INTRODUCCIÓN
Las familias inclusivas son aquellas que promueven un ambiente de aceptación y apoyo para todos sus miembros, independientemente de sus capacidades, diferencias o circunstancias. Este concepto se basa en la idea de que cada individuo tiene un valor intrínseco y merece ser tratado con dignidad y respeto. En este contexto, no solo aceptan a personas con discapacidades o necesidades especiales, sino que también fomentan su participación activa en la vida familiar y comunitaria. Esto implica crear espacios donde todos puedan contribuir, aprender y desarrollarse sin enfrentar barreras sociales o emocionales (Álvarez et al., 2017).
La importancia de este tipo de familia radica en su papel como la primera institución socializadora. Desde el hogar, se transmiten valores de respeto, empatía y solidaridad, fundamentales para el desarrollo integral de los niños. Estas son esenciales para el bienestar emocional y psicológico de sus integrantes, ya que proporcionan un entorno seguro donde se pueden expresar libremente. Además, al involucrar a todos los miembros en actividades cotidianas y decisiones familiares, se fomenta un sentido de pertenencia y comunidad que es vital para el desarrollo social de cada individuo (Bravo-Sanzana et al., 2021; Arnaiz-Sánchez, et al., 2023).
La educación socioemocional en el contexto de familias inclusivas se centra en el desarrollo de habilidades emocionales y sociales que permiten a todos los miembros del hogar interactuar de manera respetuosa y empática. Este enfoque busca crear un ambiente donde cada individuo, independientemente de sus capacidades o diferencias, se sienta valorado y aceptado. La educación socioemocional fomenta valores como la tolerancia, el diálogo y la empatía, esenciales para construir relaciones sanas y significativas dentro de la familia y en la comunidad (Dueñas-Buey, 2010; Cuevas, 2016; Chica et al., 2020).
Los padres desempeñan un papel crucial como modelos a seguir en este proceso. Al regular sus propias emociones y resolver conflictos de manera constructiva, enseñan a sus hijos a hacer lo mismo. Esto no solo mejora la dinámica familiar, sino que también prepara a los niños para enfrentar la diversidad en la sociedad. La comunicación abierta y la escucha activa son componentes fundamentales que permiten a cada miembro expresar sus pensamientos y emociones sin temor al rechazo, fortaleciendo así los lazos familiares y promoviendo un desarrollo integral (Escudero-Muñoz y Martínez-Domínguez 2011).
En la actualidad, la educación socioemocional en el contexto de familias inclusivas está cobrando una relevancia creciente, especialmente en respuesta a la necesidad de fomentar un ambiente que acepte y valore la diversidad. La implementación de programas que desarrollen habilidades socioemocionales se ha convertido en una prioridad, ya que estas competencias son esenciales para la convivencia y el bienestar de todos los miembros de la familia. Por ejemplo, la Ley 2383 de 2024 en Colombia, establece la educación socioemocional como obligatoria en todas las instituciones educativas, reconociendo su importancia para formar ciudadanos resilientes y empáticos (García-Domingo et al., 2019).
Las familias inclusivas están adoptando prácticas que promueven la comunicación abierta y el respeto mutuo. Esto implica que los padres actúen como modelos a seguir, enseñando a sus hijos a gestionar sus emociones y a interactuar de manera positiva con los demás. La educación socioemocional no solo se enfoca en el desarrollo individual, sino también en fortalecer los lazos familiares y comunitarios. Al fomentar valores como la empatía y la tolerancia, estas familias contribuyen a crear un entorno donde cada miembro se siente seguro y aceptado, lo que es crucial para su desarrollo emocional y social (González-Rey, 2006). Sin embargo, las principales deficiencias en la educación socioemocional dentro del contexto de familias inclusivas incluyen la falta de capacitación para padres y educadores, quienes a menudo carecen de formación específica en habilidades socioemocionales. Esto dificulta su capacidad para enseñar y modelar estas competencias en los niños. Además, existen barreras culturales y estigmas que pueden perpetuar un ambiente excluyente, lo que impacta negativamente en el desarrollo emocional de los pequeños. A menudo, la educación socioemocional se aborda de manera superficial, centrándose en habilidades como la autorregulación sin vincularlas a valores éticos y sociales más profundos. También hay una evaluación inadecuada de estas competencias, lo que lleva a subestimar su importancia en el proceso educativo. Por último, muchos entornos escolares siguen siendo excluyentes debido a problemas como la violencia escolar y la falta de apoyo emocional, dificultando así el desarrollo de relaciones saludables y la gestión efectiva de conflictos. Estas deficiencias resaltan la necesidad urgente de un enfoque integral que involucre a toda la comunidad educativa y familiar para fortalecer la educación socioemocional y promover verdaderamente la inclusión (Julca-Guerrero et al., 2023)
Por consiguiente, el objetivo principal del estudio fue analizar las percepciones que tienen los estudiantes sobre la educación inclusiva. Esta investigación buscó profundizar en la comprensión de cómo los estudiantes perciben y valoran la educación inclusiva, explorando sus opiniones, actitudes y experiencias en relación con este enfoque educativo. El análisis detallado de estas percepciones proporciona información valiosa para la mejora de las prácticas educativas inclusivas y el fomento de entornos escolares que promuevan la diversidad y la igualdad de oportunidades para todos los estudiantes.
MÉTODO
El presente estudio se llevó a cabo utilizando un enfoque cuantitativo descriptivo. Este tipo de enfoque es particularmente útil para identificar y analizar patrones, tendencias y características específicas dentro de un grupo determinado. La investigación se realizó con estudiantes de la carrera de psicología en una universidad pública ubicada en el norte de Perú. Esta elección fue estratégica, dado que la diversidad cultural y social de la región ofrece un contexto rico para explorar cómo los futuros profesionales perciben la educación inclusiva. Se buscó comprender cómo estos futuros psicólogos visualizan y valoran la importancia de integrar a todos los estudiantes en el proceso educativo, independientemente de sus capacidades o condiciones y contribuir al desarrollo de estrategias que fomenten una mayor inclusión en el ámbito educativo, así como enriquecer la formación académica de los estudiantes en temas relacionados con la diversidad y la equidad.
La muestra del estudio estuvo compuesta por estudiantes matriculados en el programa de la carrera antes mencionada. Se atendió a un perfil estricto que incluyó los siguientes criterios:
Estudiantes de primeros ciclos: Se priorizó la inclusión de aquellos que se encontraban en las etapas iniciales de su formación académica.
Familiares que demandan inclusión: En caso de no cumplir con el primer criterio, se consideraron estudiantes que tuvieran familiares que demandan inclusión en el ámbito educativo.
Rango de Edad: Los participantes estuvieron entre 17 y 20 años.
Además, se respetó en todo momento el anonimato de los participantes para garantizar la confidencialidad de la información proporcionada.
Los estudiantes fueron seleccionados mediante un muestreo aleatorio, lo que garantizó una representación adecuada del grupo estudiantil. Este enfoque permitió que los resultados reflejaran una variedad de perspectivas y experiencias, enriqueciendo así el análisis de las percepciones sobre la educación inclusiva.
Se utilizó un instrumento guía de entrevista semiestructurada como método principal para la recolección de datos. Esta elección se fundamenta en las ventajas que ofrece este enfoque para explorar en profundidad las percepciones y experiencias de los participantes.
La misma incluyó preguntas diseñadas en función de categorías y subcategorías previamente definidas. Estas fueron seleccionadas basándose en una revisión exhaustiva de la literatura existente sobre educación inclusiva, así como en los objetivos específicos del estudio. La elección se fundamenta en las ventajas que ofrece este enfoque para explorar en profundidad las percepciones y experiencias de los participantes. A través de esta técnica, se pueden formular preguntas predeterminadas que guían la conversación, al mismo tiempo que se permite a los entrevistados expresar sus pensamientos y sentimientos de manera más libre. Esto resulta en un diálogo más rico y significativo, lo que facilita una comprensión más profunda de las percepciones sobre educación inclusiva.
El instrumento constó de varias secciones:
Preguntas generales: Estas preguntas iniciales buscaban obtener información demográfica básica y establecer un contexto para la entrevista.
Categorías temáticas: Las preguntas se organizaron en categorías clave relacionadas con las percepciones sobre educación inclusiva, tales como:
Conocimiento sobre educación inclusiva: Preguntas que indagan sobre el nivel de familiaridad de los participantes con el concepto.
Actitudes hacia la inclusión: Preguntas que exploran las creencias y sentimientos de los estudiantes respecto a la inclusión educativa.
Experiencias personales: Preguntas que permiten a los participantes compartir sus propias vivencias en contextos educativos inclusivos o excluyentes.
Subcategorías: Dentro de cada categoría, se incluyeron subcategorías que permiten profundizar en aspectos específicos, facilitando así una exploración más detallada.
Dicho instrumento fue validado por un experto en educación quien valoró su adecuación, coherencia, cohesión y corrección gramatical.
El proceso de aplicación del instrumento se realizó virtualmente mediante google meet e incluyó la lectura del consentimiento informado y la aceptación de participación en el estudio.
Análisis de Datos
Los datos obtenidos fueron analizados utilizando técnicas estadísticas para el enfoque cuantitativo. Esto incluyó análisis descriptivos que permitieron identificar tendencias generales, así como correlaciones entre diferentes variables relevantes.
RESULTADOS
El análisis sobre diversos aspectos relacionados con la inclusión ha revelado resultados significativos. En cuanto al conocimiento y comprensión, se obtuvo un porcentaje del 30.6%, mientras que la percepción de la inclusión se situó en 25.7%. Las experiencias personales fueron las más bajas, con un 10.9%, lo que sugiere una limitada conexión personal con el tema. Por otro lado, las barreras y desafíos fueron valoradas en 25.8%, indicando obstáculos presentes en el camino hacia una inclusión efectiva. En contraste, los resultados más altos se registraron en los beneficios de la inclusión, que alcanzaron un notable 67.5%. Además, las opiniones sobre políticas educativas fueron muy positivas, con un impresionante 87.6%, seguidas de cerca por la legislación y políticas, que obtuvieron un 78.2%. Estos datos reflejan una variedad de perspectivas y experiencias en torno a la inclusión, destacando especialmente la alta valoración de las políticas educativas y la legislación relacionada, lo cual sugiere un fuerte apoyo hacia estas iniciativas. Entre ello existió diferencias significativas.
Tabla 1. Resultados de la encuesta a preguntas generales sobre educación inclusiva

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La tabla presentada ofrece una visión general de diferentes aspectos relacionados con la inclusión educativa, reflejando tanto el conocimiento como las percepciones y experiencias de los encuestados.
Sobre conocimiento y comprensión (30.6%) el porcentaje indica que hay un nivel moderado de conocimiento y comprensión sobre la inclusión. Aunque es un punto de partida, sugiere que aún hay espacio para mejorar la formación y sensibilización sobre este tema entre los educadores y otros actores educativos.
La percepción de la inclusión (25.7%) es relativamente baja, lo que puede indicar que muchos encuestados no están completamente convencidos de su importancia o efectividad. Esto resalta la necesidad de campañas de sensibilización que promuevan una comprensión más profunda de los beneficios de la inclusión. Mientras, las experiencias personales (10.9%) refleja igual el porcentaje más bajo en la tabla, lo que sugiere que las experiencias personales relacionadas con la inclusión son limitadas. Esto podría reflejar una falta de interacción directa con entornos inclusivos o una escasa exposición a prácticas inclusivas en el aula. El nivel de conciencia sobre las barreras y desafíos para la inclusión es moderado (25.8%), similar a la percepción de la inclusión. Esto indica que, aunque los encuestados reconocen que existen obstáculos, no necesariamente cuentan con estrategias claras para superarlos. Sin embargo, los beneficios de la inclusión (67.5%), es notablemente alto y sugiere que los encuestados reconocen ampliamente los beneficios de la inclusión. Este reconocimiento puede ser un punto positivo para fomentar políticas y prácticas inclusivas en las escuelas.
De igual manera las opiniones sobre políticas educativas relacionadas con la inclusión (87.6%) es muy elevado, lo que indica una fuerte disposición entre los encuestados para respaldar iniciativas que promuevan un entorno educativo inclusivo. Esto puede ser un impulso significativo para implementar cambios en el sistema educativo. Por último, la legislación y políticas (78.2%) relacionadas con la inclusión también es alta, lo que sugiere que los encuestados confían en el marco normativo existente para apoyar prácticas inclusivas.
En general, la tabla refleja una mezcla de percepciones y experiencias en torno a la inclusión educativa. Mientras que hay un fuerte reconocimiento de los beneficios y un apoyo considerable a las políticas educativas inclusivas, también se evidencia una falta de conocimiento profundo y experiencias personales en este ámbito. Esto sugiere que es esencial invertir en formación y sensibilización para mejorar el entendimiento y la implementación efectiva de prácticas inclusivas en el entorno educativo.
La tabla 2 proporciona un análisis detallado de las actitudes, percepciones y expectativas de los estudiantes respecto a la inclusión educativa. Un alto porcentaje (85%) de los encuestados cree que todos los estudiantes, independientemente de sus capacidades, deberían tener acceso a la educación en un mismo entorno. Esto refleja una fuerte creencia en la equidad educativa. Por otra parte, la mayoría también considera que la educación inclusiva mejora el ambiente escolar, aunque hay una distribución notable en la escala de 1 a 5, donde el 35% otorga la máxima puntuación. Esto sugiere que, aunque hay un reconocimiento positivo, algunos docentes pueden no estar completamente convencidos de su eficacia. En relación a los sentimientos hacia la diversidad reflejaron que la comodidad al trabajar con estudiantes con necesidades educativas especiales, muestra que un 70% se siente cómodo o muy cómodo trabajando con estos estudiantes, lo que indica una actitud positiva hacia la diversidad en el aula.
Sin embargo, un 10% se siente incómodo o muy incómodo, lo que podría señalar áreas donde se necesita más formación o apoyo. Asimismo, La mayoría de los docentes (50%) experimenta felicidad ante la idea de una clase inclusiva. Sin embargo, un 30% siente indiferencia o ansiedad, lo que puede indicar preocupaciones sobre cómo manejar adecuadamente la inclusión. El 78% de los encuestados está dispuesto a adaptar sus métodos para incluir a todos los estudiantes, lo que es un indicador positivo para la implementación de prácticas inclusivas. Mientras, el interés en recibir formación adicional es notable, con un 75% indicando que es "muy probable" o "probable" que busquen capacitación. Esto sugiere una disposición proactiva hacia el desarrollo profesional en el ámbito de la inclusión.
En relación con las dificultades en la implementación, aunque solo el 10% considera que implementar prácticas inclusivas es "muy difícil", un 35% cree que es "difícil" o "neutral". Esto indica que existen desafíos significativos percibidos por los docentes. Sin embargo, entre los obstáculos para la inclusión, la falta de recursos (40%) y la formación insuficiente del profesorado (35%) son vistas como las principales barreras para la inclusión. Esto resalta la necesidad urgente de inversiones y programas de formación adecuados.
Por su parte, el rendimiento académico muestra que un 60% tiene altas expectativas sobre el rendimiento académico en aulas inclusivas, lo que sugiere una creencia en el potencial positivo de este enfoque educativo. Beneficios de la inclusión: La percepción predominante es que la inclusión beneficia a ambos grupos (75%), lo cual es alentador y puede ayudar a promover políticas inclusivas más efectivas. Suficiencia de formación inicial: Solo el 35% considera que los docentes reciben suficiente formación sobre educación inclusiva durante su formación inicial, lo que indica una clara necesidad de mejorar este aspecto.
La tabla 3 refleja una percepción mayormente positiva hacia la educación inclusiva entre los encuestados, aunque también pone de manifiesto áreas críticas donde se requiere atención. Las experiencias compartidas indican tanto los beneficios como los desafíos asociados a la inclusión educativa, sugiriendo que se deben realizar esfuerzos continuos para mejorar las prácticas inclusivas y asegurar que todos los estudiantes tengan experiencias positivas y enriquecedoras en sus entornos educativos.
El 70% de los encuestados ha asistido a una escuela inclusiva, lo que sugiere que la inclusión está ganando terreno en el sistema educativo. Sin embargo, un 30% que no ha tenido esta experiencia podría indicar la necesidad de expandir estas oportunidades. En relación al impacto, recuerdos positivos vs. Negativos, el 60% de los estudiantes recuerda aspectos positivos de su experiencia, un 40% tiene recuerdos negativos. Esto resalta la importancia de mejorar las prácticas inclusivas para asegurar que todos los estudiantes tengan experiencias positivas.
Por otra parte, el 65% de los encuestados reporta tener buenas relaciones con compañeros de diferentes capacidades, lo que es un indicador positivo de la convivencia en aulas inclusivas. Sin embargo, un 10% menciona relaciones malas, lo que sugiere que aún existen desafíos en la interacción social. La división entre anécdotas de inclusión (55%) y exclusión (45%) muestra que, aunque hay experiencias positivas, también hay situaciones donde no se respetó la inclusión, lo que puede afectar el bienestar emocional y social de los estudiantes. También un alto porcentaje (75%) siente que recibió el apoyo adecuado de sus docentes, lo que es alentador.
Sin embargo, un 25% que no se siente apoyado indica áreas donde se necesita mejorar la formación y sensibilización del profesorado. Sobre la influencia en el desarrollo personal y social el 80% considera que la educación inclusiva ha tenido un impacto positivo en su desarrollo, lo que subraya los beneficios de este enfoque educativo para fomentar habilidades sociales y emocionales. La mayoría (85%) se siente preparada o muy preparada para interactuar con personas de diversas capacidades, lo que es un resultado positivo de haber vivido en un entorno inclusivo.
Por último, en relación a los aspectos beneficiosos, la mejora de la empatía (50%) es vista como uno de los mayores beneficios de la educación inclusiva, seguido por la diversidad en el aula (30%). Esto indica que los estudiantes valoran las habilidades sociales y emocionales desarrolladas a través de estas experiencias.
DISCUSIÓN
Los resultados obtenidos en el análisis de la inclusión educativa revelan una serie de aspectos fundamentales que merecen ser discutidos en profundidad. En primer lugar, el conocimiento y comprensión sobre la inclusión se sitúa en un 30.6%, lo que indica un nivel moderado de entendimiento entre los encuestados. Este hallazgo sugiere que, aunque hay una base de conocimiento, es insuficiente para abordar adecuadamente las complejidades de la inclusión educativa (Julca-Guerrero et al., 2023).
Un estudio realizado en Chile ha revelado que más del 50% de los estudiantes de pedagogía carecen de una formación adecuada en temas relacionados con la inclusión, especialmente en lo que respecta a conceptos básicos y marcos normativos. Esta situación indica un alto grado de desconocimiento en la formación inicial de futuros docentes, lo que podría afectar su capacidad para abordar la diversidad en el aula (Vera-Hernández y Yarce-Pinzón, 2022; Mejía et al.,2023).
La formación inicial y continua de los docentes es crucial para mejorar este porcentaje, ya que su capacidad para implementar prácticas inclusivas efectivas depende en gran medida de su preparación. La implementación de programas de capacitación que aborden no solo los conceptos teóricos, sino también las estrategias prácticas para la inclusión, podría ser una vía efectiva para aumentar el conocimiento y la comprensión entre los educadores.
Otro análisis encontró que solo el 18.75% de los docentes en educación infantil y primaria se sentían suficientemente preparados para atender a estudiantes con necesidades educativas especiales. Este dato sugiere que la mayoría de los docentes perciben una falta de preparación para implementar prácticas inclusivas, lo cual es preocupante dado el contexto actual de inclusión educativa (Simón-Rueda y Echeita-Sarrionandía, 2016; Merchán-Velasco et al., 2021).
En segundo lugar, la percepción de la inclusión, con un 25.7%, refleja una visión relativamente escéptica entre los encuestados acerca de la efectividad y relevancia de la educación inclusiva. Esta percepción puede estar influenciada por experiencias negativas o por la falta de ejemplos exitosos en sus entornos educativos. Es esencial desarrollar campañas de sensibilización que promuevan una comprensión más profunda de los beneficios que la inclusión puede ofrecer tanto a estudiantes con necesidades educativas especiales como a sus compañeros. La creación de espacios donde se compartan buenas prácticas y testimonios positivos podría ayudar a cambiar esta percepción y fomentar un ambiente más receptivo hacia la inclusión (Mesías-Crespin et al., 2022).
Por último, el reconocimiento significativo de los beneficios de la inclusión, con un alto 67.5%, es un aspecto positivo que puede servir como punto de partida para impulsar políticas y prácticas inclusivas en las escuelas. Sin embargo, este reconocimiento debe ir acompañado de acciones concretas que aborden las barreras identificadas, como la falta de recursos (40%) y la formación insuficiente del profesorado (35%). La colaboración entre instituciones educativas, comunidades y familias es esencial para superar estos obstáculos y garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a una educación equitativa y de calidad. Además, es fundamental fomentar un enfoque colaborativo donde se involucren a todos los actores educativos en el proceso de implementación y evaluación de estrategias inclusivas, asegurando así que se aborden las necesidades específicas de cada estudiante (García, 2020).
En relación con la comprensión del concepto de educación inclusiva, un estudio mostró que 25% del profesorado en educación infantil y primaria entiende que esta está dirigida a todos los estudiantes, aunque un porcentaje similar considera que se centra más en aquellos con dificultades educativas. Esto refleja una ambigüedad en la interpretación de la inclusión, lo que puede limitar la efectividad de las prácticas educativas (Pérez-Escoda et al., 2009; Sanguino, 2020).
Un informe adicional destacó que aproximadamente el 52.98% de los profesionales en formación no se sentían capacitados para afrontar la inclusión de alumnos con necesidades educativas especiales. Este hallazgo resalta la necesidad urgente de mejorar la formación docente en este ámbito, ya que la preparación inadecuada puede llevar a una implementación deficiente de estrategias inclusivas en las aulas (Rodríguez-Fuentes et al., 2021; Roa-González et al., 2022).
CONCLUSIONES
El análisis exhaustivo sobre la inclusión educativa resalta la imperiosa necesidad de enriquecer el conocimiento y la comprensión de este tema fundamental entre los futuros docentes, puesto que se ha evidenciado un preocupante nivel de desconocimiento en su formación inicial. Esta carencia subraya la urgencia de implementar estrategias que promuevan una mayor conciencia y entendimiento sobre la educación inclusiva.
Para abordar esta problemática, es crucial diseñar y ejecutar campañas de sensibilización destinadas a sensibilizar a la comunidad educativa y a la sociedad en general acerca de la importancia y los beneficios de la inclusión. Además, es fundamental establecer espacios de intercambio de buenas prácticas que fomenten la creación de entornos educativos receptivos y acogedores para todos los estudiantes.
Asimismo, se hace necesario promover un enfoque colaborativo que involucre activamente a todos los actores del ámbito educativo en la planificación, implementación y evaluación de estrategias inclusivas, garantizando así la atención a las necesidades individuales de cada estudiante. La colaboración entre docentes, directivos, familias y la comunidad en general resulta esencial para construir entornos educativos verdaderamente inclusivos y equitativos.
En este sentido, la mejora de la formación docente se presenta como una tarea apremiante, dado que una preparación inadecuada puede conllevar a una implementación deficiente de prácticas inclusivas. Es fundamental que los programas de formación docente incorporen de manera integral y efectiva contenidos relacionados con la educación inclusiva, proporcionando a los futuros educadores las herramientas y competencias necesarias para atender la diversidad presente en las aulas de manera efectiva y respetuosa.