INTRODUCCIÓN
El sueño se considera una actividad fisiológica normal y esencial para todos los seres humanos. Desempeña un papel crucial en el mantenimiento del bienestar tanto psicológico como físico de cada individuo (1). Entre sus rasgos distintivos se encuentran la disminución de la conciencia, la ritmicidad, la reducción de la reactividad a estímulos externos, la relajación muscular y la adopción de una postura estereotipada (2). Según la opinión de expertos, es un estado fisiológico fundamental, con gran relevancia en la práctica clínica por su prevalencia e impacto en la salud y en la calidad de vida (3).
Por ende, se considera el sueño como una de las actividades fisiológicas más importantes para que el cuerpo humano funcione de manera correcta y es esencial para mantener la salud. Cuando este es insuficiente tiene efectos negativos sobre las enfermedades cardiovasculares (4) la función neurocognitiva (5), los trastornos psicológicos (6) y desempeño académico (7). Herawati y Gayatri (8) también le atribuyen otras consecuencias como fatiga, desregulación emocional, dificultad para concentrarse, impedimentos para recordar o pensar con claridad, rendimiento académico y laboral inferior, estrés psicológico y académico, ansiedad, depresión y dificultades para resolver problemas; así como efectos asociados a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo II, obesidad, cáncer, entre otras condiciones.
Dada la importancia que tiene la calidad del sueño, la atención a alteraciones que pueda sufrir como la somnolencia, reviste particular significación. En investigación realizado por Jahrami et al. (9), se pudo evidenciar que esta situación es representativa en estudiantes universitarios y que puede causar un obstáculo significativo a la capacidad de aprendizaje, el comportamiento y el rendimiento académico. Se considera que este trastorno puede estar asociado a acostarse tarde, el sueño nocturno interrumpido y el despertar temprano (10).
Desde la perspectiva de Alqudah et al (11) y Niño et al. (12), debido a que la falta de sueño es frecuente y tiene efectos nocivos en los estudiantes universitarios, los responsables de trazar políticas académicas deben desarrollar estrategias que contribuyan a contrarrestar dichas alteraciones y se reduzca su impacto en los logros académicos. Se considera entre las causas de que esto ocurra a la competencia por conseguir un buen puesto de trabajo.
En el caso particular de los estudiantes que estudian la carrera de medicina, suelen ser una población con alto riesgo a sufrir la somnolencia excesiva diurna (SED)(13). Esto se debe al exigente número de horas de estudio, el importante número de créditos por asignatura en el plan de estudios académico, las sesiones de enseñanza práctica y los turnos nocturnos en el hospital, que pueden provocar falta de sueño o deuda de sueño. Machado et al. (14) pudieron comprobar que la baja calidad del sueño influye en un menor rendimiento académico al final del semestre de los estudiantes de medicina.
En este sentido resulta significativo identificar los factores que afectan el descanso de los estudiantes, lo que a su vez pueda influir en su salud; esto es crucial para implementarse estrategias de prevención y promoción. Ante estas necesidades, la presente investigación tiene como objetivo determinar la relación entre la calidad de sueño y somnolencia diurna en estudiantes de la Universidad nombre, en Perú.
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio tuvo un enfoque cuantitativo, de tipo no experimental, transversal y correlacional. La población estuvo conformada por 446 estudiantes de la carrera de nombre de la carrera, de la Universidad de nombre, en Perú. Mediante un muestreo no probabilístico se obtuvo una muestra de 220 educandos. Los criterios de inclusión fueron alumnos que aceptaron participar en la investigación de forma voluntaria y que estuvieran matriculados en dicha casa de altos estudios.
Se recolectó la información mediante el empleo de la técnica de la encuesta y como instrumento el cuestionario de índice de calidad de sueño de Pittsburgh (ICSP) (15) y la escala de somnolencia Epworth (16). Los instrumentos presentaron validez de contenido y de constructo, además la confiabilidad de la variable calidad del sueño tiene un valor de 0,930 puntos y la de somnolencia 0.908, interpretándose como alta confiabilidad en ambas.
El ICSP es muy utilizado en el ámbito clínico y de investigación, tiene 19 ítems que evalúan 7 dimensiones donde se valora la calidad de sueño, durante el mes previo del individuo encuestado. Las dimensiones son calidad subjetiva del sueño, latencia del sueño, duración del sueño, eficiencia del sueño, alteraciones del sueño, uso de medicación para dormir y disfunción diurna (17).
La escala de somnolencia Epworth fue validada en México (18). Constituye un instrumento autoaplicable de ocho reactivos, que evalúa la propensión a quedarse dormido en ocho situaciones: sentado y leyendo; viendo televisión; sentado inactivo en un lugar público; como pasajero de un carro en un viaje de una hora; tumbado por la tarde para descansar; sentado y hablando con otra persona; sentado tranquilamente después de una comida y en un coche detenido durante unos pocos minutos por un atasco.
Luego de aplicado los cuestionarios, se realizó un análisis estadístico descriptivo para resumir y obtener información útil que permita establecer relaciones en el estudio. En el procesamiento de datos y los cálculos se utilizó el programa estadístico SPSS para entorno Windows.
RESULTADOS
Al evaluarse la calidad del sueño mediante la aplicación del cuestionario ICSP a las 220 estudiantes que participaron en el estudio, como se muestra en la tabla 1, en la dimensión calidad subjetiva del sueño, se alcanzó el valor más elevado en la categoría de severo con un 49.5 %, luego el moderado con un 29.5 % y leve para el 20.9 %. Ante esto, se percibe que casi la mitad de los educandos duermen mal.
En relación a la latencia del sueño, en la Tabla 1 se puede apreciar que al igual que la dimensión antes evaluada, se alcanza el mayor valor referente a la categoría de severo con un 57.7 %, luego moderado con un 40.9 % y leve que tuvo tan solo el 1.4 %. Ante esta información se considera que un poco más de la mitad de los educandos presentan dificultades severas para lograr quedarse dormidos a partir de que comienzan a intentarlo.
Respecto a la dimensión duración del sueño, la cual evalúa la cantidad de horas que duermen, como se indica en la tabla 1, en la investigación se obtuvo que el 54.5 % de los educandos lo calificaron de severo, el 28.6 % de moderado y el 16.8 % leve. Entre tanto, en relación a la eficiencia de sueño habitual, la cual mide el tiempo que se duerme respecto al que se pasa en cama acostado, para el 57.7 % fue severo, para el 40 % moderado y el 2.3 % leve.
Al medir las alteraciones del sueño que pueden sufrir los estudiantes que participaron en el estudio como el insomnio, apnea y otras dificultades para mantenerlo, como se muestra en la tabla 1, se obtuvo el 57.7 % severo, el 33.6 % moderado y 8.6 % leve. En relación al uso de medicamentos para dormir, el 56.8 % fue severo, el 20 % moderado y el 23.2 % leve. Respecto a la disfunción diurna, que se refiere a la sensación de somnolencia durante el día y las posibles dificultades que se pueden presentar a causa de la misma, el 50.6 % severo, el 48.6 % moderado y un 0.9 % leve.
Al aplicarse el cuestionario sobre la escala de somnolencia Epworth, se obtuvieron los resultados que se muestran en la Tabla 2, sobre la propensión a quedarse dormido en ocho situaciones. En la de sentado y leyendo, el 23.2 % bajo, 37.7 % medio y 39.1 % alto. En la de viendo la televisión el 17.7 % bajo, 38.2 % medio y 44.1 % alto. Respecto al estar sentado inactivo en lugar público, el 20.5 % bajo, 40.9 % medio y 38.6 % alto. En relación a quedar sentado durante una hora como pasajero, el 28.6 % bajo, 35.5 % medio y 35.9 % alto. Al estar tumbado por la tarde para descansar el 26.4 % bajo y el 73.6 % medio. Sentado y hablando con otra persona el 28.6 % bajo, 27.7 % medio y 43.6 % alto. Sentado tranquilamente después de una comida el 0.9 % bajo, 48.6 % medio y 50.5 % alto. Sentado en coche, detenido durante unos pocos minutos por un atasco el 22.3 % bajo, 25.9 % medio y 51.8 % alto.
Se aplicó la prueba de normalidad de Kolmogorov Smirnov y se obtuvo p<0.05, los resultados se muestran en la Tabla 3. Ante esto, se decidió realizar la prueba no paramétrica de Rho de Spearman.
Se estableció la relación significativa entre la calidad del sueño y la somnolencia diurna en estudiantes y se contrastó la hipótesis general con la prueba de Rho de Spearman = 0.586**. Se considera como moderada la correlación positiva de las variables calidad del sueño y la somnolencia diurna en estudiantes. El ρ = 0.000 (ρ < 0.05); estableciéndose el rechazo de la hipótesis nula. En la Tabla 4 se muestra el resultado obtenido.
Al realizarse la prueba de hipótesis con la prueba de Rho de Spearman, como se muestra en la tabla 5, se obtuvo un 0.477** entre calidad subjetiva del sueño y somnolencia diurna; 0.482** entre latencia de sueño y somnolencia diurna; 0.439** entre la duración del sueño y somnolencia diurna; 0.566** entre la eficiencia de sueño habitual y somnolencia diurna; 0.534** entre las perturbaciones del sueño y somnolencia diurna; 0.320** entre uso de medicación hipnótica y somnolencia diurna y 0.500** entre disfunción diurna y somnolencia diurna. Al interpretarse se considera una moderada correlación positiva de las variables y ρ = 0.000 (ρ < 0.05); rechazando la hipótesis nula.
DISCUSIÓN
En el presente estudio se obtuvo que el 60,9 % de los educandos tuvieron problemas severos en relación a la calidad de sueño. En otras investigaciones donde también se investigó sobre este tema, de igual manera se obtuvieron porcientos altos que reafirman la existencia de problemas de sueño en estudiantes universitarios. Tal es el caso de Nieto (19) en Panamá con el 100 %, Miniguano y Fiallos (20) en Ecuador con el 98,3 %, Cruz et. al (21) en Perú con el 84,8 %, Trejo et al. (22) en Perú con el 84,2 %, Pineda et al. (7) en México con el 80.80 % y Zapata y Betancourt (23) en Colombia con el 54,36 %, por citar algunos ejemplos. En cada estudio se presentó una calidad de sueño poco saludable que ocasionó un trastorno a la hora de dormir, las cuales ameritan estrategias para superar esta situación y sugiriéndose la búsqueda de tratamiento médico.
Entre tanto, también se presentaron severos problemas en relación a la calidad subjetiva del sueño en un 49,5 %, lo que da muestra de que casi la mitad de los educandos que participaron en el estudio duermen mal. No sucedió así en la investigación realizada por Silva (24) y Trejo et al. (22), pues se obtuvieron resultados inferiores en este indicador, con el 7,2 % y 11,7 % respectivamente. Estos estudios también se realizaron en Perú, el primero en el año 2021 y el segundo en el 2022.
Respecto a la latencia del sueño, se obtuvo en la investigación que el 57,7 % fue severo, lo que evidencia que existen dificultades en los alumnos para lograr quedarse dormidos a partir de que comienzan a intentarlo. En contraste, Silva (24) obtuvo dificultad severa en tan solo el 9,8 % de los estudiantes y Trejo et al. (22) en el 36,7 %. Aunque este último un poco más elevado, ambos resultados estuvieron por debajo de los obtenidos en esta investigación.
En relación a la duración del sueño, el 54.5 % de los educandos que participaron en el estudio lo calificaron de severo, lo que indica que no duermen la cantidad de horas suficientes. Valores inferiores obtuvieron Silva (24) donde solo el 26,1 % duerme menos de 5 horas y Trejo et al. (22) que solo el 15,8 % lo realiza en tiempo no recomendado.
En cuanto a la eficiencia del sueño habitual, para el 57.7 % de los encuestados fue severo, esto significa que para este grupo de estudiantes es muy inferior el tiempo que se duermen respecto al que se pasa en cama acostados. En el caso de Silva (24) y Trejo et al. (22) los resultados en el indicador de más mala eficiencia en este sentido fue el 90,8 % y 22,5 % respectivamente.
Similar a la dimensión anterior fue el resultado de las alteraciones del sueño, pues se obtuvo en la investigación que el 57.7 % fue severo. En contrate, Silva (24) y Trejo et al. (22) obtuvieron valores muy inferiores en este indicador con el 0,7 % y 2,5 % respectivamente.
Respecto al uso de medicamentos para dormir, para el 56,8 % de los encuestados es severa esta situación. En el caso de Silva (24), obtuvo que el 81,7 % merece atención y tratamiento médico; entre tanto, Trejo et al. (22) tuvo la situación de que el 11,7 % usa medicamentos para dormir tres o más veces a la semana.
En relación a la disfunción diurna, donde se considera un nivel inadecuado para realizar diferentes tareas durante el día, para el 50.5 % de los encuestados fue severo. Valores inferiores obtuvieron en este sentido Silva (24) y Trejo et al. (22) con el 12,4 % y 9,2 % respectivamente.
Según los resultados obtenidos de la escala de somnolencia Epworth, para el 58,6 % de los estudiantes, la somnolencia diurna es alta. Al comparar este valor con otros estudios, se pudo apreciar que el obtenido en esta investigación es superior, lo cual indica una mayor afectación en estos alumnos. En este caso se encuentra Sotelo et al (25), Zarza et al (26) y Sánchez et al.(27), donde tan solo el 24.4 %, el 9.1 % y el 3,5 % respectivamente presentaron SED.
En la investigación se encontró correlación significativa entre la calidad del sueño y la somnolencia diurna en estudiantes de la Universidad Nombre; alcanzando una ρ = 0.000 (ρ < 0.05). Esto se corresponde con el estudio bibliográfico realizado por Moreno (28), en el que analizó en 15 artículos si había asociación entre estas variables y pudo verificar que si existe una correlación positiva, además de alta prevalencia de baja calidad de sueño y somnolencia diurna en los estudiantes universitarios, principalmente en los del área de la salud.
CONCLUSIONES
Ante los resultados obtenidos en la investigación se determina que existe relación positiva y significativa entre la calidad del sueño y la somnolencia diurna en estudiantes de la Universidad nombre, alcanzando una ρ = 0.000 (ρ < 0.05). Del mismo modo se encontró relación significativa en cada una de las dimensiones de la calidad del sueño y la somnolencia diurna.
Estos resultados sugieren que se establezcan política académica que contribuyan a mantener una buena calidad de sueño, que se evite la privación y se mantengan horarios regulares, para que así se reduzca la somnolencia diurna; lo cual tendrá una repercusión positiva en el bienestar físico y mental de los educandos.