Introducción
Tal como señalan Ponce et al. 1 y Povea et al. 2, la enfermedad diarreica aguda (EDA), continúa siendo uno más de los problemas de salud pública a nivel mundial, afectando principalmente a los países subdesarrollados. Considerándose la población fundamentalmente vulnerable los infantes, sobre todo los lactantes, entre los cuales se evidencia alta morbilidad y mortalidad. A pesar de que los programas de control de la EDA han logrado disminuir el impacto de estas infecciones, dicha reducción no ha sido suficiente. Además, si este problema no se controla adecuadamente aumenta el riesgo de presentar complicaciones que afectan la calidad de vida de los niños 3.
Existen varios tipos clínicos de diarreas, se transmiten habitualmente por la vía fecal-oral. 4. Las medidas preventivas son ya conocidas; se evidencia tratamientos específicos s basados en la rehidratación; es necesario reconocer que la EDA, es multifactorial, ya que no todo depende del individuo, sino también del ambiente, de las políticas públicas en salud 5, entre otros. Diversas evidencias científicas describen a las determinantes de riesgo relacionados con la EDA como: higiene doméstica deficiente, destete precoz, poco aseo personal, madre adolescente, baja escolaridad materna, procesos infecciosos recurrentes, limitado acceso al servicio de salud 6,7, la carencia de saneamiento básico, el hacinamiento, la inmunización incompleta, los alimentos elaborados o almacenados en condiciones antihigiénicas 8, entre otros. Del mismo modo, Alparo et al. 9 identificaron los siguientes factores de riesgo: edad menor a 18 meses, desnutrición, uso de medicina natural, entre otros. La vacunación completa contra rotavirus es, no obstante, un factor protector frente a la diarrea con deshidratación.
Tal como explican Arévalo et al. 10, en los países en vías de desarrollo reportan un promedio de 3 episodios por niño al año en niños menores de 5 años; sin embargo, algunas áreas reportan 6 y 8 veces al año por niño. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 11, la EDA es la segunda mayor causa de mortalidad de niños menores de 5 años (525 000 niños cada año; concretamente, el 2017). A nivel mundial se reportaron 1700 millones de casos de enfermedades diarreicas infantiles. En Ecuador, por ejemplo, Sánchez 12 halló una prevalencia general de EDA en el 2017 de un 24,8 %, con mayor proporción en niños del género masculino (55,2 %); también hallaron determinantes familiares con mayor prevalencia de la EDA en familias medianas (56,19 %), monoparenterales (34,29 %) y funcionales (49,52 %).
A nivel del Perú, hasta la semana epidemiológica 17 del 2020 se han notificado 297. 210 episodios de EDA y 51 muertes 13. A nivel del departamento de Huánuco, en la semana epidemiológica dos del 2019 se reportaron 1284 (2,73 %) con una incidencia de 14,44 por 1000 habitantes 14. En la provincia de Ambo, localidad de Huancapata, se pudo observar que las madres no practican el lavado de manos, consumen agua sin hervir, existe hacinamiento y convivencia con los animales, entre otras determinantes de riesgo.
Este estudio se justifica porque la EDA aún sigue siendo un problema de salud pública persistente que repercute de manera negativa en el crecimiento y desarrollo saludable de los niños como población vulnerable 15; por ello, es necesario identificar precozmente las determinantes de riesgo de la EDA 16.
Por tal motivo, este estudio tuvo como objetivo de identificar los determinantes de riesgo relacionados con la EDA en niños menores de 5 años de la localidad de Huancapata, provincia de Ambo, departamento de Huánuco, Perú durante el 2019.
Metodología
Se realizó un estudio transversal y observacional de diseño fue correlacional. Este se llevó a cabo en el año 2019, en la Localidad de Huancapata, ubicado en la provincia de Ambo, situado en el sur del departamento de Huánuco, en el centro-norte del Perú.
La población fueron 137 madres con niños menores de 5 años. La muestra probabilística, seleccionada fueron 101 niños con sus respectivas madres. Se incluyeron a niños cuyas madres aceptaron firmar el consentimiento informado y niños con diagnóstico médico de la EDA durante los tres últimos meses.
Los instrumentos de recolección de datos fueron una guía de entrevista de las características generales de la muestra en estudio, en la cual fueron consideradas las características demográficas. También se contó con una ficha de valoración de las características clínicas de la EDA y un cuestionario de determinantes de riesgo, de acuerdo a seis dimensiones: cognoscitivas, culturales, sociales, hábitos de higiene, saneamiento básico y biológicas. Este cuestionario fue validado mediante el criterio de 5 expertos y dos jueces. Asimismo, se realizó una prueba piloto a 15 madres de los niños menores de 5 años de edad, ajenos a la muestra en estudio, pero con características similares. Luego se procedió a determinar el análisis de confiabilidad a través del método KR 20 de Richardson para el cuestionario de las determinantes, donde se obtuvo un valor de 0, 71 para el cuestionario de determinantes.
Previo a la recolección de datos, se solicitaron los permisos necesarios a la institución ámbito del estudio; además, se realizó una capacitación a los encuestadores para aplicar los instrumentos de medición, luego del cual se procedió a hacer las visitas domiciliarias para la aplicación de los instrumentos de recolección de datos, con el apoyo del personal de salud.
En el análisis descriptivo se usaron frecuencias absolutas y relativas. Se realizó un análisis bivariado a través de la prueba no paramétrica de chi cuadrado y se calculó el odds ratio (OR) con sus intervalos de confianza al 95 %; también se consideró un p < 0,05 como significativo.
Se respetaron los principios éticos de la Declaración de Helsinski. Previa a la aplicación de los instrumentos de medición se consideró la aceptación del consentimiento informado en físico, firmado por cada responsable del niño.
Resultados
Al analizar las características demográficas de los niños menores de 5 años en estudio, respecto al grupo de edad, alrededor de la tercera parte tuvo 37,6 % (38) de 13 a 24 meses. En cuanto al género, un 55,4 % eran mujeres. Respecto a las características demográficas de las madres de los niños en estudio, el 83,2 % de ellas eran adultas jóvenes entre 20 y 39 años. El 88,1 % procedían de la zona rural y un 50,5 % radicaban en la zona del estudio por más de 3 años (ver tabla 1).
En relación con las características clínicas de la EDA, se halló que un 36,6 % (37) de los niños sí se encontraban enfermos de EDA al momento del estudio. Respecto al número de episodios de la EDA en los últimos tres meses, se evidenció que un 61,4 % solo tuvo un episodio; en cuanto al número de deposiciones al día en un 43,6 % eran de tres veces; en un 37,6 % las características de las deposiciones fueron líquidas acuosas, frecuentes y abundantes; finalmente, el 24,8 % de la muestra tuvo deshidratación (ver tabla 2).
Al comparar los determinantes (cognoscitivas, culturales, sociales, saneamiento básico y biológicas) relacionados a la EDA en niños menores de 5 años, ninguna de ellas resultaron ser significativas; a diferencia de los determinantes en los hábitos de higiene, en los cuales se halló que los insumos inadecuados para el lavado de manos (X2 = 3,631; OR = 2, 2 y p = 0, 046) y la falta de higiene de los juguetes del niño (X2 =5, 683; OR = 3, 127 y p = 0, 014) resultaron ser estadísticamente significativas como determinantes relacionados a la EDA (ver tabla 3).
Discusión
En el estudio se halló que solo los hábitos de higiene fueron los determinantes de riesgo relacionados con la EDA en niños menores de 5 años. En un primer momento se halló que los insumos inadecuados para el lavado de manos son las determinantes de riesgo relacionadas con la EDA.
Estos resultados se respaldan en las teorías del modelo del autocuidado de Orem, en las cuales se explica que la enfermería ayuda al individuo a desarrollar acciones de autocuidado para conservar la salud y la vida, recuperarse de la enfermedad o afrontar las consecuencias de dicha enfermedad 17; a su vez, el entorno es entendido en este modelo como todos aquellos factores físicos, químicos, biológicos y sociales, ya sean estos familiares o comunitarios, que influyen en la salud del individuo.
Del mismo modo, la teoría del entorno de Nightingale explica que las condiciones e influencias externas afectan a la vida 18. Además, el modelo de creencias de salud, de Rosenstock 19, describe que los comportamientos preventivos en salud, están influenciados por las percepciones individuales, los factores modificantes (amenazas percibidas) y la probabilidad de acción. También, la teoría cognoscitiva social de Bandura, explica que las personas aprenden no solamente de su propia experiencia, sino además observando las acciones de otros, y los resultados de dichas acciones proporcionarán mejoras para toda la población 20. Estos aspectos hacen referencia a que la salud del individuo esta influencia por diversas determinantes, lo que implica desarrollar un comportamiento saludable o no saludable, lo cual depende de cada individuo y de los diversos determinantes, estos se constituyen como factores predisponentes, precipitantes y perpetuadores del proceso salud-enfermedad.
Entre los estudios que respaldan nuestros resultados se encuentra el estudio de Aldas 21, quien halló que los padres y cuidadores no aplican las medidas higiénicas, tanto en la manipulación de alimentos, lavado de manos y esterilización del biberón. En tanto, Rodríguez et al. 22 explican que las medidas de prevención y control epidemiológico más importantes son los hábitos adecuados de higiene, como el lavado de manos con agua y jabón; además, es una forma muy económica. Al respecto, el Ministerio de Salud (MINSA) indica que el lavado de manos con agua y jabón puede eliminar hasta un 80 % de los microbios causantes de enfermedades y permite la remoción mecánica de la suciedad.
Domínguez y Bravo 23 también hallaron que los factores asociados a la EDA fue la deficiencia en el lavado de manos. Al respecto, La cruz et al. 24 señalan que el saneamiento y la promoción de la higiene con participación de la comunidad pueden disminuyen la incidencia de la EDA.
En un segundo momento, se halló que la falta de higiene de los juguetes del niño es un determinante de riesgo relacionado con la EDA. Este resultado se aproxima al estudio de Myers 25, quien reportó que la transmisión del virus puede ser a través de manos o juguetes contaminados. Según Hernán 26, el 72,6 % de madres que no lavan los juguetes del niño reportaron más episodios de la EDA. Asimismo, Granera 27 manifiesta que la mayoría de los pacientes que ingresaron a hospitalización indicaron que no realizaban el lavado de juguetes porque no les da mucho tiempo. Los juguetes son la mayoría de plástico y que muchas veces los niños están acostumbrados a llevarlos a la boca.
En tanto Lama y Castro 28 refieren que la higiene de juguetes debe ser diario, ya que estos son transmisores de la EDA; usualmente los niños se encuentran en permanente contacto con los juguetes y estos son llevados a la boca frecuentemente. Por su parte, Ochoa 29 explica que las materias fecales de los niños y los pañales sucios entran en contacto con los juguetes, convirtiéndose en un potencial de riesgo.
Los insumos inadecuados para el lavado de manos y la falta de higiene de los juguetes del niño son los determinantes de riesgo relacionados con la EDA en los niños en estudio. Frente a los hallazgos del estudio, es necesario continuar fortaleciendo las acciones de promoción de la salud y prevención de las enfermedades dirigidas a los determinantes hábitos de higiene y al tratamiento oportuno de aquellos, a fin de evitar mayores complicaciones. Además, se requiere una mayor eficiencia en las políticas públicas de salud, con enfoque de interculturalidad, para promover la prevención de la EDA en niños menores de cinco años. Asimismo, debe considerarse la necesidad de ajustar las estrategias de educación para la salud a los conceptos culturales, sociales y educativos de la población, de forma que se favorezcan las prácticas preventivas. Adicionalmente, se debe estimular el desarrollo de una cultura de salud que sea entendida como un derecho y un deber. En esa cultura, la familia debe ser responsable, individual y colectivamente, de la salud de los niños.
También, se recomienda realizar campañas integrales, articuladas bajo el enfoque de familias y viviendas saludables, que repercutan en el crecimiento y desarrollo saludable del niño.
Los resultados del estudio no son extrapolables a otra realidad, solo son válidos para el contexto del estudio.