INTRODUCCIÓN
Durante muchos años, los profesionales educativos asumen diferentes roles profesionales en el desempeño de su labor; es así que suelen sufrir de estrés que ocasiona ciertas alteraciones en sus actividades pedagógicas. En la actualidad debido a los cambios suscitados por la pandemia del COVID-19, se tuvo que los maestros percibieron un agotamiento laboral más fuerte, debido a que las estrategias, planes y lineamientos fueron repentinos.
El efecto negativo ocasionado ante este problema sanitario a nivel mundial causó nuevas formas y comportamientos educativos con la finalidad de dar continuidad al aspecto académico de los estudiantes. Sin embargo, la Organización Mundial de Salud (OMS, 2019) reconoció oficialmente la enfermedad de burnout como un desgaste profesional que se genera en el ámbito laboral y qué es consecuencia de un estrés crónica, incapacidad de dar desconexión al trabajo, o carga laboral acumulada. Este síndrome dio problemas graves al bienestar emocional y productivo de los empleadores. Por lo cual las empresas tuvieron que hacer frente al impacto de la salud emocional de los trabajadores.
En las investigaciones de Salazar et. al. (2021) precisaron que en la realidad de México los estudiantes también padecieron del síndrome debido al agotamiento significativo que presentó la demanda educativa. En este caso se dio pronta atención para evitar un desgaste mayor y pueda comprometer a la salud emocional y física por la implementación de la educación virtual. Por otro lado, Blázquez et. al (2022) en la realidad de España determinaron que el 20% de los profesionales presentan altos niveles del síndrome de burnout debido a que el agotamiento se da por motivo de las responsabilidades, compromisos académicos y familiares que deben hacer frente en el contexto anómalo para la sociedad.
En la realidad de Ecuador, Jarrín et. al. (2022) determinaron que hay un porcentaje muy alto de docentes quienes presentaron agotamiento y despersonalización que puede considerarse como alarmante debido a la enseñanza virtual y la poca capacidad de estrategias para implementar en las prácticas educativas. Es así que se necesita mitigar los factores organizacionales por medio de capacitaciones y talleres de apoyo psicológico con la finalidad de reducir el impacto emocional y el estrés laboral.
En cuanto al contexto de Perú, Valverde (2021) menciona que las estadísticas son altas respecto al impacto que se tiene del síndrome de burnout en los maestros, por lo que se ocasiona problemas de salud mental en las actividades educativas. La poca satisfacción laboral que presentaron los trabajadores se debió a la falta de interacción, la modulación de talleres y capacitaciones que permitan cubrir la demanda el nuevo entorno virtual educativo al que hacían frente. De igual manera, Estrada y Gallegos (2020) realizaron una investigación cuantitativa para medir la relación del síndrome burnout en el desempeño de los maestros. Consideraron que los directivos institucionales necesitan brindar programas de prevención y atención para disminuir las consecuencias del síndrome.
Para Roig et. al. (2022) el síndrome de Burnout entre los profesionales de educación, afecta los estados anímicos por lo que representa un factor de riesgo psicosocial para la salud. En Huaman et. al. (2021) indican que los acontecimientos de incertidumbre, sosiego y preocupación fueron desencadenantes propicios para que los maestros presenten altos índices del síndrome de burnout. El afrontar esta situación generó que haya mayor agotamiento y estrés en el aspecto laboral.
El término inglés Burnout hace referencia al desgaste profesional y es traducido como “estar quemado por el trabajo (SQT). Para Rodríguez et. al. (2017) es una consecuencia por la alta demanda que se tiene en los puestos de trabajo. En él se da un agotamiento emocional generando sentimientos y emociones negativos hacia los demás.
Factores como el cansancio y despersonalización evidencias el papel del docente en la enseñanza y aprendizaje en una institución. A pesar de que los centros muestran condiciones justas y adecuadas para la labor, muchas veces la política y los canales no son pertinentes para prevenir el estrés laboral (Manzano, 2020).
En cuanto a la investigación de Vargas et. al. (2022) describieron que el síndrome de burnout se observa con el bajo optimismo y desánimo para desarrollar las actividades institucionales. En este caso, se da poco control de las emociones e impulsos generando quejas por la formación que dan en el proceso de enseñanza. Asimismo, los maestros incumplen en las clases sin alcanzar los logros esperados ya que improvisan las sesiones. De igual manera, muestran desinterés en las actualizaciones y talleres pedagógicos.
METODOLOGÍA
El estudio se desarrolló por medio de un análisis de revisión sistemática con la finalidad de realizar un estudio exhaustivo para brindar información sobre del síndrome de burnout en profesionales de educación. La información fue extraída de la base de datos My Loft de la Universidad César Vallejo (UCV). Las bases de datos utilizadas fueron ProQuest y Exlibris. De manera general, se encontraron 228 artículos, respecto a los criterios de inclusión de la información se ha considerado el año de publicación del 2020 al 2022; asimismo, los artículos están enfocados en la educación básica. Los términos buscados estuvieron relacionados a “síndrome de Burnout”, “agotamiento laboral”, “estrés laboral” “ambiente escolar”. Cabe precisar que en los criterios de exclusión se consideraron los documentos de réplica, artículos de otras áreas y en idioma inglés (Figura 1).
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Para el proceso de sistematización fue considera el título del estudio, los autores y el año, de los 228 revisados siguiendo los criterios de selección de las fuentes se consideraron 13 publicaciones, la cuales contaban como parte del análisis de las variables “síndrome de Burnout”, “agotamiento laboral”, “estrés laboral” “ambiente escolar.
De acuerdo a la revisión sistémica desarrollada, se tiene que en los trabajos de Montoya et. al. (2021) determinaron la presencia del síndrome de burnout en el aspecto académico de los maestros. Reconocieron que, debido a las condiciones de la actividad pedagógica, las tareas tienden a ser más prolongadas y exigentes lo que genera una constante preocupación y demanda física y emocional. De igual manera, Martínezsaura et. al. (2022) consideraron que en la mayoría de los componentes emocionales que han sido estudiados están presentes en los profesionales educativos dado que presentan una interrelación social directa con los estudiantes, quienes mantienen diversos comportamientos cognitivos, familiares y sociales.
Los maestros tuvieron que afrontar momentos difíciles en la pandemia lo que generó un desgaste mayor tanto del aspecto cognitivo, físico y emocional. La educación remota no se desarrollaba de forma permanente debido a las diferentes desigualdades que se presentaban en los estudiantes y mismos docentes. Las emociones como la soledad, preocupación, tristeza, pensamiento negativo fueron algunas que generó un aumento del síndrome de burnout (Huamán et. al., 2021).
Menghi et. al. (2020) observaron que dentro de las dimensiones del síndrome de burnout se tienen los problemas de salud. Ello se pudo identificar en 223 docentes de diversas instituciones educativas de nivel primario. Asimismo, para Vizoso (2020) el soporte psicológico se vincula con el aspecto motivacional, el desempeño, la salud y sobre todo con el compromiso. Por tal razón, en el entorno educativo son los directivos quienes deben hacer mayor énfasis en potencializar a su personal con intervenciones psicoeducativas y de bienestar. Jodra y Domínguez (2020) consideraron que también las funciones que conlleva al desgaste físico y emocional se manifiestan por la salud de los profesionales, por lo que es necesario el desarrollo de las actividades físicas para que la intensidad del síndrome pueda disminuir.
Entre las principales características que se tiene de este síndrome, Araoz et. al. (2020) consideraron el cansancio, el desánimo emocional y la despersonalización. Los profesionales educativos en el contexto de la pandemia han presentado estos síntomas debido a los cambios suscitados de un momento a otro. En este caso se necesitó que los directivos institucionales realizaran campañas de detección y prevención para cuidar la salud emocional del personal. Para Abarca et. al. (2020) dentro del apoyo emocional que se dan para los docentes es la ayuda de auxiliares quienes fortalecen el manejo de estrés evitando la aparición del fenómeno de agotamiento. Asimismo, Blázquez et al. (2022) señalaron que hay una prevalencia del síndrome de burnout que se caracteriza por generar un alto nivel de agotamiento en el personal educativo. De ello es que se necesitan campañas preventivas que puedan ser un paliativo de la salud laboral. Choy y Prieto (2021) concluyeron que el agotamiento emocional de los maestros es debido a la falta de respuesta de los estudiantes y que ello se da como consecuencia de un aislamiento social con sus pares.
Estrada y Gallegos (2020) determinaron que el síndrome de burnout se presenta con mayor frecuencia dentro de los rangos de edad de 41 a 50 años. Además, que hay un índice mayor en docentes de nivel primario (Quintero y Hernández, 2021). En cuanto al grado de estudio alcanzado, son los licenciados quienes presentan estos síntomas de agotamiento y desmotivación. Adicionalmente, Cortez et. al. (2021) precisaron que dentro del género que más padece del síndrome es el femenino y que la situación laboral de estar nombrado o ser contratado solo presenta un 2% de diferencia.
CONCLUSIÓN
A través de este estudio se pudo determinar mediante el análisis que los profesionales educativos suelen padecer el síndrome de burnout, ello como resultado de las diferentes exigencias al cambio educativo. Este fenómeno es una consecuencia que se manifiesta tanto en el aspecto físico, emocional y en la salud de los profesionales educativos. Se comprende que, en la realidad educativa en tiempos de pandemia, se manifestó por el desgaste generado por la sobrecarga laboral debido a las nuevas exigencias educativas y nuevos retos que enfrentar. La demanda por potencializar las competencias y habilidades de los docentes implicó desarrollar diversas actividades, dejando de lado el descanso y recreación de sí mismo. Estas situaciones anómalas fueron prolongadas teniendo a docentes con claras evidencias de estrés. Además de ello, la poca interacción social y física con los estudiantes y colegas demandó mayor preocupación generando tensión e inseguridad del bienestar individual.