore, having little or nothing to do with Indians as historical actors of a collectivity. The activity thus dealt more with evoking a distant Indian past than dealing with its pre-sent. Research indicates that Indianism week did not constitute an attempt towards dialogue on the part of the elite, but rather a form of appropriation of indigenous aesthetics, the dynamics of which would consolidate indigenismo as a depiction.


 

 

Mientras los movimientos han vivido un largo período
de fragmentación, las élites reformistas han buscado re-
articularse apropiándose de los discursos de reivindicación
étnica de los movimientos sociales indígenas.

Silvia Rivera Cusicanqui

1. Antecedentes

Bolivia inauguraba el siglo XX con ideas de liberalismo económico, de progreso cultural y modernidad, además de social-darwinismo. En 1903, y como producto de la Guerra Federal de 18991, se llevó adelante el juicio colectivo denominado "Proceso Mohoza", que significó la criminalización y victimización de un actor colectivo; el indio aymara (Irurozqui, 2005, p. 318). A partir de ello se reinventó el imaginario sobre el mismo. Paralelamente, los intelectuales se enfrascaron en un ejercicio de introspección y autocrítica sobre la herencia racial y las perspectivas futuras como nación (Larson, 2001, p. 27). Es así que se desarrollaron círculos intelectuales y artísticos de corte "indigenista", tanto de grupos de reflexión de la élite dirigente como de la población indígena. Estas reflexiones fueron mediadas por propuestas teóricas exógenas; mencionemos al marxismo de finales del siglo XIX, el socialismo, revitalizado con el triunfo de la Revolución Rusa en 1917, las corrientes anarquistas y diversas propuestas de interpretación de la sociedad y la historia provenientes de las ciencias sociales.

En 1925 se celebra el centenario de la independencia de Bolivia. Cinco años antes, en 1920, el Partido Republicano tomaba el poder mediante un golpe de Estado. Este hecho supondría el fin de dos décadas de hegemonía del Partido Liberal en el gobierno, que había dirigido el país "de la mano de ideas positivistas y darwinistas a la boliviana, [en busca de] la superación del atraso y la regeneración racial del país mediante una ideología civilista" (Stefanoni, 2015, p. 31). Aunque durante este gobierno, presidido por Bautista Saavedra, se produjo un giro político importante al desplazase la movilización social hacia la clase obrera/artesanal, ligada a las nuevas corrientes políticas anarquistas y socialistas, también sucedió la rebelión indígena y represión estatal en Jesús de Machaca (1921)2.

En 1926 se posesionó a Hernando Siles como presidente, con apoyo de Saavedra y del general del ejército Hans Kundt. Esta administración tuvo un fuerte contacto con los sectores populares, además de sostener un nacionalismo gubernamental de reivindicación del indio. Esta actitud se contradecía, como había ocurrido en el gobierno de Saavedra, con las decisiones que se tomaban respecto a las exigencias del sector indígena. Así, en 1927 el Gobierno tuvo que afrontar el levantamiento de Chayanta, en Potosí3. La respuesta fue una nueva represión estatal. A ello se agregó la pretensión de Siles de prorrogarse en el mando del Estado. Finalmente, el 5 de marzo de 1931, Daniel Salamanca juró como presidente de la República.

Es en ese contexto político y social que se produce la Semana indianista del 19 al 27 de diciembre de 1931, organizada por iniciativa de la institución Amigos de la Ciudad de La Paz4. El evento fue llevado adelante "en cumplimiento del punto segundo del programa básico de Amigos de la Ciudad, relativo al estudio de los temas indigenistas y el desarrollo de una cultura netamente nacional"5. En los siguientes apartados exploraremos el desarrollo del evento de manera general y propondremos un análisis inicial sobre el desarrollo del indigenismo6, analizando el perfil ideológico de las conferencias que se pronunciaron durante la Semana indianista y deteniéndonos en el análisis de la "fotografía oficial", para dar cuenta de lo que aquel evento significó.

 

2. El desarrollo del evento

Para la realización de la Semana Indianista se llevó a cabo una intensa preparación desde el mes de octubre de 1931. La parafernalia y escenificación se ponía en mesa desde la misma organización. El 21 de ese mes se publica en la prensa el "Manifiesto" de la Semana indianista. En el mismo se expresa que esta iniciativa ha "nacido en un grupo que anhela incorporar este amor por las cosas de la propia tierra a la vida nacional"7. Se afirma que se modificó la fecha de la Semana, programada inicialmente para octubre, para que su "realización [coincida] en una época que corresponda mejor en significado espiritual a las razas que anhela exaltar [..] del 20 al 27 de diciembre próximo, fecha en que se celebraba en tiempos de los Incas el apoleótico Kcapac Raymi"8. Este último correspondía al primer mes del calendario inca, vinculado a los ciclos agrícolas y la cosmovisión del mundo andino. Es un primer hecho simbólico que los organizadores plantearon: coincidencia entre la época del Kapac Raymi y la Semana indianista.

Las principales actividades de la Semana fueron el "Salón indianista", la "Romería a Tiwanaku"y la "Gran velada indianista", como se puede leer en el programa original del evento (Brusiloff et al., 2013), en las que, como también se anuncia en la prensa un poco después, se realizarían "exposiciones de pintura vernácula, motivos decorativos del ambiente, tratados de conocidos artistas nacionales, una serie de conferencias sobre temas arqueológicos y sociológicos, representaciones teatrales, de crítica, veladas musicales sobre una gama temática ambientista, ediciones especiales de la prensa local consagrando la actividad indianista, etc."9.

Para ello Amigos de la Ciudad contó con la colaboración de dos entidades de tendencia indigenista: la "Sociedad Unión Obrera-Tiahuanacu", institución que funcionaba en dicha localidad y que coordinó la Romería a Tiwanaku, y el "Centro Nativista Cultural Tiahuanacu", organizado en noviembre bajo la dirección de Max E. Portugal, arqueólogo cercano a Arthur Posnansky10.

El sábado 19 de diciembre se inicia la Semana indianista con un significativo gesto simbólico: "la antigua bandera de los aymaras será izada en los balcones del Salón Indianista, junto con la bandera nacional durante toda la Semana, a pedido de los diversos grupos indianistas que se han organizado para colaborar a los Amigos de la Ciudad"11. En efecto, la iza de la wiphala, como bandera de los aymaras, al lado de la bandera nacional, encajaba con la idea de la incorporación de lo indio al arte nacional. La wiphala habría de ser exhibida, como las fuentes indican, durante toda la Semana, e incluso sería consagrada con "una corona de kantutas", como veremos luego.

Este día se inauguró además el "Salón indianista", donde se expusieron trabajos de pintura, escultura, dibujo, grabado, artes decorativas, fotografías, instrumentos de música y libros de temas netamente autóctonos. Esta exposición artística se llevó adelante durante toda la semana y se caracterizó precisamente por desarrollar la parafernalia indigenista mencionada, como se puede ver en la invitación al mismo:

SALON INDIANISTA. Los Amigos de la Ciudad invitan a todos los artistas nacionales o extranjeros a concurrir a la exposición que con el nombre de salón Indianista tendrá lugar en esta ciudad, del 20 al 27 de diciembre próximo. Dicha exposición, cuyo objeto es ponderar los elementos y los valores artísticos autóctonos, comprenderá las secciones de pintura, dibujo, grabado, escultura, música, artes decorativas, fotográficas, cinematográficas, etc. Las obras presentadas, que pueden o no ser inéditas, deberán estar exclusivamente consagradas a un tema indigenista. Un jurado calificador que se designará oportunamente concederá tres grandes premios consistentes en: Kantuta de oro; Kantuta de plata; Kantuta de bronce. Dadas a las mejores obras presentadas, las que anticipadamente deberán inscribirse en la Secretaría de los Amigos de la Ciudad.

El comité de la Semana Indianista12.

El "Salón indianista" contó con la participación de 34 artistas, no sólo nacionales, sino también peruanos, como "Gómez Negrón, los poetas Danta Nava y Aurelio Martínez, el cuentista Mateo Jaika y el pintor Domingo Pantiagoso"13.

Al día siguiente se realiza la "Romería a Tiwanaku", en la que se llevan a cabo disertaciones sobre la probable significación de los vestigios por parte del arqueólogo Arthur Posnansky. Para el transporte de los asistentes desde la ciudad a Tiwanaku se hizo uso de la línea ferroviaria. La Prefectura del departamento, dando respuesta a las propuestas de la institución para el arreglo de la Romería, indicó a Amigos de la Ciudad que "se han impartido las instrucciones necesarias al Corregidor de Tiahuanacu para que haga retirar los adobes que se han aglomerado cerca de la Puerta del Sol, así como también para que se ponga de acuerdo con los indígenas de Yanarico, Antamarca, Unamarca y Rosapata a fin de que concurran a los bailes que debe realizarse en esa localidad con motivo de la Fiesta Indianista"14. Una vez en la región se realizó la "Fiesta de la kantuta"y se pudieron observar algunos bailes típicos de la región.

El desarrollo de los siguientes días del evento consistió fundamentalmente, al par que permanecía en exposición el "Salón indianista", en la presentación de las distintas conferencias programadas, antecedidas siempre por interpretaciones musicales de carácter autóctono. Y concluyó con una velada la noche del domingo 27 de diciembre. Alberto de Villegas la inauguró con un ensayo sobre la interpretación del indianismo. Se anunció que el pintor Ramón Katari se haría cargo del decorado de dos espacios del Salón indianista: "una de ellas presentará un paisaje andino, significando el gran raymi del solsticio de verano; la otra será un salón tiahuanacota, que dejará ver el paisaje del Lago con una parte de Tiahuanacu"15. A continuación, la velada tuvo, entre uno de sus números, la adaptación escénica del Himno al Sol, tomado de la danza religiosa Huispalla, adaptación de la película "Aymaraica" dirigida por Eliodoro Camacho y Antonio Gonzáles16.

 

3. Planteamiento del problema

Tuve la oportunidad de acercarme al estudio de la Semana indianista al momento de elaborar la historia institucional de Amigos de la Ciudad, en 2016, conjuntamente con la investigadora María Teresa Ramos (Aliaga y Ramos, 2016). Este acercamiento a las fuentes me permitió proponer determinados desplazamientos en las interpretaciones de los autores que se han ocupado del tema, los mismos que radican en cuestiones conceptuales que están presentes tanto en la historiografía como en los discursos del hecho histórico.

La reflexión gira en torno al estudio de la Semana indianista como hecho histórico para comprender un proceso de mayor dimensión: el proyecto nacional en términos de la "invención de la tradición" de la que hablan Hobsbawm y Ranger (2012), y que hace referencia a la construcción de mitos, representaciones y prácticas que fundamentan las identidades nacionales. Estos autores plantean las diversas maneras en que el "invento de tradiciones" fue la base para mantener la cohesión entre las sociedades sumergidas en un proceso de transformación. De esta manera, tradiciones, representaciones y prácticas presentadas como centenarias resultan haber sido creadas en épocas recientes bajo el contexto de fortalecimiento del Estado nacional.

Consideramos que esta "puesta en escena", como la denomina Stefanoni (2015), simboliza la representación colectiva persistente del primer tercio del siglo XX boliviano. En el contexto boliviano de la "generación del centenario", la presencia del movimiento indigenista recogerá y constituirá aquel proyecto estatal. Acorde a nuestra interpretación teórica, el indigenismo se funda como la representación colectiva (Chartier, 2005) del primer tercio del siglo XX. Esta categoría, según este autor, es la manera a través de la cual las comunidades perciben y comprenden sus relaciones con la sociedad, la historia y lo sagrado. Dicho concepto nos permite pensar en la división conceptual entre el indio y lo indio como un motor principal del movimiento indigenista y en última instancia del proyecto nacional.

Los autores que han estudiado esta actividad político/cultural fueron Pablo Stefanoni, en un par de artículos (2012a y b), y más recientemente en un capítulo de su libro Inconformistas del Centenario, publicado en 2015; y Cecilia Wahren (2014), quien ha presentado avances de su tesis doctoral en la que aborda tal evento17. Sin embargo, estos estudios estuvieron enmarcados dentro de investigaciones de mayor alcance, y por lo tanto abordaron la Semana de manera tangencial.

Cecilia Wahren habla de una "redefinición de la identidad nacional" en el período que va de 1899 a 1932. Acertadamente, toma como punto de referencia la Guerra Federal de 1899, que habría de marcar, como señala la historiografía, la reconfiguración del imaginario sobre el indio. En ese periodo, según Wahren, se habría dado una transformación de los imaginarios, por lo cual "analiza específicamente la influencia que la condensación de expresiones artísticas, intelectuales y rituales públicos, que pusieron en escena elementos indigenistas, tuvo en la reconfiguración de la noción de raza y su concomitante transformación en las concepciones de bolivianidad, indianidad y folklore" (Wahren, 2014, p. 170).

A partir de la década de los años 20 del siglo pasado, en Latinoamérica se posiciona el indigenismo, que es, en palabras de Wahren, "la aspiración integradora [...] la necesidad de ensancharlos límites de la nación incorporando al otro antes excluido" (p. 173). La cuestión indígena, que había representado un problema de raza a inicios del siglo XX, bajo el influjo del social-darwinismo, luego de las primeras dos décadas del siglo XX pasa a representar un problema de pedagogía, lo que explica los diversos proyectos educativos de aquel período.

La autora enmarca su análisis, según ella misma escribe, en la interpretación de las discursividades, la apropiación de Tiwanaku, el papel de la música y el arte pictórico, y finalmente la participación de Eduardo Nina Quispe18. Wahren identifica que en las conferencias existe "una tensión entre una visión que plantea al indio como una amenaza y descansa en la integración indígena como problema pedagógico, y otra que desliza el denominado problema del indio a la esfera de lo material" (p. 176). A decir de la autora, esta tensión de interpretaciones "no excluye, sin embargo, confluencias entre estos pensamientos, pues comparten la idea de que el indio es un componente esencial de la nación boliviana, que de todos modos requiere un proceso de adaptación, ya sea desde el plano educativo o desde su condición material de existencia", según la "noción propia del racismo flexible tan extendido en la intelectualidad de la época" (p. 178).

La percepción de que "el indio es un componente esencial de la nación", en tanto actor histórico-político, no es una interpretación correcta —Pablo Stefanoni hará una afirmación similar. Pues, como se ha establecido al inicio, lo que se buscaba por parte del Estado y las élites dirigentes era apropiarse de la estética indígena, de lo indio. La gran parte de estos intelectuales no pensaban en una incorporación material del indígena, aunque es evidente que tal sector era determinante en esencia dentro de la estructura económica y el sistema de sociedad.

Wahren señala que el objetivo de esta "puesta en escena" fue "establecer una unidad y superposición de símbolos que tuvieron como efecto una actualización del pasado a través de los bailes indígenas y sus fotografías junto a las ruinas, en un ambiente cuidadosamente diseñado y proyectado como el elemento de la nación" (p. 182). Entendida así, la Semana indianista fue una actividad no sólo cultural, sino política; parte de un proyecto de nación al auxilio de la élite dirigente19. Pero esta escenificación no sólo fue destinada a la sociedad nacional sino también a la internacional, con el propósito de presentar a Tiwanaku como boliviano, en contraposición de lo incásico peruano; así, "homogeneidad [nacional] y singularidad [internacional] son los dos elementos que signan la redefinición de la indianidad y la nación" (p. 192).

La investigación de Wahren parte de la siguiente pregunta: ¿En qué medida y de qué modo influyó esto [la Semana indianista] en la reconfiguración de la nación y de la indianidad en Bolivia durante las primeras décadas del siglo XX? (p. 174). Nosotros nos proponemos comprender, no cómo influyó en las ideas de nación, sino cómo se justificaba la apropiación de la estética indígena y qué representó dicha actividad para el contexto histórico en el que se enmarca [i.e., ¿qué pretendió significar y qué llegó a ser objetivamente?]. Wahren inserta su visión en el marco global; nosotros apuntamos a una reflexión sobre la esencia misma de la actividad.

En el caso de Stefanoni, su primer artículo se concentra en la figura de Ernesto Quesada20 y otros personajes importantes de la época, como Arthur Posnasky y Alberto de Villegas; sólo hace un pequeño acercamiento a la Semana indianista. En el segundo realiza un mayor análisis de ésta, aunque tomando como base el artículo anterior. En cambio, dedica el sexto capítulo de su libro Inconformistas del Centenario (2015) a analizar el movimiento intelectual de los años 30 del siglo XX. Este nuevo abordaje de la Semana indianista es mucho más completo que sus anteriores artículos, y busca insertar el evento en un contexto histórico e intelectual más amplio. Así, sumando a la presentación de las personalidades que ya había hecho en sus anteriores artículos, comenta la conferencia que diera Quesada en 1926, la visita del conde alemán Hermann Keyserling en 192921, el papel altamente interesante de María Frontaura Argandoña22 y la fundación de la escuela-ayllu de Warisata23.

Stefanoni sostiene que "Los inicios de la década de los treinta van a dar ciertos bríos a un indigenismo romántico que articulará a maestros, arqueólogos [...], escritores y pintores, que buscarán en el indio un sujeto de renacimiento nacional en clave vitalista" (Stefanoni, 2015, p. 185). Alrededor de la afirmación que realiza Stefanoni son necesarios algunos desplazamientos. Un indigenismo romántico es una adjetivación adecuada cuando hace referencia al abordaje de "un pasado" que transmuta al presente, en este caso a 1931, bajo la forma de determinadas expresiones, ante todo culturales. Sin embargo, la frase "buscarán en el indio un sujeto de renacimiento nacional" presenta ciertos matices a rectificar y que son los conceptos que nuestra investigación aborda y problematiza. El indio entendido como un sujeto nos presenta la imagen de que aquel movimiento intelectual abordaba al actor colectivo indígena en tanto sus condiciones materiales. No obstante, era lo contrario; lo indio como objeto cultural es la manera adecuada, según nuestra investigación, para exponer la dinámica de aquel movimiento intelectual.

La pregunta que guió nuestra investigación es la siguiente: ¿fue la Semana indianista un intento de diálogo por parte de la élite o una forma de apropiación de la estética indígena con fines legitimadores? Nuestra postura parte de afirmar que la Semana indianista fue una actividad política y cultural. Política en tanto fue parte de un proyecto de fortalecimiento de la idea de nación al auxilio de la élite dirigente, que buscaba plasmar una homogeneidad nacional y una singularidad internacional, como plantea Wahren. Y cultural porque para llevar adelante esto se procedió a una apropiación de la estética indígena24, de lo indio. Este trabajo fue llevado adelante por un movimiento intelectual que Stefanoni denomina "indianismo arqueológico/cultural" o "indigenismo romántico". Wahren escribe sobre la presencia de una "ambigüedad ideológica" dentro de la élite dirigente; nosotros pensamos en una realidad pragmática en tanto el ejercicio de apropiación de la estética indígena, ejemplificada con la Semana indianista, aún suponía la exclusión del elemento en cuyo homenaje se efectuó tal evento: el indio. Por ello, se propone analizar la diferencia que existe al hablar de el indio o lo indio, distinción que la historiografía en nuestro país no había abordado. Estas reflexiones nos permiten afirmar al indigenismo como representación, desde el momento en que esta categoría supone la diferencia que existe entre lo representado y lo que representa.

 

4. Apropiación de la estética indígena como discurso

Una de las formas que sectores de la élite, propulsora de la Semana indianista, utilizaron para acercarse a lo indio fueron los discursos como medio para producir y reproducir su representación. ¿Cuál fue el imaginario que trataron de generar? Se lo puede resumir en una frase: "el desarrollo de una cultura netamente nacional"25. Resulta comprensible que la búsqueda de una cultura nacional responda a un proyecto de consolidación de la nación por parte de la élite dirigente del primer tercio del siglo XX. En otro estudio será necesario comprender el proceso de larga duración en el cual se inscribe la Semana indianista; por lo pronto nos atañe comprender este acontecimiento; sus dinámicas y expresiones discursivas y simbólicas, y ante todo el porqué de éstas.

Para acercarse a los discursos que se manejaron durante la Semana, resulta productivo mencionar las conferencias que se realizaron alrededor de la temática indianista, como se puede ver en el cuadro elaborado a propósito. El contenido de estas conferencias no ha subsistido, salvo en los casos de José Salmón Ballivián, Alberto de Villegas, María Frontaura Argandoña y Rigoberto Paredes, cuyo análisis es parte de otro estudio. Sin embargo, el título de las mismas puede dar una idea del contenido de las mismas. Están las conferencias sobre aspectos antropológicos (antropología del indio, estudios médicos y su alimentación); sociológicos (cultos indígenas que superviven en la actualidad, ensayos sobre aymaras y quechuas, la coca en la vida social del indio); históricos (Tiwanaku en la historia universal, civilizaciones precolombinas y etimología de Tiwanaku); sobre fuentes históricas (resguardo y conservación de monumentos y documentación histórica); artísticos y de estética (cerámica precolombina, evolución del tejido indígena, música folklórica). Solamente la conferencia de María Frontaura, de las muchas que se realizaron durante la Semana, abordó la condición material del sector indígena, como puede verse por la temática que se describe en el cuadro.

Influenciados por el social-darwinismo, estos intelectuales vieron necesario realizar estudios que revelaran las condiciones médicas "genéticas" de la población indígena y cómo de alguna manera su alimentación influenciaba en su grado de desarrollo. Esto tiene que ver con la situación real en que vivía el sector indígena, sin duda aciaga, pero no siempre era ése el caso. Por otro lado, los estudios de tinte histórico referentes a civilizaciones prehispánicas, en especial Tiwanaku, se inclinaban sobre aquel "lejano pasado" para conservar las fuentes históricas que permitieran contemplar y estudiar aquella gran civilización. Ello permitiría vislumbrar el arte y la estética indígenas, con el objetivo de "desarrollar una cultura netamente nacional".

Pasado, presente y futuro van relacionados, como era de esperarse, en el discurso que la élite nacional desarrollaba y fortalecía. Así, los estudios históricos evidenciaban que existió una civilización bastante relevante en el pasado "nacional"; sin embargo, sus herederos, el sector indígena, no la encarnaban en el presente. Por lo tanto, el proyecto a futuro debiera ser su integración, proceso que debía iniciarse con la apropiación de la estética indígena que proponían los conferencistas. Dicha apropiación pasaba por el ejercicio tanto de teóricos y literatos como de músicos y artistas. En efecto, la Semana indianista incluyó sobre todo a los artistas plásticos. En un artículo periodístico en referencia al evento se resaltaba esto, al señalarse que "su oficio [de los artistas] consiste en eso: en formular sentidos del mundo, en formular destinos y caminos trascendentales. Su oficio consiste en eso: en entender y enseñar a entender lo inefable"26.

Como ya se mencionó, el desarrollo de una cultura nacional no significó un intento de diálogo con el actor colectivo indígena, sino una forma más "folklórica" de acercamiento. Por esta razón, cuando se hablaba de "temas indigenistas" se refería a un indigenismo cultural, pues poco tenía que ver con el abordaje de sus demandas históricas, como la posesión y/o propiedad de sus tierras de comunidad; el respeto a sus formas de organización; la necesidad de educación e integración política, etc.

El objetivo general era "incorporar el amor a las cosas de la tierra natal a la vida de la nación, creando un tipo de cultura eminentemente boliviana"27. Por ello, la Semana se pensó como una demostración y un estímulo al arte nacional: "este esfuerzo se espera será debidamente valorado por los elementos intelectuales y artísticos del país, por su indiscutible trascendencia, ya que el folklore es la base del arte futuro nacional, en la música, pintura, artes plásticas, danzas y trajes, que debidamente interpretados o estilizados constituirán un verdadero tesoro y fuente de cultura"28. Es claro el planteamiento de un indigenismo exclusivamente cultural, en el cual la cultura indígena es entendida como folklore, un objeto casi "muerto", estático y perteneciente a los museos. Un ejemplo de la anterior afirmación es la promesa que hace la Prefectura de La Paz para "entregar la colección de instrumentos autóctonos de música que preparó para la exposición del Centenario [...] los que en buenas condiciones irán como elementos de la Semana Indianista y luego al Museo Tiahuanacu"29.

Este propósito cultural también puede verse en las expresiones periodísticas que siguieron el desarrollo del evento. Se escribió, por ejemplo, que la Semana indianista servía para "acercarnos al hermano indio, comprender las inquietudes de su espíritu y aprovechar los materiales que nos brinda para echar las bases de una cultura sólida, que no viva más de imitaciones serviles ni de cosas trasplantadas, poniéndonos en ridículo"30.

 

5. La kantuta y la whipala: una amalgama simbólica

Pero más significativa aún fue la idea de poner una corona de kantutas en la wiphala el día de la clausura de la Semana. Este interesante hecho era de lo más simbólico, representativo y contradictorio, desde el momento en que fue Eduardo Nina Quispe, identificado con las luchas legalistas por la defensa de las comunidades y derechos indígenas (Choque y Quisbert, 2006), quien tuvo la iniciativa del mismo.

La actividad al parecer estuvo enmarcada en un desfile del "elemento indígena". Wahren cita una nota de prensa que registra un desfile de los caciques apoderados a la cabeza de Eduardo Nina Quispe, señalando que los indígenas del Centro Educativo República del Kollasuyo31 "han organizado, gracias a la actividad del popular Eduardo Nina Quispe y de varios caciques y curacas llegados últimamente de provincias, un desfile del elemento autóctono masculino y femenino, que se realizará [...] en la Plaza Murillo"32.

Nina, entonces presidente del mencionado centro educativo, escribió, junto con otros dirigentes indígenas33, una carta a Arthur Posnansky en la que, habiéndose determinado la realización de la ceremonia, "pide su colaboración en sentido de que haga valer sus influencias, para que en la velada que debe efectuarse el día final de la semana indianista, se ponga una corona de Kantutas en la bandera Aymara Wuipala"34. Posnansky responde el 26 de diciembre de 1931: "me cabe indicarle que el acto de la expresada colocación de la kantuta sobre la Wiphala, con la asistencia de los representantes indigenales, caciques y elementos representativos está programada para el domingo 27 de diciembre" (citado en Choque, 1992: 24,25).

¿Cuál era el significado que los organizadores daban a tales plantas? Estas plantas simbolizaban "la acción, la belleza y la vida propia"35 que el indigenismo buscaba. Esto era, en resumidas cuentas, lo que el arte requería en ese período y para lo cual se hizo uso de la estética indígena. Es así que esta "coronación" vendría a simbolizar el reconocimiento y vinculación entre el sector indígena y el Estado, lo cual puede verse claramente en una foto de la ceremonia publicada en la prensa de esos días:

La distribución de estos personajes y los símbolos que enarbolan ameritan un comentario. La fotografía se encuentra dividida en tres espacios: centro, derecha e izquierda. En el centro aparecen el prefecto del departamento, Enrique Hertzog (que luego sería presidente de la República) y Eduardo Nina Quispe, que se encuentra sosteniendo un estandarte. Los detalles que muestra la fotografía evidencian que dicho estandarte pertenece al "Centro Educativo República del Kollasuyo", entidad que era dirigida por Nina Quispe, el promotor de esta simbólica coronación.

A la derecha de la fotografía, en plano inmediato a Nina Quispe, se presenta la figura de Alberto de Villegas, quien fuera el promotor de la Semana indianista. Contiguo a él, la figura de baja estatura y con sombrero negro corresponde al profesor Pizarro, que tradujo al aymara las intervenciones de Posnansky en la Romería a Tiwanaku y único ponente que disertó en esta lengua en el "Salón indianista".

A la izquierda de la fotografía, al lado del Prefecto Hertzog, figura el presidente de Amigos de la Ciudad, Humberto Muñoz Cornejo. A la derecha inmediata de este personaje se logra distinguir a Santos Marka T'ula36. Finalmente figura un personaje no identificado que sostiene el mástil de la whipala, que lamentablemente queda fuera de foco.

Esta distribución podría comprenderse de la siguiente manera: Nina Quispe, como principal representante del "elemento indígena" tiene su lugar, al mismo nivel e importancia, junto al representante del poder estatal, el prefecto Enrique Hertzog. A un lado se encuentran los que personifican las maneras estatales de incorporación del colectivo indígena: el indigenismo cultural de Villegas y los proyectos educacionales, encarnados en el profesor Pizarro. Por otro lado, están las figuras de alguna manera contestatarias al Estado: Muñoz Cornejo cuyos artículos publicados en 1911 serían excomulgados por el Vicario de la Diócesis de La Paz por ser en extremo "agitadores de la moral"37 y Santos Marka T'ula apresado ya en 1917 por los levantamientos producidos en la provincia Pacajes.

Este primer análisis de la imagen logra expresar de alguna manera la compleja dinámica a la que se encontraba sujeta el indigenismo del primer tercio del siglo XX boliviano. Las posiciones entre los sectores indígenas, las élites intelectuales y las élites de poder no se encontraban radicalizadas y enfrentadas como lo estarían a partir de la década de los años 7038. Finalmente, esta imagen nos permite articular los dos aspectos que analizamos en este estudio: la reconstrucción de los discursos y las escenificaciones de lo indio en la Semana indianista de 1931.

 

6. Reflexiones finales

Como ya se señaló, los dos autores que abordaron la Semana indianista de 1931 (Stefanoni y Wahren) lo hicieron enmarcados en el estudio de la formación del nacionalismo boliviano. Nuestra propuesta partió de una crítica a sus afirmaciones, a partir de una re-visita de las fuentes. A partir de ello, pudimos plantear que el desarrollo del nacionalismo boliviano (vinculado al indigenismo) significa una división entre el indio, como actor colectivo, y lo indio entendido como el conjunto de elementos de una cultura nacional. Ese postulado, que no fue percibido por la historiografía previa, es planteado como instrumento de reflexión y comprensión del indigenismo boliviano39. A este fenómeno Wahren lo había denominado apropiación de la identidad india; propusimos un desplazamiento al hablar de apropiación de la estética indígena, con bases en los aportes teóricos de Chartier (2000 a y b; 2005) y Todorov (2016).

Una lectura de los títulos de las conferencias que fueron parte de las actividades de la Semana indianista nos ha permitido reconstruir una parte del discurso que se consolidaba en la comunidad interpretativa boliviana de inicios del siglo XX: a partir del acercamiento que tuvieron al social-darwinismo, los intelectuales de esa época realizaron estudios antropológicos del indio, pronunciándose sobre sus condiciones "genéticas". Además, se presentaron ensayos e interpretaciones de la situación en que vivía el sector indígena. Se habló sobre todo de un pasado lejano, de lo tiwanakota, merced a lo cual se planteó la necesidad de rescatar las tradiciones y apropiarse de la estética indígena, en la tarea de consolidar un proyecto nacional.

Partiendo de lo que Wahren y Stefanoni habían propuesto sobre la Semana indianista, propusimos determinados desplazamientos interpretativos: no hablar de el indio sino de lo indio, cuando se aborda la dinámica del indigenismo boliviano a inicios del siglo XX; pasar de hablar de la apropiación de la identidad india (Wahren) a hablar de la apropiación de la estética, con base en las teorías de Chartier y Todorov. A partir de este ejercicio teórico propusimos un primer análisis de la coronación de la whipala con kantutas, que refleja simbólicamente la voluntad de los participantes de la Semana indianista de escenificar de esta manera las dinámicas de "apropiación" del universo indio por parte del indigenismo boliviano de esa época.

Finalmente, es necesario insistir en que el indigenismo no realiza sólo una división conceptual entre lo indio y el indio, como propusimos, sino también una contraposición entre un pasado y un presente. Es decir, es un abordaje entre dos horizontes temporales en el que el pasado no encuentra continuidad con el presente. El indigenismo como representación procede a la apropiación de la estética indígena desde el pasado, proyectando esta nueva estética para solidificar una "cultura nacional". Es un hacer presente el pasado, desplazando el presente real y proyectándolo al futuro. Esta dinámica es expresada de manera explícita e implícita en la Semana indianista, que, como vimos, hizo uso de las discursividades y de la parafernalia como mecanismo para inventar una tradición nacional.

 

Notas

* Universidad Mayor de San Andrés

Contacto: peeter-147@hotmail.com

** Este escrito es un avance de investigación de la tesis de licenciatura en Historia de la Universidad Mayor de San Andrés que lleva adelante el autor. Por lo tanto, las afirmaciones y propuestas del mismo suponen reflexiones propias en construcción y son de entera responsabilidad del autor.

1 Al respecto puede consultarse Mendieta (2008 y 2010) y Condarco Morales (1983).

2 Este año se produjo un levantamiento indigenal y posterior represión militar en el pueblo Jesús de Machaca, debido a los abusos del corregidor de aquella región. El levantamiento terminó con el ajusticiamiento del corregidor y su familia, a lo que el Estado respondió enviando 1500 efectivos que reprimieron a la población (Choque, 1986 y 1996).

3 Este levantamiento concentró diversas motivaciones, entre ellas la lucha legal por las tierras y las pugnas políticas.

4 Amigos de la Ciudad es una institución de carácter cívico fundada en 1916. Si bien inicialmente surgió como una sociedad de carácter masónico bajo el denominativo de "Logia Tahuantinsuyo", con el pasar del tiempo se consolidó como una entidad articuladora entre los requerimientos urbanos y las instituciones de gobierno. Entre muchas de sus atribuciones, el fomento a la cultura fue primordial en ella; así, varios de sus miembros fueron patrocinadores y coordinadores de actividades culturales en la ciudad de La Paz.

5 Actas de la institución, 1915-1935, s.d. (Fondo Documental de Amigos de la Ciudad, en adelante AAC).

6 Se debe aclarar que la conocida distinción conceptual entre el indigenismo y el indianismo surge en Bolivia recién en la década de los años 70. En el período de tiempo que la investigación aborda no existe esta distinción, por lo que el uso de indianismo e indigenismo es muchas veces indiscriminado. No obstante, acorde a la conceptualización contemporánea de estas dos corrientes, según la cual indigenismo es la reflexión de los no indios sobre el indio y el indianismo es la reflexión del indio por el indio, la Semana indianista se posiciona en la primera de éstas.

7 "Semana Indigenista, Manifiesto", El Diario, La Paz, miércoles 21 de octubre de 1931 (Archivo Central de la UMSA, en adelante, AC-UMSA).

8 "Semana Indigenista, Manifiesto", El Diario, La Paz, miércoles 21 de octubre de 1931 (AC-UMSA).

9 "Semana Indiana (sic)", El Diario, La Paz, domingo 13 de diciembre de 1931 (AC-UMSA, H.).

10 Especialmente esta última tenía objetivos que coincidían con los propósitos de los organizadores de la Semana: "[Abarcar] todos los aspectos de la cultura indigenista haciendo causa por su difusión, conocimiento e historia y que es también la historia de la civilización de nuestro país [..] Impulsar una gran propaganda nativista de Bolivia en el exterior; organización de un salón de arte nativo auspiciando exposiciones; trabajar por el reconocimiento de derechos del indio y su incorporación a la ciudadanía y civilización; velar por la abolición de la esclavitud o pongueaje del aimara; investigar y fundamentar una doctrina netamente aimarista; presentar exposiciones de arte y conferencias sobre los fines que se propone" ("Se ha organizado un Centro de Estudios Nativistas en La Paz", El Diario, La Paz, sábado 7 de noviembre de 1931, AC-UMSA).

11 "Esta tarde será inaugurado el salón Indianista e izada la bandera Aymara", El Diario, La Paz, sábado 19 de diciembre de 1931 (AC-UMSA).

12 Carta de Amigos de la Ciudad a Juan Francisco Bedregal, La Paz, 30 de noviembre (AAC, 1931).

13 "El sábado 19 tendrá lugar la apertura del Salón Indianista, en esta capital", El Diario, La Paz, miércoles 16 de diciembre de 1931 (AC-UMSA).

14 Carta de la Prefectura y Comandancia General del departamento de La Paz a Amigos de la Ciudad, La Paz, 18 de diciembre (Correspondencia recibida, Jul-Dic 1931, en adelante CO. REC).

15 El Diario, LaPaz, jueves 10 de diciembre de 1931 (AC-UMSA).

16 En las primeras décadas del siglo XX se produjeron las primeras películas nacionales, con temáticas cercanas al indigenismo, con obras como Corazón aymara, de Pedro Sambarino (1925), y La profecía del lago (1925) y Wara Wara (1929), de José María Velasco Maidana.

17 Cabe resaltar que ambos autores, Stefanoni y Wahren, no hacen referencia a uno y otro en sus bibliografías.

18 Eduardo Nina Quispe fue un protagonista importante del movimiento de "caciques apoderados", que tuvo como objetivo la restitución de tierras de comunidad por medio de luchas legalistas, pero además promovió diversos proyectos de educación indígena. Miembro del ayllu Chivo, en la península de Taraqu del lago Titicaca, su vida transitó entre el ayllu, la hacienda y la ciudad de La Paz. En esta última estableció una escuela indigenal nocturna en la zona de la Caja de Agua; luego, en 1928, con ayuda de la municipalidad, estableció una escuela nocturna en la calle Yanacocha, de la cual fue maestro y primer director. Para mayor detalle de su vida consultar Choque y Quisbert (2006).

19 Un dato interesante al respecto es el Decreto Supremo de 23 de octubre de 1931 suscrito por Daniel Salamanca, presidente del país entre 1931 y 1934, con el mandato de "intensificar la práctica de las canciones escolares para introducir un nuevo excitante fisiológico en la educación; que esa intensificación debe basarse en un sentimiento racial fuertemente caracterizado, dando preferencia a la música nativa; que las danzas y las canciones del folklore patrio darán el ritmo de la raza como base esencial para la aplicación de una gimnasia apropiada" ("Educación física y musical en las escuelas del país", El Diario, La Paz, sábado 24 de octubre de 1931 (AC-UMSA).

20 Intelectual argentino considerado como un fundador de las ciencias sociales de aquel país. Produjo extensos estudios sobre sociología y derecho. Cursó estudios universitarios en Alemania y Francia, donde tuvo de profesores a figuras reconocidas, como Ernest Renan y Fustel de Coulanges. Considerado en la historiografía argentina como parte del revisionismo histórico, y por lo tanto no tomado en cuenta por esta faceta. Sin embargo, en 1918 fue parte de la Reforma Universitaria como interventor en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

21 Filósofo alemán cuya obra más conocida es Diario de viaje de un filósofo (1925), en el que incluye descripciones de sus viajes realizados a América, Asia y Europa. Sus postulados incluyen las comparaciones entre las culturas y el influjo de la tierra en el desarrollo de las mismas.

22 Maestra de origen potosino que escribió diversos textos literarios además de estudios de carácter social, entre los que destaca su texto Hacia el futuro indio, de 1931, presentado dentro de las actividades de la Semana indianista. Dicho texto fue, además, prologado por Franz Tamayo Solares (Stefanoni, 2015) Actualmente la historiadora Esther Aillón Soria lleva adelante una re-lectura del rol que cumplió esta figura en la política local.

23 Escuela indigenal para la formación de maestros fundada por Avelino Siñani y Elizardo Pérez en 1931. Esta escuela surgió gracias a la participación de los comunarios con la sesión de terrenos, de materiales y mano de obra. Es la única experiencia de pedagogía comunal implantada en la región, por ello fue tema de debate en el primer Congreso Indigenista Latino Americano realizado en Pátzcuaro, México, en 1940.

24 Wahren propone la categoría de "apropiación de la identidad"; no obstante, esto sugiere una relación de alteridad donde, como señala Todorov (2016), el "yo" se acerca al "otro" y logra establecer una comunicación que no supone la identidad o la igualdad -estas últimas siempre reductoras de la relación con el "otro". Pensamos que, desde el aporte conceptual de Chartier yTodorov, la dinámica del indigenismo como representación no sugiere este panorama. Por lo tanto, hablamos de apropiación en tanto re-semantización y contextualización, no de la identidad indígena, sino sólo de su estética, para la invención de una tradición nacional.

25 Actas de la institución, 1915-1935, s.d. (AAC).

26 "Punto de vista", El Diario, La Paz, domingo 4 de octubre de 1931 (AC-UMSA).

27 Actas de la institución, 1915-1935, s.d. (ACC).

28 Actas de la institución, 1915-1935, s.d. (AC).

29 Carta de la Prefectura y Comandancia General del departamento de La Paz a Amigos de la Ciudad, La Paz, 28 de noviembre (CO. REC.,Jul-Dic 1931).

30 "La Semana Indianista", El Diario, La Paz, domingo 13 de diciembre de 1931 (AC-UMSA).

31 Centro de educación indigenal fundado por el propio Nina Quispe el 15 de abril de 1930, en el que participaron preceptores de las varias regiones del país.

32 La Razón, La Paz, 27 de diciembre de 1931, citado en Wahren (2014, p. 180).

33 Entre otros, Esteban Machaca, representante de la provincia Los Andes; Juan de Dios Poma, de la provincia Murillo; Prudencio Larsuri, de la provincia Inquisivi; Urudimiru Lupe, de la provincia Omasuyos; Juan de Dios Sirpatico, de la provincia Pacajes y Julián Mejillones Apaza, del cantón Collana ("Una corona de kantutas a la bandera aymara", El Diario, La Paz, jueves 24 de diciembre de 1931, AC-UMSA).

34 "Una corona de kantutas a la bandera aymara", El Diario, La Paz, jueves 24 de diciembre de 1931(AC-UMSA).

35 "Indianismo" El Diario, La Paz, domingo 20 de diciembre de 1931 (AC-UMSA).

36 Otro de los caciques apoderados de la región andina, de la misma importancia que Nina, cuyo papel en las luchas jurídicas por la defensa de las tierras y por la educación indigenal fue trascendental. Agradezco al historiador Nigel Caspa, quien identificó y corroboró que el personaje de la fotografía era Santos Marka T'ula. El trabajo de investigación y rodaje de un documental de carácter histórico sobre este personaje permitió a Caspa expresarnos certeza en relación a la identidad del mismo.

37 Nos referimos al folleto denominado Así hablaba Zaparrastroso (1911).

38 Periodo que sería testigo de la distinción entre el indigenismo, el indianismo y el katarismo posterior.

39 Deseo señalar que no solo Stefanoni y Wahren incurren en la lectura que este articulo reconfigura. Se tomaron sólo estos autores por haber estudiado también la Semana indianista. No obstante, existen diversos autores que tienen la misma interpretación. Esta propuesta metodológica y teórica es desarrollada ampliamente en mi tesis de licenciatura en Historia.

 

Referencias

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Fuentes de archivo

26. Archivo institucional de la institucion Amigos de la Ciudad (AAC)

27. Fondo Hemerografico del Archivo Central de la Universidad Mayor de San Andres (ACUMSA).

28. Fondo Hemerografico, Biblioteca y Archivo Historico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

 

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