INTRODUCCIÓN
Durante mucho tiempo la educación enfrenta desafíos tales como brindar calidad educativa, acceso equitativo, recursos, contar con inversión, tener calidad docente, entre otros. Esto ha generado que distintas instituciones desarrollen la capacidad de innovación y desarrollo de sus recursos para potenciar el aprendizaje de los estudiantes y la formación de los integrantes educativos. Sin embargo, también se ha generado un mayor énfasis en “buenas prácticas” que permitan el involucramiento del personal docente y los estudiantes, de esta manera fortalecer y desarrollar mejores hábitos educativos, además deben superar los retos para avanzar y desenvolverse idóneamente en sus actividades académicas, adaptando sus identidades mediante la motivación personal.
Una educación adecuada involucra un proceso en busca de aprendizaje de calidad mediante las prácticas docentes, que incluye la capacidad de desarrollar un conjunto de habilidades y adquirir conocimientos que permitan tanto al docente como al alumno mejorar la calidad de su desarrollo educativo (Yáñez y Soria, 2017). Por tanto, las buenas prácticas docentes buscan satisfacer las necesidades de todos los estudiantes, proporcionar instrucciones claras, reorganizar constantemente el aula, utilizar los recursos de manera eficiente, ser flexibles con las necesidades de los alumnos y supervisar constantemente la actividad educativa (Akyeampong, 2017).
A nivel global, se evidencia la necesidad de definir políticas y prácticas educativas que respondan a los intereses de todos los actores educativos, para poder afrontar los eventuales problemas y situaciones que se presentan en el desarrollo pedagógico (UNESCO, 2021). La eficiencia en la práctica del docente se desarrolla mediante el conocimiento de la experiencia pedagógica y la percepción, que le permite generar el monitoreo y ejecución eficaz de las actividades pedagógicas y sus relaciones. Por tanto, el sistema educativo, emplea estrategias para fortalecer a los docentes, pero no existe una parcialidad en los recursos que se necesitan para el desarrollo de su profesionalidad (Zambrano, 2019).
En los países latinoamericanos, las acciones sistemáticas realizadas tanto por los docentes y los directivos de las diferentes instituciones, se deben desarrollar junto al cumplimiento del orden público y de acuerdo con el enfoque global establecido por la ley (Unicef, 2018). En el sector educativo, las críticas se han centrado cada vez más en la calidad de vida laboral de los docentes y en su accionar, la misma que se da en base a un interés académico. Por ende, la calidad de la práctica de los maestros, puede generar una influencia directa en el aula, los estudiantes y el aprendizaje, pero muchos de ellos, presentan dificultades tanto por falta de conocimiento, apoyo institucional y recursos (Carranza y Casas, 2017).
En Perú, el sistema educativo hace un énfasis en la implementación estratégica para el desarrollo de buenas prácticas con el fin de elevar los estándares y profesionalismo sobre el docente (MINEDU, 2017). Si bien en Perú, el sistema educativo realiza la gestión sobre las buenas prácticas docentes; existe varios desafíos frente a los diferentes aspectos de la educación, tanto los medios y los recursos han reducido cierta parte de las opciones para potenciar el desarrollo profesional de los educadores. Por lo que, las buenas prácticas docentes juegan un papel fundamental en la mejora del aprendizaje y compromiso del estudiante; además, es necesario administrar recursos para potenciar al educador.
De acuerdo a lo mencionado, el objetivo del artículo fue analizar las buenas prácticas del docente en la educación a través de una revisión sistemática. En la justificación teórica se busca ampliar el conocimiento sobre el tema de estudio a partir de las literaturas recopiladas mediante la revisión sistemática. Mientras en la práctica, se justifica por el énfasis de la importancia de las buenas prácticas docentes para contribuir con la eficiencia educativa y mejorar la calidad de la educación. En tanto, la justificación social se ha realizado en beneficio para los docentes y estudiantes.
METODOLOGÍA
El estudio consideró una metodología de revisión sistemática; de acuerdo con Moreno et al., (2018) desarrolla un proceso de búsqueda y selección de datos, genera la clasificación en el camino de la construcción del conocimiento y presentación de resultados. Se procedió mediante una indagación sistemática en los diferentes buscadores como Google Scholar, Scielo, SciencieDirect, Scopus, Dialnet y Researchgate; aplicando los conectores lógicos AND, NOT, OR; mediante la simplificación de palabras como: “Good teaching practices”, “efficient teaching practice, “pedagogical practices”, “buenas prácticas docentes”, “prácticas pedagógicas”; y “eficiencia en prácticas docente”.
De acuerdo a la Figura 1, se inició con 418 artículos de las diferentes bases de datos mencionadas líneas arriba, considerando criterios de inclusión (6 últimos años, artículos académicos, idioma inglés, portugués y español); como parte del criterio de exclusión (fuera del periodo, descarte de duplicados, diferentes tipos de documento), resultando 71 artículos, de los cuales se seleccionaron 50 artículos con mayor relevancia del tema de estudio de buenas prácticas docentes. En tanto, la Figura 2 muestra la agrupación de los 50 artículos, de acuerdo a sus características (títulos, resúmenes, resultados y conclusiones), para proceder con el análisis de resultados, discusiones y conclusiones.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Como se visualiza en la Figura 2, se realizó la clasificación en 4 aspectos, el cual pudo evidenciar estudios y aspectos teóricos por parte de cada clasificación.
En la concepción de las buenas prácticas, se pueden visualizar y coadyuvan a diseñar una buena actividad en el aula, por ejemplo, evaluar el desempeño de la clase es una buena práctica que incluye no solo la pregunta de evaluación, sino también donde los resultados del desempeño de la clase seleccionada se convierten en una referencia (Jorquera, 2017). Entonces, el término buena práctica desarrolla un enfoque basado en procesos, estrategias, recomendaciones y acciones, ya que busca lograr una mejora en la didáctica y enseñanza (Villarreal et al., 2017).
El concepto de buenas prácticas surgió en la década de 1960, asociado al entorno empresarial, con el fin de mejorar los procesos de eficacia, rendimiento y ventaja competitiva. La educación aplicó las buenas prácticas a mediados de las reformas de los años 80 y 90 como medio para alcanzar la calidad, objetivos y resultados eficaces (Gómez y Quijada, 2021). Las buenas prácticas son todas las acciones de los docentes que promueven el aprendizaje de los estudiantes, los forman integralmente y promueven procesos cognitivos, crítico, creativos, entre otros (Mendioroz et al., 2019; Guzmán, 2018).
En la práctica pedagógica se dan a conocer estrategias específicas para el desarrollo del motor de aprendizaje, donde los factores que influyen en la buena práctica junto a expectativas de los docentes para sus lecciones y motivación de aprendizaje de los docentes (Quiroz y Riquelme, 2019). No solo basta con brindar espacios educativos, sino que se necesita respeto, empatía y una adecuada facilitación del compromiso para que se produzca la participación y buenas prácticas en beneficio de los docentes y educandos (Majoko, 2019).
Las prácticas pedagógicas se desarrollan mediante acciones dirigidas a capacitar a personas, grupos y comunidades para realizar la sociedad del conocimiento mediante la solución de problemas, para garantizar el desarrollo social sostenible, la cooperación, la metacognición y la formación adaptativa (Tobón et al. 2018). La importancia de desarrollar las buenas prácticas sobre la realidad de los profesores, sobre su actuar, pensamiento y creencias. Por tanto, los docentes para el desarrollo de sus prácticas, generan el uso de las herramientas para determinar las necesidades de los educandos y medir los resultados del aprendizaje (Odon, 2021).
En la formación profesional y rol docente, el método de aplicación del aprendizaje edebe estar enfocado mediante un modelo de enseñanza orientado a casos, con profesores y estudiantes caracterizado por la comunicación e interacción (Mendoza y Yan, 2022; Chang et al., 2022). Las buenas prácticas en la formación profesional se centran en aspectos de los recursos didácticos, la claridad de los programas y aspectos curriculares como el desarrollo cognitivo, enseñar y aprender como la práctica reflexiva y la instrucción escolar (Urzua et al., 2020; La Velle, 2022).
Parte de las percepciones de profesores sobre los métodos activos utilizados en el desarrollo profesional están más enfocados en el énfasis al proceso de aprendizaje que en el uso de herramientas y estrategias de enseñanza. Por tanto, existe la importancia de emplear las acciones que refuercen a los docentes a ampliar sus conocimientos con la práctica docente (Meriläinen et al., 2018; Soares et al., 2022). Los docentes deben desarrollarse y prevenir las situaciones adversas y tener un plan de respaldo para mediar con cualquier contexto educativo (Mompoint et al., 2022; Romero et al., 2020).
La dedicación de los docentes refleja las relaciones estrechas entre ellos, sus comunidades y los contextos sociales y culturales. Por lo tanto, su identidad profesional es inseparable de su trabajo real, hay implicaciones comunitarias, personales y sociales asociadas a su profesión (Tsegay et al., 2018). Los docentes utilizan diferentes estrategias metodológicas, activas y emocionales; el docente actúa como guía y el estudiante es el protagonista, y realizan una autoevaluación auténtica y precio (Orozco y Moriña, 2019). Cuando el enfoque no se desarrolla de manera adecuada, las prácticas en la enseñanza no tienen los resultados esperados y toman más tiempo conseguir resultados (McWayne et al., 2022).
El rol del docente está íntimamente ligado al de facilitador de la enseñanza y el aprendizaje y es el responsable de garantizar una educación personalizada donde cada alumno sepa lo que tiene que aportar a la escuela (Klibthong y Agbenyega, 2018). Además, quieren construir relaciones cálidas y afectivas con sus estudiantes para conocerlos y crear un aprendizaje significativo para sus vidas. Por tanto, la práctica pedagógica se convierte en uno de los elementos vitales para la educación (Gutiérrez, 2021; Guzmán, 2018). Es importante de mejorar la identidad y formación de los docentes para desarrollar cambios en la educación, que se pueden mejorar a través de la práctica profesional colaborativa, como identificar los principales factores que en la formación de identidades y comprender el fortalecimiento de las prácticas colaborativas (Posti et al., 2021).
El desarrollo de prácticas y gestión de la educación, la función del sistema educativo como las instituciones es formar especialistas competentes en su campo de actividad, donde necesariamente el mantenimiento de un enfoque del conocimiento depende en esencia de muchos factores, incluidos aquellos a favor de las actividades educativas (Plá et al. 2020; Tumino et al., 2018). La gestión escolar es un componente esencial de la organización de los centros educativos, sobre funciones de conservación y gestión (Silva et al., 2017). Se debe extender los beneficios de las prácticas a nuevos contextos ya prevalece en el campo de la educación (Navarro et al., 2018; Caldeiro et al., 2018).
Existe la necesidad de mejorar la calidad de las escuelas y emplear una estimación de la eficacia de los métodos de enseñanza empleado por las escuelas (Bassi et al., 2020). Por tanto, se deben desarrollar las políticas educativas alineadas a la contratación de nuevos profesionales en la educación, promoción y evaluación de la calidad docente, así como estándares de calificación, programas de productividad escolar y formación docente (Guzmán, 2021), son elementos claves relacionados con la planificación y el desarrollo educativo mediante la comunicación profesor-alumno, entorno escolar, métodos y recursos; donde requiere más capacitación docente y un mayor compromiso (Medina, 2019; Benet, 2019).
Para el fortalecimiento del conocimiento y la experiencia del docente se debe considerar el empleamiento de programas y prácticas educativas, generando nuevas realidades. A su vez, la situación económica puede permitir que una escuela se integre con características propias donde se encuentren diferentes estudiantes, se les considere pertenecientes a una escuela de calidad y equitativa (Rivero, 2017). En base a ello, los docentes pueden perfeccionar sus métodos y actitudes en el proceso de enseñanza, mejorando así su capacidad docente (Fajriah, 2017). La realización de los conocimientos pedagógicos por parte de los educadores es fundamental para proporcionar conocimientos de alta calidad sobre contenidos educativos y pedagógicos (Love y Hughes, 2022).
La buena práctica educativa se desarrolla mediante las experiencias pedagógicas que también pueden estar influenciadas en el modelo educativo de las instituciones para tener los resultados innovadores, efectivos y sostenibles (Serrano y Cuadrado, 2017). La relación que se establece entre docente-dirección de buenas prácticas, respuesta a nuevas situaciones, son variables a tener en cuenta en el logro de objetivos; así como una buena actitud de liderazgo, dinámica de proyectos e innovación, intercambio de prácticas pedagógicas, autoconocimiento y proceso de evaluación (Castillo et al., 2020); también una mejor relación entre los estudiantes, entre colegas e instituciones (Hamengkubuwono et al., 2022).
En las prácticas y competencias virtuales, el método de enseñanza requiere que los docentes cuenten con un conjunto de habilidades para aplicarlas manteniendo una línea institucional (Moreno et al., 2021). Los sistemas tienen como modelo de referencia para distinguir el uso simple de las TIC al desarrollo pedagógico, donde un estilo educativo mejora la construcción del conocimiento, la resolución de problemas de aprendizaje y el desarrollo de diferentes capacidades de forma independiente (Aznar, 2021). Donde, los estudiantes también necesitan una buena formación para utilizar correctamente las herramientas didácticas virtuales (Cáceres et al., 2019; Castillo y Chamán, 2021; Pérez y Akombo, 2019).
La característica más relevante de los buenos métodos de enseñanza viene hacer en primer lugar la eficacia, en el segundo grupo la sostenibilidad y la colaboración, seguida de la pertinencia y la innovación; buscan un contexto proporcionando de nuevos métodos y herramientas o cambiando la estructura e implementar procesos para trasladar las prácticas a nuevos contextos, lo que significa innovar a través de la implementación de experiencias exitosas (Mondragón y Moreno, 2020). A su vez, mostrar las actividades realizadas para que los estudiantes puedan desarrollar sus habilidades, capacidades, valores y competencias mediante el uso de las técnicas en tecnologías establecidas en cada actividad (Pacansky, 2017; Zúñiga, 2021).
Se aplican las buenas prácticas en el uso de los recursos virtuales con el fin de mejorar el método pedagógico para el correcto uso y aplicación de las Tics a partir de los conocimientos básicos de los educandos (Paredes, 2018). Las buenas prácticas docentes en entorno virtuales tienen como fin conocer las características de las experiencias exitosas, tener resultados de aprendizaje e identificar las características relevantes para evaluar intervenciones educativas en el aula virtual (Chaturverdi et al., 2021; Véliz y Gutiérrez, 2021). Los directores tienden a estar más preocupados por tener servidores fuertes y vías educativas innovadoras, pero descuidan capacitar a los maestros en estrategias de enseñanza que coincidan con su desempeño.
La buena práctica educativa se desarrolla mediante las experiencias del docente teniendo como fin mejorar tanto las operaciones escolares y el aprendizaje de los estudiantes; por lo tanto, las existencias de las barreras pueden influir en el buen desarrollo de las actividades educativas. En el campo de la educación, para hacer una valoración subjetiva en la implementación debe direccionarse concretamente en el aprendizaje. Distinguir las buenas prácticas educativas pretende visibilizarlas y atraer la atención de nuevos actores educativos interesados en repetirlas para ampliar su interés en el nuevo escenario.
Para hacer cambios en las prácticas de la pedagogía, se debe entender que el objetivo de construir una sociedad del conocimiento y desarrollo social sostenible debe basarse en un enfoque pedagógico sólido sobre la base de apoyar el cambio mediante herramientas específicas como la educación social y trabajo colaborativo. La buena práctica educativa se refiere a un conjunto reconocido de procedimientos o principios mediante los cuales se pueden obtener resultados positivos, donde la gestión y dirección escolar es un elemento fundamental en la organización de los centros educativos. Parte de las experiencias educativas pueden repercutir en la práctica cotidiana tanto entre docentes y estudiantes, donde perciben, experimentan y sienten ciertas vivencias de las buenas prácticas.
En la concepción educativa, la práctica docente se genera de acuerdo a sus capacidades, genera una experiencia profesional y desarrolla capacidad para enfrentar los desafíos de la profesión que requieren personas sofisticadas y de calidad para hacer frente a las fluctuaciones y necesidades de la organización. Según Villarreal et al., (2017); Mendioroz et al., (2019); Guzmán (2018); Odon, (2021) el profesor durante su desarrollo profesional pone a prueba sus conocimientos y habilidades, pero dependiendo de las circunstancias, cuestiona qué tipo de relación está estableciendo con los educandos, dando una idea de la importancia de construir canales de confianza y unidad dentro del equipo durante momentos adversos.
La provisión de una formación docente de alta calidad, como la contratación, los estándares de los docentes y el desarrollo profesional, ha desatado un debate sobre lo que es bueno, generando un compromiso con el contenido curricular, que demuestra una mejora efectiva de su práctica. Para Tsegay et al., (2018); Mendoza y Yan (2022); Urzua et al., (2020); La Velle (2022) la formación profesional del docente hacia las buenas prácticas debe fortalecer la identidad de los docentes para que puedan tener un mejor desarrollo profesional, las actividades pedagógicas y el entendimiento de los resultados de aprendizaje.
Parte del desarrollo de la gestión educativas son enfocadas en generar planeamientos y lineamientos para fortalecer al docente en la ejecución de sus prácticas y estrategias pedagógicas, asegurando la participación a través del aprendizaje colaborativo, donde los docentes se vean a sí mismos como el eje para transformar los procesos del aula, con el propósito de obtener buenas prácticas. Según Serrano y Cuadrado (2017); Hamengkubuwono et al., (2022); Rivero (2017) las prácticas docentes deben estar enfocadas en las diversas necesidades que existen en el aula, por el contrario, ver las dificultades en este sentido, es una ejecución importante para hacer realidad la educación con buenas prácticas.
Las prácticas y competencias virtuales, las instituciones educativas generar esfuerzos por formar a los docentes en enfoque de la tecnología, desconociendo el modelo pedagógico que les permita implementar una práctica integral en la modalidad virtual. Para Aznar (2021); Chaturverdi et al., (2021); Véliz y Gutiérrez (2021) el sistema educativo desarrolla un modelo de referencia para el entendimiento y uso de la tecnología que permita ejercer la naturaleza pedagógica, donde se facilite la construcción del conocimiento y soluciones hacia el aprendizaje por medio de recursos tecnológicos.
CONCLUSIONES
Mediante la revisión sistemática se concluye, que las buenas prácticas pueden ayudar a diseñar una buena actividad de clase, por lo que esta evaluación es una buena práctica para incluir no solo la pregunta de evaluación sino también dónde están los resultados del desempeño. La concepción de las buenas prácticas, se ha convertido en un lugar común para definir una serie de estrategias, procesos y acciones, centrándose en la enseñanza, buscando minimizar los errores en ella y optimizar el desarrollo del profesor.
La formación profesional sobre identidad docente y desarrollo colaborativo son fortalecidos mediante las experiencias de los docentes, fortalecidos también mediante programas y capacitaciones para que desenvuelvan una mejor gestión y de información y rol docente en la educación. Por parte de la gestión de la educación, el desarrollo de la práctica refleja cómo las culturas y las políticas aplicadas en las gestiones de las instituciones, pueden potenciar y facilitar recursos como herramientas para que los docentes puedan ejercer buenas prácticas en beneficio del fortalecimiento y aprendizaje de los educandos.
Finalmente, para desarrollar buenas prácticas en la educación se deben emplear el uso de métodos estratégicos pedagógicos para potenciar la enseñanza en las aulas contando con diferentes recursos para mejorar las experiencias del aprendizaje.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.